Viernes 29 de marzo | Mar del Plata
27/09/2015

“Hace 6 meses no consumo y progresé como no pude en años”

Sebastián es un adicto en recuperación que se alejó de las drogas gracias al apoyo de la ONG Los Notables. Dejó atrás los robos, la cárcel y enfrentamientos que marcaban su vida. Hoy trabaja, quiere estudiar y compartió su historia.

“Hace 6 meses no consumo y progresé como no pude en años”
(Fotos: QUÉ Digital)

A Sebastián la vida le pasó muy rápido. Tal vez no la vida entera, pero sí al menos los últimos cinco o seis años. Cuando tenía 16 comenzó a drogarse y el mundo que rodeaba su hábito de consumir lo llevó a robar, a enfrentarse con quien vendía la droga, a elegir una vía ilegal como medio para ganar dinero, a ver morir a sus amigos también adolescentes, a ensimismarse en un barrio atravesado por el delito, a desencontrarse consigo mismo y a perderse en su propia familia. Hoy Sebastián tiene 21 años y hace seis meses que no se droga. Esa “mala vida” quedó atrás y lejos de querer reencontrarla, quiere terminar la escuela secundaria y estudiar en la Universidad. Pero en el medio -o mejor dicho casi al final de esa vida que tan rápido pasó- algo ocurrió y es mucho más que haber empezado un tratamiento para rehabilitarse.

Un grupo de especialistas de Mar del Plata que trabaja hace tiempo sobre las adicción a las drogas, decidió unirse y conformar una ONG para brindar no solo un tratamiento ambulatorio sino una contención integral tanto del joven como de su grupo familiar.

La ONG “Los Notables” fue y es el resultado de esas ganas de ayudar que hoy encarnan psicólogos, médicos, voluntarios y especialistas en distintas áreas.

El presidente de la entidad, Daniel Nacarato, recibió a QUÉ en el espacio físico con el que hoy cuenta la ONG: un pequeño consultorio cedido por la Clínica San Cayetano, ubicada en 12 de Octubre 3826, donde comienza un lento proceso de recuperación que depende tanto del compromiso de los profesionales como de la voluntad de los pacientes.

Es de noche, hace frío y cinco jóvenes de diferentes edades, entre ellos Sebastián, están terminando la actividad del encuentro diario: una cartulina que habla de las pautas del tratamiento, que acompaña a otros carteles que exponen lo que -por ejemplo- el adicto no debe hacer: creer que no volverá a consumir, sentir vergüenza de su realidad, tener un comportamiento impulsivo, etcétera.

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A la izquierda, otra cartulina expone algunas de las características del adicto (negar lo que le está pasando, sentirse preocupado, negar esa preocupación y mostrarse a la defensiva). La última, da cuenta de lo que puede hacer para cambiar: empezar a hablar, demostrar sus sentimientos, manejar las emociones, ser sincero, no juntarse con gente “tóxica” y poner las ideas en orden.

En la teoría, suena fácil y al mismo tiempo demasiado complejo. Son herramientas de trabajo que quienes se someten a una rehabilitación deben respetar, como también deben respetar los horarios, el espacio físico, a sí mismos y al terapeuta.

Daniel Nacarato es consejero terapéutico en drogodependencia y desde hace 13 años trabaja en el tema. En base a su experiencia, sabe que los pacientes llegan por dos razones: “O vienen de última porque tocaron fondo y de alguna manera entienden que no pueden seguir así porque se mueren, o vienen traídos obligatoriamente, ya sea porque la familia les puso un límite o bien porque la Justicia los derivó”.

“LA ENFERMEDAD NO TIENE CURA, PERO SÍ RECUPERACIÓN”

El primer gran paso es “tener ganas de recuperarse”, cuenta Nacarato y aclara que “solo se recuperan los que ponen voluntad”. Ese primer cambio de paradigma, a través de las herramientas que brinda la ONG que no recibe subsidios hasta el momento y que cubre el tratamiento que buena parte de los chicos no está en condiciones de pagar, es lo que permite empezar a cambiar.

Sebastián se suma a las palabras del terapeuta y cuenta que “antes pensaba que los que estaban mal eran los demás” y no él. Que creía que drogarse no afectaba a su entorno, solo a él. Hoy, tras seis meses de tratamiento, reconoce que estaba equivocado. Sus compañeros de grupo, asienten y ratifican que antes creían lo mismo.

Los cinco jóvenes que por su adicción terminaron bajo este tratamiento ambulatorio llegaron con diferentes realidades, historias y vivencias, aunque con la misma negación, el mismo descreimiento, los mismos miedos, los mismos prejuicios.

“EL CONSUMO ME DESTRUYÓ LA VIDA”

Sebastián nació y vivió hasta hace unos pocos meses en Mendoza. Cuenta que comenzó a drogarse a los 16 y que a lo largo de estos años consumió marihuana, cocaína y pastillas, a las que en su barrio llamaban “corajil”, porque de alguna manera les daba “coraje” para salir a robar.

