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Ana Gallay, de la arena a ayudar a un comedor marplatense

La referente nacional del vóley de playa, radicada en la ciudad, mostró su faceta solidaria. Junto a uno de sus sponsors, apadrina uno de los tantos comedores que dan contención a los más chicos en los barrios.

Ana Gallay, referente nacional de vóley de playa, medallista panamericana y dos veces olímpica, nació en Entre Ríos pero vive desde 2012 en Mar del Plata, donde año a año se prepara en la costa para competir en el primer nivel internacional. A la ciudad que le da cobijo y condiciones de entrenamiento, la nogoyaense le devuelve el compromiso social con la ayuda a un merendero.

A sus 32 años, con dos Juegos Olímpicos en el lomo, un oro Panamericano, presencia en el circuito mundial y también un título de profesora de Educación Física, Gallay dejó por un momento de lado la playa, la pelota, y mostró una faceta distinta, precisamente en el barrio Nuevo Golf.

Por medio de una iniciativa de una de las marcas que la acompaña en su carrera, Huella Weber, Gallay eligió el comedor “Dulces Sonrisas” para dirigir la ayuda de la empresa en elementos para la construcción y mejorar uno de los tantos espacios de los barrios que se encargan de llegar donde el Estado no.

“Visité el merendero y me fui emocionada. Ver a chicos con tan pocos recursos poder estar en un lugar agradable y que se sientan bien te da mucha satisfacción”, cuenta quien pasó de ser aquella nena de campo a esta deportista reconocida, pero sin olvidar sus raíces ni las necesidades del medio en que se desenvuelve.

El programa de Weber Saint Gobain engloba a muchos deportistas de alto rendimiento y primer nivel nacional e internacional como Paula Pareto, Federico Molinari, Jennifer Dahlgren, Germán Chiaraviglio, Brian Toledo, Federico Grabich o Delfina Merino. “Me encantó poder empezar a formar parte. Ayudar al que más lo necesita me emociona”, comentó la Profe Gallay.

El compromiso con lo social nació en Gallay tiempo atrás, antes del profesionalismo, cuando ejercía la docencia en un pueblo campesino de su provincia natal: “Cuando me recibí agarré dos trabajos fuera de mi ciudad y uno de ellos era en el medio del campo, en Crucecita Octava, a 70 km de Nogoyá. Viajaba en moto por caminos de tierra y, como entraba a las 8, tenía que salir muy temprano, casi de noche, a las 6.30. Iba muy abrigada por el frío, pero era tan fuerte que igual me agarraban estados de hipotermia. A veces me bajaba y empezaba a correr hasta que transpiraba. Cuando se me pasaba un poco, le daba arranque a la moto y seguía. Llegaba congelada a la escuela”, relató.

En cuanto a lo deportivo, la referente del beach volley en el país, ahora con la sanjuanina Fernanda Pereyra como nueva compañera, quiere volver a los resultados históricos. Después de haber compartido con Virginia Zonta los Juegos Olímpicos de Londres y Río 2016 con Georgina Klug, ahora con Pereyra disputará la final sudamericana este mes y también una etapa del circuito mundial en Brasil, con la mira puesta en los Juegos Odesur y alargo plazo, claro, en Tokio 2020. Mientras se prepara para representar el país, también se da el lujo, como tantos otros deportistas, de ayudar.