Sábado 20 de abril | Mar del Plata
05/04/2020

Distintas herramientas virtuales para sostener un Taller de Narrativa en cuarentena

EmilIo Teno y Mariano Taborda tuvieron que readaptar las clases que dictan hace cuatro años, para sostener los cursos que son presenciales.

Distintas herramientas virtuales para sostener un Taller de Narrativa en cuarentena

Mariano Taborda y Emilio Teno hace cuatro años que llevan adelante una iniciativa que se adentra en el mundo literario: el proyecto Taller de Narrativa. Está pensado de forma presencial pero ante la emergencia sanitaria desatada por el coronavirus, tuvieron que repensar un taller que está orientado a leer y escribir compartiendo con todas las personas que asisten.

La modalidad clásica del taller cuenta con una parte práctica, en la que las personas que asisten leen en voz alta el material que realizaron según la consigna pautada. Y luego hay una parte teórica, en la cual se comparten nociones teóricas y se ejemplifican a través de los textos de reconocidos autores nacionales e internacionales.

¿Cómo continúa un taller de narrativa que está pensado para realizarse en persona? ¿Qué pasó con las distintas grupalidades? ¿Qué sacan en limpio de esta experiencia extraordinaria?.

“Nos propusimos hacer videos con la parte de la clase más ‘teórica’ y utilizar el WhatsApp como medio para enviar los textos, hacer las devoluciones personales y grupales mediante audios en cada uno de los diez talleres que dictamos semanalmente”, compartieron en dialogo con Qué digital.

– ¿En qué circunstancias definieron acatar la cuarentena y cómo repensaron el esquema de trabajo del Taller de Narrativa?

-Emilio Teno: Lo que definió fue la suspensión de clases a nivel municipal pero nosotros ya veníamos pensando el modo en que esta situación iba a afectar al Taller y al desarrollo normal de las clases. Nos juntamos a formular una modalidad compatible con las circunstancias de aislamiento, intentando mantener el espíritu grupal y el desarrollo de los contenidos. Para eso nos propusimos hacer videos con la parte de la clase más “teórica” y utilizar el WhatsApp como medio para enviar los textos, hacer las devoluciones personales y grupales mediante audios en cada uno de los diez talleres que dictamos semanalmente.

– ¿Cómo fue la aceptación de los grupos? ¿Qué lineamiento de trabajo eligieron en este contexto mundial extraordinario?

-Mariano Taborda: En general la respuesta es muy buena. Nos plantearon que en este contexto el Taller los y las ayuda a sobrellevar el momento extraño. Costó un poco más, al principio, con la gente grande que es más reacia a la virtualidad. Intentamos mantener el mismo plan de trabajo: lectura de textos literarios para poner en común las herramientas que componen el hecho narrativo y escritura semanal a partir de consignas. Pensamos la adaptación como algo eventual, pasajero y ahora lo analizamos como una opción para sumar a los talleres presenciales.

– ¿Qué es lo que más extrañan de los encuentros presenciales?

-Emilio Teno: El formato del taller está pensado para la interacción personal. El trabajo colectivo, las lecturas compartidas y el feedback de las devoluciones no son iguales desde la virtualidad. Lo presencial refuerza la identidad del grupo y tiene matices que son inigualables. Por eso ponemos un esfuerzo mayor en el formato digital tratando de suplir esa falta con trabajo. También tiene que ver con cómo planteamos el ejercicio de la creación literaria. Si bien en el Taller el crecimiento es individual, el proceso siempre es colectivo.

– ¿Qué virtudes y desventajas encuentran en la virtualidad?

-Mariano Taborda: A favor veo que nadie se pierde el encuentro. Cuando alguien faltaba, si bien recomponíamos lo trabajado, se perdía mucho en comparación con quienes asistían. Ahora se puede volver a ver el video, consultarnos, debatir con los compañeros y compañeras. También puede incluir a gente con dificultades para trasladarse, quienes viven en otras ciudades. Nos consultan mucho desde otros lugares.

La desventaja es sin dudas la presencia en el trabajo. Decidimos no hacerlo a través de una plataforma en vivo porque sabemos en este contexto cuesta más garantizar un horario fijo para sentarse frente a la computadora a trabajar. Los talleres duran cerca de tres horas y cada minuto de esas tres horas los dedicamos a la corrección y a la puesta en común de las lecturas. Hay algo de ese espíritu que es intransferible: ahí puede haber una desventaja. Nuestro trabajo está en que esa diferencia sea lo menos evidente posible.

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05/04/2020