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Su vida en el barrio era muy distinta a la que lleva hoy. “Tenía muchos problemas con el consumo. Había problemas con el que vendía. Robaba y estuve preso por robar”, cuenta sin sentir ningún orgullo de aquella etapa de su vida que hoy procesa para dejar definitivamente atrás.

El destino o mejor dicho la necesidad de sobrevivir lo trajo a Mar del Plata. El último verano había venido a la costa a veranear junto a su madre y al regresar a Mendoza encontró que uno de sus amigos había muerto tras haber sido baleado. A los pocos días se fue y llegó solo a Mar del Plata.

“Me vine porque me iban a matar”, dice y muestra los dos impactos de bala que tiene en sus piernas y una tercera herida de una pistola calibre 22 en su mano. “Me tuve que ir a la fuerza porque si no iba a ser uno más del montón que se perdía. Ya habían muerto algunos amigos y nos correteaban a los tiros. Iba a terminar mal. Me di cuenta de que estaba podrido de todo eso y de que el consumo me destruyó la vida”.

Sebastián habla con naturalidad. Habla de enfrentamientos, consumo de drogas y delitos como conceptos que hasta hace algunos meses eran moneda corriente en su cotidianeidad. “Llegué a Mar del Plata con el deseo de hacer otra vida, de empezar a cambiar, de dejar atrás todo eso”, reconoce.

UN TRATAMIENTO NOTABLE

En la urgencia de haberse instalado solo en Mar del Plata, fue a través de Internet que Sebastián encontró a la ONG que preside Daniel Nacarato, quien lo invitó y lo sumó a los grupos, talleres y demás actividades que la entidad organiza.
“De a poco empecé a cambiar. Al principio no fue fácil. Allá trabajaba dos o tres veces por semana pero la plata salía más de lo ilegal que del trabajo. Acá encontré a la ONG, empecé a ver las herramientas que me dieron y hoy mi vida está cambiando”, continuó.

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Su realidad hoy claramente es otra. Cuenta -supervisado por el terapeuta de Los Notables- que hace seis meses que no consume drogas, que comenzó a trabajar como ceramista, que está dispuesto a terminar el secundario a partir del año que viene, que sueña con estudiar Ingeniería o Arquitectura para poder tener una profesión y ayudar en la “pequeña empresa” de construcción de su padre, quien recientemente lo visitó y se sorprendió al recordar el antes y ver el ahora, el después.

“Allá estaba encerrado en un barrio y no me daba cuenta de que afuera había un mundo. Acá en el tratamiento nos dan un montón de herramientas para transitar el problema, enfrentarlo y no evitarlo”, explicó mientras el presidente de la ONG Los Notables se encargó de recordar un problema reciente que a Sebastián le tocó enfrentar: “Vino con un problema que tenía con un compañero del trabajo, un hombre más grande que él, que le estaba haciendo la vida imposible. Antes la manera de resolver algo así, era a los golpes. Hoy tiene y usó las herramientas para poder hablarlo y resolverlo de una forma civilizada”.

El mismo Sebastián celebra los seis meses que lleva sin consumir y reconoce: “En estos seis meses progresé lo que no había progresado en un montón de años. Hoy quiero hacer todo lo que antes no hice por malgastar el tiempo. Es la primera vez que soy feliz en mi vida. De chico fui feliz y viví un desierto de como cinco o seis años”.

REINSERCIÓN SOCIAL

Sebastián es de alguna manera el estereotipo del “pibe” de las noticias policiales atravesadas por el delito y la droga. Mejor dicho, era ese estereotipo. Hoy ve y muestra las fotos de ese pasado que quiere dejar atrás y se reconoce, pero se encarga de demostrar que ya no es el mismo, que se siente mejor, que su familia lo siente mejor.

Al respecto, Daniel Nacarato explica al referirse -más que al estereotipo- a la estigmatización de la persona adicta, que “lo que mucha gente no entiende es que el adicto es una persona enferma, no alguien inmoral”.

“En el tratamiento que hacemos no hay deserción. Contamos con las herramientas para encarar cada caso, pero lo que buscamos es que el paciente se reinserte en la sociedad”.

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Ese es el gran desafío, la siguiente etapa. Que Sebastián -como cualquiera de los otros chicos bajo tratamiento- deje atrás el pasado sesgado por las adicciones, que encamine su vida, que encuentre un sano por qué para seguir adelante y que pueda alejarse del dedo acusador que por fuera envuelve al consumo, para cambiar sus reacciones y su forma de vida y así poder reinsertarse en la sociedad para recuperar la dignidad que el consumo de drogas durante años le quitó.

Para contactarse con “Los Notables”, los interesados podrán hacerlo por teléfono al 489-7396 o 480-2604. También, a través de su perfil en Facebook Los Notables Mdp.

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