Jueves 25 de abril | Mar del Plata
21/02/2023

Arte, cultura e identidad: una radiografía de las ferias de artesanos en Mar del Plata 

Un repaso por las historias de cinco ferias de artesanos y manualistas de la ciudad, sus pedidos y su configuración actual tras el paso de los años.

Arte, cultura e identidad: una radiografía de las ferias de artesanos en Mar del Plata 
(Fotos: Qué digital)
Celeste Verdicchio

Por: Celeste Verdicchio

Si hay una característica que es intrínseca a todas las ferias de artesanos y manualistas de Mar del Plata es la autogestión y la organización de sus miembros. Con más de una década de trabajo sostenido que incluso se extiende a más de 30 o 40 años en el caso de la Diagonal de los Artesanos, las ferias resisten el paso del tiempo y también el paso de las gestiones políticas en Mar del Plata.

Las historias, los pedidos y las configuraciones actuales de la Feria Social Mitre, Gruta de los Pañuelos, Diagonal de los Artesanos, Feria de Chapadmalal y Feria de Artesanos Torreón-Varese.

Reconocer el trabajo que realizan es una necesidad y para algunos, como en el caso de la Feria Social Mitre, eso se traduce en renovar la ordenanza que habilita formalmente la actividad y así trabajar sin el temor de perder sus fuentes laborales que, en la mayoría de los casos, son familiares. Para otros, como relatan desde el Torreón-Varese, ese reconocimiento implica poner en valor las ferias de artesanías de la ciudad y valorar al propio artesano, quien realiza un trabajo tan noble “como cualquier otro”.

Por cualquiera de los dos caminos, el reconocimiento y la puesta en valor de las ferias implica necesariamente la presencia del Estado. Y si bien todas las ferias cuentan con normativas que habilitan la actividad —salvo la Feria Social Mitre—, todas en mayor o menor medida requieren asistencia en cuestiones que hacen a la infraestructura, limpieza o alumbrado, según el testimonio de los feriantes. Sin embargo, con regulaciones en buena parte a cargo del área de Cultura de la Municipalidad de General Pueyrredon, aseguran que esa asistencia no es suficiente

A fin de año, se desató el conflicto por la “ilegalidad” de los puestos de la Feria Social Mitre, quienes —a poco de finalizar el verano y siendo una feria exclusivamente de temporada— continúan sin ordenanza. Mientras las y los feriantes aseguraban por aquel entonces que el oficialismo no tenía “intenciones” de renovar la normativa que por años los habilitó, surgió la variable de un plan municipal integral de ferias en Mar del Plata con una norma que regule y nuclee a todas.

ferias mar del plata

Para la delegada de la Diagonal de los Artesanos, esa medida sería inviable al considerar que cada feria tiene su identidad particular y, por ende, debe tener una regulación con el área competente como Cultura. Es que, tras la pandemia y un contexto económico cada vez más complejo, el volumen de pequeñas ferias se acrecentó en distintas zonas Mar del Plata. Allí, estaría el argumento del impulso de un sistema a nivel municipal para homogenizar a todos los espacios a nivel local.

En un contexto de crecimiento —también trazado por la necesidad y nuevas formas de producir, consumir y comercializar enfocadas en la economía social y popular—, también surgió la Feria de Producciones Artesanales de Chapadmalal a la que algunos de las y los artesanos de la Diagonal de los Artesanos se trasladaron. El crecimiento de las “ferias barriales” es algo que repiten como parte de su discurso en las distintas ferias al recordar la pandemia y las formas que las y los feriantes se “reinventaron” para poder subsistir.

Es así que muchos de las y los artesanos de, por ejemplo, Chapadmalal no tenían la posibilidad de trasladarse mientras que, en paralelo, se hacía evidente la necesidad de generar fuentes de trabajo en la zona sur-sur de Mar del Plata. Ese traslado, aseguran, era difícil no solo por las producciones en sí mismas sino por los elementos de armado, la distancia, el tiempo y el costo de ir a feriar a Mar del Plata o Miramar. En ese marco y al considerar la atracción turística del territorio y su identidad cultural, se consolidó la “feria de Chapa”.

