Banfield y el desafío de florecer en medio de la crisis portuaria
Desde sus inicios, pasando por la fusión con Aldosivi y Talleres, llegando al título reciente en la Liga Marplatense, un repaso por la historia del Taladro local.
Nacido el 25 de mayo de 1941 en las entrañas del Puerto de Mar del Plata, el Club Atlético Banfield es una institución que nunca paró de crecer, cuyo deporte principal es el fútbol y -ubicado en uno de los sectores más críticos de la ciudad por la conocida crisis del Puerto– representa una vía de escape para cientos de chicos que encuentran contención en el Taladro. Con el tercer título conseguido en el pasado Apertura Joaquín Méndez, QUÉ realiza un repaso por la historia del campeón.
No es un club más en la ciudad. Con los tres títulos conseguidos en su historia en el fútbol doméstico (2001, 2004 y 2016), más la exportación de jugadores al fútbol de Primera División -y al mundo- como son los casos de Matías Vuoso, Diego Galeano y Nahuel Yeri, Banfield es un club de barrio que trascendió ampliamente las márgenes del puerto marplatense.
UN POCO DE HISTORIA
Banfield tuvo sus inicios en la insistencia de un grupo de jóvenes del sector portuario conocido en la década de 1940 bajo el nombre de Barrio Nuevo, un asentamiento de familias en su mayoría de origen español. Ese grupo de jóvenes estaba encabezado por Juan y Francisco Salvador, Antonio Medina, Daniel Rull, Antonio Sastre y Juan Rodríguez.
De todas maneras, esos chicos del emergente Puerto de Mar del Plata no disponían de canchas para las prácticas y ni siquiera tenían una pelota de tientos, como la que se utilizaba en aquellos tiempos, en lo que fue claramente un comienzo que costó trabajo y sobre todo constancia. Anecdóticamente, la primera cancha que utilizaron fue la de la Iglesia Sagrada Familia, pero solo cuando no estaba ocupada por los alumnos del colegio lindante o por el plantel de Talleres. Por su parte, la pelota que utilizaron en los primeros entrenamientos, era prestada por River, otro de los clubes de la ciudad.
A la hora de jugar el primer encuentro formal, lo hicieron bajo el nombre de Defensores de Termas Huinco, en relación a las aguas termales que funcionaban en los alrededores del barrio. En cuanto al color de las camisetas, las propuestas de la mayoría no salían de las preferencias por el azul y amarillo de Boca o el celeste y blanco de Racing Club.
Sin embargo, producto de contactos con los dirigentes de Banfield del sur del Gran Buenos Aires que eran habitués del Mar del Plata Golf Club -donde trabajaban algunos de los futbolistas/fundadores del Taladro local- y también motivados por la buena campaña que realizó Banfield en Primera División en esos años, finalmente se decidieron por los bastones verdes y blancos. En dicho partido, ante un equipo de un barrio cercano como Juventud Unida que significó la fundación del club portuario aquel 25 de mayo, los vecinos alentaban al equipo al grito de “Banfield” por su parecido al club porteño, y así adoptó para siempre el nombre que lleva hoy en día.
En los primeros años, el club tenía su sede en Triunvirato 776, a pocas cuadras de la actual y, en lo estrictamente deportivo, la primera competición formal en la que participó fue en los campeonatos de fútbol de los equipos de la zona del Puerto que el propio Banfield organizó desde 1951 a 1955.
En la Liga Marplatense recién pudo ingresar en 1956, en el marco de la dictadura militar autodenominada “Revolución Libertadora” que comenzó un año antes. En esos tiempos, la Liga fue intervenida y el presidente Rodolfo Danza llevó a cabo una reestructuración que implicó la inclusión de doce clubes, entre los cuales estaba Banfield, que recaló en la segunda división y logró el ascenso en el ‘59.
En 1976 se dio un acontecimiento particular como lo fue la fusión con otras dos instituciones portuenses: Talleres y Aldosivi. De todas maneras, el pacto no obtuvo los resultados esperados y dos años más tarde se disolvió e implicó la pérdida de la categoría para Banfield y Talleres.
