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03/07/2022

Carlos De Los Reyes: un legado inquebrantable tras 46 años al frente de Al Ver Verás

El histórico dirigente del club marplatense deja la presidencia tras casi medio siglo. Cómo articuló su trabajo en la institución, con sus convicciones y la trama social.

Carlos De Los Reyes: un legado inquebrantable tras 46 años al frente de Al Ver Verás
Federico Iavagnilio

Por: Federico Iavagnilio

Lucho Gargiulo

Imagen: Lucho Gargiulo

El frío del invierno acecha y alrededor de las 15 -después de un almuerzo con su hermana como todos los días desde hace más de cuatro décadas-, Carlos De Los Reyes llega a su club, Al Ver Verás, su segunda casa, donde es recibido con mucha amabilidad y respeto. En el predio ubicado en el corazón del Parque Palermo ingresa a su oficina, prende una pequeña hornalla para poder aclimatar su espacio construido con sudor y amor, y sin esperar demasiado comenta: “Acá cada día que pasa podés escribir un libro completo y no te alcanza”.

Con 75 años cumplidos hace apenas semanas, y a dos meses de llegar a los 46 años como presidente de El Duende, Carlos De Los Reyes decidió este año dar un paso al costado en el cargo, “castigado” por tanto tiempo de lucha y trabajo, y dejar que su legado inquebrantable -para el club y para el propio barrio- continúe por la misma senda. Con nuevos intérpretes como quien lo sucederá en el cargo, Fernando Metz, espera que los ideales con los que condujo el club en las últimas décadas se sostengan en el tiempo, aunque también sabe que vivirá el resto de su vida por y para el club.

“Acá no cambia nada, porque los muchachos que van a estar de ahora para adelante entendieron muy bien lo que es el club y saben que el fútbol es un pretexto para nosotros. Esto es una trinchera de hace 50 años y hay que defenderla. A lo mejor nunca salimos de la trinchera para avanzar, porque no están dadas las posibilidades en este mundo, pero hay que defenderla. Y pocos se imaginan lo que se puede ayudar porque acá vemos la realidad. Acá no hay partido político, no hay organizaciones, no hay nada. Acá es el extremo del mundo”, fueron las primeras definiciones de lo que terminó siendo una extensa y profunda charla con Qué digital, una de las últimas desde su sillón de presidente.

Al Ver Verás es un club de Parque Palermo, a donde también concurren chicos y chicas desde Parque Hermoso y Las Heras. Una institución que convive y siente lo que es la pobreza y la desigualdad y lo que es no tener para comer. Claro está, ese presente se recrudece aún más si los que lo sufren son niños o niñas. “Antes decíamos, ‘esta es la segunda casa de los chicos’, pero no, eso es mentira. Es la única casa que ellos tienen”, menciona. “Acá se transmite amor por los poros”, agrega con emoción pero también angustia, e inmediatamente acaricia su mano izquierda con su palma derecha, algo encallecida y un poco endurecida por los años de trabajo en el club, en paralelo a su oficio de albañil.

DE BASURAL A PREDIO DEPORTIVO: CONTENCIÓN SOCIAL EN EL CORAZÓN DE LA NECESIDAD

Fundado en 1944, para septiembre de 1976 -fecha en la que Carlos De Los Reyes asumió como el mandamás de la institución marplatense- el club no contaba con el terreno. Años antes, ese lugar era una quinta, rodeada por pinos y eucaliptus. Luego, por diferentes razones fue vendida, y con los años comenzó a formarse un basural.

Tras un acuerdo con los nuevos dueños, esas tierras en la avenida Victorio Tetamanti quedaron en manos del club. De Los Reyes, astuto, le hizo un juicio a la Municipalidad ya que, según menciona, estaban en disputa 30 metros del predio que ahora ocupaba El Duende, demanda que finalmente el histórico dirigente ganó.

“La Municipalidad no quería pagar ni loco, entonces un día fui y les hice la propuesta de que si nos rellenaban, nos hacían la escritura y nos amojonaban el terreno, firmaba como que estaba pago. Y así fue, trabajaron como un año. Echaron 5.300 toneladas de tierra; 70 centímetros levantaron más o menos”, cuenta orgulloso aunque también suma, algo resignado: “Me quedaron debiendo algunas cosas, pero ya está”.

Antes de seguir el relato, De Los Reyes saca un cigarrillo. Es mentolado y, para romper la cápsula, aprieta el filtro contra la mesa con el encendedor, sin usar la fuerza de sus manos. Lo prende, se fuma dos pitadas y señala todas las reliquias que guarda a su alrededor, recordando hasta cuánto tardó en construir cada pared. “Para levantar esto estuve un año, para aquel de allá dos“, dice y cuando apunta a su costado izquierdo se detiene unos segundos, piensa con la mirada fija en la pared y exclama: “El salón grande tardé como siete años en hacerlo. ¡Pero ahora no podría ni comprar la puerta!“.