De manera muy similar se organizaron vecinos y vecinas de la zona oeste y conformaron hace más de quince años la Feria Gruta de los Pañuelos. Con producciones artesanales, manualidades y también artesanías, subsisten a diario a través de un fondo en común mientras impulsan sus pedidos centrados, por ejemplo, en la iluminación.

LA DIAGONAL DE LOS ARTESANOS

Es una de las ferias con más años y más cantidad de artesanos en Mar del Plata y forma parte del imaginario a la hora de pensar en comprar una artesanía. Con la vuelta a la democracia en 1983, comenzó a funcionar en la Diagonal Pueyrredón la feria que, tras el paso de los primeros años y “muchas luchas”, se consolidó y obtuvo sus primeras normativas municipales, cuenta para Qué digital Amalia, delegada del espacio. 

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Desde hace casi treinta años, Amalia —al igual que otros artesanos y artesanas que al día de hoy conservan sus fuentes laborales desde 1983— trabaja en la Diagonal de los Artesanos ubicada en la Diagonal Pueyrredon entre Rivadavia y San Martín. Junto a su pareja, realiza trabajos tallados en madera como carteles, calendarios, relojes y portallaves personalizados y en su relato sostiene que la feria se diferencia del resto porque se dedica solo a la venta de artesanías. 

Eso —entre otras características como el aspecto cultural— genera un valor agregado no solo a nivel individual sino colectivo porque, a diferencia de otras ferias, en la Diagonal de los Artesanos no está permitida la reventa de productos o manualidades como los caballitos del tiempo, un recuerdo clásico de Mar del Plata.

Desde sus comienzos, la feria de la Diagonal de los Artesanos cuenta con normativas que la regulan. Pero fue a partir de una modificación en su ordenanza en el 2000 que se estableció, más allá de horarios específicos y cantidad de permisionarios habilitados, que la Diagonal de los Artesanos debía constituirse como una feria de artesanías y no de manualidades.

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“Se diferencia porque en la artesanía tiene que haber una marca personal del artesano. Vos podés diferenciar mi mercadería de la de otro que trabaja los mismos materiales que yo. Cada puesto tiene una marca, una impronta, el sello que le da el artesano cuando trabaja el material”, explica Amalia sobre esa característica. 

Y grafica esa diferencia, por ejemplo, a través del armado de collares “con cuentitas o hilo encerado” un tipo de objeto que en la Diagonal de los Artesanos no está permitido porque “cualquier manualista puede hacer piezas exactamente iguales entre sí”. En su lugar, las y los artesanos buscan “no copiarse” entre ellos y distinguir su artesanía de la del resto.

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Entre otras de las características que definen a la feria de la Diagonal de los Artesanos, se encuentra su relación con el arte y el espacio que brinda a las y los artistas: “Le damos espacio a músicos y artistas que quieran expresar su arte tanto en la esquina de San Martín como en la de Rivadavia. Tenemos un trato con ellos que es que no toquen demasiado fuerte. Muchos de los que vienen a tocar acá también son artesanos”. 

Con las farolas encendidas y mientras comienza a caer el sol, marplatenses y turistas disfrutan —con una programación variada, seleccionada y de corta duración para que se “renueve el público”— desde folklore, música tropical y pop en inglés hasta tango.

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Durante la temporada de verano, la feria de la Diagonal de los Artesanos funciona de 18 a 00 aunque algunos feriantes eligen quedarse, como en temporadas anteriores, hasta las 2 de la mañana. Para Amalia, eso marca un cierto “retorno a la normalidad” en medio de lo que define como una “recuperación de la asistencia” del público y el nivel de ventas tras la pandemia.

