La primera película de doce en competencia internacional
“Chuva é cantoria na aldeia dos mortos” es una coproducción portuguesa-brasileña, dirigida por João Salaviza (Portugal) y Renée Nader Messora (Brasil). Vuelve a proyectarse en el Teatro Auditorium.
“Chuva é cantoria na aldeia dos mortos” es la película que inició la Competencia Internacional del 33° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Se trata de una coproducción portuguesa-brasileña, dirigida por João Salaviza (Portugal) y Renée Nader Messora (Brasil). El film cuenta la historia de Ihjac, un hombre joven que vive en la comunidad indígena de Pedra Branca, al norte de Brasil. En la historia individua de Ihjac se condensa la tradición del ciclo del héroe: alguien que está llamado a la trascendencia y lucha contra ese doloroso destino.
En la primera escena, con la luz débil de un próximo amanecer, Ihjac recorre la selva y se acerca a una cascada. Debajo del agua escucha la voz de su padre muerto. La tradición de su comunidad dice que a los muertos se lo debe homenajear con banquetes y festejos; su padre aún no recibió esa liturgia. El personaje vive con su hijo y esposa. Los llamados de su padre lo desconciertan; el desorden interno comienza a reflejarse en su cuerpo. Un chamán lo revisa y le comenta que el proceso espiritual que lo aqueja es un viaje sin regreso: se está convirtiendo, él también, en chamán. Ihjac reniega de su destino.
Viaja a la ciudad para tratarse en un hospital y para alejarse del contacto con los entes que lo buscan. En el hospital se ve el contraste: el joven indígena apenas habla portugués y no tiene documentación. Los médicos le dicen que su cuerpo está sano. Pasa unos días en una residencia y luego queda a la deriva en la ciudad. El cuerpo, fibroso, ya no está semidesnudo; camina errante por las calles, perdido, sin plan. Al poco tiempo, entiende que el llamado interno es insoslayable y decide volver a su comunidad.
La película no es una denuncia de la situación de los pueblos originarios en Brasil. Las obras de arte tienen la posibilidad de aportar una mirada diferente a lo que, en este caso, podría ser un enfoque antropológico o sociológico. Porque el eje no está puesto desde el centro hacia la marginalidad: la comunidad indígena tiene su propia cosmovisión, rituales, tiempos y no necesitan de los avances de la tecnología occidental. Ese acierto del filme se da, en parte, porque los directores filmaron durante nueve meses en una comunidad que conocían desde hacía años. El resultado es una observación alejada de lo exótico, de la otredad como espectáculo.
La ficción que se construye en el filme podemos inscribirla dentro de la gran serie de personajes que están predestinados a la trascendencia y luchan contra ese designio. Joseph Campbell lo relevó en su estudio El héroe de las mil caras. En la tradición de los profetas y de los grandes héroes y heroínas, siempre existe una alteración o un llamado a la aventura, luego una resistencia y ese proceso suele coronarse con la aceptación. Ihjac cuadra a la perfección en la tradición del mito del héroe.
La fotografía de la película es atinada para lo que quiere contar. Trabaja, principalmente, en ambientes naturales y con buen resultado en las escenas nocturnas. El montaje alterna entre algunas pocas tomas con movimiento de cámara y planos fijos. Pero el hallazgo es cómo trabaja con el sonido: la potencia de la cascada, los insectos y aves, el sonido atronador de las voces en los rituales, logran incorporar un potente elemento narrativo a las imágenes.
– Título: Chuva é cantoria na aldeia dos mortos
– Origen: Portugal Brasil
– Dirección: João Salaviza y Renée Nader Messora
– Reparto: Henrique Ihjãc Krahô, Raene Kôtô Krahô
– Duración: 114
PRÓXIMAS FUNCIONES
– Domingo 11, 18:30, Teatro Auditorium
– Lunes 12, 14:30, Teatro Auditorium