Otro hecho que marcó la historia de Banfield fue la inclusión de las categorías infantiles de fútbol, que al día de hoy son vitales para mantener a más de 500 chicos lejos de la calle en un contexto de crisis para el Puerto marplatense, con índices de desocupación preocupantes.
Justamente por eso, muchas veces el club beca a los jóvenes–aproximadamente al 30%- para que, ante la imposibilidad de abonar la cuota, no abandonen la actividad. El comienzo de las categorías infantiles fue en 1986 y tuvo la particularidad de que una de las ellas participó de un torneo en Denver, Estados Unidos, en el cual obtuvieron un segundo puesto.
En cuanto a la actual infraestructura del club, el Taladro recibió en 1985 por parte Diego Ibáñez, exdiputado provincial, un subsidio de 3 millones de pesos y, con la colaboración de asociados se pudo construir el gimnasio que está hoy en día en la sede -de Triunvirato 1331- y donde día a día se practican gran parte de las actividades. Increíblemente, el gimnasio en su momento no contaba con los planos municipales presentados, pero de todas maneras el intendente Ángel Roig participó de la inauguración el 25 de mayo del año siguiente.
Además de Ibáñez, otro de los actores principales en la historia del club fue Pascual Baldino, uno de los inversores que motivó a Banfield a participar de su primer Torneo Argentino B, aportando el sostén económico para paliar los gastos en 1999. La segunda participación del club en los torneos de AFA fue en 2003, 2004 y 2005, a partir de una eliminatoria entre equipos de la zona cuya plaza fue ganada por Banfield, pero el gran gasto que implicaba presentarse en esos torneos los hizo bajarse de la competición una vez más.
RELACIONES CON EL BANFIELD PORTEÑO
En cuanto a las relaciones con el equipo del sur de Gran Buenos Aires, con el cual están en contacto desde la década del ’80, están las tratativas de un convenio más fuerte, que forje vínculos directos entre los dos clubes para mutuo beneficio.
El acuerdo facilitaría, por ejemplo, el ofrecer comodidades para equipos porteños en las pretemporadas mediante la finalización de los proyectos en la villa deportiva en Peralta Ramos. Además de poder soñar con posibles ventas de jugadores del club a su casa madre, ya que tiene antecedentes de ser un buen semillero de jugadores que pasaron por primera división y el mundo, como Diego Galeano, Matías Vuoso y Nahuel Yeri.
LOS DESAFÍOS DEL TALADRO
Esas experiencias en los torneos profesionales seguramente serán tenidas en cuenta por la dirigencia, encabezada por el presidente Juan Quesada, para decidir en los próximos seis meses si hacen uso de la plaza que le corresponde al Taladro para presentarse en el Federal C tras haber ganado el Apertura 2016, una experiencia que según Quesada “es una expresión de deseo de mucha gente, pero muy difícil de llevarla adelante. Dentro de seis meses, cuando llegue el momento y los aportantes, lo decidiremos”.
Además del dilema de la presentación o no en el Federal C, entre los proyectos a futuro, el más ambicioso es el de terminar el complejo deportivo de 14 hectáreas, inaugurado en 2011 con la Primera División, en el Bosque Peralta Ramos. Allí ya está iniciada la construcción de 24 habitaciones, una confitería para 400 personas, a diez cuadras de la playa, comodidades que serían un atractivo para aquellos equipos profesionales que vengan a hacer pretemporada a la ciudad, entre ellos, el Banfield porteño.
En caso de que se fortalezca el vínculo con el Banfield porteño que le dio parte de la identidad al club del puerto, el Taladro marplatense obtendría un gran impulso para seguir trabajando en la inclusión de más deportes y en el incremento de la infraestructura necesaria, en una de las zonas de la ciudad que más necesitan la presencia de clubes que logren la contención de los más chicos y los mantenga alejados de la calle a la que los arroja la crisis y el desempleo de Mar del Plata.
