Skay en Mar del Plata: un viaje al corazón del rock
Skay Beilinson se presentó con un concierto arrollador en el Polideportivo. Fueron 23 canciones en 1.45 hora con un sonido perfecto. Tres clásicos ricoteros fueron suficientes.
Fue su regreso a Mar del Plata tras cinco años de ausencia. Fue su regreso a un estadio –el Polideportivo- luego de su paso por lugares más reducidos e íntimos. La vuelta de Skay Beilinson a la ciudad con Los Fakires fue un viaje que pasó por todos sus discos con una parada principal: La Luna Hueca. Un viaje al corazón del rock.
El polideportivo –que se ha ganado tantos insultos- sonó como pocas veces. Desde principio a fin todo fue claro y potente, ajustado y arrollador.
A las 21.20 Skay dejó de ser ese flaco algo tímido, tranquilo y encorvado para subir al escenario y encarnar a ese personaje que contiene a todos los que recorre a través de sus canciones. Sus tradicionales movimientos y pocas palabras.
Esas pocas palabras sirvieron, principalmente, para introducir algunos de los temas de “La Luna Hueca”, el último disco editado en 2013, que hasta el momento no había tenido presentación en la ciudad. Por eso ocho de sus diez canciones formaron parte de la lista de temas.
Tres himnos ricoteros fueron suficientes: JiJiJi, El Pibe de los Astilleros y una exquisita versión de Rock para los Dientes, con un Skay solo con su guitarra sobre el escenario. En ese mismo formato después de una pausa de diez minutos sonaron La última primavera y Boggart Blues.
Fueron 23 canciones en 1.45 hora con un último tramo marcado por Oda a la sin nombre, Lejos de casa y un ya casi nuevo clásico: El sueño del jinete.
Para el final de un concierto impecable, profundo y sin alteraciones quedó el deseo de “un buen viaje para todos”. En ese viaje, indudablemente, el rock de Skay es fundamental.