CONVICCIONES QUE NUNCA ABANDONÓ Y UNA INTENSA FORMA DE VIVIR PARA CAMBIAR “ALGO”

Con mucha convicción y una memoria prodigiosa, pero con un estado de salud decaído luego de algunas operaciones y años de trabajo forzoso, Carlos De Los Reyes después de más de cuatro décadas y media se corre de los papeles y deja el cargo de presidente a otra persona. Por supuesto que será solo en los papeles porque él es el primero que sabe que vivirá sus últimos años de vida por y para el club.

Hijo de militantes comunistas, su juventud no fue nada sencilla por la época en la que se encontraba el país, aunque esto nunca le impidió mantener sus pensamientos, creencias y hasta profundizarlas a lo largo de los años. “Yo soy un ser muy especial. Cuando estaba en la panza de mi vieja, mi viejo estaba en cana por comunista, por ser el secretario de la construcción en la época de Perón. Y todas esas cosas que fui mamando desde chico”, menciona.

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“Yo no vine acá para hacerme el revolucionario. Yo vine acá porque tenía hijos chiquitos y como les gustaba el fútbol yo los empecé a acompañar. El club me ayudó a educar a mis hijos, a mantener a mi familia porque yo tenía todo el tiempo ocupado, ni dormía. Y un día me di cuenta se me había ido la vida a la mierda, principalmente después de que se murió mi señora, que ni en pedo pensé que se me iba a ir primero ella antes que yo. Era una mujer que tenía mucha polenta”, recuerda con los ojos iluminados y una voz resquebrajada.

De Los Reyes analiza las formas de vivir y con aires filosóficos reflexiona: “Las personas que esperan un feriado o el fin de semana para salir no sé si viven, pero las que no tienen tiempo de pensar en el tiempo sí que lo hacen. Y yo la viví intensamente buscando la forma de mejorar algo. Todo lo que ves acá (por las instalaciones del club), que lo ves todo hermoso, lindo, fue hecho todo a pulmón. El problema fue hacerlo. Fueron 46 años luchando todos los días y lo poco que me quede de aire para vivir seguiré estando al pie del cañón porque hay muchas cosas importantes y por mejorar. Siempre decimos que con salvar a uno o dos chicos por año cumplimos el objetivo, ¡y nosotros sí que salvamos!”.

No me arrepiento de nada, al contrario, si tendría que volver a vivir tendría la misma vida

El fútbol es un pretexto, dice, y sus acciones así lo reflejan. Carlos De Los Reyes, además de ser una de las piezas importantes de un sostén para muchos chicos atravesados por diferentes vicisitudes en un contexto de vulnerabilidad, enseñó taller de herrería para los que dejaban el secundario y para todo el barrio, con la meta de que utilicen esos conocimientos como una herramienta para encarar la vida. Así, menciona varios ejemplos de chicos que gracias al aprendizaje de ese u otros oficios que también brindó pudieron trabajar y vivir -como mínimo- dignamente.

Sentado en lo que parece una cómoda silla, rodeado de su infaltable pava y edulcorante para endulzar el mate, con cenicero de metal a mano e innumerables trofeos y banderines por encima de su cabeza, De Los Reyes afirma que “encontrar equilibrio es de las cosas más difíciles para la vida del ser humano. Y acá en el club hay un equilibrio total. Acá en el barrio pasan cosas desagradables y con gente de todo tipo, desde delincuentes hasta un oficial de la policía. Acá le abrimos las puertas a todos. Pero lo bueno es que también suceden cosas hermosas. Salimos campeones en el ’98 con los pibes del club y ascendimos, algo que no pasaba desde el ’62. Ser campeón acá es muy difícil, por que los chicos que tenemos nosotros vienen a las 4 de la tarde después de haber laburado ocho horas en la construcción. Pero igual juegan, de alma, y lo hacen bien”.

Lo que sobra en casi 46 años son anécdotas, y ante la consulta de cuál es su favorita Carlos expresa: “Tengo una, que no la llamaría favorita pero sí que es la que más me impresionó. Fue en un entrenamiento cuando después de que entrenaba la primera lo hacían los nenes de 10 años. Estaban todos sentados y había uno que estaba parado, al que le digo ‘sentate querido’, pero no me daba bola. Claro, cómo me iba a dar bolilla si el nene se tapaba un pie con el otro para que no lo viera que tenía los botines atados con alambre. La vergüenza que tenía esa criatura no tiene gollete”.

SUPERAR CRISIS Y PAGAR DEUDAS CON SU PROPIO AUTO

A lo largo de los 46 años, y en muchos momentos en paralelo a lo que se vivía a nivel nacional, Al Ver Verás tuvo que sortear diferentes obstáculos y, más allá de ciertos casos en particular, sin dudas que los más complejos de eludir fueron los económicos. Con mucha templanza, personalidad y esfuerzo, los cientos de robos que sufrió el club y las deudas que acumuló, pudieron ser sorteados.

