Miércoles 24 de abril | Mar del Plata
22/01/2017

“El kirchnerismo ha sido una mafia en manos de delirantes”

En “La década sakeada”, Fernando Iglesias compara al kirchnerismo con el fascismo. Sostiene que su libro “es un granito de arena para que ese delirio no vuelve nunca más”. Dice que Macri “no ajustó” y que “gobierna razonablemente bien”.

“El kirchnerismo ha sido una mafia en manos de delirantes”
(Fotos: Lucho Gargiulo / QUÉ Digital)

Si la interpretación literaria de la política argentina fuera una consola de audio, el periodista, escritor y exdiputado (Coalición Cívica) Fernando Iglesias conoce bien qué botones presionar, en qué momento subir el volumen, cuándo dar aire, calibrar el retorno y dónde hacer silencio. En un diálogo abierto con el lector, en La Década SaKeada no solo compara al kirchnerismo con el fascismo o con un “totalitarismo incompleto”, sino que arremete en más de 500 páginas con una pluma filosa contra Néstor y Cristina Kirchner. Sabe exactamente dónde está la llaga y presiona hasta que la consola se manche de pus.

Sin reparo, acusa al matrimonio Kirchner de delirante, monarca y líder de una mafia para robar recursos y enriquecerse. Dice que Hebe de Bonafini “siempre fue fascista” pero que el kirchnerismo “la usó” y que Estela de Carlotto “manchó los pañuelos”.

Dice también que el gobierno k “fue un deliro”, sostiene que Cristina Ferández de Kirchner “tiene que estar presa” y hasta valora que exista una grieta entre los argentinos. Sabe bien que escribe principalmente para quienes se oponen al kirchnerismo y que la gente elige literatura política por sentirse “desrepresentada”. “La Década SaKeada: memoria y balance de una catástrofe nacional y popular” está hoy entre los libros más vendidos de la Argentina.

El libro se publicó en diciembre y rápidamente se ubicó en el segundo lugar de las ventas. Dice irónicamente que “nunca superó a Ludovica Squirru y al horóscopo chino” pero espera que en este 2017 “la gente recobre la normalidad”. Iglesias pasó por Mar del Plata, presentó su libro en el hotel Costa Galana dentro del ciclo “Verano Planeta”, accedió a ser entrevistado por QUÉ y fiel a su estilo, lapidó con frases ácidas al modelo que gobernó la Argentina entre el 2003 y el 2015. De allí en adelante, a su entender, “Macri viene gobernando razonablemente bien”. A veces las páginas suenan en estéreo, pero varias veces en mono.

-El libro está repleto de duras críticas hacia el matrimonio Kirchner desde la primera página y está planteado como un diálogo con el lector…

-La búsqueda de la verdad está en el diálogo con otro, eso es parte de la histórica filosofía occidental. Pero además de dialogar con el lector, busco analizar cómo se ve lo que planteo desde el lugar opuesto, es decir en este caso quienes apoyan al kirchnerismo, porque es una forma de respetar las opiniones de los demás. Yo creo que el kirchnerismo fue un desastre, pero si escribo un libro sobre el tema no puedo no considerar cuáles serían los argumentos de quienes defienden ese proceso político.

-¿Qué respondieron los lectores a ese diálogo antikirchnerista que abriste a través del libro?

-Mis dos últimos libros son “muy twitteros” en el sentido de ser un ida y vuelta entre lo que pienso y lo que creo que alguien podría objetar. Twitter es la versión posmoderna y líquida, como diría Bauman, del diálogo socrático. Y las opiniones son divididas. La Argentina está dividida por una grieta.

-Esa grieta está muy representada en las redes sociales…

-Pocos países tienen dos visiones tan marcadas como la que tenemos nosotros. La diferencia política en dos o tres grupos es característica de toda democracia madura, no hay que asustarse con eso. Pero en Argentina la forma de ver la realidad de los grupos kirchnerista y hasta peronistas y el resto de la sociedad, son muy opuestos.

