La vida que afecta
Editorial QUÉ, en la radio
Afuera pasan cosas, tantas cosas que no tenemos idea. Y nos las cuentan de muchas maneras, de tantas maneras que al final estar en lo cierto es una cuestión de azar.
Y vamos por las calles exigiendo la verdad, le pedimos la verdad a nuestra pareja, a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestros jefes, a nuestros compañeros, a nuestros empleados. Le pedimos la verdad al intendente, a la gobernadora, al presidente, al Papa, a Dios.
Exigimos la verdad porque afuera pasan cosas, demasiadas cosas y queremos la certeza de que todo esto no es al pedo, de que hacia a algún lado va todo esto. Y todo es mentira, todo lo que nos dicen es mentira.
En algún momento escuchamos una verdad, creemos en una verdad, abrazamos una verdad que nos afecta la vida y es como estar un domingo sentado en el sofá más cómodo de la casa. Es estar descalzo sobre una alfombra mullida.
Al día siguiente, y al otro, y al otro, queremos la verdad otra vez. Exigimos la verdad o algo que nos haga sentir seguros, como una pastilla azul para el malestar existencial, para la crisis política, para la debacle moral.
Que alguien diga algo, sobre cualquier cosa y que esa sea la verdad por un día, por un día que afecta la vida y que sea verdad.