Martes 23 de abril | Mar del Plata
03/10/2021

Matías De Andrade: de hacer historia en Tokio a repensar la discapacidad

El nadador marplatense, entre su gran logro en Tokio 2021 y el rol del paralimpismo como una vía más hacia la inclusión de personas con discapacidad.

Matías De Andrade: de hacer historia en Tokio a repensar la discapacidad
(Fotos: Qué digital)
Federico Iavagnilio

Por: Federico Iavagnilio

“Aunque ya caí, a la medalla la veo todo el tiempo, significa tanto… soy parte de un porcentaje muy chico. La miro y digo ‘qué lindo sueño, qué lindo logro, qué realizado me siento’, manifestó Matías De Andrade, y no es para menos, el nadador nacido en Avellaneda pero marplatense por adopción tuvo que lucharla y sacrificarse durante muchos años y, pandemia de por medio, finalmente alcanzó en Tokio su principal ilusión y la de miles de deportistas, el ser medallista en unos Juegos Paralímpicos.

El nadador de 28 años pasó por la entrada de su querido club Once Unidos y, tras los saludos de chicos y chicas que escondían su alegría de cruzarse a uno de los deportistas paralímpicos del momento detrás de los barbijos, comenzó una larga y tendida charla con Qué digital en la que recordó sus comienzos deportivos, puso en palabras su gigante logro en suelo asiático y dejó su visión y mensaje para las personas con alguna discapacidad.

Solo en números, para dimensionar un poco el logro de Matute, el nadador se alzó con una de las 540 medallas plateadas distribuidas a lo largo de los 23 deportes que se practicaron en los últimos Juegos Paralímpicos, el mayor evento deportivo para el deporte adaptado y que, como los Olímpicos, solo se realizan cada cuatro años, aunque en esta oportunidad fueron cinco a raíz de la pandemia que puso en jaque al mundo.

Y De Andrade lo consiguió, ni más ni menos, que en los siempre combativos 100 metros espalda clase S6 de la paranatación con un tiempo de  1’15.40”, quedando a 2.68” de la medalla dorada obtenida por el chino Jia Hongguang, y por encima del croata Dino Sinovcic, quien culminó la prueba en 1’15.74”, muy cerca del argentino, a tan solo 0.34”.

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“Cuando estaba en Tokio y analicé a los rivales, sabía que tenía posibilidades de pelear por una medalla. Pensaba que iba a pegar un bronce pero finalmente fue una de plata”, confesó sus sensaciones en la previa de lo que sería finalmente el mayor logro de su carrera hasta el momento.

Pero todo se aclaró una vez que finalizó su carrera: “Cuando toqué la llegada y me vi segundo en la pantalla se me detuvo el tiempo y después, pensando que había quedado segundo, de pronto todo lo malo se me fue, aunque en ese momento me costó asimilarlo. Recién lo pude hacer cuando salí de la zona de la pileta, como 10 minutos después de correr. Ahí me abrazaron mis compañeros y se me cayó un mar de lágrimas por darme cuenta lo que había logrado. Inmediatamente me comenzaron a llegar los mensajes de mi familia, entrenadores, algo súper emocionante”.

Llegar a competir y vivir un Juego Paralímpico es el último eslabón de una lucha y trabajo constante de años, de sobrepasar diversos obstáculos e incluso la poca visibilización que suele darse a estos logros, teniendo en cuenta que, más allá del resultado deportivo, el paralimpismo reviste en sí un fuerte trasfondo social de inclusión y superación personal.

Ante esto, De Andrade dejó un mensaje a toda la sociedad y para las personas con discapacidad, con la intención de que se animen a encontrar mediante el deporte o cualquier actividad que sea de su interés una vida por fuera de la ‘zona de confort’: “La verdad es que mucha gente no se anima a realizar actividades o se siente en esa pseudo condena social y victimismo a la que se hace a la discapacidad. Es que la discapacidad tiene ese papel de víctima y por eso siempre se le busca lo más sencillo y fácil y eso tiene que cambiar”, alegó.

Matías De Andrade

– Claro está, este logro lleva un largo proceso de trabajo, ¿cuándo crees que comenzó todo?

– No sé bien cuándo fue el comienzo del ciclo de Tokio. Fue un poco en lo que fueron mis primeros pasos como profesional, en la experiencia de los Juegos de Río y mi incorporación al Club Once Unidos, institución que me adoptó como un deportista más. Año a año, con nuevos entrenamientos, uno veía buenos resultados y eso me daba más ganas de entrenar.

– ¿Cómo te sentías en la previa a la interrupción de los Juegos en 2020?

– En el 2018 tiro mis mejores marcas históricas en Alemania y Sheffield, en un año muy bueno y en el 2019 fue el boom de mi carrera deportiva, que fue con la medalla de oro en los Juegos Parapanamericanos y la de bronce en el Mundial. Ya con la reclasificación a los Juegos Paralímpicos y con todas las competencias que tenía, pudimos afianzarnos fuerte y con mucha confianza de sacar o pelear una medalla en Tokio.

– Pero luego de todo ese esfuerzo, llegó la pandemia y el camino tuvo que reacomodarse…

– Claro, todo el camino se vio frustrado con la pandemia. Ahí pasé de estar en mi mejor momento a uno de los peores. Uno en el año olímpico o paralímpico tiene la cabeza muy puesta en eso y de golpe todo eso se cayó, entonces, sufrimos un estrés muy grande por no poder competir en un Juego. Por eso planificamos una vuelta lenta y progresiva para evitar lesiones y volver a recuperar nuestro rendimiento, lo que fue estar en el tope de nuestras marcas. Una vez que pudimos entrenar fuerte, empezamos a ver qué iba a pasar con Tokio, ya que todavía no se sabía si se hacía. Por suerte, tres meses antes de los Paralímpicos competí en Alemania, en una competencia que me sentó las bases de dónde estábamos parados, pero la verdad es que había mucha incertidumbre tanto en lo personal como en los rivales.