Esta temporada, luego de una modificación en la disposición y reducción de los puestos para transitar más cómodamente por el lugar y evitar el “desplazamiento irregular” de los visitantes, trabajaron en total 100 artesanos y artesanas de los cuales 18 se sumaron formalmente en 2021 en carácter de “permisionarios”. 

Mates, vajillas de cerámica, utensilios, joyas en plata o chapitas para animales son algunas de las artesanías que pueden encontrarse recorriendo los puestos que permanecen abiertos de lunes a lunes y estrictamente hasta el 15 de marzo, según la normativa vigente. 

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En temporada baja, en cambio, la feria se sostiene con alrededor de 20 artesanos durante los fines de semana y alrededor de 40 o 50 en los fines de semana largos y vacaciones de invierno mientras que el resto continúa con la venta a través de internet como el Marketplace de Facebook o sus propias páginas: “La pandemia nos obligó a modificar nuestro trabajo. El primer año significó para muchos de nosotros una debacle económica y social. Tuvimos que encontrarle la vuelta”, asegura la delegada del espacio. 

La regulación de la Diagonal de los Artesanos está a cargo de la Secretaría de Cultura municipal que conduce Carlos Balmaceda aunque, como un denominador común de lo que ocurre en otras ferias de la ciudad, las y los artesanos aseguran que se “autogestionan” con el propio funcionamiento del espacio. 

Es que con parte del dinero recaudado a lo largo del verano, los feriantes pagan por adelantado y para todo el año sus dos medidores de luz y, a través de la contratación de una persona, realizan tareas de limpieza. Con ese mismo fondo, instalaron once años atrás sus puestos con techos fijos en material de chapa luego de que el Municipio diera luz verde “porque era un desastre cuando llovía y se mojaba toda la mercadería”, recuerda. 

Sus actuales demandas pasan por pedidos de arreglo de dos de sus farolas principales que se encuentran rotas y que se cumpla la recolección de los residuos dentro de la feria ya que —aseguran las y los artesanos— la empresa 9 de Julio no ingresa y, en consecuencia, no hay servicio de limpieza, retiro de residuos ni colocación de bolsas.

Todos los puestos los mantenemos nosotros. El trato con Cultura es bastante distante. Solo durante los primeros tiempos de la pandemia fue un poco más cercano, pero no vemos la participación de Cultura en la feria. No aparecen a preguntarnos si necesitamos algo 

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LA GRUTA DE LOS PAÑUELOS

Entre piedras, musgo y mucho verde, hay en Sierra de los Padres un espacio destinado a la fe: la Gruta de los Pañuelos. Cada año, miles de personas —turistas y marplatenses— hacen su visita para atar su pañuelo junto al resto y pedir o agradecer un milagro. Y a pocos metros, se instala desde hace más de quince años la Feria Gruta de los Pañuelos, dedicada a la venta de productos turísticos, artesanías y manualidades regionales.

El pañuelo, junto con una estampita de la Virgen de Luján y la historia del lugar, tiene un costo de $100, se ofrece en todos los puestos y además de ser un clásico “es un beneficio al turista, un servicio”, sostiene para Qué digital Noelia, delegada de la feria que se constituye a través de una ONG y que depende exclusivamente de la Delegación de Sierra de los Padres y La Peregrina.

La historia de la feria comienza, cuenta Noelia, con el armado de unas “mesitas” allá por el 2005 y con el paso hacia las cabañas en las que actualmente trabajan unos 16 feriantes, todos de la zona. Fue cuando el Municipio aprobó la construcción de esos puestos que “comenzó un labor de los feriantes para lograr tener una ONG y estar más formados a nivel de feria”. 

