Malvinas: una vigilia, un recuerdo y una llama que todavía arde
En el marco del 34° aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas, cientos de marplatenses estuvieron presentes en el monumento. “Somos capaces de dejar todo de lado por quienes entregaron su vida”, señalaron los excombatientes.
Una herida abierta. Abierta por las marcas que deja una guerra, pero también por lo injusto del dolor producto de una decisión que nada tuvo que ver con la soberanía sino todo lo contrario: nació de la mano de la feroz dictadura cívico militar que marcaría para siempre la historia de Argentina.
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Exactamente 34 años después, esa herida todavía sigue abierta y por eso todos los 2 de abril se conmemora el Día del Veterano de Guerra y los Caídos en las Islas Malvinas. En Mar del Plata, al igual que en distintos puntos del país, una vigilia en el Monumento a los Caídos es desde hace años la antesala del acto central, donde la emoción y el homenaje son protagonistas.
Al cumplirse el 34º aniversario del inicio del conflicto bélico con Gran Bretaña, el Centro de Exsoldados Combatientes en Malvinas de la ciudad concretó anoche la tradicional actividad, que este año estuvo marcada por la participación de una gran cantidad de vecinos y por la particular presencia de tres hombres de la política: el actual intendente, Carlos Arroyo, y dos de sus antecesores, Gustavo Pulti y Daniel Katz.
Más allá de lo anecdótico, fue una noche emotiva. Chicos, grandes, familias, amigos; un poco de todo. La premisa es acompañar y estar cerca y las maneras son muchas. Algunos eligieron el mate, otros son precavidos y llevaron un abrigo. Desde la primera generación hasta la última, el homenaje fue amplio, pero el objetivo uno: mantener viva la llama de quienes lucharon por la soberanía.
“Esta vigilia nació a partir de la necesidad de estar. De la necesidad de recordar que a esta hora hace más de treinta años no nos imaginábamos lo que iba a suceder”, afirmó el titular del Centro, Gustavo Schroeder, al cumplirse las 00 del sábado 2 de abril y ante un público en silencio y emocionado.
Conmovido por la presencia de familias enteras, Schroeder recordó a los trece hombres caídos en combate. “La sociedad fue creciendo en lo patriótico. Hoy nosotros estamos acá con nuestros hijos, con nuestros nietos. Y somos capaces de dejar todo de lado para quienes entregaron su vida defendiendo la soberanía”, sostuvo.
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Durante la noche todo fue emoción. Un silencio pesado, lágrimas en los ojos, algún que otro nudo en la garganta. Para quienes perdieron a un amigo, a un compañero, a un padre, a un tío, en definitiva, a alguien, la vigilia del 2 de abril es sagrada. Y eso se nota, a partir de la diversidad y gracias al ejercicio de la memoria. Y en ese espacio, hay un rol más que especial: el de la juventud.
Justamente ellos, los más jóvenes, fueron responsables de uno de los momentos más sentidos. Micrófono en mano, los hijos de los excombatientes convocaron a los ciudadanos a colocar una vela por cada uno de los caídos. Una vela por cada uno de los ausentes. Una vela por cada uno de los que faltan.
“Con las velas, la idea es que la luz acompañe la esperanza de vida eterna de estas trece almas. Estamos acá porque queremos mantener viva esa llama”, señalaron los chicos, mientas los familiares de los caídos, uno a uno, ubicaban una vela sobre el agua del monumento ubicado en Diagonal Alberdi y Córdoba.
Antes de que el grupo comenzara a dispersarse, hubo un minuto de silencio para los que ya no están. Después llegó el homenaje con trompetas y la mejor de las versiones del himno nacional argentino: a cappella, sentido, con la voz quebrada y una necesidad de gritar. Tras la entonación de las cifras, el cierre: uno a uno se nombró a los caídos -entre ellos el capitán Pedro Giachino sospechado por delitos de lesa humanidad y cuyo cuadro fue retirado del Concejo Deliberante por ese motivo- y el grito contenido con la palabra “presente” fue lo único que se pudo escuchar.
