Jueves 25 de abril | Mar del Plata
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Gógol, el padre de la bestia

Publicado por el 06/07/2015

QUIÉNGogol BLOG (2)

Transpira. El calor del fuego ilumina el rostro desencajado. Grita y con ambas manos se golpea el rostro. La hoguera, montada en la chimenea, destruye papel y tinta. Nikolái Gógol, según el testimonio de sus allegados, enloqueció. Todo lo que no sean sagradas escrituras no sirve. Reniega de su propia obra. Hace un bollo y lo arroja al fuego. Parte de la obra del genio se hace cenizas.

Abandonó el pueblo natal ucraniano para comenzar una carrera burocrática en la Rusia zarista. San Persburgo (llamada posteriormente Petrogrado y Leningrado) es el centro del imperio, y allí se dirige. En la capital hay empleo, vida cultural y los personajes más destacados. Traba amistad con el escritor del momento, Pushkin, quien ejercerá una gran influencia en el joven Gógol.

Vivió durante largos períodos en Europa occidental. Allí disfrutó del comer y del arte, mas no encontró un alivio a sus crecientes dilemas morales. Una peregrinación a Jerusalem lo aferró aún más a su catolicismo ortodoxo. Su mayor obra, Las almas muertas, es una crítica al sistema zarista y una burla a la burocracia enquistada en la administración. Gógol revé su postura y considera que debe enmendar el agravio. Emprende una segunda y una tercera parte de la novela, reconsiderando sus denuncias. Una vuelta del Martín Fierro que dejó cimentadas las normas morales religiosas del alma eslava.

Sumido en la empresa de rectificar su cosmovisión, pasó sus últimos cuatro años de vida en Moscú. El deterioro físico se pronunció y la salud mental se debilitó. En marzo de 1852, finalmente, se termina la lucha contra sí mismo.

POR QUÉ                                                    

Gogol BLOG (1)La literatura rusa del siglo XIX —diversa, dispersa— supone un eslabón destacadísimo dentro del contexto europeo. Al romanticismo, naturalismo y realismo, se le agrega el tono local ruso. La novela con un narrador omnisciente, moralista y castrador, adquiere matices enriquecedores. Y Nikolái Gógol, es el primer novelista (Pushkin era la referencia desde la poesía) de una laureada lista. Dostoievski, Tolstoi, Turguéniev y Gorki, un poco después, son herederos del ucraniano. El autor de Crimen y castigo se reconocía como hijo de El capote, novela corta de Gógol.

Los personajes de Gógol son miserables, corruptos e hipócritas, que persiguen el beneficio personal sin escrúpulos. El “héroe” de Las almas muertas busca rédito económico comprando empleados muertos para venderlos como vivos. Los “héroes” de El inspector son un funcionario público que intenta sobornar a un inspector, y el que creen inspector y se aprovecha del equívoco.

El aire fresco —con humor y crítica social— que aportó a las letras eslavas dio un puntapié inicial que perduró hasta el siglo siguiente. El prestigio del que presumen los escritores rusos se lo deben, en parte, al ucraniano —mentalmente débil y moralmente confundido.

 POR DÓNDE

Escribió y publicó novelas, relatos y obras de teatro. Taras Bulba (“el Martín Fierro ucraniano”), los cuentos de humor y su gran novela, Las almas muertas, conforman las piezas más destacadas de una obra copiosa, de un escritor contradictorio.

El inspector (1836) Obra de teatro satírica que desnuda la corrupción de la administración pública zarista. El humor, característico en la obra de Gógol, es un factor fundamental en la estructuración del texto.

El capote (1842) Esta novela corta es una verdadera obra maestra. Cuenta la historia de un funcionario pobre y mediocre, que escapa, por propia voluntad, del ascenso laboral. Un abrigo es el disparador semiótico que desnuda las diferencias sociales que sufrían los rusos antes de la revolución del diecisiete.

Vallejo, poeta universal

Publicado por el 12/06/2015

QUIÉN

vallejo (2)

Ya gastaron casi todos los nombres, el hijo menor –undécimo en orden de aparición- será bautizado César Abraham. Es enjuto y enfermizo, moreno y con nariz de boxeador. A pesar de las dificultades, el esfuerzo familiar logra que estudie. Se gradúa en Letras y dicta clases en las escuelas primarias de Perú. Alterna las aulas con trabajos administrativos. En una azucarera es testigo de la explotación hacia los originarios. Él es mestizo y pudo estudiar; está un paso por delante y no tiene que desgastar su físico para comer.

César acumula 27 años. Tuvo dos romances con quinceañeras y publicó algunos poemas en periódicos. Deja los pueblos para verse la cara con Lima, capital política e intelectual de Perú (desde que los españoles relegaran a Cuzco, predilecta por los incas). Es 1919, año de la edición de su primer poemario. Dentro de las estructuras del modernismo, el poeta comienza a delinear una poética de marcado corte personal. El desasosiego del ser humano queda firmado en forma indeleble con el insuperable poema que da título al libro y versa: Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡Yo no sé!

Las inquietudes de Vallejo –tanto poéticas como políticas- le deparan nuevos derroteros. Es acusado injustamente del incendio de una casa y pasa más de tres meses en prisión. París, centro de la bohemia, y Rusia, centro de la revolución socialista, son los puntos del globo elegidos por el escritor. Publica Trilce, libro que marca una inflexión en la poesía latinoamericana, y comienza su militancia en el Partido Comunista. No abandonará su afiliación prosoviética, ni el exilio voluntario. Sintió como propia la causa republicana española y a ella le legó sus últimos versos. Versos esperanzados en un provenir de justicia. Versos que los milicianos llevaron junto fusil.

Me moriré en París con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo/ Me moriré en París, y no me corro/, tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. Erró por un día. César Vallejo murió un viernes, en París, con aguacero.

POR QUÉ

vallejo (1)Buena parte de la obra de Vallejo en abstrusa, hermética. A diferencia del realismo socialista encarnado por el estalinismo, el poeta advierte la veta revolucionaria en la pluralidad. Nadie mejor que el propio Vallejo para poner luz sobre ese concepto:“La gramática, como norma colectiva en poesía, carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta hasta puede cambiar la estructura literal y fonética de una misma palabra, según los casos. Y eso, en vez de restringir el alcance social y universal de la poesía, como pudiera creerse, lo dilata al infinito. Cuanto más personal (no digo individual sino personal) es la sensibilidad del artista, su obra es más universal y colectiva”.

El poeta ve al mundo contradictorio, arbitrario y caótico, ¿qué mejor modo de representar ese mundo multifacético, que utilizando un lenguaje contradictorio y caótico? Así parece entenderlo Vallejo, llevando el caos verbal hasta sitios inexplorados en la lengua castellana. Cuando logramos descansar en una metáfora, acto seguido trastabillamos con una ráfaga violenta de ligazones que no se conectan desde el sentido lógico, sino más bien desde la fonética.

