Viernes 19 de abril | Mar del Plata
12/02/2017

El oficio de la memoria

La editorial marplatense Letra Sudaca reeditó una novela olvidada. Los tigres de la memoria ganó, en 1973, el premio Sudamericana-La Opinión con un jurado integrado por Augusto Roa Bastos, Rodolfo Walsh, Juan Carlos Onetti y Julio Cortázar

El oficio de la memoria
(Foto: Letra Sudaca)

El año 1973 es una poderosa referencia para la historia reciente argentina. Marca el fin de un proceso militar de siete años (Noche de los Bastones Largos, el Cordobazo, los fusilamientos de Trelew); la incursión, de forma masiva, de la juventud en la política y un corto, pero vital, florecimiento democrático. La imagen de los alrededores del penal de Devoto (el 25 de mayo, unas horas después de la asunción de Cámpora), con la exigencia y el logro de la liberación de los presos políticos, es una síntesis de esa efervescencia. La vida cultural y artística explotó en esos meses. Volvieron las películas y libros prohibidos, las revistas incrementaron sus tiradas y el debate se daba en los talleres, las universidades y las casas.

El problema en torno a la postura política en los años turbulentos atravesó a la literatura. Siguiendo a Jean-Paul Sarte muchos intentaron estructurar la narración con énfasis en los temas. Una novela con torturados dejaba la conciencia en paz. Otros escribieron sus novelas, insertos en la coyuntura, pero sin la objeción moral y sin culpa. El arte puede reflejar el estado de las cosas (trabajo que comparte con el periodismo crítico y el panfleto) o representar del modo propio que el arte ofrece. Es paradójico, leyendo la literatura argentina, que en la narrativa de Arlt no hay textos políticos y Borges escribió durante más de cincuenta años textos políticos (de coyuntura o históricos).

QueLeer Los tigres de la memoriaJuan Carlos Martelli escribió una novela excelente, Los tigres de la memoria. Si bien hay militantes de izquierda, militares, torturas y clandestinidad, la asfixia y la miseria del poder le aportan los elementos del género policial y una prosa virtuosa sustentada sobre oraciones cortas y potentes. Cralos, en primera persona, narra su temporada en la Costa Atlántica. El depósito del bar en el que trabaja es un sitio preciado para negocios espurios de un jefe militar. Las internas entre el ejército y la policía se condensan en el galpón y en el rol de Cralos. El personaje, entrado en años y con un pasado denso, siente repugnancia pero negocia a cambio de la vida de sus hijos militantes. La novela es corta y vigorosa. Los capítulos breves mantienen la tensión constante.

La novela puede leerse como un policial vertiginoso, pero también como anticipación de los años oscuros que vendrían luego de la pequeña calma previa a la tormenta que significó el año 1973. Martelli entendió que la literatura no está en deuda con ningún proceso histórico, social y político. Como no lo están el fútbol ni la gimnasia artística. Las contradicciones que atraviesa la humanidad sí son temas del arte, pero el modo de pensarlos, representarlos o discutirlos no debería ser una lista de opiniones que bien puede el artista esbozar en una conferencia de prensa. Los tigres de la memoria es una novela política, describe mecanismos extorsivos y criminales del modus operandi que ejercía el poder, pero por sobre todo, y ante todo, es una excelente novela y muy bien escrita.

El hecho anecdótico y dato de color, pero no menor, es el jurado que premió a la novela: Roa Bastos (en pleno auge, un año después publicaría su mejor novela), Walsh (el mejor cuentista argentino después de Borges), Onetti (quien ya había escrito lo más destacado de su extraordinaria obra) y Cortázar (referencia insoslayable de la literatura latinoamericana) consideraron que Los tigres de la memoria merecía el premio. Ese premio y cualquier otro de cualquier certamen, muy probablemente.

La editorial independiente y marplatense Letra Sudaca reeditó, a fines de 2016, la novela. La edición cuenta con un prólogo del lúcido escritor y crítico Martín Kohan. Santiago Fernández Subiela nos contó cómo fue el largo camino legal y material para que la novela esté nuevamente en los anaqueles de las librerías.

– ¿Cómo surgió la idea de rastrear el estado de Los tigres de la memoria, una joya casi olvidada?

– Hace un tiempo ya que desde Letra Sudaca nos interesamos en editar autores y libros que desaparecieron o nunca estuvieron dentro del circuito comercial. En esta línea publicamos, por ejemplo, a Mario Arregui, un cuentista de Uruguay con mucha trayectoria, fallecido en 1985, que no había sido editado en nuestro país, o el libro Andréi Tarkovski: el ícono y la pantalla, de Pablo Capanna, agotado hace años. Los tigres de la memoria estaba dentro de esa línea: publicado originalmente en 1973 por Sudamericana, prohibido después por la Dictadura, olvidado y perdido…

La última edición antes de la nuestra era de 1984, por Corregidor, pero estaba fuera de circulación hace muchos años. Entonces: grandísima novela, agotada hace tiempo, con un palmarés increíble (ese jurado único), un autor con una obra inmensa, rica y olvidada. Era una opción interesante, que nos gustaba.

– ¿Cómo fue el proceso de edición y de contacto con los herederos de Martelli?

– La idea de editar este libro surgió hace un par de años; en ese momento hicimos un primer contacto con los herederos de Martelli, sin mucha suerte. Después de un tiempo volvimos a hablar y luego de algunas idas y vueltas acordamos la publicación. La parte complicada vino después: la edición. No existían archivos digitales de la novela, ningún tipo de pdf o word, solamente copias en papel de las ediciones anteriores, así que luego de una búsqueda intensa y fallida de esos archivos (probamos con viejos editores, familiares, etc.) resolvimos hacernos de una de esas viejas ediciones, guillotinarla, escanearla y procesarla a través de un OCR [reconocimiento óptico de caracteres], tarea que llevó bastante tiempo. Para darle más fuerza y sentido a esta nueva edición de la novela, incluimos un prólogo original de Martín Kohan.

– ¿Pudiste recuperar alguna anécdota de la elección del jurado?

– Martelli escribió sus Memorias, y a través de su hija pude acceder a algunos capítulos. Ahí está lleno de anécdotas, por ejemplo: la mujer de Onetti le contó a Martelli que ella había leído todas las novelas del concurso (127) en voz alta, mientras Onetti escuchaba prendido a su vinoducto, una especie de narguile, un largo tubo de goma que se hundía en una damajuana de vino tinto, así podía escuchar acostado.

FICHA TÉCNICA

Género: Novela

Colección: Narrativa

Prólogo: Martín Kohan

ISBN: 978-987-3985-06-5

Páginas: 160

Primera edición: noviembre de 2016

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12/02/2017