El próximo mes, exactamente en 30 días habrá otro tipo sentado en el despacho del intendente, una mujer (y no peronista) dirigiendo la Provincia y un hombre, no sabemos quién, en el sillón de Rivadavia, que vendría a ser como el sillón de los 40 millones.
Faltan 30 días para los cambios de gestión y parece poco para que los que tuvieron la manija de todo le pasen los elementos para cortar el bacalao a otro, que no sabemos cómo lo cortará exactamente, aunque sí sospechamos más o menos por dónde y a quién le repartirá primero.
A los que se van, en estos 30 días no vale mandar cualquier como si el fin de mundo fuera el 10 de diciembre; no se caguen en los que quedamos, no hipotequen el futuro, no nos jodan a los que no tenemos más remedio que vivir donde estamos y bancarnos al que ganó.
A los que ganaron, no muestren los colmillos porque van a poder morder durante cuatro años. No se venguen del pasado con los que estamos en su presente y no lloren de antemano, que ya sabían que la papa estaba caliente mucho antes de agarrarla.
Y los que todavía no ganaron, quién sabe, suerte y éxitos para el que le toque. El 11 de diciembre empieza el examen, si les va bien, aprobamos todos.