San Cayetano: fe y muestras de necesidad
Como ocurre tradicionalmente, la celebración se montó sobre el santuario ubicado en Moreno al 6700 y sus alrededores. Filas, oraciones y comercio que se extienden por varias cuadras en nombre del “santo del pan y del trabajo”.
Como si la necesidad de trabajo por la que muchos van a pedir se reflejara en la cantidad de puestos de todo tipo. Esa estructura espontánea –y no tanto- que se monta cada 7 de agosto en el barrio San Cayetano alrededor de la celebración central emerge como una muestra de necesidad.
El santuario de San Cayetano, ubicado en Moreno 6776, es el centro de un despliegue que se extiende por cuadras. Pasa todos los años, se repite y ahí está el foco. Gente que monta su puesto de venta de toallas, de juguetes, de choripanes, de panes caseros. Gente que se para con espigas y no deja de repetir “a voluntad”. Gente que se organiza desde temprano para ser el “trapito” de cada cuadra.
Todo eso se recorre para llegar al punto central de la fe: el santuario en el que está la imagen de San Cayetano, que recibe uno por uno a todos los fieles que forman una fila que se extiende por dos cuadras. Pasan, están unos segundos frente al santo y se van. Otros eligen no hacer la fila, lo miran desde más lejos en la capilla, le piden, le agradecen internamente o en voz baja, y se van. Otros se quedan al momento de pequeñas bendiciones que hace un sacerdote cada tanto.
Y así, el cura les dice a los fieles que nadie se va a ir de ahí con el problema solucionado, pero se habrá “solucionado el corazón” porque, según les recuerda, “la riqueza de la fe está en el corazón”.
Entonces, los fieles emprenden la retirada. Y vuelven a transitar por las calles en las que se evidencia esa falta de trabajo que se traduce en los puestos, en los trapitos, en los vendedores de espiga. De pastelitos a colgantes. De choripanes a toallas. Del reggaetón que sale de un parlante a una oración que se escucha de fondo.
Sobre la plaza de barrio, a pocos metros del santuario, hay más puestos, más choripanes y baños químicos, recomendados por el cura que encabezó la ceremonia. Es que les dijo a los fieles que los usen todo lo que necesiten porque salieron caros.
Así es la celebración de San Cayetano por un rato, en un rato cualquiera. Durante la tarde se realiza la tradicional procesión y el mensaje del obispo, Antonio Marino, que es promocionado por los altoparlantes de la calle.
Cada 7 de agosto, el barrio San Cayetano recibe a la fe y su estructura paralela.