– Los Paralímpicos se realizaron en Tokio, ¿cómo fue acostumbrarse al cambio horario de 12 horas?

– Esto por supuesto que estaba en los planes y por eso una semana antes a viajar a Tokio empezamos una especie de cambio horario europeo. Nos íbamos a dormir temprano, a eso de las 20 o 21 de acá y nos levantábamos a las 5 de la mañana para así después, cuando estábamos en continente asiático, solo era adaptar unas cinco o seis horas, como para que no sea tan brusco todo.

– Horas antes de llegar a esa final en la que te luciste y conseguiste tu mayor logro disputaste la serie para la clasificación ¿qué hiciste durante esas siete horas de diferencia entre serie y la gran final?

– Luego de la serie estaba muy contento por la marca que había logrado. Me bañé para bajar tensiones, comí, jugué un rato a los videojuegos y me dormí una pequeña siesta de 30-40 minutos. Luego ya tenía que volver para correr la final, para llegar dos horas antes al Centro Acuático de Tokio, lugar donde se realizaron todas las competencias de natación.

Somos alguien más que solo realiza deportes bajo unas condiciones diferentes

– Tras haber sobrepasado diferentes obstáculos y ser uno de los referentes del deporte paralímpico argentino, ¿qué mensaje dejarías acerca del paralimpismo?

– Yo viví la evolución del paralimpismo sin entender mucho y terminé convirtiéndome en el deportista que soy, y en mi caso fue gracias al proceso que viví. Pero la verdad es que mucha gente no se anima a realizar actividades o se siente en esa pseudo condena social y victimismo a la que se hace a la discapacidad. Es que la discapacidad tiene ese papel de víctima y es por eso que siempre se le busca lo más sencillo y fácil y eso tiene que cambiar. Aunque socialmente está cambiando, aún falta. Se está dejando lentamente la sobreprotección a las personas con discapacidad, este victimismo también lo estamos dejando de lado porque hay personas con discapacidad que llega a algo y dice ‘no somos víctimas’. Somos alguien más que solo realiza deportes bajo unas condiciones diferentes.

Además, quiero motivar a esa gente para que salga de la zona de confort, tan cerrado y pequeño y que se motive no solo para hacer deporte, sino cualquier cosa que realmente tenga ganas de hacer, ya sea estudiar, formar una familia o lo que le guste. Quiero achicar esa brecha y que se pueda ir de un lado hacia el otro.

Estos de Tokio fueron los terceros Juegos Paralímpicos que Matías De Andrade disputó en su carrera, después de los de Londres 2012 y Río 2016. A diferencia de los dos anteriores, en Tokio disputó dos carreras, algo que según explicó estuvo planificado. “Una de las cosas que incorporamos trabajando con mi psicóloga fue agregar una segunda carrera. El hecho de correr una carrera antes de la principal saca mucha ansiedad y te pone en el estado competitivo del torneo. Yo fui a competir a los 50 mariposa con una marca B y sabía de que los resultados allí no me iban a acompañar. Además, el sumar carreras y poder competir en dos pruebas en un Juego Paralímpico es un logro personal”, sostuvo el hijo de un ex combatientes de Malvinas.

Más allá de haber nacido en Avellaneda, haber vivido hasta el 2000 en Quilmes, luego en Alta Gracia (Córdoba) y la vecina ciudad de Miramar, su lugar en el mundo es Mar del Plata. Por supuesto que cuando regresó a la ciudad con la medalla plateada paralímpica colgada en su cuello, tuvo que cumplir el aislamiento correspondiente en el marco de la pandemia y las restricciones sanitarias impuestas en ese momento por el gobierno nacional. Luego, cuando volvió a pisar el Club Once Unidos, tuvo un recibimiento acorde a su logro.

“Me imaginé que los chicos me iban a hacer una recibida en la pileta, igualmente me mintieron porque supuestamente tenía una reunión con el presidente Horacio Taccone (risas). Ver a tantos chicos de los cuales charlamos y que me conocen de la pileta y me saludan… es muy lindo sentir que pasan, te miran y que sos el ‘súper héroe’ para los pibes y niñitos. Me emocionó eso, además de ver a mi equipo de natación que hacía mucho no los veía. Todo esto es un aire que motiva a todos, que lo levanta, los inspira y que le dan mas ganas de seguir entrenando. Desbordé de felicidad porque se que el club me quiere mucho pero cada día lo demuestran más”, dijo.

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En cuanto a la delegación que representó al país en la edición 16° de los Juegos Paralímpicos, consiguieron nueve medallas (seis de plata y tres de bronce) y 32 diplomas, logros que hicieron que Argentina se coloque en el puesto 63 del medallero. “A menos de los que me tocó a mí, fueron los mejores Juegos de la historia. Mucha buena participación en todos los deportes y a pesar de que conseguimos nueve medallas, Argentina tenía posibilidades de muchas más, pero por cuestiones deportivas de que el otro también busca la medalla se complicó ya que todos buscan lo mismo, pero tuvimos grandes resultados”, mencionó Matías De Andrade y cerró: “Esto te da ganas de seguir, sabiendo que hay que respetar los procesos tanto mentales como físicos, pero te da confianza para nuevos proyectos”.

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