Martes 23 de abril | Mar del Plata
05/02/2016

A la espera del juicio, Oviedo detenido y su hijo internado

La causa contra el exdelegado de la Uocra que mantuvo cautivos a su hijo y su mujer en un calabozo fue elevada pero aún no hay fecha para el juicio. Las víctimas siguen en el psiquiátrico del HIGA.

A la espera del juicio, Oviedo detenido y su hijo internado
Edgardo Oviedo encerró en un calabozo en el fondo de su casa a su hijo durante casi dos años (Fotos: archivo/QUÉ Digital)

Desde hace cinco meses Edgardo Oviedo pasa sus días encerrado en una celda de la Unidad Penal Nº 44 de Batán. El exdelegado de la Uocra imputado por el delito de “reducción a la esclavitud y servidumbre” por mantener cautivos a su hijo y a su mujer (ambos con severos trastornos psicológicos) en un calabozo clandestino durante casi dos años espera que la Justicia defina cuándo comenzará el juicio: la causa ya fue elevada y la pena que contempla el delito va desde los 4 a los 15 años de prisión.

Oviedo encerraba en una precaria jaula montada en la parte trasera de su casa ubicada en Los Naranjos 4045 a su hijo Gerardo (33) y por las noches también a su esposa, de 61 años. Al día de hoy ambos permanecen internados en el área de Psiquiatría del Hospital Interzonal General de Agudos con daños psicológicos que se presumen irreversibles.

En horas de la tarde del 4 de septiembre del año pasado varios móviles policiales arribaron al domicilio de Oviedo. Dos de sus hijos habían radicado el día anterior una denuncia en la Comisaría de la Mujer en la que daban cuenta de lo que ocurría en esta vivienda del barrio Las Dalias.

La orden de allanamiento requerida por el fiscal Alejandro Pellegrinelli había sido aprobada por el juez de Garantías Saúl Errrandonea y se hizo efectiva cerca de las 15. El precario calabozo en el que Oviedo mantenía cautivo a su hijo desde hacía dos años dio lugar a que varios medios hicieran paralelismos inmediatos con el final de la película “El secreto de sus ojos”.

EDUARDO OVIEDO ENJAULADOR 02

El personal policial encontró que la jaula de madera, chapas, ladrillo y rejas guardaba una importante cantidad de materia fecal del joven, además de jeringas, nafta y comida para perros que el hombre les suministraba a su propio hijo, entre otros pocos alimentos. “Nunca vimos nada así”, comentaban los efectivos durante el allanamiento.

Según confiaron fuentes policiales a partir del relato de los otros hijos, Oviedo lo obligaba a ingerir el combustible para que se durmiera. La jaula contaba con una pequeña abertura a través de la cual Oviedo le pasaba mate cocido y trozos de pan a su hijo.

La tarde del allanamiento, al escuchar las sirenas el hombre de 66 años que durante los ’70 había sido delegado de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) intentó sacar del calabozo a su hijo para ocultar inútilmente el horror: la maniobra no le funcionó, fue detenido y trasladado a la Unidad Penal Nº 44 de Batán, acusado de “reducción a la esclavitud y servidumbre” y se negó a declarar. A fines de septiembre la Justicia de Garantías le otorgó la prisión preventiva.

Gerardo Oviedo, la principal víctima del caso, fue trasladado de inmediato al HIGA, donde al día de hoy, cinco meses después, sigue internado en el área de Psiquiatría. Presenta un “severo retraso madurativo” (prácticamente no habla) y se somete periódicamente a un tratamiento de quimioterapia debido al cáncer de testículos que padece.

Su madre, en tanto, también quedó bajo tratamiento psiquiátrico en el mismo nosocomio desde entonces.

EDUARDO OVIEDO ENJAULADOR 01

Semanas atrás la causa fue elevada a juicio oral pero hasta el momento, según confirmó el fiscal Alejandro Pellegrinelli en diálogo con QUÉ, no se fijó una fecha para su inicio pero “seguramente el proceso se llevará a cabo este año”. El delito del que se lo acusa contempla penas de 4 a 15 años de prisión.

“EL ESTADO ESTUVO AUSENTE”

Para el fiscal del caso, el trasfondo social, la realidad intrafamiliar y la complejidad de los hechos hacen que los daños producidos en las víctimas sean “posiblemente irreversibles”.

Sería difícil creer que una persona de más de 30 años con un fuerte retraso madurativo que durante dos años fue encerrada en un calabozo clandestino en el que se le proporcionaba nafta y comida para perros pueda volver a insertarse en la sociedad y llevar adelante una vida normal.

Entre los datos que alimentan el horror del caso, Pellegrinelli indicó que “la última vez que la familia había llevado al joven al médico había sido a sus 8 años y hoy tiene 33”.

Algo similar ocurre con su madre, de más de 60 años. “La  mujer es una paciente psiquiátrica aguda. Según los vecinos, hace tiempo estaba mal. La veían deambular por el barrio casi perdida. Dicen que se iba caminando de Las Dalias al HIGA porque sí, esa era parte de su rutina. Luego algunas noches también era encerrada por su marido. Entonces, ¿cómo se recupera esa mujer?”, apuntó el fiscal.

Para Pellegrinelli, más que a una opinión es sentido común: “El Estado estuvo ausente en la vida de esta familia. Hoy esa ausencia se paga con un daño irreversible con un trasfondo muy complejo que no se resuelve con ninguna condena que la Justicia pueda aplicar”.

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05/02/2016