Miércoles 24 de abril | Mar del Plata
31/03/2019

Boston: diez meses de resistencia y la ilusión de una cooperativa

Diez trabajadores mantienen la toma en la sucursal de Buenos Aires entre Moreno y Belgrano. Organización, proyección y esperanza para recuperar el trabajo y la dignidad.

Boston: diez meses de resistencia y la ilusión de una cooperativa
(Fotos: QUÉ Digital)

Ariel trabajó en la confitería Boston durante casi 16 años y allí conoció a su esposa, con quien hoy tiene dos hijos. Ambos se encuentran tomando la sucursal de Buenos Aires entre Moreno y Belgrano, junto a otros ocho compañeros, los “sobrevivientes” de un proceso demasiado desgastante. Ya llevan diez meses en esta situación y se solventan vendiendo facturas, sándwiches de miga y café.

“Hoy por hoy pudimos hacernos cargo de una boleta de luz de $14.000. Imaginate lo que sería si utilizáramos las mesas y prestáramos un servicio mejor”, dice el trabajador, mientras todavía esperan certezas por parte de la Justicia.Y a partir de ello se esperanzan, si es que las condiciones lo permiten, y sueñan como poder conformar una cooperativa.

El conflicto en las confiterías Boston lleva más de un año; desde que comenzaron los atrasos en los pagos, hasta que llegaron los despidos y la ocupación de dos sucursales. Durante este proceso de toma, los trabajadores se fueron repartiendo tareas, anotando horarios y dividiendo quiénes se quedaban a dormir en el lugar cada noche. Ellos mismos se sorprenden de las cosas que van logrando.

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“Casi sin darnos cuenta trabajamos como cooperativa. Si se dan las garantías, nuestra idea es formar una cooperativa. Estamos involucrados legalmente, sabemos los pasos a seguir, pero no podemos invertir sin saber si vamos a perder ese dinero”, le cuenta Ariel a QUÉ Digital, mientras la venta en la puerta de la sucursal -una de las más históricas de la ciudad- se desarrolla como hace meses.

“Para las fiestas levantábamos la cortina y no lo podíamos creer, filas de 15 personas pidiendo pan dulce o encargando”, destaca el trabajador.

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Mientras la toma sigue, las negociaciones en el Juzgado en lo Civil y Comercial Nº 9, a cargo de Patricia Sara Gunsberg, se mantienen y los trabajadores cuentan con la fecha del 14 de mayo como una especie de punto límite, impuesto judicialmente. Según relatan, la última oferta de la empresa -de los hermanos Pablo y Juan Lotero– fue pagarlel $4800 ahora, $8000 en agosto y el resto -cinco o seis sueldos, más las indemnizaciones- recién en 2021. “Es ilógico, pero la jueza lo aceptó. Nadie puede vivir con $4800 y no sabemos si en agosto cobraremos los $8000. Además, en 2021 el resto de la plata estará devaluada”, evalúa Ariel.

Lo que más indigna a los trabajadores son las idas y vueltas que hay en torno a los dueños de la firma. Luego del desalojo nocturno del local de Urquiza y la Costa -que era alquilado por los hermanos Lotero-, ahora la incertidumbre llegó al espacio de Buenos Aires entre Moreno y Belgrano: hoy los trabajadores advierten que si bien todos pensaban que el inmueble pertenecía a los dueños de Boston, los mismo expusieron que en realidad fue vendido en noviembre de 2017. En este marco, cuentan que nunca lo reclamaron ni presentaron los papeles y advierte, también, que la jueza les dio a los empresarios un mes para presentar los papeles que corroboren dicha venta.

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Los diez trabajadores y trabajadores que continúan en la resistencia se sienten cada vez más unidos y tratan de llevar la situación lo mejor posible. Por eso, los jueves ven a un psicólogo. “Charlamos mucho. Buscamos las mejores opciones y eso ayuda mucho. Nos guía y nos da una mano importante. Todo este tiempo pesa y sacar lo que sentimos nos sirve”, comenta uno de los trabajadores, entre mates y medialunas.

Ariel comenzó a trabajar en la firma como chofer y, luego de un accidente, los dueños anteriores le ofrecieron el puesto de cajero en la sucursal de Constitución. En ese sentido, se anima a diferenciar la relación con los diferentes propietarios: “Con los anteriores llegábamos a fin de mes, cobrabas en tiempo y forma. No era todo color de rosa pero era una relación normal. Los nuevos dueños (los hermanos Lotero) llegaron en noviembre de 2016 y en enero ya arrancamos con problemas, con los sueldos en cuotas. No pagaban feriados, horas extras. Y si reclamabas, te lo echaban en cara”.

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Los trabajadores en la actualidad viven con miedo e incertidumbre, al no saber si pueden llevar a cabo su idea de cooperativa, simplemente para poder vivir dignamente y llegar a fin de mes. Ariel tuvo que dejar de alquilar su casa e irse, junto a su mujer, a vivir a lo de su suegro. Pero ni él ni sus compañeros y compañeras bajan los brazos; lejos de eso, continúan asesorándose y resistiendo para trabajar y darle lo mejor a sus familias.

LA MIRADA DEL AFUERA

La Boston es un ícono de la ciudad y es reconocida en todo el país, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Por eso, los trabajadores cuentan que durante el verano muchos turistas se sorprendieron al ver la situación que atravesaba la empresa. Incluso muchos les contaron que venían a Mar del Plata de chicos y ahora, de grandes, cada vez que llegan a la ciudad, pasan a buscar sus medialunas. “Es difícil explicarles el conflicto, ya que muchos piensan que todos estamos trabajando para La Fonte D’ Oro y no es así”, se lamenta Ariel.

Y, en este sentido, repara que que solo unos pocos empleados -de los 14 que mantuvieron la toma en la sucursal de Varese- fueron los incorporados por la firma: “Creo que los tomaron por una decisión ética, para quedar bien. No es lógico que al que era vendedor lo hayan puesto de mozo, o al mozo de cajero”.

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