La crisis social, política y económica del 2001 golpeó de lleno en un humilde Al Ver Verás. Con muchas deudas, De Los Reyes pensó en mil formas de palear el momento de zozobra y ante la desesperación de que le remataran el terreno, vendió su camión para pagar las deudas y así no tener que cerrar el club.

Con el correr de los meses, y a raíz de una gran valentía, lentamente las cosas en el club fueron entrando en un curso ascendente. Pero los riesgos económicos volvieron a golpear las puertas en el 2008, cuando De Los Reyes sufrió en el Duende una nueva y fuerte crisis en la que volvió a dar en forma de pago un vehículo propio.

En esos años -recuerda- un jugador de Al Ver Verás se lesionó dentro del club y le hizo un juicio a la institución para que  abonara una operación muy costosa. Pero nuevamente Carlos De Los Reyes ganó la demanda, esta vez hecha en su contra. A pesar del resultado de la causa, el presidente tuvo que entregar su auto: “Igualmente le tuvimos que pagar los costos al abogado, ¿cuánta plata era?, el valor del auto que tenía en ese momento, por lo que directamente le entregué la llave”, menciona.

Desde luego, otro duro cimbronazo fue el del parate social, económico y deportivo que ocasionó la pandemia de coronavirus. Con el club cerrado, sin entradas del buffet y con un muy escaso y prácticamente nulo pago de las cuotas sociales, el club marplatense que se encuentra en el corazón de la necesidad pasó meses de mucha incertidumbre, con mayores vacilaciones que otras instituciones con mayor espalda.

Pero con mucha experiencia y la mentalidad de un hombre con el poder de entender que en la vida pueden ocurrir diversos contratiempos, para marzo del 2020 De Los Reyes tenía ahorrados algunos dólares que le sirvieron para solventar gastos fijos, que a pesar de que no había actividades sociales, el club por lógica debía pagar.

FERNANDO METZ, EL HOMBRE QUE EXPRIMIÓ EL LEGADO Y LA LUCHA

Momentos antes que De Los Reyes ingrese por la puerta del club para iniciar la charla, al costado de la entrada dos personas cavan un pozo y otras dos del otro lado de la cancha arreglan un alambrado: “Siempre hay cosas por hacer acá”, comenta uno de ellos, con guantes moteados y bien abrigado para resguardarse del frío marplatense.

Sucede que una de esas personas que arregla el alambrado y está “emponchado” es el propio Fernando Metz, quien hace 20 años se encuentra en el club y que será quien se convierta en el flamante presidente de Al Ver Verás tras el paso al costado de De Los Reyes.

Pocas personas como Fernando Metz escucharon, aprendieron y se contagiaron de los ideales de De Los Reyes. En él congenió el legado inquebrantable que impuso en el club desde hace décadas . Es por eso mismo que De Los Reyes le deja el “reinado” en sus manos, con numerosos objetivos sociales pero también estructurales, como la ansiada construcción de un gimnasio en el predio.

“Conocí Al Ver Verás por un conocido que me dijo que traiga a mi hijo a jugar. En un momento lo dudé porque me quedaba en la otra punta de Mar del Plata, pero terminé trayéndolo. Con el pasar de los meses lentamente me quedaba mucho tiempo en el club y los días de partidos me miraba todas las categorías porque me gusta mucho el fútbol y ahí fui conversando más y más con Carlos”, recuerda.

Ya en confianza, Metz fue el que propuso hacer una escuelita de fútbol de salón, lo cual le gustó a De Los Reyes y ahí fue que se creó la escuelita para los más chicos. En paralelo, además, le plantearon a Metz si quería dirigir la categoría 2001. “Cuando teníamos todo listo y acepté la propuesta faltaban los pibes”, se ríe y menciona que buscaron chicos por todos lados y en diferentes barrios de la ciudad.

“A un chico que necesita contención y apoyo y le falta para comer lo mejor es tenerlo en un club. Si está ahí y le das comida, espacio para que interactúe con otros, herramientas para crecer y lo guías con buenos consejos, el chico puede tener una vida digna”, expresa.

***

Con una transformación que no fue por arte de magia sino por un arduo trabajo de sol a sol durante casi 46 años, el club hoy cuenta con todas las categorías de fútbol masculino (la última en agregarse este año fue la preliga), cuatro de las cinco categorías del fútbol femenino -desde el club están en búsqueda de chicas para completar la división que falta- y hockey femenino, deporte que se brinda hace diez años y que, según recalcan, “crece a pasos agigantados”.

En promedio, alrededor de 200 chicos y chicas acuden todos los días a Al Ver Verás. Por más que De Los Reyes continuará yendo a su amada institución, ya no será más el presidente, aunque bien claro tiene que producto de un esfuerzo descomunal y una sabiduría y convicción que no abundan deja un legado inquebrantable en uno de los barrios más castigados de Mar del Plata. Y sabe que su club es un pequeño cobijo para aquellas personas que atraviesan momentos de extrema vulnerabilidad y necesidades tanto personales como laborales y educativas.

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