Sábado 20 de abril | Mar del Plata
29/10/2015

Escuchar y leer a Violeta

Reconocida mundialmente como cantautora, la multifacética artista chilena Violeta Parra (1917 – 1967) se destacó también como recopiladora de folclore, exponente de las artes plásticas y poeta

Escuchar y leer a Violeta

Llega al Louvre, en París, con rollos bajo los brazos. Pide una entrevista con las autoridades del museo. Sobre el piso de una oficina despliega sus pinturas y arpilleras bordadas; el funcionario, deslumbrado, no entiende quién es esa mujer morena que habla el francés con acento extraño. Pregunta si son propias y promete una respuesta para el día siguiente. Durante cuatro meses el segundo piso del Museo de Artes Decorativas tuvo la exclusividad de su obra. Nunca una artista latinoamericana había ocupado un sitio en la galería de arte más afamada del mundo. Le Figaro tituló: “Da Vinci terminó en el Louvre, la chilena Violeta Parra comenzó en el Louvre”, en parte tenía razón, era su primera exposición.

Familia humilde, paisaje agreste, siete hermanos, todos artistas. Músicos la gran mayoría, poetas otros –Nicanor, el mayor, conocido como el “antipoeta” ganó el Premio Cervantes de literatura- de pequeños cantaban en la calle, el tren y el mercado a cambio, de unas monedas o un pan. Violeta, con nueve años y el pelo largo tapándole la cara redonda que acusaba las marcas de una impiadosa viruela, improvisaba acordes con una guitarra “llena de cantos de pájaros” que le había regalado su padre. Su paso por la educación formal culminó con la escuela primaria: la menesterosa familia solicitaba una costurera que ayudara en la casa a su madre. Muchos años después, esa técnica forjada por la necesidad tendría el reconocimiento de la crítica especializada.

En los albores de la década del 50, formó un dúo con su hermana Hilda y juntas cantaban en peñas y fiestas populares, canciones tradicionales y composiciones propias. Pero Violeta –intranquila y revoltosa- quería nuevos horizontes. Y así sus inquietudes idearon una épica travesía: recopilar el folclore chileno diseminado por todo el país. Con una guitarra, un grabador y un cuaderno, recorrió el campo en busca de cuecas y tonadas inéditas que anidaban en las voces de mujeres y hombres. “¿Quién se sabe canciones vieja, acá?”, preguntaba en cada pueblo. Escuchaba, anotaba y sistematizaba para luego arreglar, retocar y grabar. En el disco Cantos campesinos y el libro Cantos folclóricos chilenos está condensado este descomunal trabajo. Un esfuerzo extraordinario y solitario que nutrió a las siguientes generaciones de músicos chilenos y latinoamericanos.   

Recibió una invitación para integrar la delegación de artistas nacionales que participó en el Festival de la Juventud en Varsovia. Dejó a su esposo y a sus tres hijos para llevar el arte chileno por el mundo, algo impensado por el rol asignado a las mujeres en esos tiempos. Recorrió Europa, principalmente los países del bloque socialista, durante dos años. Allí cantó las coplas recogidas durante su viaje por el Chile profundo, y una gran cantidad de composiciones de su autoría, que a esa altura ya completaban numerosos discos.

Violeta Parra blog (2)

RETORNO Y FINAL

La vuelta a su patria está cargada de inquietudes sociales y reacción ante las injusticias que observó desde el otro lado del Atlántico. En esta
etapa afloran las canciones políticas. Limpias y frescas composiciones que posicionan el arte popular en otro plano. Las últimas composiciones de Violeta Parra, título premonitorio, es el disco de la consagración. Allí están los himnos Gracias a la vida, Rin del angelito, Volver a los 17, Run run se fue pal norte. El gran público y el resto de los artistas, que hasta ese entonces habían sido indiferentes a su obra, encuentran en Violeta a una referente que marca un nuevo rumbo. Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani y Los Jaivas, entre muchos otros, comprendieron el mensaje y sembraron el legado. 

Su último gran proyecto fue crear un espacio para que la música chilena pueda darse a conocer, “una universidad del folclore”, como ella la llamó. Monta una carpa, allí vive y actúa todas las noches junto a sus hijos Ángel e Isabel. La recóndita ubicación y el escaso acompañamiento oficial a la iniciativa hacen que el sueño de Violeta quede trunco.

Todos los adjetivos se hacen pocos, todos los sustantivos se hacen pocos para nombrarte”, escribió su hermano Nicanor. Dueña de una potencia creadora inconmensurable, Violeta Parra cantaba con la voz de la tierra; pintaba, esculpía y bordaba con las manos de la tierra. Una imaginación inagotable que buscó todas las formas de expresión posibles y todas con resultados hermosos. La falta de apoyo estatal y los desengaños amorosos tejieron un cóctel insostenible. Un atajo, un alivio o “un escape para los pájaros azules que vivían en su cabeza” como poéticamente describió Atahualpa Yupanqui. Con la misma violencia y vertiginosidad con las que vivió, eligió morir. Puso fin a su vida, a los 49 años.

VIOLA POETA

La faceta literaria de la inconmensurable Violeta es la menos explorada y reconocida. Por un lado, debido a la maravilla de su obra musical y plástica. Otro motivo es la poca valoración que tiene el texto cuando es acompañado de música. El caso de los poetas de tango es paradigmático. Uno de los momentos más fecundos de la poesía nacional no suele estudiarse en las universidades. Más allá de sus afamadas letras, dedicó su inagotable talento al texto sin música. Décimas, publicado en 1970, es la condensación de su búsqueda con las palabras. Alentada por Nicanor, emprendió la empresa: una autobiografía compuesta por estrofas de diez versos.

Violeta escribe con los modismos campesinos. Pero no es un registro ajeno como el de Hernández en Martín Fierro o el de Borges en Hombre de la esquina rosada; ella hablaba y sentía de ese modo.

Pa’ cantar de un improviso

se requiere buen talento,

memoria y entendimiento,

fuerza de gallo castizo.

Cual vendaval de granizos

han de florear los vocablos,

se ha de asombrar hast’el diablo

con muchas bellas razones,

como en las conversaciones

entre San Peiro y San Paulo.

Simple, directo, sin adorno superfluo. Entre tanto complejo de inferioridad ante lo europeo, Violeta se para con voz firme y propia. Limpia las malezas a machetazos, y queda una pluma briosa, auténtica. Sus décimas abordan temáticas regionales, de gente corriente, pero atravesadas por problemas universales comunes a todos los mortales: el amor, la muerte, las injusticias, Dios.

El tiempo dedicado a disfrutar la obra de Violeta Parra siempre es bien empleado. Sumémosle la dimensión literaria.

29/10/2015