Vallejo ataca en varios sentidos, como lo dicen sus propias palabras, “el poeta crea su propia gramática”. Lo normativo pasa a un segundo plano, priorizando la expresión verbal y musical. En Vallejo nada es casual; el simple hecho de conjugar sustantivos (cancionan) o cambiar el adverbio (todaviza) le valdrían un lugar en la vanguardia latinoamericana, mas no es azaroso; cada ruptura responde a una idea o sentimiento a expresar.

El chileno Vicente Huidobro y el argentino Oliverio Girondo (dos entre tantos vanguardistas latinoamericanos) no habían asomado la cabeza en 1922, cuando se publicó Trilce. César Vallejo es un adelantado, uno de los primeros poetas que renovaron las letras de esta parte del mundo, y para el columnista que compone estas líneas, el mejor de todos.

POR DÓNDE

Hay textos interesantes de Vallejo en prosa. Cuentos, y sus crónicas de viajes por Rusia y Europa occidental. Pero el reconocimiento, merecido, lo tiene por sus versos, que componen un gran poema- con avances y reacomodamientos- divido en cinco poemarios.

Los heraldos negros (1919). Primer libro del peruano. Conviven en él los resabios del modernismo con nuevas formas y estructuras. La voz renovadora de Vallejo comienza a sonar nítida.

Trilce (1922). Libro audaz y revolucionario. Una patada al tablero del canon imperante. Desde el título (neologismo del cual se suscitaron numerosas interpretaciones) hasta el punto final, la pluma inspiradísima de Vallejo pone en tensión los alcances de la lengua española, con memorable resultado.

Pizarnik, poeta maldita

Publicado por el 18/05/2015

QUIÉNPizarnik blog (1)

La mano en la pizarra de trabajo terminó de escribir la frase. Las cincuenta pastillas de Seconal sódico desparramadas en la mesa, junto al libro de Unamuno, comenzaron a sentir el calor corporal. No quiero ir más que hasta el fondo, quedó con letra pequeña y redondita, para quienes lo leyeron mientras reconocían el cuerpo incandescente, que llegaba a su final anunciado.

Antes de Alejandra fue Flora. El apellido de los padres, judíos provenientes de Rusia, era Pozharnik, metamorfoseado por negligencia de algún empleado oficial. Flora se crió en Avellaneda y gozó de muchas libertades gracias a la visión progresista de su padre. Luego de terminar los estudios secundarios intentó continuar con su formación. Si bien poseía una visión crítica y una lucidez de análisis por encima de la media, no pudo adaptarse a la educación formal y su paso por Filosofía y Letras y Periodismo fue efímero. Alejandra será la elección para firmar las publicaciones que comenzarían a aparecer en los años siguientes.

Alejandra, Alejandra/ debajo estoy yo/ Alejandra.

A diferencia de muchos de los surrealistas, que fueron una de sus grandes influencias, Alejandra no se posicionaba en ninguna corriente política. Ni el marxismo de los vanguardistas, ni el antiperonismo de sus compañeros de tertulias de la revista Sur. Cuentan sus allegados que tenía grandes dificultades para cualquier menester de la vida cotidiana, como cocinar o realizar un trámite. Su origen judío-europeo la hacía sentirse extranjera en su país de nacimiento. Tampoco la lengua: de ese territorio también se sentía ajena. En Alejandra la vida exterior era solo un descanso de la poesía y del estudio; el día, el tiempo de espera hasta la llegada de la noche y de la máquina de escribir.

La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos.

El cuerpo de Alejandra tiene un rol preponderante en su derrotero estético y vivencial. El él introdujo desde temprana edad las anfetaminas. En la adolescencia, para intentar adelgazar -se sentía una niña fea, desprovista de encanto. Más tarde, para encontrar la lucidez necesaria a la hora de la creación artística. Por ese cuerpo pasaron amantes sin distinción de edad ni de sexo. Construyó una sexualidad libre en la que el objeto de amor podía ser un psiquiatra o una amiga fotógrafa. Esta elección generaba escándalo en la sociedad burguesa porteña, alejándola de “la moral y las buenas costumbres” y acercándola a su condición de poeta maldita.

Haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo.

Su obsesión por la muerte se remonta a los primeros poemas y será una constante a lo largo de su producción. Su primer intento de suicidio fue en 1970. La pérdida de su padre acentuó aún más el final que se anunciaba cercano. En este período plasma en sus poemas elementos que hasta ese momento se circunscribían al contacto con sus allegados. Todos coinciden en que tenía un humor corrosivo, con un componente ácido y obsceno que la hacía ser en centro de atención en las tertulias de pintores y escritores. De ahora en más todo quedará expuesto, y la muerte rondará sus versos como nunca antes.

“La muerte siempre al lado/ Escucho su decir/ Sólo me oigo”.

La primavera de 1972 florecía con los últimos coletazos de la dictadura militar. Los diarios desde sus titulares anunciaban la posible vuelta de Perón al país, luego del largo exilio. Un mes antes, en invierno todavía, el Ejército asesinaba a dieciséis jóvenes en el sur del país. Pero Alejandra estaba lejana, de la primavera y de la realidad. Las salidas del Hospital Pirovano ya eran frecuentes. Las reuniones con amigos se sucedían y los poemas, ahora en prosa, no dejaban de adornar las paredes de su departamento. Tal vez esa sensación de armonía hizo que quienes atendieron el teléfono esa noche no notaran nada extraño en su voz y, sin remordimientos, hayan postergado el encuentro para el día siguiente. Pero la suerte ya estaba echada, el coqueteo con los excesos llegó a un punto límite, de no retorno. El cuerpo se hacía poema, y el poema y la poeta se hacían malditos.

 POR QUÉ

Pizarnik blog (2)Dueña de una voz poética personalísima y de fácil reconocimiento, desde joven despertó el interés de escritores consagrados como Julio Cortázar y Octavio Paz a quienes conoció luego en Francia. En la bohemia parisina terminó de pulir su estilo. Sus poemas cortos, junto con los poemas en prosa y otros textos inclasificables, la ubican en el altar de las poesía argentina del siglo XX.

Paul Verlaine escribió, hacia finales del siglo XIX, Les poètesmaudits haciendo referencia a los bohemios, herméticos y solitarios escritores que plantearon el fin de la disociación entre sujeto-objeto (poesía-vida personal). Los franceses Mallarmé, Corbière y Rimbaud- el niño prodigio- fueron algunos de los señalados bajo esa condición. Estos genios autodestructivos, discutieron las reglas de la vida burguesa y patearon el tablero de lo establecido. Alejandra, casi un siglo después, se hizo carne de estos postulados y los llevó hasta las últimas y trágicas consecuencias.

