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09/05/2022

A diez años de la Ley de Identidad de Género, “aún falta mucho conocimiento”

En su décimo aniversario, un repaso por los puntos más importantes de la Ley de Identidad de Género y una entrevista para conocer la experiencia de un usuario y su mirada ante los desafíos.

A diez años de la Ley de Identidad de Género, “aún falta mucho conocimiento”
(Foto: Télam / 123RF)
Celeste Verdicchio

Por: Celeste Verdicchio

La Ley de Identidad de Género, que reconoce el derecho a la identidad autopercibida de las personas, cumple diez años de vigencia en Argentina en búsqueda de una perspectiva jurídica y de derechos humanos que garantice el derecho a la identidad, el respeto y el acceso integral a la salud. En una entrevista con Qué digital, un usuario de la ley comparte su experiencia, visión y mirada crítica ante el cumplimiento y los desafíos que aún quedan por delante. También, los detalles del Programa Municipal de Salud y Diversidad que funciona en cuatro Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) de Mar del Plata y que, además de ser expendio del hormonas, realizan acompañamiento y asesoramiento a personas trans.

Sancionada el 9 de mayo de 2012, la Ley de Identidad de Género cumple diez años de vigencia en Argentina. Resultado de años de lucha encabezados por activistas, organizaciones políticas trans, organizaciones LGBTIQ+ y organismos de derechos humanos, la Ley 26.743 reconoce legalmente a la identidad de género autopercibida y permite el acceso a la salud integral además de la posibilidad de efectuar la rectificación registral del “sexo” y nombre de pila acorde a la identidad autopercibida.

A través de la Ley de Identidad de Género, las y los ciudadanos y las instituciones públicas y privadas de todo el país están en la obligación de tratar y llamar a las personas con el nombre y género autopercibido, independientemente de un cambio registral. Según los datos del Registro Nacional de las Personas (Renaper), en los diez años de promulgación de la Ley de Identidad de Género un total de 12.655 personas a nivel nacional rectificaron su DNI para que coincida con su identidad de género autopercibida.

Históricamente, el sistema de salud y las instituciones han funcionado como espacios expulsivos y excluyentes para las personas trans. La transfobia y los discursos de odio han perpetuado a lo largo de los años la persecución institucional, policial, judicial y social hacia las personas transgénero, con su correlato aún en la actualidad: sin ir más lejos, a más de un año de la desaparición de Tehuel de la Torre, un joven trans de 22 años que salió en busca de trabajo y nunca más regresó, su familia continúa reclamando por la búsqueda y aparición con vida.

LA EXPERIENCIA COMO USUARIO

En el marco de los diez años de la Ley de Identidad de Género, Qué digital dialogó con el marplatense Robin David, actor, activista, docente, escritor, gestor cultural autodidacta y electricista trans-no binarie. Como usuario de la ley, se muestra agradecido con quienes allanaron el camino y lucharon para que sea posible. Con una mirada más crítica, repara en la falta de conocimiento de la ley y su aplicación: “Que se respete la ley es medio una lotería”, sostiene y asegura haber pasado “de todo”, desde su cumplimiento en el lugar menos pensado, hasta la falta de conocimiento en entidades públicas.

“La ley en sí es maravillosa. Clara, concisa y amigable de leer. Cuando empecé a transicionar y tuve que ir a buscarla como herramienta, tenía ese miedo de ‘la ley’. De no entender nada y no saber cómo usarla. Pero cuando la leés es como ‘¡Ah, okey. Sencillo!’. A partir de ahí todo fue imprimirla, subrayarla y presentarla cuando lo necesitara porque la regla general es que la ley no se conoce. O sí, pero no tienen idea de lo que dice y mucho menos de cómo aplicarla”, apunta.

En esa sintonía, cuenta el registro de la situación que atravesó en un banco: “Estaba haciendo trámites para un trabajo y tenía que presentar una autorización para retirar documentación. Y claro, la autorización tenía mi nombre y yo tenía el DNI con el nombre viejo y todo fue un caos. Llamaron a un montón de personas pasándose mi documento y la nota de mano en mano. Me pasó varias veces eso, tener que discutir con la gente que no te da la documentación porque no coincide el nombre y yo diciendo ‘che, pero el número de documento y la ley dice esto’. Y estamos hablando del Banco Provincia, una institución provincial que debería tener algo de conocimiento, pues nada”.

Ley de Identidad de Género

Robin David en la Universidad Nacional de Mar del Plata (Fotos: Qué digital)

Si bien el séptimo artículo de la ley repara en los efectos de la rectificación registral y que en todos los casos ante terceros será relevante el número de documento nacional de identidad de la persona, “hay una ruptura muy grande en cómo aplicarlo, en qué es lo que dice la ley y cómo lo tienen que aplicar”. Para Robin, se tiene la sensación -por el contrario- de estar “infringiendo” una ley al cambiar el nombre: “Hay un pánico administrativo a hacer algo mal. A que de repente haya un vacío legal o un problema administrativo por cambiar un dato personal cuando la persona que está pidiendo el cambio es la persona titular, no alguien desconocido que pidió cambiarle el nombre a esta persona. Y esto ocurre un montón”.