Como un común denominador, las problemáticas que atraviesan a la feria son sorteadas por propios feriantes de formas autogestivas y organizadas. Por eso, entre sus acciones, la ONG instaló baños químicos para el turismo ya que en Sierra de los Padres no hay baños públicos: “Todo eso sale de nuestra ONG. Entre todos pagamos una mensualidad y con eso mantenemos la feria”. Otra de sus acciones previstas, en el marco de ese fondo de dinero, es la construcción de rampas para personas con discapacidad, para que “todos puedan llegar a la virgencita”. 

Noelia es artesana, se dedica a la vitrofusión y a los duendes en porcelana fría. En la temporada de verano, detalla en diálogo con Qué digital, la feria Gruta de los Pañuelos funciona todos los días de 10 a 19 hasta Semana Santa, cuando el movimiento turístico baja. Es que, tal como describe, se trata de una feria “de día” como una única alternativa de trabajo al no contar con conexión eléctrica para la luz de los puestos.

“Cuando cae el sol los feriantes empiezan a levantar sus cosas”, explica. Y eso representa un problema porque, justamente, la llegada del público —al menos en temporada alta es cuando ellos se retiran: “Necesitamos tener luz para poder cambiar un poco el horario. Los días que están lindos, la gente empieza a llegar a las 19 a la Gruta. Vos te estás yendo y la gente no entiende por qué estamos cerrando. Necesitaríamos tener luz y también poder lograr eso que hace tantos años buscamos: tener baños públicos”, plantea sobre uno de sus principales pedidos. 

FERIA SOCIAL MITRE

En 2001, en pleno contexto de crisis económica y la necesidad de salir a buscar nuevas formas de subsistencia, surgió sobre la calle Mitre entre Luro y la peatonal San Martín la feria de artesanos y manualistas denominada “Feria Social Mitre”. Artesanías y manualidades —desde relojes y juegos infantiles en madera hasta bolas de boliche—, pueden encontrarse recorriendo los puestos que apuntan al público turista.

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Más allá de la herramienta de estar nucleados en una ONG (“Feria Social”), desde abril reclaman al Municipio la renovación de la normativa que desde 2013 los regula

Al igual que la Diagonal de los Artesanos, la Feria Social Mitre es una de las más numerosas en Mar del Plata. En total, está conformada por 80 familias y muchas de ellas aún sostienen sus puestos desde el comienzo o, en algunos casos, pasaron a manos de “hijos y nietos de esas familias que entraron por aquellos años”. 

Carolina es una de las tantas feriantes que está desde los primeros años de la Feria Mitre. Hace 16 años, embarazada, empezó a trabajar en el puesto de su familia. Hoy —como una suerte de traspaso familiar— lo atiende junto a su “compañero” e hijo de 16 años: “Estos son puestos familiares. Con mi familia nos dedicamos a la artesanía y venimos por turnos para tener la feria bien linda. Hemos criado hijos sanos gracias a que tuvimos este ingreso. Ellos están contenidos porque tienen a sus padres con laburo”, relataba meses atrás a este medio.  

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Con el apoyo de la Defensoría del Pueblo, de la CGT y las dos CTA en los dos últimos meses y a poco de concluir la temporada de verano en la “ilegalidad”, sostienen con firmeza su pedido por renovar la ordenanza que habilita la actividad y que con tanto esfuerzo mantienen desde hace 20 años de formas autogestivas y organizadas. 

A diferencia del resto de los espacios, la Feria Social Mitre depende de la Secretaría de Desarrollo Productivo e Innovación y una de las posibles explicaciones ante la “falta de intención del oficialismo” para su regularización, según describen las y los feriantes, sería la creación del “plan municipal integral” en el cual pasarían a estar nucleadas todas las ferias de Mar del Plata.

FERIA DE ARTESANOS TORREÓN-VARESE

Luego de un camino que comenzó en 1996 en Las Toscas con su paso hacia las piedras del Torreón del Monje para feriar “en el piso” frente al mar, en 2001 la Ordenanza 14440 habilitó a artesanos, artesanas y también a manualistas a instalarse formalmente bajo la Feria de Artesanos Torreón-Varese. Al igual que la Diagonal de los Artesanos, su regulación depende de la Secretaría de Cultura y nuclea, actualmente, a alrededor de 50 feriantes con “una muy buena parte de invitados porque tenemos ese espacio para que puedan venir a probarse y lo gestionamos en el momento”, explica para Qué digital Esteban, artesano y creador de Cosas que giran.  