Al igual que los malditos, soñó llevar la poesía a su vida personal. Pero allí se encuentra con los límites de la lengua. Las palabras no dicen todo, no dicen lo que se quiere decir, se limitan a una lengua específica. Pero serán hasta el último momento las herramientas que utilizará para intentar profundizar hasta el límite de las posibilidades las normas y mostrar lo que está del otro lado.

 POR DÓNDE

Años después de su muerte, las publicaciones de sus libros crecieron. Lumen editó la poesía y la prosa completas. Hay epistolarios y un diario, que además de revelar cuestiones personales, nos muestran su método, sus lecturas y susbúsquedas estéticas. Vale la pena leer los trabajos de Cristina Piña y César Aira, el primero más centrado en lo biográfico y el segundo, en su poética. Los libros de Pizarnik en forma individual no abundan: algunos de las primeras ediciones, o los más recientes, acompañados de ilustraciones.

Árbol de Diana (1962).Escritos principalmente en su estadía parisina, los poemas cortos, de dos o tres versos, de este libro conforman tal vez el momento de mayor solidez dentro de su obra. Cuenta con un hermoso prólogo de Octavio Paz.

El loco Onetti

Publicado por el 21/04/2015

QUIÉN

Onetti (2)Es España. En realidad, es más África que Europa. Más distante de Madrid que de Casablanca. El reino ha conquistado y a llorar a otra parte. Es España y se desarrolla el Primer Congreso Internacional de Escritores de Lengua Española. Se elige un presidente; la literatura del otro lado del Atlántico es más fecunda que la ibérica, entonces el congreso es presidido por un uruguayo. Es la hora, están los disertantes, los periodistas especializados y también los miembros de la academia. La silla del presidente está vacía, un micrófono solitario y una botella de agua sin abrir. Los organizadores, desesperados, telefonean al hotel. El conserje anuncia, sorprendido, que el huésped no abandonará su habitación. En Las Palomas, Gran Canaria, España, el Congreso se desarrollará sin presidente.

El hombre (a los veinte años ya se es un hombre en la década de 1930) contrae matrimonio con su prima. Dos años más tarde sube la apuesta y se casa con su otra prima, hermana de su exesposa.

En el departamento se improvisa una conferencia de prensa. Se ordena, se ofrece café y vino tinto a los periodistas. Los asistentes superan largamente el aforo, algunos encienden el grabador desde el pasillo.

-¿Qué significa para usted ser el nuevo ganador del premio Cervantes, máximo galardón para los escritores de nuestra lengua?

-Diez millones de pesetas…

Un grupo de estudiantes universitarios prepara una tesis basada en la obra de Onetti. Utilizan a Eduardo Galeano como intermediador para reunirse con el hombre que estudian. Galeano acuerda una cita: es en el domicilio madrileño de Onetti. Los muchachos llegan con anticipación, tocan timbre, esperan media hora y no hay respuestas. Antes de retirarse, ven que un papel sale por la rendija de la puerta. La letra inconfundible advierte: “Onetti no está“.

Trabajó como periodista en agencias internacionales y vivó alternativamente en Montevideo y Buenos Aires. En 1974 fue jurado del premio literario de la revista Marcha. El cuento fue censurado y los miembros del jurado detenidos, a Onetti lo internaron en un neuropsquiátrico. La presión de la intelectualidad logró que luego de tres meses lo dejaran en libertad. Las dificultades de la realidad latinoamericana lo convidaron a elegir el exilio: Madrid hasta 1994, año de su muerte.

Los últimos doce años de vida los pasó, literalmente, en la cama. Fumando, bebiendo whisky y leyendo novelas policiales. Levantándose casi exclusivamente para ir al baño. Acompañado por su cuarta esposa y recibiendo a amigos y periodistas, siempre en posición horizontal. Su producción literaria prácticamente se anuló en esa época y sólo restaba esperar la muerte. Que llegó, como llega todo. Como llegaron los libros, los reconocimientos y los lectores de una obra extraordinaria.

POR QUÉ

Onetti (1)Textos cortos. Novelas breves. Cada palabra escogida entre todas las del diccionario, con paciencia, con la parsimonia propia de los uruguayos. Su producción literaria se dio en un contexto de gran exposición mediática de la literatura latinoamericana. O de los escritores de estas tierras, porque muchos vivían en el exilio; exilio político, algunas veces, o por decisión propia, muchos otras. Las posturas políticas rimbombantes (preferentemente de izquierda) por moda o por convencimiento, acompañaban grandes promociones editoriales. Pero Onetti escribe porque le gusta escribir, no sospecha que el destino político de la humanidad depende de su pluma.

Creó su propio Macondo. Santa María es un territorio sin ubicación precisa que cuenta con playa, un astillero en desgracia y poco más. “Aquí, en un pueblito de Sudamérica que solo tiene nombre porque alguien quiso cumplir con la costumbre de bautizar cualquier montón de casas“. En ese territorio transcurren sus principales novelas: La vida breve, Juntacadáveres y El astillero. Una vez le preguntaron por las ciudades rioplatenses en las que vivió, las diferencias con Madrid y la añoranza constante, destino inexorable del exiliado; Onetti contestó: “Si supieran que tengo más nostalgia de Santa María que de Montevideo o de Buenos Aires“.

Sus influencias fueron el brillante novelista norteamericano William Faulkner y el existencialismo: la desesperación del ser humano frente a la existencia, destino insoslayable que precede a toda esencia. A pesar de la fama mundial que lo diferencia de los grandes exponentes en francés de esa corriente filosófica, en lo estrictamente literario, Onetti da la talla de Albert Camus y Jean Paul Sartre.

Vale la pena (y la esperanza finalmente) leer a Juan Carlos Onetti.

POR DÓNDE

El escritor rioplatense deambuló más de una vez con sus manuscritos (siempre escribió a mano) por editoriales, y muchas de esas veces sin éxito. Los libreros solían ser pequeños editores con escaso presupesto y fuera de los relatos en periódicos, se dificultaba la publicación. Hoy en día la obra de Onetti se consigue en formato completo, y casi toda su producción en forma individual. También se puede acceder a recopilaciones como Novelas breves y Novelas de Santa María.

El pozo (1939) Su primera novela. Fue escrita durante un fin de semana en el que estuvo encerrado en su casa, desesperado por la falta de tabaco. En primera persona, un hombre de cuarenta años narra su vacío existencial. El tono remite a Memorias del subsuela de Fiódor Dostoievski. Una potente carta de presentación: “Hace un rato me estaba paseando por el cuarto y se me ocurrió de golpe que lo veía por primera vez“.

Jacob y el otro (1961) Novela corta que transcurre en Santa María. Cuenta la visita de un luchador en desgracia  que visita el pueblo para dar una exhibición. Su ingeniosa estructura tiene tres narradores: un médico, el “narrador oficial” y el representante del luchador.

