Viernes 19 de abril | Mar del Plata
17/05/2021

“Tapabocas”: un marplatense en la recopilación de textos sobre los primeros días en pandemia

Leandro Fernández Strifezza es uno de los autores seleccionados en el concurso Milena Caserola. “Querido Gregorio Samsa” es un relato de los primeros días de cuarentena.

“Tapabocas”: un marplatense en la recopilación de textos sobre los primeros días en pandemia

“Tapabocas” es un libro que recopila textos ganadores del concurso de Escritura Viral de la editorial Milena Caserola. En sus páginas hay poesías, cuentos y relatos que reflejan los primeros días de la cuarentena en el marco de la pandemia de coronavirus. Y uno de los textos ganadores es “Querido Gregorio Samsa”, del marplatense Leandro Fernández Strifezza, quien plasmó en una ficción la situación que atravesó en los días en los que las restricciones eran más estrictas.

“Tapabocas” tiene un valor de $700 y se puede encargar por Internet a través de milenacaserola.com con envío a domicilio, ya que la distribución en librerías comenzó hace pocos días. Se trata de una propuesta que nació en marzo bajo la consigna de incentivar la escritura de autores nóveles y reconocidos que pudieran plasmar aquello que transcurrió durante los primeros días de encierro, aislamiento social y cuarentena. Fueron seleccionados 32 relatos entre poesías, ensayos y cuentos.

Leandro Fernández Strifezza es psicólogo, escritor, actor y músico. Da clases de teatro en El Séptimo Fuego y además integra el elenco de “La Mueca”, de Tato Pavlovski, que este domingo se presentó en el escenario del Teatro Colón como parte del ciclo que organizó la Red de Salas Teatrales.

“El texto tiene forma de crónica. Es una especie de reporte o bitácora de las primeras semanas de la cuarentena dedicado a Gregorio Samsa, el personaje de Kafka que un día sufrió metamorfosis y terminó como cucaracha. Era lo que yo sentía, aunque no sabía en qué iba a terminar convirtiéndome”, compartió Leandro en una charla con Qué digital.

En marzo del 2020, cuando se anunció la cuarentena para prevenir la propagación de covid-19, el artista marplatense trasladó la angustia e incertidumbre a la narrativa. “Algunos de esos escritos los subí a Facebook y ahí mi amiga Silvana me dijo: ‘¿Por qué no los mandás a Milena Caserola?’. Lo hice y ahora están publicados en el libro, junto con otros 14 textos seleccionados de entre más de otros 400”, resaltó.

“La gente tiende a olvidar, y por eso está bueno ‘Tapabocas’, porque tiene esa frescura del primer momento, todos los textos tienen ese aura”, describió

-¿Cómo te enteraste del concurso y que te impulsó a anotarte?

-Del concurso me enteré por una amiga escritora. Yo venía escribiendo acerca de lo que pasaba con la pandemia en el mundo y en Mar del Plata. No sé de dónde salía la inspiración, creo que estaba muy tomado por los acontecimientos, la ansiedad la tenía al tope y sentía mil cosas a la vez, así que sentía una gran necesidad de contar y traducir esos sentimientos para compartirlos. Quería ver qué opinaban y sentían los demás ante tanta incertidumbre. Algunos de esos escritos los subí a Facebook y ahí mi amiga Silvana (que también resultó ganadora, en el rubro “Cuentos”) me dijo: “¿Por qué no los mandas a Milena Caserola?”. Lo hice y ahora están publicados en el libro, junto con otros 14 textos seleccionados de entre más de otros 400.

– ¿Te sorprendió que te seleccionaran?

-Claro que me sorprendió. Yo no los había escrito para ningún concurso. De hecho, plasmaban algunas ideas íntimas y experiencias personales que pensé que sólo iba a interesarle a les marplatenses. Pero al parecer el texto resonó con la situación que estaba atravesando el país, creo que eso fue lo que hizo que quedara seleccionado.

-¿Qué abordás en “Querido Gregorio Samsa”?

-El texto tiene forma de crónica. Es una especie de reporte o bitácora de las primeras semanas de la cuarentena, dedicado a Gregorio Samsa, el personaje de Kafka que un día sufrió metamorfosis y terminó como cucaracha. Era lo que yo sentía, aunque no sabía en qué iba a terminar convirtiéndome.

-¿Qué te interpeló en los primeros días con una cuarentena estricta?

-Vivo solo en un departamento planta baja donde no entra la luz, imaginate; lo primero que tuve que hacer fue inventar una manera de que el sol me pegara en la cara sin que me llevara preso la policía por salir de casa. En esas primeras semanas todo era así. La gente tiende a olvidar, y por eso está bueno “Tapabocas”, porque tiene esa frescura del primer momento, todos los textos tienen ese aura. Uno no sabía qué pasaba en la ciudad. Yo me imaginaba un escenario apocalíptico donde no había nadie en la calle. Por esos días tuve dos cruces con la policía bastante feos donde ellos se pusieron algo violentos, eso me puso peor, no lo podía entender. Ese choque entre la inocencia y la autoridad, el hecho de que sea judicializable que te encuentren en la calle sin una bolsa de supermercado. Todo se corría de eje, el surrealismo estaba entrando en las venas de lo cotidiano. A mí eso me resultaba muy intenso e inspirador. Hay algo de la situación que me daba ganas de explorar, me daba curiosidad.

Después de las primeras semanas conseguí un permiso de circulación, porque trabajo de psicólogo y tenía que visitar a algún paciente para llevarle medicación psiquiátrica. Entonces tuve la oportunidad de ver el panorama real de la ciudad, tenía carta blanca para circular y fue glorioso.

Otro momento inspirador fue cuando descubrí dónde escondía la llave de la terraza la vecina del primer piso. Alto regalo, poder ver el cielo cuando yo quería otra vez. Son ese tipo de cosas las que cuento en el texto, muy cruzadas por las asociaciones que me provocaban en relación a películas, autores, canciones.

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17/05/2021