La feria del Torreón-Varese, ubicada sobre el Paseo Jesús de Galíndez, es una feria de día y en temporada de verano los puestos permanecen abiertos todos los días de 10 a 19 aproximadamente. Durante temporada baja, los puestos abren únicamente los fines de semana, fines de semana largos y puentes y aquellos días en los que el clima acompaña. 

Para Esteban, el mayor desafío a nivel municipal es lograr poner en valor las ferias de artesanos de la ciudad de Mar del Plata y dejar de ver a la o el artesano como alguien que “no quiere hacer otra cosa” y comenzar a darle valor por un trabajo que “elige” como también se elige “el de traje, el médico o el que va a la oficina”.   

Y habla de esa necesidad de darle valor a las ferias y a los artesanos con la misma pasión que relata cómo nació Cosas que giran, su emprendimiento de objetos de madera con movimiento y a puro color. Hace diez años comenzó con su proyecto luego de fabricar un trompo para interior que “se cuelga y gira solo”. De ese primer trompo, vino otro y luego otro. Fue así como, cuenta Esteban, descubrió que “había algo ahí”, algo específicamente en el movimiento. 

“Dije no puede ser. Otra cosa que se mueve. Yo medito mucho mientras estoy haciendo otras cosas y me di cuenta que todo lo que me rodeaba tenía movimiento. Ando todo el tiempo en bicicleta, estoy adelante del mar todo el tiempo, el cielo mismo y todo lo que voy mirando. Un día pensando en cómo llamar este emprendimiento con mi familia surgió Cosas que giran”.

Planetarios, trompos, espirales, móviles para el interior y exterior de la casa y otros objetos que giran forman parte del puesto de Esteban, el primero de todos del lado del Torreón del Monje. “Como artesano trabajo muchas más horas pero vivo más feliz. Tengo mi taller en mi casa y laburo todo el día todos los días, pero el horario depende de mí, todo depende de mí. Lo que fabrico es un invento mío y voy generando mi trabajo: eso me da pie a venir y mostrarlo acá, es como una rueda”, describe.

“La mayoría de los feriantes de acá tenemos ese sentir del trabajo en común: todos dentro de cada rubro sentimos lo mismo. Estás laburando a full en la semana en un producto y todo ese trabajo detrás no se ve, pero venís acá con la esperanza de poder mostrarlo, presentarlo”, relata. 

Lo que queremos es que se valore la artesanía. Eso es lo que le pedimos a Cultura en una ciudad como Mar del Plata que está vista como una ciudad de artesanos y eso en otros lugares se valora mucho. Poner en valor sería que coloquen carteles, que se organicen cosas con los artesanos, darle valor al tipo que está laburando y que elige esta forma de trabajo que es tan noble como cualquier otra

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Al igual que el resto de las ferias, las y los feriantes de Torreón-Varese se autogestionan y recaudan dinero a partir de las y los invitados quienes “pagan un pequeño aporte”. Con ese fondo, realizan el mantenimiento de los puestos con, por ejemplo, la pintura de los mismos y otras tareas como el corte de pasto ya que -en este caso también- aseguran que la empresa 9 de Julio no ingresa frecuentemente.

Desde 2005 sus puestos, curiosamente, son “paradas de colectivo viejas en desuso” que los mismos feriantes adaptaron de manera funcional y que hoy se encuentran colocadas de manera lineal para un recorrido ameno para las y los visitantes. 