Rulfo: elogio de la brevedad

Publicado por el 27/03/2015

QUIÉN

Rulfo (2)La conductora de TV española presenta al reciente ganador Príncipe de Asturias de las Letras. Un hombre mayor que cubre su rostro con enormes lentes de sol violeta. Las preguntas se centran en su producción literaria, pero el invitado soslaya el tema: habla de sus fotografías, de antropología. La conductora, obstinada, insiste. El hombre habla lento, distraído y algo desinteresado. Finalmente, la entrevistadora le pregunta por los lentes de sol violeta…

Me llamo Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Me apilaron todos los nombres de mis antepasados paternos y maternos, como si fuera el vástago de un racimo de plátanos, y aunque siento preferencia por el verbo arracimar, me hubiera gustado un nombre más sencillo”. Las actas atestiguan que nació en un pueblo de Jalisco, cuando las tropas revolucionarias del sur, al mando de Emiliano Zapata, y las del norte, bajo las órdenes de Pancho Villa, pugnaban por el reparto de la tierra. Al otro lado del globo, en el país más extenso del mundo, se prometía todo el poder a los sóviet. Sus confesiones retrospectivas desentrañan que tuvo una infancia solitaria: prematuramente huérfano, creció en un orfanato donde “lo único que aprendí fue a deprimirme, conseguí un estado depresivo que todavía no se me quita”.

Por cantidad de tiempo dedicado, Rulfo se sentía más fotógrafo que escritor. Durante cuarenta años recorrió México con su cámara alemana retratando los colores y aromas de personajes algo vivos y algo muertos que se presentaban frente a él. No reparó en los artilugios técnicos, ni en el estudio necesario para dominar la técnica. La intuición, el azar, o la concepción cosmogónica de la belleza lo detuvieron en el instante preciso para disparar la cámara. “Yo nunca tuve paciencia para esperar que un pájaro se pare en una rama, ni ocurrencias similares que tienen los buenos fotógrafos. Yo tenía ojo, cuando miraba la foto, disparaba. Tenía buena puntería, eso es todo, no hay otra historia“.

Sara Facio destaca a Rulfo en este campo: “Varios escritores de nuestra América- Silvina Ocampo, Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Casares- han manifestado interés por la toma fotográfica. Julio Cortázar publicó Prosa del Observatorio, ilustrado con sus fotografías, pero únicamente Juan Rulfo se ha ganado el título de fotógrafo”.

Treinta años antes de su muerte se retiró de la literatura, como quien tiene un empleo temporal y lo deja por otro mejor. En una época en que los dictámenes del mercado marcan la producción de los best seller; escritores sin  vacaciones, que dos veces al año presentan su texto (la mayoría olvidables) a la imprenta, Rulfo es un extraño caso de brevedad. Su obra no tiene puntos flojos, no se contradice. Sus páginas son un cadáver bello y joven.

Nada escribió, o al menos nada publicó, luego de Pedro Páramo. ¿Qué decir después decirlo todo? No parece haber sido el miedo a repetirse la razón del prolongado silencio. Tampoco el haber logrado la reconocimiento mundial, con las licencias y comodidades que esto genera. Acaso el motivo sea más literario que personal y pueda encontrarse en el fondo de la novela. Tal vez habría que preguntarse qué queda por escribir luego de darle voz a las almas muertas, a los vivos mortecinos y a los están en la línea divisoria. Tal vez solo quede tomar la cámara e ir a retratarlos a través del lente.

 POR QUÉ

Rulfo (1)Rulfo escribe como nadie y nadie escribe como Rulfo. Resulta complicado rastrear influencias en su prosa soñolienta, musical, onírica y poética. Su obra, extremamente condensada, dejó una novela y un libro de cuentos. Pocas palabras: las justas y las necesarias. Como en la poesía, se trabaja con la economía de las palabras. Creó un gran poema en prosa, con metáforas que se pueden oler y tocar. Se lo intentó encasilla en el realismo mágico (para alivianar el análisis y ubicarlo mejor en el mercado), pero desborda esa etiqueta.

El llano en llamas, compuesto por dieciséis relatos e impreso en 1953, es el corolario de publicaciones en diarios locales que comenzaron a aparecer una década antes. Los cuentos que no cuentan, el tiempo que no transcurre y el ambiente denso, pesado y caluroso. Abundan los personajes que luchan contra el sopor y las maldiciones, en ambientes agrestes. Son víctimas de la sequía, de lluvias eternas que se puesto todo a su paso, de ventarrones fantasmales o de la crueldad de los terratenientes. En varios de ellos nada se cuenta. El valor literario está en la atmósfera que se genera, en la metáfora que irrumpe y colorea la oración; en el tono.

Rulfo escribió la novela Pedro Páramo durante cinco meses, en 1955. Ese mismo año fue publicada. No existían aún Cien años de soledad, Rayuela, Paradiso ni La ciudad y los perros. Jorge Luis Borges (siempre dispuesto a reconocer y dedicar líneas a los clásicos antes que a sus contemporáneos) ubicó a Pedro Páramo entre las mejores novelas de la literatura universal.

Lo anunciado en los textos anteriores toma forma y se materializa en su último trabajo literario. Breve espacio físico en donde se concentra una prosa en estado de ebullición. El tiempo del relato no es lineal, porque los muertos no tienen tiempo ni espacio. Tampoco lo tienen las almas que vagan por la tierra buscando vivos que recen por ellas. Un muchacho que busca al padre (“un tal Pedro Páramo”) luego de la muerte de su madre, y un cura que lucha contra sus miserias más profundas son los conflictos principales (en caso de que exista tal cosa) de la novela. El resto son saltos, confesiones, espectros, y la sensación para el lector de no saber dónde se pisa. El contexto político lo da la extensa guerra civil mexicana, con sus marchas y contramarchas.

De su fugaz paso por la hoja en blanco, Rulfo nos deja una obra sólida, original, comprometida con su contexto social e histórico. A la altura de los grandes novelistas latinoamericanos del siglo pasado, que en bloque significan uno de los momentos más destacados de la literatura del siglo XX.

 POR DÓNDE

Un libro de cuentos y una novela. En unos días se puede leer la obra completa de Juan Rulfo. Algunas edicones recogen ambos textos. Aquí una sugerencia de por dónde comenzar.

Nos han dado la tierra (1945): cuento publicado en la revista Pan y luego recopilado en El llano en llamas. Narra las desventuras de dos hombres estafados en la reforma agraria. Es una fuerte crítica a la burocracia estatal.

Luvina (1953): también forma parte de El llano en llamas. Con la potencia melancólica que Rulfo logra pulir de modo artesanal, el cuento explora en las profundidades de un paisaje insípido, vacío, anodino. El gris es la tonalidad que estructura la narración en torno a un ritmo cansino. El tiempo no trascurre en Luvina, ni tampoco los sucesos que ameritarían ser contados por un escritor, pero en los relatos de Rulfo las historias son sus palabras.

