Miércoles 24 de abril | Mar del Plata
23/10/2016

Caso Riera, a juicio: “No mataron a mi papá, nos mataron a todos”

La hija del taxista de 60 años asesinado en Villa Mateotti habló con QUÉ de cara al comienzo del juicio. Desde este lunes, un tribunal juzgará a Luis Balbuena y Alan Luna por el crimen que conmocionó a Mar del Plata y que destruyó una familia entera.

Caso Riera, a juicio: “No mataron a mi papá, nos mataron a todos”
Noelia Riera, 38 años, hija del taxista Mario Riera asesinado el 9 de mayo de 2015 (Fotos: Lucho Gargiulo / QUÉ Digital)

El destino trajo a Mar del Plata en los años ’80 a la familia Riera. Atrás había quedado Mendoza. Delante, por largos años, Mario se desempeñaría en un cargo administrativo de la firma Moscuzza. La crisis del 2001 lo dejó en la calle y el taxi fue una salida casi inmediata para seguir dándole de comer a su mujer y a sus tres hijos. Luego llegaría su nieto, “su luz, su vida, su pasión”.

Mario Riera, la víctima del atroz crimen que conmocionó a la ciudad la noche del 9 de mayo de 2015, no murió solo. Su hija dice, admite y sostiene que ninguna condena cambiará su dolor. “No mataron a mi papá, nos mataron a todos”, reconoce a horas del comienzo del juicio con la esperanza de que las condenas (pide perpetua para el autor y “una pena alta” para el coautor), estén a la altura de todo lo que el homicidio destruyó.

A Noelia Riera, de 38 años, empleada municipal de la Secretaría de Producción de General Pueyrredon, se le mezclan las sonrisas de pequeñas vivencias familiares junto a su padre con las lágrimas de tristeza y bronca que no dejan de correr por su rostro durante buena parte una larga charla con QUÉ.

El lunes 24 de octubre a la mañana, a casi un año y medio del crimen, empieza el juicio oral que juzgará a Luis Junior Balbuena y a Alan El Mono Luna, los dos detenidos imputados por el homicidio del taxista de 60 años, su papá.

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Sábado 9 de mayo de 2015. Los Riera siempre fueron una familia unida. “Muy unida”, subraya Noelia. Esa tarde recuerda que fue desde el centro a la casa de sus padres, en el barrio San Martín, para llevar a su pequeño sobrino a jugar a la plaza. Hacía frío y regresaron temprano para compartir unos mates con Mario, su papá, antes de que se subiera al taxi, como todos los días, para salir a trabajar.

Mario y su mujer se casaron muy jóvenes, con poco más de 20 años. La familia había tomado una decisión colectiva de irse de Mendoza y emprender una nueva vida en Mar del Plata, y en los ’80 adquirieron la casa en la que su esposa, hoy “destruida”, todavía lo espera. Tuvieron dos hijas y un hijo. El San Martín, por aquellos años, era “un barrio de trabajo, de pescadores”. Fue con el tiempo, durante y después de los ’90, que se volvió más complejo y empezaron a verse grupos de chicos con alcohol, con drogas y armas”.

Después de los mates el sábado continuó con una aparente normalidad. Noelia regresó a su casa en el centro y su padre salió en el taxi, un Renault Logan licencia 0341, con destino a su parada habitual, en Fortunato de la Plaza (39) y Peralta Ramos. “Paraba ahí para estar cerca de mi mamá y mi sobrino”, contó Noelia. Hacía tiempo había elegido trabajar de noche para poder compartir el día con la familia. Pero esa noche no fue una más, sino la última que saldría a trabajar.

El puesto de trabajo que con esfuerzo Mario Riera había conseguido en la empresa Moscuzza desapareció con el revés económico y social de la crisis del 2001. Su cuñado, “tachero de toda la vida”, le propuso subirse a un taxi de la firma Taxicoop para que pudiese pagar las cuentas y que en su hogar no faltara la comida para su familia. “Le gustaba el taxi, se sentía bien, pero andaba muy confiado”, sostuvo su hija.

Desde un Nextel robado a un remisero, alguien (se presume que Alan Luna) llamó a la empresa después de las 19 y pidió un taxi desde la zona de Villa Mateotti. Podía haber sido cualquier chofer, pero el viaje lo tomó Riera.

La reconstrucción de los hechos indica que a metros del cruce entre Mateotti y Benito Lynch el taxista forcejeó con -al menos- dos delincuentes, intentó defenderse rociándolos con un gas pimienta -que le había regalado su hija y que llevaba en el auto-, el cual quedó impregnado en las paredes del habitáculo. Recibió dos disparos: uno que le perforó un dedo tras rebotar en su anillo y el otro, mortal, en el pecho tras atravesarle la mano con la que portaba el aerosol.