Es difícil pelear con eso porque no pueden procesar que lo que le estás presentando es una ley nacional promulgada en efecto que está en funcionamiento. Entonces ahí siempre hablamos con les amigues que las personas trans tenemos que ser abogades, administratives, mediques. Tenemos que tener un conocimiento amplio de todo lo que requiere ser ciudadane porque te encontrás con peleas en esos terrenos todo el tiempo

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En cuanto al trato digno, uno de los puntos transversales a la ley, Robin sostiene que no siempre se cumple y apuesta en función de ello a la red de lo colectivo, a estar siempre acompañado: “El trato digno tendría que ser lo más accesible, generalizado y sencillo de aplicar. Pero no ocurre y es bastante engorroso porque de repente te encontrás teniendo que discutir con alguien para que te respete. Y esa discusión nunca va a salir bien. Si una persona del otro lado te está diciendo ‘no, no te voy a respetar’ a une lo pone en una situación de extrema vulnerabilidad y es muy difícil de llevar eso. Por eso está bueno llevar la ley, porque uno trastabilla”.

Pareciera ser que la ley de identidad de género sigue siendo un cuento de fantasía que nosotres contamos y con el cual nosotres nos queremos resguardar en vez de ser una ley nacional

LA “TRANSICIÓN SOCIAL”

La transición social es un concepto propuesto por Robin para nombrar aquello que ocurre socialmente mucho tiempo antes de la hormonización (o incluso en ausencia de ésta). La mirada ajena, el prejuicio, el no entender la corporalidad ajena a lo socialmente establecido y esperado. Pero también -como nombra Robin- el cistema que representa a través de trámites administrativos la norma socialmente binaria, donde solo existen casilleros femeninos o masculinos para tildar. El término cisgénero, comúnmente abreviado en cis, refiere a la identidad de género cuando coincide la percepción de la persona con el sexo asignado al nacer.

La transición se suele asociar directamente al proceso hormonal. Entra mucho en juego lo que la sociedad piensa o imagina que es un cuerpo, una identidad trans. Porque parte de esta noción de que ‘nacimos en el cuerpo equivocado’, que muchas personas trans aún lo siguen sosteniendo, pero creo que surgió como una estrategia de interpelación a la sociedad y una forma de buscar empatizar y dialogar y de conseguir los medios para los procesos que personalmente se necesitaran. Pero se instaló muchísimo esa idea”, explica.

“Se cree que toda persona trans quiere hacer un proceso hormonal y/o quirúrgico sobre su cuerpo y no es así. La transición tiene muchos aspectos. Uno puede ser ese, pero también está la parte social que muchas veces viene antes de la transición hormonal y tiene que ver con ese impacto de hacer este proceso de identificar en mí estas cuestiones que me hacían ruido, que no me hacían sentir cómode en el cotidiano. El proceso viene de que no soy una persona cis y de que estos parámetros y estas normas no me interpelan, de hecho me oprimen. Quiero vivir mi vida plenamente. Soy una persona trans, lo asumo y después lo tengo que comunicar al mundo para que entiendan y dejen de usar esos parámetros y reglamentaciones sobre mi cuerpo”, sostiene.

Ley de Identidad de Género

Además, agrega que la “transición social” se trata de un proceso largo y difícil en el que socialmente sucede ese “cortocircuito” de no entender, de ver una corporalidad que se asume con cierto género y que utiliza otros nombres y pronombres. “A mí me pasó que hasta que no avanzó gran parte del proceso hormonal muchas personas cercanas no terminaron de poder asentar mis pronombres. Incluso como persona no binaria tuve que transar con los pronombres masculinos que igual los uso y disfruto pero en un primer momento no sabía si iba por ese lado pero si usaba los pronombres neutros nadie los respetaba. Sin transición hormonal pronombres neutros es como ‘bueno, no, esto es una pavada’ y te siguen tratando con pronombres femeninos. Pero cuando les pedís que hagan el cambio opuesto dentro de la norma binaria, por lo menos se esfuerzan un poco más porque es algo que ya conocen, es como ‘todavía no me cierra en este cuerpo pero bueno dale, vamos con el pronombre masculino’”, cuenta.

EL ABORDAJE DESDE LA SALUD, UN PROGRAMA MUNICIPAL 

Además del derecho al reconocimiento, desde la promulgación de la Ley de Identidad también se establecieron políticas públicas a nivel nacional, provincial y local para brindar herramientas de acompañamiento y abordaje. En uno de sus artículos, la ley señala que las personas trans mayores de dieciocho años tienen la garantía del “goce de su salud integral” y para ello podrán “acceder a intervenciones quirúrgicas totales y parciales y/o tratamientos integrales hormonales para adecuar su cuerpo, incluida su genitalidad, a su identidad de género autopercibida, sin necesidad de requerir autorización judicial o administrativa”.

