Miércoles 24 de abril | Mar del Plata
25/07/2021

Gracias a la virtualidad, “Abuelos Narradores” de Mar del Plata se vuelven internacionales

A meses de cumplir 37 años de labor ininterrumpida y a pesar de las dificultades que presenta la conectividad, el voluntariado continúa narrando cuentos.

Gracias a la virtualidad, “Abuelos Narradores” de Mar del Plata se vuelven internacionales
(Foto: Club de Abuelos Narradores 2015)

| Por Flavia Mertehikian

El Club de los Abuelos Narradores de Mar del Plata elige ver el vaso medio lleno. Un año y medio después de declararse la pandemia, el esfuerzo para que siga adelante el voluntariado, que en octubre cumple 37 años, es inmenso. Sin dejar de atravesar las dificultades que presenta la tecnología y la vida virtual a la que tuvieron que adaptarse, rescatan lo positivo. Aunque añoran la presencia de muchos abuelos que no pueden participar, celebran esta modalidad que permitió trascender fronteras y darse a conocer en lugares que antes no hubieran imaginado.

Cada martes por la mañana es un día especial; el hecho de reunirse es una alegría compartida, a pesar del Zoom o gracias a él. Así lo explica Lidia, una de las narradoras que más tiempo lleva en el grupo con 15 años participando. “Este es nuestro lugar, pero somos muy pocas las que nos podemos conectar. A muchas se les dificulta. Y las pocas que quedamos tuvimos que aprender y empezar de cero”, señala desde una de las ventanas de la pantalla que ocupan una docena de señoras, más la profesora de teatro y coordinadora del taller municipal, María Victoria Padín, y la profesora de música, Belén Benavente.

“Es una actividad hermosa, llena mucho, da muchas satisfacciones, y tratamos de promocionarla siempre porque necesitamos más participantes. Hay tanta gente que no sabe qué hacer y desde aquí les aseguramos que se van a divertir y aprender muchísimo”.

DESDE MAR DEL PLATA A EUROPA Y ESTADOS UNIDOS

“Lo bueno es que nos ayudamos unas a otras, se ha creado un vínculo que antes quizás no teníamos, de esta manera virtual siento que tenemos una relación más profunda. Es como que nos unimos en la desgracia, para decirlo de alguna manera”, reconoce Lidia y también resalta: “Este momento que tenemos cada semana es nuestro y la pasamos bárbaro. Escuchamos los cuentos más hermosos, las narraciones bellísimas que tiene cada una. Me parece que a todas nos pasa lo mismo, es un encuentro de amor puro y lo más gratificante que puede haber”.

Por supuesto que “faltan los besos y los abrazos” de cuando se reunían en el Centro Cultural Osvaldo Soriano, y sobre todo el cariño de los niños cuando los visitaban en los jardines y colegios para narrarles los cuentos en vivo y en directo: “Eso no se reemplaza con nada”, asegura la abuela que por su parte también narra a los niños del Hogar Scarpati.

A través de un celular se puede viajar muy lejos. Si bien en una primera etapa, los Abuelos Narradores sentían que estaban “hablando solo a un aparatito”, con el tiempo fueron descubriendo que eran vistos en lugares muy remotos. Familiares, amigos y maestras comparten sus videos con la familia en la distancia: “Nos dimos cuenta de que los cuentos narrados empezaron a llegar a países como Canadá, Estados Unidos, Italia. De otra manera eso no hubiera sido posible”, exclama Lidia con entusiasmo.

“En cierta forma sustituimos el beso y el abrazo de los chicos con el celular, porque no queda otra. Pero sí se extraña: el beso, el gracias, los corazones que nos dibujaban, las caricias, todo. La devolución de los chicos no se puede reemplazar, pero por lo menos seguimos llegando a ellos y es una relación hermosa que se mantiene”, sostiene la narradora.

DEL OPTIMISMO A LOS BEMOLES DE LA REALIDAD

Después de cada reunión semanal, en la que también reciben clases de la profesora de cine María Dondero para aprender a grabarse, cada una realiza los videos en su casa. María del Carmen se ocupa de recibirlos y de organizar una biblioteca virtual, según género literario y de acuerdo a las edades, para enviarlos a los jardines.

Desde su ventana María del Carmen toma la palabra: “Nosotras tenemos una obligación moral de devolver a los niños la formación que recibimos cada semana. Antes íbamos personalmente a los colegios públicos, y ahora ésta es nuestra manera de hacerles llegar los cuentos narrados que una sola persona, que es una inspectora de Educación, distribuye. Eso redujo el ritmo de entrega de los cuentos a los jardines, esa es la realidad”, lamenta María del Carmen.

“Es muy lindo todo, pero tiene sus bemoles”, aclara sobre la situación, aunque sin perder el optimismo: “Igualmente los abuelos seguimos narrando, tratando de hacer lo mejor posible para que los cuentos queden bien, sean atractivos y no aburran”.

Marta levanta la mano para agregar que el tema de la pandemia tiene mucho que ver con la merma de los compañeros en engancharse, por una cuestión familiar. “Yo misma estoy viviendo ahora en Luján para darle una mano a mi hija con los chicos. Entonces me doy cuenta de que muchos abuelos, como pasó con Jorge y Liliana, tan comprometidos ellos con la literatura y la cultura con su trabajo en los jardines, tuvieron que dejar nuestro grupo porque nacieron nietos o porque tienen que dar una mano a sus hijos”.

Desde su punto de vista, otro motivo de que el grupo se haya reducido tanto, —de 60 a 15 personas estables—, “es la resistencia que tenemos a la tecnología, que es un gran trabajo neurológico con la computadora. Como el caso de Hilda que hoy está sufriendo porque no tiene señal y no puede conectarse, nos pasa constantemente”, comenta mientras una de las abuelas va y viene en los cuadrados de la pantalla.

Hay otro asunto fundamental que Marta quiere resaltar: “Durante el año, para poder trasladarnos a los jardines contamos con un seguro municipal, gracias a la profesora Vicky que fue la que impulsó e insistió para que así fuera, y eso es muy importante destacarlo porque teníamos una protección por cualquier cosa que nos pudiera pasar de camino a los jardines”.

VIAJERAS DEL PLASMA CON CUENTOS Y CANTOS

El voluntariado sigue a todo pulmón, sin recibir ayuda para la conectividad, pero con muchas ganas y entusiasmo para que nada los detenga. María del Carmen insiste en que “los cuentos han llegado a muchos lugares y eso sí es una ventaja y lo positivo de la pandemia”.

A su modo de ver, “el encuentro a través de la pantalla genera otro tipo de relaciones, que por ahí no existirían si no hubiera pasado esto”. “Lo interesante es que todos los abuelos pudieran apuntarse, aunque sabemos que cuesta bastante”, reconoce y aprovecha para invitar a todas las personas que estén en la búsqueda de una experiencia nueva.

Mientras el encuentro continúa con cuentos, versos, trabalenguas y cantos que reciben el aplauso de todas, un ruido de cacerolas y cucharas provoca carcajadas al unísono. Es Hilda que olvidó silenciarse: “Le estoy dando de comer a los perros, porque salimos a caminar y se largó a llover y tuvimos que esperar abajo de un árbol y ahora están hambrientos”, expresa a modo de disculpas. “Ya ven que acá puede pasar cualquier cosa”, siguen riendo las narradoras que se despiden con una canción que practican al final de cada clase para regalar a los chicos del mundo entero.

Ver más: , , , , , , , , , , , , , ,

25/07/2021