Jueves 25 de abril | Mar del Plata
21/04/2015

El loco Onetti

El escritor uruguayo (1909 – 1994) vivió sus últimos años, por decisión propia, en una cama. Antes, a paso lento y sin estridencias, captó la atención mundial en sus páginas.

 

QUIÉN

Onetti (2)Es España. En realidad, es más África que Europa. Más distante de Madrid que de Casablanca. El reino ha conquistado y a llorar a otra parte. Es España y se desarrolla el Primer Congreso Internacional de Escritores de Lengua Española. Se elige un presidente; la literatura del otro lado del Atlántico es más fecunda que la ibérica, entonces el congreso es presidido por un uruguayo. Es la hora, están los disertantes, los periodistas especializados y también los miembros de la academia. La silla del presidente está vacía, un micrófono solitario y una botella de agua sin abrir. Los organizadores, desesperados, telefonean al hotel. El conserje anuncia, sorprendido, que el huésped no abandonará su habitación. En Las Palomas, Gran Canaria, España, el Congreso se desarrollará sin presidente.

El hombre (a los veinte años ya se es un hombre en la década de 1930) contrae matrimonio con su prima. Dos años más tarde sube la apuesta y se casa con su otra prima, hermana de su exesposa.

En el departamento se improvisa una conferencia de prensa. Se ordena, se ofrece café y vino tinto a los periodistas. Los asistentes superan largamente el aforo, algunos encienden el grabador desde el pasillo.

-¿Qué significa para usted ser el nuevo ganador del premio Cervantes, máximo galardón para los escritores de nuestra lengua?

-Diez millones de pesetas…

Un grupo de estudiantes universitarios prepara una tesis basada en la obra de Onetti. Utilizan a Eduardo Galeano como intermediador para reunirse con el hombre que estudian. Galeano acuerda una cita: es en el domicilio madrileño de Onetti. Los muchachos llegan con anticipación, tocan timbre, esperan media hora y no hay respuestas. Antes de retirarse, ven que un papel sale por la rendija de la puerta. La letra inconfundible advierte: “Onetti no está“.

Trabajó como periodista en agencias internacionales y vivó alternativamente en Montevideo y Buenos Aires. En 1974 fue jurado del premio literario de la revista Marcha. El cuento fue censurado y los miembros del jurado detenidos, a Onetti lo internaron en un neuropsquiátrico. La presión de la intelectualidad logró que luego de tres meses lo dejaran en libertad. Las dificultades de la realidad latinoamericana lo convidaron a elegir el exilio: Madrid hasta 1994, año de su muerte.

Los últimos doce años de vida los pasó, literalmente, en la cama. Fumando, bebiendo whisky y leyendo novelas policiales. Levantándose casi exclusivamente para ir al baño. Acompañado por su cuarta esposa y recibiendo a amigos y periodistas, siempre en posición horizontal. Su producción literaria prácticamente se anuló en esa época y sólo restaba esperar la muerte. Que llegó, como llega todo. Como llegaron los libros, los reconocimientos y los lectores de una obra extraordinaria.

POR QUÉ

Onetti (1)Textos cortos. Novelas breves. Cada palabra escogida entre todas las del diccionario, con paciencia, con la parsimonia propia de los uruguayos. Su producción literaria se dio en un contexto de gran exposición mediática de la literatura latinoamericana. O de los escritores de estas tierras, porque muchos vivían en el exilio; exilio político, algunas veces, o por decisión propia, muchos otras. Las posturas políticas rimbombantes (preferentemente de izquierda) por moda o por convencimiento, acompañaban grandes promociones editoriales. Pero Onetti escribe porque le gusta escribir, no sospecha que el destino político de la humanidad depende de su pluma.

Creó su propio Macondo. Santa María es un territorio sin ubicación precisa que cuenta con playa, un astillero en desgracia y poco más. “Aquí, en un pueblito de Sudamérica que solo tiene nombre porque alguien quiso cumplir con la costumbre de bautizar cualquier montón de casas“. En ese territorio transcurren sus principales novelas: La vida breve, Juntacadáveres y El astillero. Una vez le preguntaron por las ciudades rioplatenses en las que vivió, las diferencias con Madrid y la añoranza constante, destino inexorable del exiliado; Onetti contestó: “Si supieran que tengo más nostalgia de Santa María que de Montevideo o de Buenos Aires“.

Sus influencias fueron el brillante novelista norteamericano William Faulkner y el existencialismo: la desesperación del ser humano frente a la existencia, destino insoslayable que precede a toda esencia. A pesar de la fama mundial que lo diferencia de los grandes exponentes en francés de esa corriente filosófica, en lo estrictamente literario, Onetti da la talla de Albert Camus y Jean Paul Sartre.

Vale la pena (y la esperanza finalmente) leer a Juan Carlos Onetti.

POR DÓNDE

El escritor rioplatense deambuló más de una vez con sus manuscritos (siempre escribió a mano) por editoriales, y muchas de esas veces sin éxito. Los libreros solían ser pequeños editores con escaso presupesto y fuera de los relatos en periódicos, se dificultaba la publicación. Hoy en día la obra de Onetti se consigue en formato completo, y casi toda su producción en forma individual. También se puede acceder a recopilaciones como Novelas breves y Novelas de Santa María.

El pozo (1939) Su primera novela. Fue escrita durante un fin de semana en el que estuvo encerrado en su casa, desesperado por la falta de tabaco. En primera persona, un hombre de cuarenta años narra su vacío existencial. El tono remite a Memorias del subsuela de Fiódor Dostoievski. Una potente carta de presentación: “Hace un rato me estaba paseando por el cuarto y se me ocurrió de golpe que lo veía por primera vez“.

Jacob y el otro (1961) Novela corta que transcurre en Santa María. Cuenta la visita de un luchador en desgracia  que visita el pueblo para dar una exhibición. Su ingeniosa estructura tiene tres narradores: un médico, el “narrador oficial” y el representante del luchador.

21/04/2015