La guerra del gas
Editorial QUÉ, en la radio
Nadie sabe cómo pasó, pero la Tercera Guerra Mundial empezó en Mar del Plata. Dicen que fueron unos políticos, que primero fueron los despidos, el desempleo, la inflación y a eso le siguieron los aumentos en todo lo que podía aumentar. Hasta que a alguien, cuando llegaba el frío, se le ocurrió aumentar el gas, dejar a la gente sin calor.
Algunos decían que la Tercera Guerra Mundial sería por el agua potable, que en verano con exceso de personas tiende a escasear. El problema, claro, es el exceso de personas en todo, no que falten inversiones y planes energéticos. Malditas personas. La Tercera Guerra Mundial llegó por exceso de personas. De repente en Mar del Plata éramos muchos para lo que había.
Todos intentaron por vías diplomáticas evitar la Guerra del Gas. Las amas de casa juntaban firmas desesperadas, como si una guerra se pudiera detener por firmas. La Justicia intentó con un amparo frenar decretos ordenados por el Ejecutivo, pero todos sabemos lo que le importa al Ejecutivo la Justicia. La Defensoría del Pueblo se organizó como guerrilla para conseguir de alguna manera gas para los barrios, pero de nada sirvió ningún intento.
Todos iban por el gas, hasta que finalmente el gas no fue de nadie y todo lo que hubo fue una gran explosión. Una venganza de alguna célula fanática anticonsumo e inflación terminó por hacer explotar todo.
La Tercera Guerra Mundial acabó con todo y no hubo ganadores. Era el apocalipsis, los restos de una ciudad calentada con fuego, con leños. Personas calentando a personas, y al final ni siquiera quedaban tantas por calentarse. El exceso de gente era un lujo del pasado, como el gas.
La Tercera Guerra Mundial empezó cuando alguien quiso aumentar lo que todos necesitaban. Y entonces hizo frío, mucho frío para muchos y los pocos, los que estaban calefaccionados empezaron a sentir cada vez más calor, un inmenso calor que se veía venir desde el otro lado de ventana, del lado en que la ciudad ardía en llamas.
