Martes 23 de abril | Mar del Plata
08/02/2015

“La Argentina sería un paciente al que le tendría mucho cariño”

Gabriel Rolón, el psicoanalista más popular de la Argentina, compartió con QUÉ detalles de “Historias inconscientes”, su libro más reciente. Aseguró que pacientes y lectores lo buscan para que escriba sobre la intimidad de sus vidas.

“La Argentina sería un paciente al que le tendría mucho cariño”
(Foto: Facebook oficial Gabriel Rolón)

Gabriel Rolón tiene en claro que a través de la publicación de sus libros, logró fundamentalmente tres cosas: llevar el lenguaje técnico del psicoanálisis a un idioma que todos pueden entender, despertar el interés por la terapia en personas que en muchos casos no tienen el hábito de la lectura y que sean sus propios pacientes quienes tras la intimidad de lo que se dialoga en su consultorio, le pidan que publique sus historias.

El psicoanalista más famoso de la Argentina estuvo en Mar del Plata para presentar su más reciente libro: “Historias inconscientes“, un trabajo similar a los que ya lleva publicados también en la editorial Planeta, aunque con tres palabras que acompañan al título y que definen la esencia de la publicación: “Vidas al límite”.

Historias inconscientes.inddEn este, su séptimo libro, Gabriel Rolón narra segmentos de sesiones con pacientes que llegaron a su consultorio con una fuerte angustia, al límite de cometer una locura. Así, al menos tres de los protagonistas de estas historias contemplaron el suicidio, según contó el autor.

Las adicciones, la discapacidad, el incesto, la histeria, una mentira guardada por años y un amor desmesurado al borde del homicidio que por poco lleva al psicoanalista a obligar a denunciar a propio su paciente, son tan solo algunos de los temas que Rolón seleccionó especialmente para “Historias inconscientes”, libro sobre el que compartió detalles con QUÉ durante una entrevista.

-A lo largo de estos años conseguiste despertar el interés de la gente en el psicoanálisis ¿Cómo creés que lo lograste?

-Tenés que tratar de quitar los tecnisismos y narrar de un modo atractivo. La mejor de las historias mal contada no sirve, pero una historia chiquita y bien contadam conmueve. En este libro que tiene historias tan fuertes, muchas personas me hablan de la que tal vez es la historia más liviana, la de Esteban, un padre adoptivo, pero que al lado de las tragedias de los demás fue como una pincelada de aire que le quise dar al libropara que no fuera tan dramático. Y sin embargo la gente quedó como enamorada de esa historia. El secreto de un autor está en contar bien las historias.

-¿Te cuesta resumir en pocas páginas la complejidad de una historia que se desarrolla en varias sesiones dentro de tu consultorio?

-Eso es tal vez lo más complejo, porque sabés que tenés que dejar mucho de lado y que solo vas a tener que tomar tres momentos de esa historia para cambiar el rumbo y centrarlos, contarlos y permitir que esa lógica de lo que ocurre dentro del consultorio, le resulte creíble a la gente.

-¿Cómo hacés para contar todas estas intimidades de tus pacientes sin romper ningún código de ética?

-En primer lugar se le pide autorización al paciente para escribir sobre él…

-¿Acceden sin poner resistencia?

-Sí, pero también elegís al paciente. No le pedís autorización a cualquiera. Hay muchos que sabés que no van a acceder o que les va a hacer mal. Por lo general no he tenido problemas con ninguno. Se tienen ciertos recaudos y recién ahí se publica. Y además yo siempre he sido muy meticuloso en eso. La serie de televisión que se hizo sobre “Historias de diván” se hizo con el auspicio del Departamento de Ética de la Unesco.

-Como dice el título, muchos de tus pacientes llegan a hacer terapia en una situación límite ¿Cuál es el primer paso para comenzar a ahondar en su inconsciente?

-Llegan con angustia. Y a la angustia hay que ponerle palabras para poder empezar a trabajar. Hay que sacar al paciente de la angustia inicial para abrir la posibilidad de que se presenten otros horizontes en el trabajo. La angustia primero te convoca a alojarla, a contenerla y después a hacer algo con ella.

-Una de las historias cuenta el amor desmesurado y al borde de cometer una locura de un psiquiatra que pidió hacer terapia con vos ¿Te toca seguido trabajar con pacientes que además son profesionales de la salud?

-Hasta los analistas nos analizamos. Consumimos lo que vendemos (se ríe). He tenido varios pacientes psicoanalistas o médicos. Los analistas suelen ser buenos pacientes, los médicos no. Tienen una cierta resistencia e incluso ellos mismos dicen que ni para las cuestiones médicas son buenos pacientes. Los psicoanalistas en cambio confían muhco en el psicoanálisis y entonces cuando nos tiramos en el diván lo hacemos confiados y conocemos la dinámica y el funcionamiento del psicoanálisis. Cumplimos con los horarios, pagamos las sesiones que no fuimos, avisamos antes si no vamos… entendemos cómo funciona esto y somos buenos pacientes.

-¿Por qué creés que la gente lee tus libros? ¿Todos necesitan hacer terapia o solo les atrae la intimidad de la vida de otros?

-A esos temas se acerca todo el mundo. La pregunta sobre el “¿por que?” de lo que nos pasa, la tenemos todos. ¿Por qué esta mujer eligió al otro y no a mí? ¿Por qué yo no? ¿Por qué hice algo y arruiné algo? ¿Por qué gente que quiero se tiene que morir? No importa, las preguntas son universales, válidas y necesarias de aquel que no solamente quiera ser un macho o una hembra de la especia humana. Todo aquel que quiera ser un hombre, tiene que tener preguntas, porque si no terminás siendo una especie de organismo viviente con una vida sin sentido, como la de aquellos que solamente están para alimentarse, dormir, procrear, subsistir y nada más. Por eso es que hay preguntarse sobre esta falta de sentido de la vida.

-Si la Argentina fuera tu paciente, ¿cómo lo tratarías?

-Yo amo mucho a mí país. Es un país joven. Argentina tiene 200 años nada más, en un contexto mundial complicado y ubicada como lo que se conoce como un país periférico, es decir, como el último eslabón dentro de los últimos eslabones de un sistema capitalista que es bastante perverso y esa situación nunca ha sido facil para ninguno de los gobiernos que tuvo la Argentina. No lo ha sido desde 1810 hasta ahora. Ni para la derecha ni para la izquierda, ni para el peronismo ni para el radicalismo. Pero yo miro con respeto a mi país. No formo parte de los argentinos que hablan de la argentintidad como algo negativo y dicen “y bueno, somos argentinos ¿qué querés?“. Yo estoy muy orgulloso… pero no se si la palabra es esa porque no se si uno puede estar orgulloso de lo que no le ha costado nada, porque a mí no me costó nada la Argentina, solo que mi madre me pariera. Pero miro con mucho respeto a un país que tiene una educación que es pública, una salud pública… que deberían funcionar mejor, pero sigue siendo un país donde la gente te ve mal y te pregunta “¿Qué te pasa?” Como decía Borges, seguimos soteniendo el único rasgo de argentinidad que es el culto de la amistad. La verdad no me parece que todo esté tan mal.

-Pero, ¿te duelen algunas de las cosas que pasan?

-Obviamente, porque me duelen como si fuera algo de mi familia o de mi pareja. Tenemos cosas que duelen, cosas que mejorar y que solucionar. Pero yo la quiero a la Argentina y sería un paciente al que le tendría mucho cariño.

Ver más: , , , , , , ,

08/02/2015