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-¿Tus libros los eligen los dos sectores antagónicos de la sociedad que señalás?

-No creo. Me parece que tengo una absoluta mayoría de lectores favorables a mi posición. Ya el libro anterior estaba pensado para los jóvenes a quienes se les había vendido una historia sobre el peronismo que ellos no habían vivido y muchos me dijeron que no sabían muchísimas cosas sobre Perón. El peronismo fue muy hábil en construir una leyenda. Muchos nos escandalizamos con el relato kirchnerista y nos olvidamos de la leyenda peronista de la cual sale este último capítulo de la historia. Y eso no le hace bien al país. Cuando entre el discurso político y la realidad hay un abismo, es muy difícil tener una convivencia democrática.

-Hablando de los jóvenes, en ningún momento del libro hacés referencia al concepto de “empoderar”, cuando después te ocupás de criticar las banderas y conceptos más apegados al kirchnerismo ¿Decidiste ignorarlo?

-Es un término que no me disgusta. Viene del inglés, la idea del “town power”. Pero me parece absurdo que lo planteen los kirchneristas porque si hay algo que hicieron es concentrar el poder y no empoderar a la gente. La política kirchnerista, con Néstor y luego con Cristina, es de concentración de poder. Asumieron como presidentes de una república y se comportaron como reyes de feudalia: al Congreso lo transformaron en una escribanía, se acabó la Justicia independiente y todo lo controlaban ellos. Ese es el esquema de poder típico del medioevo. Si me quieren convencer de que Cristina no sabía lo que hacía Julio De Vido, me quieren tomar por idiota.

-¿Creés que Cristina tendría que estar presa?

-Sin dudas, las pruebas son suficientes. Yo fui firmante de la primera denuncia grave contra ellos en el 2008, por asociación ilícita, por ser una mafia.

-En el libro insistís con no hablar de corrupción sino directamente de mafia…

-Corrupción era Menem. Es un acto ocasional de un político que se corrompe. Lo que hubo con el kirchnerismo es mafia. El gobierno tomó el poder y el control del Estado y en todos lados armados una red de asociación ilícita para extraer recursos y destinarnos a enriquecerse ellos. Esa permanencia de la organización delictiva y su esquema tentacular son la definición propia de la mafia. Fue una organización permanente dedicada a delinquir.

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-Casi como una provocación, le dedicás un buen espacio a criticar el vínculo del modelo kirchnerista con las políticas de Derechos Humanos. ¿Sostenés que Hebe es lo peor que le pasó al kirchnerismo como afirmás en el libro?

-Yo conocí a Hebe en el ’81, cuando me acerqué por primera vez a las Madres. Hebe fue siempre una fascista, una autoritaria que manejó todo como a ella le parecía. Yo recuerdo cuando salió a decirles putas y corruptas a las que habían aceptado cobrar indemnizaciones. Hebe siempre fue Hebe, el kirchnerismo no la cambió, a lo sumo la usó. Pero la gran desilusión fue Estela de Carlotto –a quien mi madre adoraba y yo respetaba-, cuando dice que los Kirchner eran ricos y no corruptos, cuando no tienen manera de explicar el patrimonio que lograron. No pueden explicar lo que tienen en blanco.  Mancharon todo, mancharon los pañuelos. Tengo una opinión muy dura de Menem, pero nunca robó en nombre de los Derechos Humanos y estos muchachos sí.

-¿Y de Macri qué pensás entonces?

-En Macri veo una persona práctica con gran capacidad de armar equipos y de lograr éxitos con un poder relativamente bajo. Me asombró cómo el PRO hizo un gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que no fue brillante pero fue un buen gobierno, fue el distrito mejor gobernado durante la última década. Ahora está gobernando razonablemente bien.

-¿No es una mirada mucho menos crítica que la que tenés para con el kirchnerismo?