Puig o el narrador fantasma

Publicado por el 03/03/2015

QUIÉN

Puig 21932- Gran Hotel gana el Oscar a mejor película. La protagoniza una sueca que nunca ríe, Greta Garbo. Cuenta historias entrecruzadas que se desarrollan en un hotel berlinés. El miércoles 28 de diciembre, en el pueblo bonaerense de General Villegas, nace Juan Manuel Puig, Coco. Hijo de una farmacéutica y un comerciante.

1943- Se estrena Por quién doblan las campanas, con Ingrid Bergman como actriz destacada del reparto. Adaptación cinematográfica de la novela de Hemingway. Año trágico para Coco. Muere su hermano de dos meses y sufre un intento de violación. “Fin del paraíso. Durante tres años dejé de crecer físicamente”, confesará años después.

1956- Michael Anderson dirige (con gran presupuesto) la adaptación de La vuelta al mundo en ochenta días de Julio Verne. Puig recibe una beca y emiga a Italia para estudiar en el Centro Sperimentale de Cinematografía. Se siente agobiado por el neorrealismo doctrinario, y abandona. Recorrerá Europa y comenzará a anidar la idea de escribir historias de su pueblo.

1969- Dustin Hoffman, dueño de una envidiable cabellera, protagoniza Midnight cowboy, relato de dos marginales neoyorquinos. Luego de tres años de reveses editoriales por considerarla impúdica, publican La traición de Rita Hayworth. Ese mismo año ve la luz Boquitas pintadas, su novela más destacada.

1973- El exorcista entorpece la conciliación del sueño a millones de estadounidenses. Su novela The Buenos Aires affaire es censurada. Las amenazas de muerte de la Triple A lo convidan a abandonar el país. México es el destino.

1976- El sueño americano a las piñas para un pobre de origen italiano. Rocky comienza una saga que durará treinta años. El beso de la mujer araña se topa con la dictadura argentina.

1990- El grito mudo de Al Pacino cierra la más floja de El Padrino. En Cuernavaca, lejos de Villegas, de Argentina y de las pantallas de cine, muere Coco de un paro cardíaco.

 

POR QUÉ

Puig 1Se cuenta algo. En las novelas hay un narrador: en primera persona (asiste a los hechos o cuenta los propios), en segunda (imperativo, pocas veces se utiliza) o en tercera persona, en la mayoría de los casos (con alguna variante, como la utilizada por Kafka que suele posarse sobre uno solo de los personajes). En las páginas de Manuel Puig se crea un narrador fantasma, nadie parece contarnos lo que está sucediendo. Entonces los diálogos, las charlas telefónicas, cartas, recortes periodísticos o informes burocráticos se hacen cargo de la narración. El relato gana en verosimilitud y, simultáneamente, en extrañamiento.

La teoría literaria, mucho antes de Puig, se encargó de la polifonía. La dictadura del narrador omnisciente se atomiza en los personajes; se multiplican las voces y el relato se enriquece. El ruso Fiódor Dostoievski es el ejemplo más acabado. Puig toma la posta y explora en ese sentido.

No puede entenderse la poética de Puig sin el cine. La cinta en la pantalla fue su formación intelectual y no los libros. Consideraba la vida en el pueblo de la pampa seca como un ámbito hostil, donde la fuerza se imponía y dictaba las leyes. Necesitaba abstraerse de la opresión en sus múltiples máscaras: la institucional, la machista.  En el cinematógrafo encontraba otra realidad, esa que adoptó como propia. Intentó con los guiones sin resultado, hasta que uno, en el que retrataba su pueblo y su infancia, derivó en su primera novela.

Otro elemento destacado en la estructura novelística de Puig es la incorporación de géneros populares. Según el crítico checo Jan Mukařovský, el arte de molde (que suele ser de alcance masivo) mantiene la norma establecida; son géneros estancos, con estructura predeterminada. Las novelas de Manuel Puig ponen en tensión ese postulado. Incorpora el folletín, el cine y hasta la ciencia ficción, en Pubis angelical. Un escritor de vanguardia que desempolva géneros en desuso o hace dialogar diversas ramas artísticas.

Cuando el boom latinoamericano (fenómeno editorial expandido por los editores para captar el mercado anglosajón) tenía ya sus bronces, Manuel Puig irrumpe con aire y da nuevos bríos a la literatura latinoamericana. Un escritor insoslayable de la segunda mitad del siglo XX.

 POR DÓNDE

Los editores son responsables, en gran medida, de lo que encontramos en los anaqueles de las librerías. Por suerte, todas las novelas de Manuel Puig fueron publicadas en los últimos años y se consiguen a precio accesible.

La traición de Rita Hayworth (1968). Novela autobiográfica. Transcurre en Coronel Vallejos (General Villegas) y el personaje es un niño llamado Toto (Coco). Ante el ambiente hostil, elige el cine como escapatoria. Los diálogos y las cartas vehiculizan la narración.

Boquitas pintadas (1969). La más lograda dentro de sus novelas. Al igual que en la precedente, cuesta encontrar un narrador. También transcurre en el pueblo “ausente de paisaje”. Narra las peripecias de un joven tuberculoso y mujeriego.

Marechal, poeta depuesto

Publicado por el 03/02/2015

 QUIÉN

BLOG MARECHAL (2)─Che, Buenos Aires, dejate de joder con el librito y vamos a jugar a la pelota.

Buenos Aires. Así lo llamaban los muchachos de la localidad bonaerense de Maipú- donde solía veranear­­­- por su condición de porteño. Nació con el siglo, y rápidamente se despertó su inclinación por los versos. “A los nueve años, alternaba mi fútbol de barrio con la peligrosa costumbre de contar las sílabas con los dedos”, confesaría en una entrevista. Se denominaba a sí mismo “autodidacto” en su formación literaria; al igual que la mayoría de los grandes escritores de nuestro país, entre bibliotecas y cafés, lejos de las universidades.

Buenos Aires da la tonalidad al fresco que pintó en poemas, obras de teatro y novelas. Villa Crespo, barrio de su infancia, es la entrada al Infierno de Cacodelphia que transitó en Adán Buenosayres─ variación criolla de La Divina Comedia de Dante. En esa ciudad nació Marín Fierro, un movimiento de jóvenes influidos por las vanguardias. La literatura vernácula se debatía entre los coletazos del modernismo- encabezados por Leopoldo Lugones- y las plumas incipientes que, ante la puerta cerrada, intentaban “entrar por la ventana” a las letras nacionales. Oliverio Girondo, Ricardo Güiraldes y Jorge Luis Borges fueron algunos de los que junto a Marechal emprendieron la cruzada.

