Jueves 28 de marzo | Mar del Plata
09/09/2015

“La CNU fue el pelotón de avanzada del terrorismo de Estado”

Luis María Rafaldi declaró, al igual que otros dos testigos, en el marco de una nueva audiencia del juicio contra once integrantes de la Concentración Nacional Universitaria a acusados de perseguir y asesinar a opositores políticos.

“La CNU fue el pelotón de avanzada del terrorismo de Estado”
El exfiscal GUstavo Demarchi fue apuntado por los testigos por su accionar. (Foto: archivo / QUÉ Digital)

Por Federico Desántolo / Infojus Noticias

Cuando ingresó a la sala de audiencias, el testigo barrió con la mirada el banquillo de los acusados y luego se acomodó en la silla frente a los jueces. El ex campeón mundial de patín carrera,  y ex militante de la Juventud Universitaria Peronista, Luis María Rafaldi, declaró por más de dos horas este martes en una nueva audiencia frente al Tribunal Oral Federal de Mar del Plata que juzga a once civiles acusados de conformar una asociación ilícita destinada a eliminar militantes políticos de izquierda antes del golpe de Estado.

Por más de cinco años la vida de Rafaldi estuvo signada por la Concentración Nacional Universitaria (CNU) y pudo ver cómo la agrupación de ultraderecha peronista se convirtió en un grupo parapolicial que en 1974 realizaba detenciones clandestinas y para 1976, había cometido al menos ocho homicidios. Como agrupación de origen fascista que contaba con el apoyo del Estado, “la CNU fue el pelotón de avanzada del terrorismo de Estado”, explicó el testigo.

En 1971, Rafaldi participó de la asamblea en la que mataron a Silvia Filler, la estudiante de Arquitectura, asesinada por la CNU dentro de una Universidad. Algunos de los involucrados en aquel crimen hoy están sentados en el banquillo de los acusados. “Yo era delegado de primer año de Arquitectura y participé de la asamblea. Un grupo de alumnos y de integrantes de la CNU ingresaron para interrumpir la asamblea. Dos compañeros fueron heridos en las piernas y Silvia recibió un disparo en la cabeza y murió”, relató ante los jueces Víctor Bianco, Elvio Osores Soler, Luis Imas y Alfredo Ruiz Paz.

La declaración de Rafaldi fue clave para la causa judicial iniciada por el crimen de Filler y eso lo convirtió en blanco de la CNU. La agrupación de ultraderecha publicó una carta abierta en febrero de 1972, en la cual daba su versión de los hechos y mencionaba con nombre apellido, número de documento y dirección, a doce testigos del crimen, entre ellos, Rafaldi.

El testigo narró que en 1974, la Universidad provincial había cambiado a sus autoridades y fue copada por la CNU a través de Josue  Catuogno, designado rector, y de Eduardo Cincotta y Gustavo Demarchi,  nombrados secretario general y coordinador académico respectivamente. Eso significó que todos aquellos docentes y no docentes que militaban en las agrupaciones de la tendencia revolucionaria del peronismo fueran  cesanteados. Rafaldi perdió su trabajo como alumno docente en abril de 1975.

Para los fiscales, los once civiles acusados, conformaron una asociación ilícita comandada por el exfiscal Gustavo Demarchi destinada eliminar a opositores políticos vinculados a la tendencia revolucionaria del peronismo. En este primer juicio se investiga la participación de los imputados en lo que se denominó el 5×1: la madrugada del 21 de marzo de 1975, los integrantes de la CNU vengaron la muerte de su líder, el abogado y empresario Ernesto Piantoni, emboscado y asesinado por un comando de Montoneros. Durante la noche mataron al cirujano Bernardo Goldemberg, al teniente primero (RE) Jorge Videla, sus hijos Jorge y Guillermo y a Enrique “Pacho” Elizagaray, hijo del senador provincial del Frejuli, Carlos Elizagaray, y referente de la JUP marplatense.

Para Rafaldi la muerte de Pacho Elizagaray fue un golpe muy duro. Eran amigos, vivían y militaban juntos. “Cuando matan a Piantoni nos dicen que debemos cuidarnos por nuestra seguridad porque habían salido de Buenos aires y La Plata varias personas para vengar la muerte su Piantoni. Yo me encuentro con Pacho y nos despedimos. Nunca pensé que se iba a esconder en la casa de sus primos. Era una casa familiar, un lugar conocido porque sus primos también militaban”, lamentó el testigo.

CINCO POR UNO

Sobre los crímenes del 5×1, Rafaldi aseguró que fue gente de la CNU local, que recibieron apoyo de afuera. Contaban con el apoyo de distintos organismos del Estado sino no se entiende como 30 personas podían poner en vilo a la ciudad”, reflexionó.

