Martes 23 de abril | Mar del Plata
18/05/2015

Pizarnik, poeta maldita

Alejandra Pizarnik es un mito; adorada, mayoritariamente, por los jóvenes. Tuvo una vida turbulenta y una muerte abrupta. Pero también fue una extraordinaria escritora

 

QUIÉNPizarnik blog (1)

La mano en la pizarra de trabajo terminó de escribir la frase. Las cincuenta pastillas de Seconal sódico desparramadas en la mesa, junto al libro de Unamuno, comenzaron a sentir el calor corporal. No quiero ir más que hasta el fondo, quedó con letra pequeña y redondita, para quienes lo leyeron mientras reconocían el cuerpo incandescente, que llegaba a su final anunciado.

Antes de Alejandra fue Flora. El apellido de los padres, judíos provenientes de Rusia, era Pozharnik, metamorfoseado por negligencia de algún empleado oficial. Flora se crió en Avellaneda y gozó de muchas libertades gracias a la visión progresista de su padre. Luego de terminar los estudios secundarios intentó continuar con su formación. Si bien poseía una visión crítica y una lucidez de análisis por encima de la media, no pudo adaptarse a la educación formal y su paso por Filosofía y Letras y Periodismo fue efímero. Alejandra será la elección para firmar las publicaciones que comenzarían a aparecer en los años siguientes.

Alejandra, Alejandra/ debajo estoy yo/ Alejandra.

A diferencia de muchos de los surrealistas, que fueron una de sus grandes influencias, Alejandra no se posicionaba en ninguna corriente política. Ni el marxismo de los vanguardistas, ni el antiperonismo de sus compañeros de tertulias de la revista Sur. Cuentan sus allegados que tenía grandes dificultades para cualquier menester de la vida cotidiana, como cocinar o realizar un trámite. Su origen judío-europeo la hacía sentirse extranjera en su país de nacimiento. Tampoco la lengua: de ese territorio también se sentía ajena. En Alejandra la vida exterior era solo un descanso de la poesía y del estudio; el día, el tiempo de espera hasta la llegada de la noche y de la máquina de escribir.

La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos.

El cuerpo de Alejandra tiene un rol preponderante en su derrotero estético y vivencial. El él introdujo desde temprana edad las anfetaminas. En la adolescencia, para intentar adelgazar -se sentía una niña fea, desprovista de encanto. Más tarde, para encontrar la lucidez necesaria a la hora de la creación artística. Por ese cuerpo pasaron amantes sin distinción de edad ni de sexo. Construyó una sexualidad libre en la que el objeto de amor podía ser un psiquiatra o una amiga fotógrafa. Esta elección generaba escándalo en la sociedad burguesa porteña, alejándola de “la moral y las buenas costumbres” y acercándola a su condición de poeta maldita.

Haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo.

Su obsesión por la muerte se remonta a los primeros poemas y será una constante a lo largo de su producción. Su primer intento de suicidio fue en 1970. La pérdida de su padre acentuó aún más el final que se anunciaba cercano. En este período plasma en sus poemas elementos que hasta ese momento se circunscribían al contacto con sus allegados. Todos coinciden en que tenía un humor corrosivo, con un componente ácido y obsceno que la hacía ser en centro de atención en las tertulias de pintores y escritores. De ahora en más todo quedará expuesto, y la muerte rondará sus versos como nunca antes.

“La muerte siempre al lado/ Escucho su decir/ Sólo me oigo”.

La primavera de 1972 florecía con los últimos coletazos de la dictadura militar. Los diarios desde sus titulares anunciaban la posible vuelta de Perón al país, luego del largo exilio. Un mes antes, en invierno todavía, el Ejército asesinaba a dieciséis jóvenes en el sur del país. Pero Alejandra estaba lejana, de la primavera y de la realidad. Las salidas del Hospital Pirovano ya eran frecuentes. Las reuniones con amigos se sucedían y los poemas, ahora en prosa, no dejaban de adornar las paredes de su departamento. Tal vez esa sensación de armonía hizo que quienes atendieron el teléfono esa noche no notaran nada extraño en su voz y, sin remordimientos, hayan postergado el encuentro para el día siguiente. Pero la suerte ya estaba echada, el coqueteo con los excesos llegó a un punto límite, de no retorno. El cuerpo se hacía poema, y el poema y la poeta se hacían malditos.

 POR QUÉ

Pizarnik blog (2)Dueña de una voz poética personalísima y de fácil reconocimiento, desde joven despertó el interés de escritores consagrados como Julio Cortázar y Octavio Paz a quienes conoció luego en Francia. En la bohemia parisina terminó de pulir su estilo. Sus poemas cortos, junto con los poemas en prosa y otros textos inclasificables, la ubican en el altar de las poesía argentina del siglo XX.

Paul Verlaine escribió, hacia finales del siglo XIX, Les poètesmaudits haciendo referencia a los bohemios, herméticos y solitarios escritores que plantearon el fin de la disociación entre sujeto-objeto (poesía-vida personal). Los franceses Mallarmé, Corbière y Rimbaud- el niño prodigio- fueron algunos de los señalados bajo esa condición. Estos genios autodestructivos, discutieron las reglas de la vida burguesa y patearon el tablero de lo establecido. Alejandra, casi un siglo después, se hizo carne de estos postulados y los llevó hasta las últimas y trágicas consecuencias.

Al igual que los malditos, soñó llevar la poesía a su vida personal. Pero allí se encuentra con los límites de la lengua. Las palabras no dicen todo, no dicen lo que se quiere decir, se limitan a una lengua específica. Pero serán hasta el último momento las herramientas que utilizará para intentar profundizar hasta el límite de las posibilidades las normas y mostrar lo que está del otro lado.

 POR DÓNDE

Años después de su muerte, las publicaciones de sus libros crecieron. Lumen editó la poesía y la prosa completas. Hay epistolarios y un diario, que además de revelar cuestiones personales, nos muestran su método, sus lecturas y susbúsquedas estéticas. Vale la pena leer los trabajos de Cristina Piña y César Aira, el primero más centrado en lo biográfico y el segundo, en su poética. Los libros de Pizarnik en forma individual no abundan: algunos de las primeras ediciones, o los más recientes, acompañados de ilustraciones.

Árbol de Diana (1962).Escritos principalmente en su estadía parisina, los poemas cortos, de dos o tres versos, de este libro conforman tal vez el momento de mayor solidez dentro de su obra. Cuenta con un hermoso prólogo de Octavio Paz.

18/05/2015