“Ya sabemos cómo es. Estamos acostumbrados”, es la respuesta de Esteban al ser consultado por la presencia municipal en la feria y las tareas que el Municipio realiza. Casi como una repetición exacta de lo que sucede en la Diagonal de los Artesanos, el pedido del último tiempo de la feria ubicada sobre el mar fue el cambio de faroles que “se caían por lo oxidados que estaban”. Lo que restaría, asegura el feriante, sería la colocación de tachos de basura ya que hay unos “atados con alambre”.

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FERIA DE PRODUCCIONES ARTESANALES DE CHAPADMALAL

La necesidad de generar fuentes de trabajo en un territorio en particular es lo que —relatan como parte de su historia— llevó a un grupo de emprendedoras y emprendedores en el año 2011 a encontrarse y organizarse para construir un espacio en la zona sur destinado a la comercialización de producciones artesanales.  

Con muchos cambios a lo largo de estos años, que incluyeron la separación e incorporación de nuevos miembros al grupo de las y los feriantes, la “feria de Chapa” terminó por consolidarse en el curso de la pandemia gracias a una extraordinaria situación sanitaria que las y los incentivó a presentar toda la documentación requerida por el Distrito para armar la feria en el predio de la cervecería artesanal Las Cuevas y comenzar a trabajar en una ordenanza municipal que los reconozca.

Aunque a lo largo de estos años la feria fue mutando en busca de su forma propia—en sus comienzos, por ejemplo, funcionó de manera itinerante—, hay una característica que no varía a lo largo del tiempo: su aspecto cultural e identitario de la zona sur de Mar del Plata

Las producciones artesanales de una zona o localidad forman parte de la identidad cultural. En el sur-sur de Mar del Plata, la naturaleza invita a vivir bajo su dinámica e impronta. Las producciones artesanales se ven influenciadas por ese carácter desde la selección de las materias primas, la reutilización de materiales hasta la sustentabilidad

Así, sin dejar de lado el “aspecto estético” y el “diseño personal”, las producciones artesanales que pueden encontrarse en la Feria de Chapadmalal suman las diferentes técnicas y saberes de cada rubro y convierten a la feria en “una vidriera de la cultura local en Chapadmalal”, tal como describen los feriantes. 

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Luego de reuniones con distintas áreas municipales como Desarrollo Productivo, Cultura, Defensa Civil, Espacios Verdes y Servicios Urbanos, la Feria de Producciones Artesanales de Chapadmalal pasó a funcionar —como espacio definitivo habilitado y ante la necesidad de que fuese público y abierto para todas y todos—, en la plazoleta triangular, ubicada en Costanera y Yumbel, de la zona conocida como La Estafeta en Playa Chapadmalal

En temporada de verano, la feria funciona de jueves a domingos de 19 a 23 mientras que en temporada de invierno los puestos funcionan sábados o domingos a partir de las 15 con mayor presencia los fines de semanas largos.  

Con una dinámica de funcionamiento interna completamente “horizontal” entre sus miembros, la feria de Chapadmalal apuesta por fortalecer el acceso a la cultura a través de diversas expresiones artísticas como la danza, el teatro, la música y la poesía. A su vez, buscan la promoción del cuidado del ambiente y de los espacios públicos de la zona sur trazada por el importante crecimiento poblacional y turístico de los últimos años en paralelo a la instalación de cada vez más privados

Entre otras características que distinguen y dan un carácter singular a la Feria de Chapadmalal, las y los artesanos y manualistas describen la búsqueda por la paridad de género y el “ambiente familiar” y seguro para las infancias y niñeces generado tanto por las y los feriantes como por quienes los visitan. 

Por último, entre sus objetivos buscan incorporar un “rubro verde” de producciones que sean generadas por personas, colectivos y organizaciones de la zona que trabajen con principios de permacultura, agroecología, cuidado del ambiente y de la vida y, así, promover producciones “sin intermediarios” y relaciones más “justas” que garanticen el acceso a alimentos, cosméticos y plantas “libres de agroquímicos y más sanos”.

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