Fiel representante de la intelectualidad porteña, anhelaba viajar a Europa y conocer de primera mano las nuevas tendencias estéticas. En París, tuvo contacto con artistas plásticos que influirían en su método novelístico. En un segundo viaje a la capital del arte occidental, comenzaría a desandar una crisis espiritual que lo acercaría al Evangelio y a la concepción de Dios como síntesis de su trabajo artístico.

Todos los martinfierristas, con mayor o menor suerte, ocuparon un lugar destacado en el parnaso del siglo XX. Pero Marechal parece ser el más desafortunado en el reparto de laureles. Su participación en el Gobierno de Perón –se desempeñaba en el Ministerio de Educación de la Nación- fue imperdonable. Nada de novedoso representaba que un artista forme parte de la vida institucional de un país, podemos remontarnos a Sófocles en el Estado ateniense liderado por Pericles, cinco siglos antes de Cristo.

La autodenominada “Revolución Libertadora”, que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955, cargó también contra los intelectuales que apoyaban o formaban parte del Gobierno. Los símbolos partidarios fueron prohibidos y comenzó una larga proscripción que duró 18 años. En 1949, un joven Julio Cortázar- antiperonista vox populi- fue atacado ferozmente y tildado de “adicto al régimen” por celebrar en un artículo la aparición de Adán Buenosayres. Además de ser una de las novelas más brillantes de la literatura argentina, auténtica y sin complejo de inferioridad con relación a lo europeo; fue escrita algunos años antes de la irrupción del coronel, luego general, en la política pública. Lo que convierte en injustificable la ligazón intencionada de la prosa de Marechal con sus posturas ideológicas.

El expresidente en el exilio fue rebautizado “El tirano depuesto”. Con ironía, tal vez como muestra de apoyo y solidaridad, pero principalmente por correr una suerte similar, Marechal se bautizó “El poeta depuesto”. Sin sospechar que ese “derrocamiento” duraría hasta nuestros días.

En 1970, víctima de un síncope, muere en Buenos Aires. Con pocos amigos y las hojas de una docena de obras teatrales inéditas. Fuera del estereotipo del vanguardista, y distanciado también del tradicionalista conservador, Marechal sigue representando un fenómeno difícil de resolver. Ya es momento de hacerlo retornar de su “exilio”, largamente dilatado.

POR QUÉBLOG MARECHAL (1)

Las corrientes estéticas rompen los moldes y expanden sus fronteras cuando aportan elementos novedosos o tratan desde otro enfoque cuestiones ya abordados por movimientos precedentes. Así el neoclasicismo con poca suerte reivindicó lo greco-romano y, tal vez con mayor fortuna, el romanticismo escarbó en el oscurantismo barroco. El caso de Leopoldo Marechal es un tanto más complejo. Con la epopeya homérica como estructura (simbolismo del viaje en su novela Adán Buenosayres y el de la guerra en Megafón o la guerra, retomando la Odisea y la Ilíada) esbozó una narrativa lúcida que recrea los vaivenes de gauchos, compadritos, vendedores de biblias o ex árbitros de boxeo. Molde y prosa solemnes retratando personajes vulgares. A la difícil tarea de encasillarlo se suma su temática metafísica: la búsqueda de la verdad, el descenso al infierno, la batalla celeste y terrestre o el encuentro con el amor de la mujer ideal (Lucía Febrero, La Novia Olvidad o La Mujer Sin Cabeza).

El estudio del Evangelio dejó una huella imborrable en el pensamiento de Marechal. Consideraba a la belleza como una de las características de “lo Divino” y al poeta, dentro de los artistas- quienes buscan o bello- como el más cercano a Dios. Siguiendo esta tesis, la capacidad de verbalizar lo emparenta al creador. “La voz ‘árbol’, por ejemplo, es dicha frecuentemente por el vulgo: en boca de un herrero, de un leñador, de un guardabosque, de un industrial o de un comerciante dicha voz no hace más que sugerir la idea o el espectro de ‘árbol’, fría y escuetamente, sin esplendor ontológico ni temperatura emocional ningunos. Pero cuando el poeta dice ‘árbol’ en su canción, ese árbol que nombra es el árbol total, con el esplendor entero de su forma, con la verdad segura de su esencia, con el bien que nos propone la meditación de su número”, dirá en Teoría del arte y del artista. El poeta no crea pero sí recrea.

Su concepción metafísica se traduce no sólo en su teorización del hecho artístico, sino también en el derrotero de los personajes, quienes – al igual que el narrador- intentan trascender el mero artilugio cosmético y sintetizar la “batalla celeste” (el contacto con lo divino) con la “batalla terrestre” (la belleza estética).

De sus iniciáticos y premiados poemas pasó a la novela, o de la Lírica a la Épica, como le gustaba categorizar sin salirse de los géneros aristotélicos. El humor es fundamental para entender la lógica de Marechal, como así también su concepción casi religiosa del arte y del artista. Complejo etiquetar semejante fenómeno y más cuando las turbulencias políticas y su adhesión al peronismo- con las grandes enemistades que esto le conllevó- lo desplazaron de la escena literaria. Un escritor poco reconocido en relación con el extraordinario valor literario de su obra.

POR DÓNDE

La genialidad de Marechal quedó impresa en cuentos, obras teatrales, poemas y novelas. En verso, ganó el Premio Nacional de Poesía. Publicó tres novelas, Adán Buenosayres es su obra mayor y una de las más importantes de la literatura argentina de todos los tiempos. Rayuela de Cortázar es su heredera. Dentro de su vasta obra, una recomendación de por dónde empezar:

 El banquete de Severo Arcángelo (1965) Es la novela que presenta menos dificultades para la lectura. No por eso está exenta de humor, problemas filosóficos y una prosa lúcida y brillante.

 Las tres caras de Venus (1952) Obra de teatro que se puede leer sin necesidad de la representación escénica. Texto ágil que muestra el humor de Marechal y sus concepciones del amor y de la mujer idealizada.

Arlt, el rabioso

Publicado por el 20/01/2015

QUIÉN

ArltEl sonido de la campana anuncia el fin de la jornada escolar. Los muchachos, alborotados, apuran el paso para ganar la puerta y la libertad. Un niño que cursa el tercer grado -rostro adusto y mirada penetrante- decide que ya no volverá. No le interesa la escuela, quiere ser inventor. 

En los albores del siglo XX, Roberto Godofredo Chirstophersen Arlt, hijo de padre alemán y madre austríaca, solo tenía de argentino el primer nombre. No es frecuente encontrar tres consonantes en las cuatro letras que conforman un apellido, como tampoco un hijo de inmigrantes que escriba en lunfardo.

