Martes 23 de abril | Mar del Plata
13/10/2014

Esperan perdidos

En las transversales. Ahí esperan, o al menos están. En los cafetines de media cuadra. En los bares de barra, de vasos iguales, de mesas sin mantel y servilletero plástico…

Esperan perdidos

En las transversales. Ahí esperan, o al menos están. En los cafetines de media cuadra. En los bares de barra, de vasos iguales, de mesas sin mantel y servilletero plástico. Perdidos entre la gente, casi invisibles, de espaldas a la puerta, lejos de las ventanas. A ellos.

Casi detenidos en el tiempo. Cena para uno. Menú del día su única opción. Televisor al frente, mirada baja, masticar lento. Ellos esperan. El tiempo pasa a su alrededor. Pero ellos olvidaron hace rato su reloj. De costumbre, de rutina, casi automático, la tradición de estar.

El plato les llega a la mesa antes de la cena. Pero su cena termina antes que las de muchos otros. Poco hablan. No conversan. Aunque sí comentan. Son casi parte de esos bares y cafés. Ellos están. Esperan ahí perdidos.

Padecen la soledad, la rutina, el amanecer, la hora de ir a la cama. El día comienza tal como termina. Con la misma intensidad. Servilleta, bocados pequeños, sin prisa.

Son cientos. Están en los cafés de barrio, en los “bodegones” de por ahí y allá. Reciben la atención de un cliente habitual. Beben, no tanto como muchos creen. Más que nada piensan. Otros justamente lo contrario.

Solo la televisión logra cambiar sus gestos. La comida, el entorno, el sabor, los demás, poco importan. Están fuera. Pero ellos esperan adentro.

Lucen algo desalineados. Algunos incluso solo lucen abrigados. Pagan su cuenta, dejan propina y caminan en la oscuridad, por las transversales, por la vereda impar. Deambulan, no siguen. Avanzan y solo se detienen perdidos, esperando encontrar otro bar de media cuadra.

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13/10/2014