Sábado 20 de abril | Mar del Plata
05/05/2019

Juicio Subzona 15: “Lo tuvimos que tirar, no servía”

Rolando Garelik recordó que esa respuesta le dieron al suegro de su hermano Hugo, que fue secuestrado el 29 de noviembre 1977 y permanece desaparecido. Él también fue secuestrado aquel día, pero fue liberado horas más tarde.

Juicio Subzona 15: “Lo tuvimos que tirar, no servía”
(Fotos: archivo / QUÉ Digital)

El 29 de noviembre de 1977 Rolando Garelik tenía 17 años y estaba a un día de terminar la escuela secundaria. Su hermano Hugo tenía 29 años, se había casado y mudado de la casa familiar recientemente a un departamento ubicado en la avenida Independencia al 800. A unos pocos metros de ese edificio ambos fueron secuestrados aquel día por militares vestidos de civil luego de que los subieran con algunos minutos de diferencia a dos autos. A Rolando lo tuvieron unas cuantas horas encapuchado, le dijeron que no siguiera el camino de su hermano y lo liberaron. De Hugo, que era militante del Partido Comunista Revolucionario y del Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda (Faudi), no se supo nada más y actualmente permanece desaparecido.

Por el secuestro de ambos, Rolando declaró como testigo en el juicio por delitos de lesa humanidad que se lleva a cabo desde el año pasado en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata y que tiene a 43 imputados por delitos cometidos en la Subzona 15 -ámbito jurisdiccional, compuesto por las áreas 15.1 y 15.2- y en los centros clandestinos de detención conocidos como “La Cueva” y Base Naval. Y como parte de su relato el hombre recordó algo que un alto mando militar le respondió al suegro de su hermano cuando por aquellos años intentó saber cuál era su situación, en medio de la incertidumbre: “A su yerno lo tuvimos que tirar, su yerno no servía”.

Hugo Garelik era socio junto a su tío de la mueblería “Monarca” –ubicada en Independencia entre Gascon y Falucho– y su padre había fallecido a principios de 1977. El 29 de noviembre de ese año junto a su hermano Rolando se tomaron un taxi desde la mueblería hasta el departamento en el que Hugo vivía junto a su esposa, Libertad, ubicado en la avenida Independencia al 800.

Al llegar a destino, la puerta derecha del taxi -lado en el que se encontraba Hugo- fue abierta por un individuo vestido de civil, quien lo agarró de un brazo y lo subió en la parte trasera de un Citroën rojo. “Avisale a Libertad, avisale a Guillermo”, le gritó a su hermano Rolando, tal como relató este último detalladamente en el juicio, mientras a él lo tomaban del pelo y le apoyaban la cabeza contra una columna pidiéndole que no mirara.

hugo Garelik

Hugo Garelik

“Fue todo muy rápido, porque le pagó al taxista y ya la puerta le abrió otro señor. Fue muy raro, no alcanzamos a reaccionar“, expuso Rolando ante los jueces Roberto Falcone, Mario Portela y Alfredo Ruiz Paz y ante preguntas de los fiscales Eugenia Montero y Nicolás Czizik. Y así lamentó que lo último que le escuchó decir a su hermano fue que le avisara a su esposa que se lo habían llevado.

Cuando se llevaron a Hugo, a Rolando lo dejaron allí y se fue hacia el edificio y habló con la encargada que vio todo. “Cometí el error de quedarme ahí, de permanecer en el lugar en vez de subir al departamento”, lamentó en el juicio. Es que pasados unos cinco minutos volvió un auto Dodge 1500 y desde allí un hombre le pidió que se acercara, Rolando obedeció, su subió al auto e inmediatamente le pusieron una capucha de color negra y le ordenaron que se acostara en la parte trasera del auto.

Tras ser llevado a un centro de detención y ser interrogado durante varias horas, siempre con la capucha puesta, Rolando sería liberado.

“Cada tanto venía alguno a preguntarme quién era Guillermo y quién era Libertad. Guillermo era mi tío, nuestro socio. Libertad, mi cuñada y yo de ella no me acordaba el apellido, por eso insistían”, recordó.

Asimismo, relató que como parte del interrogatorio -realizado con música de fondo como para que no se percibieran otros sonidos del lugar y siempre con la capucha puesta- también le preguntaban qué hacía él a lo que les respondía que estaba a un día de terminar de cursar el secundario. “En una parte me decían que mi hermano les decía una gran cantidad de barbaridades y que ojalá que yo no siguiera su camino, que era joven, que tenía futuro”, señaló.

“Me decían que si alguien me preguntaba por qué habían detenido a mi hermano tenía que decir que era por asuntos de negocios. Y cada tanto entre ellos decían ‘este no tiene nada que ver'”, sumó Rolando a los recuerdo de su secuestro que terminó en la madrugada. “Ni una palabra de esto, te vamos a llevar, y acordarte que vos tenés que ser el hombre del mañana”, fue otra de las frases que el hombre recordó que le dijeron antes de liberarlo.

JUICIO LESA HUMANIDAD MEGA CAUSA SUB ZONA XV  (2)

Para concretar la liberación, en numerosas oportunidades le dijeron que una vez que lo bajaran del auto tenía que caminar sin mirar atrás. “No se te ocurra mirar atrás”, le advertían y así fue que lo dejaron en la esquina de San Luis y Vieytes, a tres cuadras de su casa, donde fue recibido por su madre y por su cuñada Libertad.

Justamente en una charla con ella, varios años después, hacia 1984, Rolando conoció una respuesta que había recibido el suegro de Hugo de un alto mando del ejército con quien llegó a hablar para saber sobre el destino de Hugo, de quien no supieron nada más desde aquel día, pese la búsqueda insistente. “A su yerno lo tuvimos que tirar, su yerno no servía”, recordó que le relató Libertad sobre lo que había recibo su padre como respuesta.

 PERSECUCIÓN Y ALLANAMIENTOS PREVIOS 

En su detallada declaración en el juicio, Rolando recordó que la persecución contra su hermano se había iniciado antes de aquel 29 de noviembre de 1977. Así puntualizó que en 1976 la casa familiar donde todavía vivía Hugo por entonces había sido violentamente allanada en dos oportunidades y en ambas preguntaban y lo buscaban a él.

Así, Rolando habló de “dos intentos de secuestros antes del secuestro final” y recordó que uno fue alrededor de junio de 1976 y el segundo en septiembre. “En ninguno de los dos casos encontraron a mi hermano, estábamos mi mamá y yo. Revisaron muchas cosas y se fueron”, expuso.

Asimismo, recordó que tras aquellos procedimientos y por consejo de su madre y a partir del conocimiento de que un joven en una situación similar lo había hecho y había sido dejado en libertad rápidamente, Hugo se presentó en el GADA 601 (Grupo de Artillería Antiaéreo) y allí lo tuvieron detenido alrededor de un mes hasta que lo  liberaron el 7 de octubre de 1976, dos días antes de su cumpleaños.

“Lo liberaron y pensamos que nunca más iban a venir a casa por un intento de secuestro o a buscarlo”, lamentó Rolando y recordó que a partir de aquella liberación Hugo dejó por completo su militancia en el Partido Comunista Revolucionario y en el Faudi. “Prácticamente no volvió a tener más contacto con sus compañeros de militancia”, expresó respecto al miedo que ya sentían y que terminaría por transformarse en un horror que se mantiene hasta el día de hoy.

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