La literatura vernácula, como tantas otras de Latinoamérica, se debatía entre el modernismo, los resabios del romanticismo, las vanguardias y la narrativa con aromas regionales. Asomaba timorato Jorge Luis Borges, Ricardo Güiraldes reescribía el poema gauchesco con Don Segundo Sombra, y paremos de contar. En ese contexto irrumpe un muchacho que tenía todo para no ser escritor. “Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. En una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole palabras inefables”, diría mientras se abría paso a codazos en “los salones” –mesas de café y redacciones de periódicos en este caso- reservados hasta el momento para representantes de la intelectualidad porteña.

No pertenecía al sector social para el que estaba reservada la literatura por esos años; veraneos en la costa o el campo, bibliotecas familiares con las novedades francesas e inglesas y la posibilidad de publicar en las revistas que comenzaban a proliferar en Buenos Aires.

Este muchacho, rudo en modales y fisonomía, se formó leyendo novelas de bandoleros -principalmente las historias de Rocambole- y malas traducciones españolas de Dostoievski, Gógol y otros novelitas europeos de finales del siglo anterior. Muchos latiguillos, modismos y arcaísmos heredados de esas tempranas lecturas dejaron huella en su escritura. De eso se aferraron muchos literatos para subestimarlo.

Murió a los jóvenes 42 años. No dejó bienes materiales. No figuró en la portada de los matutinos. No tuvo honores oficiales. Se fue rodeado de papeles y del dolor de sus lectores,  esos siempre esperan una nueva novela de Roberto Arlt.

 

POR QUÉArlt1

Es uno de los pocos escritores de su época que aún se leen. Las ediciones económicas convocan a jóvenes con sus primeros, y siempre dificultosos, empleos. Arlt es descontento, incomodidad, arrabal.

El estilo –el de Arlt siempre fue menospreciado, pretendiendo legitimar la visión de un escritor semianalfabeto con carencias básicas, hasta sus fervientes defensores caen en ese simplismo- no se forma únicamente con las metáforas o los artilugios para decir las cosas. Es un lugar común utilizar como ejemplo de falta de estilo sus errores de ortografía. Piglia plantea que ese argumento esgrimido para menospreciar la capacidad creadora de Arlt es similar a criticarlo por tener una pobre caligrafía. Podemos agregar el caso de un pintor que dejaba un enchastre en el piso toda vez que abandonaba el lienzo.

El “estilo”, en todo caso, debería analizarse como categoría totalizadora, como cosmovisión y no solamente por las referencias cultas a mitologías europeas o temas solemnes. Los personajes en las narraciones de Arlt son ladrones, cafishios, prostitutas, seres humanos enclenques que “son más parecidos a monstruos chapoteando en las tinieblas que a los luminosos ángeles de las historias antiguas”. Estos malandrines proyectan revoluciones insólitas, robos, traiciones, o suicidios.

El lenguaje que utiliza es el que pide la historia. Directo, con los modismos del habla porteña de los bajos fondos. También Cervantes fue atacado por su modo de escribir, y ahí está el Quijote. Muy poco se recuerda de los críticos que llenaron páginas con sus argumentaciones sobre lo desatinado de la prosa del alcalaíno.

Lo que más sorprende en Roberto Arlt es su potencia creadora. Ante las críticas que llovían sobre sus publicaciones, contestó a modo de manifiesto, en el prólogo de su novela Los lanzallamas: “El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un `cross` a la mandíbula. Sí, un libro tras otros, y que los eunucos bufen”.

Formó parte del grupo Boedo, que en oposición a Florida y sus prosas delicadas, creaban con rudeza. Escribió sobre el sufrimiento humano, con pocas herramientas materiales pero con una voluntad incomnesurable que todavía se percibe en las amarillentas páginas que llevan su firma.

 

POR DÓNDE

Publicó cuentos (reunidos en los volúmenes El jorobadito y El criador de gorilas), sus célebres novelas (El juguete rabioso, Los siete locos/Los lanzallamas y El amor brujo), columnas periodísticas (las más famosas bajo el título de Aguafuertes porteñas y Al margen del cable) y obras teatrales (entre las que se destacan Trescientos millones, Saverio el cruel y La isla desierta). En todos los formatos intentó poner un poco de luz sobre un submundo que estaba vedado para los cánones de la época.

El jueguete rabioso (1926). Primera novela del joven Arlt. Narra las peripecias de unos jóvenes bandidos. Es un homenaje a las historias que lo formaron como lector.

Aguafuestes porteñas. (1933) Compilado de notas publicadas por Arlt en periódicos. Ingenio y humor en textos breves. Los días de su publicación, el diario El Mundo duplicaba las ventas.

Lautréamont, conde uruguayo

Publicado por el 02/01/2015

QUIÉN

blog1 Es otoño y es 1846. Oribe quiere recobrar el poder en Uruguay. Al otro lado del río, el implacable Juan Manuel de Rosas lo apoya; Montevideo está sitiada e inmersa en una guerra civil. En los territorios disputados, aún se oyen los ecos de los cañonazos y se divisa el humo. Un año atrás, las escuadras anglo-francesas –con el pretexto de mediar en el conflicto- invadieron Las Provincias Unidas del Sur. Con sorpresa asistieron a una épica resistencia en la Vuelta de Obligado.

Son las nueve de la mañana y las nubes ganan celeste en detrimento del arrebol de los primeros rayos de sol. Entre carruajes y bayonetas que desfilan por las calles, Celestine Jaquette da a luz a un niño, lejos de su Francia natal.

El pequeño Isidore vivirá en Uruguay hasta los trece años, para luego emigrar o “retornar” a su patria de origen. Estudió en Tarbes y Pau, dos pueblos galos, pero un joven que anhela ser poeta debe estar donde la poesía encuentra nuevos caminos, se destruye, se replantea y va creando nuevas formas. El parisino barrio de Montmartre será la trinchera desde donde disparará contra la moral, las costumbres y las formas conocidas hasta entonces.

El joven uruguayo se bautizó Conde de Lautréamont (del otro monte). Con veintidós años y título de nobleza, ya estaba preparado para dar a conocer su visión oscura de la creación y de la condición humana. En 1968 publicó el primer canto de su obra Los cantos de Maldoror. El editor Albert Lacroix se negó a venderlo por temor a la repercusión de una obra que consideraba obscena. Dos años después, edita en Bruselas el libro completo, la respuesta fue escasa. La tímida tirada contaba con diez ejemplares.

En 1870, a los veinticuatro años, el joven cuerpo de Ducasse se apagó. Algunas crónicas biográficas (al momento de su muerto era un misterio, ni siquiera se conservaba un retrato de su rostro) indican que la indigencia fue la principal causa. Tiempo después, los surrealistas leerán al joven uruguayo de origen francés y lo posicionarán en el Olimpo de los poetas malditos.