En agosto de 1975, Rafaldi y su novia fueron detenidos por una persona armada y de civil que había salido de la Facultad de Arquitectura. Los llevaron a un subsuelo del edificio y allí permanecieron por casi dos horas. El destino del testigo fue la comisaría primera, donde estuvo detenido durante una semana. Durante la detención fue interrogado bajo tortura en al menos tres oportunidades. Una semana después apareció el juez González Echeverri quien aceptó la declaración que le habían arrancado a Rafaldi con picana eléctrica. Además le dijo que se olvide de las torturas si quería quedar en libertad. También supo que el fiscal de la causa era Gustavo Demarchi. “Demarchi era un ideólogo de la CNU. Fue el heredero natural del liderazgo después de la muerte de Piantoni”, concluyó.

Con excepción de Juan Carlos Asaro y Roberto Justel, Rafaldi aseguró que el resto de los imputados formaron parte de la CNU.

Carlos Cervera y Rafaldi tienen un pasado en común. Los dos estudiaron Arquitectura y tuvieron que dejar la carrera por la persecución que ejercía la CNU contra los militantes del peronismo revolucionario en la Universidad. Estuvieron en la asamblea cuando asesinaron a Silvia Filler y padecieron a Demarchi como fiscal.

Cervera fue detenido en julio de 1975. Como era costumbre el fiscal federal, a través de la Ley 20.840 lo acusó de portación ilegal de explosivos, arma de guerra y asociación ilícita. Fue alojado en la comisaría cuarta e interrogado bajo tortura. “Cuando llegó la defensora oficial, Ana María Teodori tomó la declaración que me habían sacado bajo tortura”, recordó el testigo.

Ese fragmento de la declaración fue elevado por el presidente del tribunal para que se inicie una investigación para determinar la responsabilidad de Teodori, quien ya se encuentra procesada por otros casos similares.

Demarchi le pidió 16 años de prisión, en base a una declaración brindada bajo tortura. El juez lo condenó a ocho y la Cámara de Apelaciones, ya en época de dictadura militar, bajó la sentencia a 6. “La relación con la Justicia era relativa, no hacía nada para velar por nosotros”, señaló el testigo.

CNU

EL CRIMEN DE DANIEL GASPARRI

A los crímenes cometidos la madrugada del 21 de marzo de 1975, se sumaron el asesinato de Daniel Gasparri y Jorge Stoppani el 25 de abril de ese mismo año y el secuestro y posterior homicidio de María Del Carmen Maggi, el 9 de mayo.

Susana Salerno ingresó con la mirada en el suelo. Antes que pronunciara la primera palabra, le salió un llanto contenido y un pedido de justicia por las ocho víctimas supuestamente asesinadas por los imputados que la miraban desde un costado de la sala de audiencias.

Salerno tuvo que reconocer a su novio el 25 de abril de 1975 en la morgue. La noche anterior había sido secuestrado junto a su amigo Jorge Stoppani por una patota de la CNU. Los dos fueron acribillados, pero con Gasparri se ensañaron. Lo metieron en su propio auto y lo prendieron fuego.

La causa por el doble homicidio cayó en la fiscalía federal a cargo de Demarchi y en la cual trabajaba unos de los supuestos asesinos de Gasparri, Eduardo Salvador Ullúa. La causa nunca avanzó. Y como todos los crímenes que se le endilgan a la CNU, fueron archivados en tiempo récord. “Nunca nos llamaron de la Justicia”, aseguró  Salerno frente a los jueces.

La testigo conoce muy bien a la CNU. Para saber qué había pasado con su novio se acercó todo lo que pudo a la agrupación de ultraderecha. “me milité casamientos, cumpleaños y velorios de sus miembros porque necesitaba saber que había pasado con Daniel no podía creer que lo hubiesen quemado de esa manera”, explicó Salerno.

En el velorio de Carlos “Flipper” González, un pistolero de la CNU que murió cuando intentó matar al diputado sanjuanino Ramón Rojas, Salerno se encontró con Mirta Masid, viuda de González y hermana de una compañera del secundario.

Después de 32 años, Masid confirmó las sospechas de Salerno. Le dijo que González había asesinado a Daniel y que le había entregado el reloj que  llevaba la víctima en el momento del crimen.

Masid le comentó a la testigo que el día de la muerte de Gasparri se dio cuenta que González era un asesino y que  había cometido muchos crímenes. Incluso lo reconoció días después en el identikit que se hizo para capturar a uno de los secuestradores de la decana de la Facultad de Humanidades,  “Coca” Maggi. A pesar del evidente identikit que apuntaba contra los miembros de  la CNU, Demarchi archivó la causa. Tampoco la reabrió cuando 8 meses después, apareció el cuerpo de Maggi en cercanías de la laguna de Mar Chiquita.

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09/09/2015