Dictaminar justicia
Editorial QUÉ, en la radio
Un día algunas personas se despertaron y fueron jurados. Tuvieron que decidir sobre lo justo e injusto, incluso sobre el bien y el mal. De repente se les exigió que que fueran morales y correctos, como si la justicia fuera una cuestión de morales y correctos, claro.
Unas personas, que no se conocían, tuvieron que decidir sobre el futuro de otra persona que tampoco conocían. Juicio por jurados, es algo así. La pelota al pueblo y que deciden si es inocente o no. Humanizar las leyes, dotarlas de sentimentalismo o, tal vez, al sentimentalismo darle un marco de leyes para ubicarlo.
Un día unas personas, con sus mambos, miserias y aciertos, fueron encargadas de decidir si un hombre era culpable o inocente. Todos jueces en esta Argentina, aunque con distintos sueldos, claro. Todos empuñaron la espada de Damocles, aunque con distinto criterio. Todos capaces de decapitar al vecino y todos tan magnánimos para decir: “Te perdono, te equivocaste, sos inocente, vení”.
Un juicio por jurados terminó y los jurados, llorando, se abrazaron al hombre que declararon inocente. Sensibilizar la justicia, puede ser.
Doce personas se acostaron el miércoles soñando que un día fueron jueces e hicieron justicia.