POR QUÉ

blog2Los Cantos de Maldoror, junto con algunos poemas sueltos y una escasa correspondencia, componen toda la obra de Lautréamont. Los poetas de las generaciones siguientes sintieron curiosidad por el misterioso Ducasse. El nicaragüense Rubén Darío le dedica unas líneas en su texto Los raros: “Escribió un libro que sería único si no existiesen las prosas de Rimbaud; un libro diabólico y extraño, burlón y aullante, cruel y penoso; un libro en que se oyen a un tiempo mismo los gemidos del Dolor y los siniestros cascabeles de la Locura”. André Breton, padre y “policía” del surrealismo, entendió a los cantos como “la expresión de una revelación total que parece exceder las posibilidades humanas”.

Los seis potentes cantos de Maldoror están teñidos de muerte, oscuridad, violencia, prepotencia e incomodidad. Los cinco primeros mantienen cierta unidad de estilo, mientras que el último muta en una pequeña novela; una suerte de poema épico del mal. Es un largo manifiesto contra el hombre y su Creador. Desde las primeras líneas desafía al lector, lo interpela y lo sacude del lugar cómodo que proponían las novelas de la época.

“La órbita aterrorizada por la que gira el globo humano en delirio habitado por espíritus crueles que se matan entre sí”, Lutreámont nos da su visión de un mundo enfermo, enclenque, agonizante, en el que miserables mortales deambulan taciturnos, huérfanos de la gracia y misericordia de Dios.

Esta obra díscola inspiró a los surrealistas. Aunque la corriente vanguardista por excelencia se sospeche parida a orillas del Sena, tuvo un aporte insoslayable desde las costas del Río de la Plata.

POR DÓNDE

Existen diversas ediciones en español de los Cantos, la más completa es la de Editorial Argonauta con traducción y lúcido prólogo del multifacético Aldo Pellegrini; poeta, ensayista y pintor rosarino. Dicha edición recoge poemas sueltos y cartas de Ducasse.

 

Dostoievski, el gigante ruso

Publicado por el 15/12/2014

Dostoievski 1

 

QUIÉN

Su cuerpo enclenque tiembla, se contrae y se expande, se retuerce. Brazos y piernas se mueven semejantes a los de una marioneta. Los ojos en blanco y la boca semiabierta completan el patético cuadro. Superado el sopor, pide a su esposa que llame al médico. La respuesta es negativa, se le adeudan tres consultas y los últimos rublos, adelantos de la próxima novela, fueron despilfarrados en la ruleta.

Segundo de siete hermanos de una familia de origen bielorruso, Dostoievski se cría en la Rusia zarista y bucólica que condena a  veinte millones de personas a la servidumbre. Los dieciocho años lo descubren huérfano y estudiando Ingeniería Militar. Alterna la vida castrense con sus primeros relatos y traducciones de Balzac. En 1946 publica su primera novela Pobres gentes; el éxito de lectores y crítica es inmediato. Salvando algunas excepciones, todas sus publicaciones –que aparecían en los periódicos- fueron vivadas por su pueblo, muchas de ellas catalogadas como obras maestras.

Sus ojos están vendados, un sudor frío le recorre las sienes. Con pasos lentos se acerca al pelotón de fusilamiento. Se encomienda a Dios. Minutos antes de escuchar los disparos (que ya sonaban en su mente), llega la noticia de que la pena de muerte fue conmutada y que será destinado a Siberia para cumplir cinco años de trabajos forzados. El cargo: formar parte de un grupo de intelectuales que conspiraban contra el zar Nicolás I.

Los ataques epilépticos lo acompañaron toda su vida, también su adicción al juego. Creía tener el poder de anticipar los números en los que se detendría la bola de la ruleta, pero su presentimiento fallaba recurrentemente y las deudas se acumulaban. Acudía a usureros y pedía adelantos por futuros trabajos literarios. La novela El jugador debía ser entregada en un mes, no tenía escrita una sola línea. Contrató una taquígrafa para hacer más veloz el proceso. El texto se terminó en veintiséis días y la intimidad con su secretaria terminó en matrimonio.

Toda su obra fue escrita en la enfermedad, la pobreza y la desesperación. Las penurias de su vida las retrató en personajes desesperados, pasionales, pecadores. Una hemorragia pulmonar le quitó el aliento y la pluma. Una multitud escoltó su féretro por las calles de San Petersburgo. Gente ordinaria, sufrida, huérfana. Las pobres gentes que el gran Dostoievski transformó en sus héroes.

 

POR QUÉDostoievski tumba

 “Como el descubrimiento del amor, como el descubrimiento del mar, el descubrimiento de Dostoievski marca una fecha memorable de nuestra vida”, dijo Jorge Luis Borges en el prólogo de una edición de Los demonios. Dostoievski creó su obra durante la segunda mitad del siglo XIX, preponderaban las corrientes literarias del realismo y el romanticismo. Son variadas las temáticas que lo inquietan, pero principalmente una que sintetiza a todas las demás: la humanidad. La teología, la psicología, la culpa, la existencia de Dios son temas universales que hacen que sus novelas sean atemporales. Entre sus admiradores se encuentran nada menos que Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud.

Mijail Bajtin utilizó el término “polifonía” para teorizar acerca de la poética en Dostoievski. Múltiples voces, similar al aporte de Bach a la música. Ya no hay narradores que todo lo ven, que hacen decir a sus personajes los conceptos morales y éticos que desvelan al escritor. En las páginas de Dostoievski vagan seres contradictorios que sufren, se equivocan y dan la sensación de tener vida propia. No juzga a los hombres y mujeres que crea, deja que su derrotero se guíe por el libre albedrío. El profundo análisis de la psicología de los personajes- antes del psicoanálisis-  le aporta una potencia extraordinaria a sus historias. El dolor del alma humana se recrea como nunca antes y nunca después.

En la lista de tareas para el año que pronto comenzará, hay que agregar, con letra grande y subrayado: leer una novela de Fiódor Dostoievski.

 

POR DÓNDE

Las novelas de Dostoievski suelen ser extensas (casi siempre más de 500 páginas) y abundantes de personajes. Para no rebotar con el primer libro que caiga en nuestras manos, hay algunos textos interesantísimos que ofrecen menores dificultades.

Noches blancas (1848) Es una novela corta que transcurre durante cuatro noches, en la época del año en que la oscuridad es muy breve por la cercanía con el Polo Norte.  Cuenta la historia de dos amantes, sus desventuras y soledad. Está narrada en primera persona.

El jugador (1867) La novela fue dictada a una taquígrafa durante veintiséis días. Es un texto ágil y explora la vida de un adicto al juego, padecimiento que el propio escritor sufría.

-Humillados y ofendidos (1861) El título da un pantallazo general de las vicisitudes de los personajes, pero no desde una perspectiva denunciante o panfletaria. El personaje principal, un joven escritor, describe al Dostoievski en la época de la publicación de Pobres gentes.

 

Luego de algunas de las mencionadas anteriormente, se pueden abordar las obras maestras: El príncipe idiota, Crimen y Castigo o Los hermanos Karamasov.