-Los números del 2015 son los números del 2001 en relación el déficit fiscal, a la deuda pública, a la fuga de capitales, a las reservas de capitales y al nivel de pobreza, las cifras son las mismas. Este gobierno heredó una situación económica dramática. Desde el punto de vista político es muy débil, tiene un quinto de los gobernadores, una cuarta parte del Senado y un tercio de los Diputados. Y si bien fue un año difícil el 2016 y la pasamos mal, gobernaron razonablemente bien.

-¿Qué análisis hacés del ajuste implementado, fundamentalmente a través de los servicios públicos y también con los salarios?

-No creo eso. Ajuste fuerte fue el del 2002, que lo hizo Duhalde. Ahí hubo más de 50% de pobreza en un año, 40% de inflación con salarios congelados, 75% de devaluación, cuadruplicación de las ganancias de las grandes empresas, récord histórico de desocupación… eso fue un ajuste fuerte. El 2016 fue un año malo, pero fue parecido al 2014 cuando comparás las cifras. Y en el medio se hizo el blanqueo y salimos del default, se ordenaron las cosas para que la Argentina pueda comenzar a crecer.

-Pero mientras tanto son múltiples los sectores que vienen denunciando vaciamiento en distintas áreas y políticas de flexibilización laboral…

-Pero los que más sufrieron no fueron los más vulnerables, sino la clase media, que es la base electoral de Cambiemos. En cuatro años la Argentina no creció porque las empresas no tenían rentabilidad y había que reconstruirlo sobre todo en el sector agropecuario que era el más castigado por la presión fiscal. Y el Gobierno le dio la posibilidad de mejorar. Pero también tomó medidas a favor de los más vulnerables, desde evitar un gran ajuste como el que hizo Duhalde hasta aumentar las asignaciones familiares, mantener los planes sociales, devolver el IVA, la reparación histórica de los jubilados.

-¿Y los tarifazos?

-Hubo tarifazos pero para la clase media. El que ganaba menos de 12.000 pesos tenía tarifa social garantizada. El gobierno cuidó bastante bien al sector más vulnerable, pero al que desprotegió y le dio duro fue a la clase media. Y eso habla bien del gobierno.

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-Decís también que es imposible que tiremos todos para el mismo lado. ¿Lo ves como una utopía?

-La idea de que en un país democrático todos tiremos para el mismo lado es absurda. Hilary Clinton y Trump no tiran para el mismo lado. Un país unido no es eso sino que se respeten las reglas de la disidencia y haya debate. Debemos aceptar el pluralismo, no todos queremos ir para el mismo lado y lo que nos une es un acuerdo básico de respetar la Constitución y las leyes.

-¿Por qué la gente elige tus libros y por qué creció tanto la publicación de literatura política en los últimos años?

-El fuerte interés de los argentinos por la política es altísimo. No debe haber un país en el mundo en donde se discuta tanto la política como el nuestro. Eso tiene un aspecto lindo y uno feo: lo bueno es que eso denota una preocupación por la Argentina, pero lo malo es que eso es producto de la ineficacia de la política. En Alemania no se discute mucho de política no porque no les interese a los alemanes, sino porque más o menos funciona. La sociedad argentina se siente desrepresentada y elige literatura política. En una democracia los pueblos tienen los gobiernos que votan y la decadencia de la clase política argentina tiene mucho que ver con una ciudadanía que votó irresponsablemente, con una visión de bolsillo y de corto plazo y no pensando en el futuro del país.

-¿Creés que en 2019 Cristina tiene alguna chance de ganar?

-Estos cuatro años son decisivos. Lo que se juega en Argentina es si vamos a tener una república democrática o si vamos a seguir con un régimen de partido único en el que solo puede gobernar el peronismo. Si Cambiemos logra seguir evitando la crisis económica de la que nos salvamos y hacer crecer al país a un ritmo medio del 3% durante tres años… si todo eso pasa Cristina no tiene ninguna chance. Si eso no pasa y la economía no arranca, cualquier delirio puede ser posible y el kirchnerismo ha sido una mafia y un gobierno en manos de delirantes, capaz de las atrocidades mayores. Espero que ese delirio no vuelva nunca más y el libro es un granito de arena para que eso no pase.

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22/01/2017