Tal como establece, para que una persona trans pueda acceder a los tratamientos integrales hormonales “no será necesario acreditar la voluntad en la intervención quirúrgica de reasignación genital total o parcial. En ambos casos se requerirá, únicamente, el consentimiento informado de la persona”, sin la necesidad de un tratamiento psicológico y/o psiquiátrico.

En ese sentido, el Programa Municipal de Salud y Diversidad que “fue provincial muchos años y deviene de lo que fueron consultorios amigables”, aclara Robin, funciona en cuatro Centros de Atención Primaria de Salud (CAPS) en Mar del Plata. Puntualmente, en el Centro de Salud Nº1 y en los barrios Libertad, Jorge Newbery y Santa Rita donde además de la provisión de hormonas, un equipo de profesionales acompaña y brinda herramientas. Las personas interesadas en acceder al programa pueden realizar consultas a través del número de WhatsApp 223-6690126.

Si bien este tipo de programas deviene de los “consultorios amigables” que existieron en una primera instancia como un avance positivo, enfatiza Robin, también funcionaban con una modalidad que de alguna forma “seguía siendo transexcluyente”. Por eso, a partir de la Ley de Identidad de Género, también se busca la despatologización de las personas trans y que el abordaje desde el ámbito de la salud no patalogice ni “trate a la personas trans como seres especiales”.

“A través de un movimiento, estamos tratando de descissexualizar la salud, es decir, empezar a identificar que en realidad la salud no tiene que pensar todos los espacios del mundo, no tiene que pensar cómo tratar a las personas trans sino cómo eliminar el privilegio cis. Dejar de asumir que todas las personas son cis y empezar a preguntar por los pronombres, hacer una serie de preguntas previas al tratar con las personas para no violentar su identidad de género porque no sabes quien está hablando con vos, quién vino a consultar”, argumenta Robin.

MAR DEL PLATA, UN REFLEJO DE LA PERSECUCIÓN SISTEMÁTICA

La persecución sistemática a personas disidentes no es una novedad en Mar del Plata donde “muchas veces nos olvidamos que hay neonazis organizados para salir a cazar personas disidentes y trans”, denuncia Robin. Con la punta más visible de ese accionar puesto “en las travas”, se trata de una persecución sistemática que aminoró con los juicios con su pico en 2015, según sostiene Robin, pero que aún continúa latente en detrimento de los derechos humanos.

Nosotres estamos muy atentes a eso. Ir avisándonos cuando alguno sale o estar alerta cuando se hace alguna manifestación o movilización. Siempre estar mirando. Nos ha pasado que pasara [Carlos] Pampillón en alguna actividad por Tehuel, pasaba y miraba como si estuviera de paseo un domingo. De eso no hay registro y no hay forma de intervenir más que en la grupalidad y el cuidado personal y colectivo. Es un peligro constante”.

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Con muchos desafíos por delante, el décimo aniversario de la Ley Nacional de Identidad de Género parece renovar el compromiso por su cumplimiento y por terminar con el estigma social y la discriminación. Al respecto, y al ser consultado por Qué digital sobre su punto de vista, Robin asegura que es posible su cumplimiento efectivo pero que la pelea no debe ser siempre desde la comunidad trans. Son, en las personas cisgénero aliadas, en quienes también continúa la responsabilidad de lucha por la Ley de Identidad de Género.

“El camino para que la ley empiece a funcionar es no ser siempre nosotres quienes instruimos, educamos y nos tenemos que armar de paciencia. Las personas aliadas cis que habitan espacios, cualquier espacio, desde un banco, un centro de salud o una escuela, son quienes tienen que empezar a hablar e informar a sus pares y autoridades de que la ley existe y cómo tiene que aplicarse. Creo que es posible la aplicación de la ley pero no tenemos que ser siempre las personas trans quienes tengamos que defender nuestros derechos. Para mí es un trabajo en conjunto con les aliades cis en cada espacio. Incluso en lo más cotidiano, en los chistes, en los comentarios. No callarse más. Cumplir activamente el rol de aliade“, apunta.

Y concluye: “De todas formas, yo estoy totalmente agradecido con esta ley. Pienso todos los días qué sería de mi vida si no estuviera. Pienso en el recorrido de las personas que hicieron esta ley posible y que además hoy están acá con nosotres. Es maravilloso estar viviendo este momento de cambios históricos. Diez años atrás, te podían hacer cualquier tipo de cosas por presentarte con tu identidad de género, cualquier tipo de maltratato, de violación de derechos humanos, porque no tenías ningún parámetro para resguardarte a diferencia de hoy”.

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