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En Mateotti y Benito Lynch balearon el 9 de mayo de 2015 a Mario Riera a bordo de su taxi (Foto: archivo/QUÉ Digital)

Cuando los hechos delictivos se volvieron frecuentemente violentos entre los taxistas, a partir de los homicidios de Luis Severiens (noviembre de 2008), Guillermo Koiv (marzo de 2015), Leandro Romano (abril de 2015), Eduardo Parodi (agosto de 2015), y Rubén Cufré (septiembre de 2015), entre otros, las hijas de Riera hablaron con él para “que tuviera cuidado”. “Mi papá decía que no le iba a pasar nada, que se cuidaba y que quería estar cerca de la crianza de su sobrino para no estar ausente en algunas etapas hermosas que se perdió de nosotros por tener que laburar”, agregó su hija.

“Llevame al hospital Pablo, mirá para adelante y acelerá”. La frase se la dijo Mario Riera ya herido a uno de sus compañeros de la parada, a quien llamó por teléfono (después de comunicarse con su esposa y decirle que lo habían lastimado) para que viniera a buscarlo. Al llegar, el chofer encontró el taxi con un disparo en la ventanilla de atrás, del lado del conductor, y a Mario tendido en el piso. Lo subió al auto y condujo a toda velocidad hasta el Hospital Interzonal General de Agudo (HIGA). A través de la frecuencia de radio de los taxistas sus compañeros comenzaron a enterarse del hecho que minutos después le pondría fin a su vida, a los 60 años, la noche de ese mismo 9 de mayo de 2015.

La familia Riera brindaba cada vez que se sentaba a comer. Era una costumbre, no religiosa, sino familiar, cálida, de amor y gratitud. “Él siempre trató que toda la familia estuviera unida”, contó Noelia, cargada de elogios para su padre: “Era muy generoso, muy agradecido a la vida y quería que nosotros tuviéramos lo que él no había tenido: la familia unida, educación para progresar, porque él no había terminado el Secundario y nos decía que teníamos que estudiar para desarrollarnos”.

El teléfono de Noelia sonó. “Lo hirieron a papá, vení rápido”, le comunicó nerviosa su hermana -dos años menor que ella, madre de su sobrino-. Noelia manejó a toda velocidad “con la cabeza a mil” y una angustia hecha nudo en la garganta hasta la esquina del hecho, pero ni su padre ni el auto estaban allí. Ya lo habían llevado al hospital. Llegó rápido al HIGA, sin saber qué le dirían. El taxi estaba estacionado -prácticamente tirado y con la ventanilla rota- a metros del acceso a la guardia. “Ya estaba mi mamá en el hospital. Esperamos un rato largo y no entendíamos nada, hasta que la doctora que lo atendió vino y nos lo dijo. Mi papá no había sobrevivido”. El crimen de Mario Riera estaba consumado.

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El taxi de Riera quedó estacionado en el HIGA tras ser trasladado por un compañero (Foto: archivo/QUÉ Digital)

 PARO, PROTESTA Y ÚLTIMO ADIÓS 

“Vamos para la Muni”, decía a viva voz uno de los taxistas en el estacionamiento de la guardia del HIGA, repleto de techos amarillos, momentos después de confirmada la muerte de Riera. Una reacción espontánea con una manifestación en la esquina de Luro e Independencia, una concentración de otros choferes frente a la Jefatura Departamental de Policía en Entre Ríos y Gascón, y un tercer grupo en las puertas de la Municipalidad plasmó la bronca de los trabajadores del volante con un paro que no demoraría en anunciarse.

A la medida de fuerza decretada, que se extendió hasta el lunes, se sumaron también los remiseros y la Unión Tranviarios Automotor. La muerte de Mario Riera dejó la ciudad sin taxis, remises ni colectivos por varias horas. El paro se levantó después de velar los restos de Riera en la sala de Peralta Ramos 475, donde además de la familia, amigos y varios trabajadores del volante de Mar del Plata se acercaron para darle el último adiós y acompañar a la familia.

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La noche que asesinaron a Mario Riera, taxistas lanzaron un paro y se manifestaron frente a la Municipalidad (Foto: archivo/QUÉ Digital)

Con el paso de los meses, según la hija del taxista, solo sus compañeros estuvieron presentes, firmes. Ni la empresa, ni el sindicato (Supetax) ni el propietario del taxi volvieron a acercarse. Es más, Noelia detalló que el patrón solo fue a buscar la recaudación que Riera, por obvias razones, no llegó a entregarle.

 BALBUENA, LUNA Y “MAFALDA” 

Al día siguiente del hecho, Luis Junior Balbuena, de 24 años, fue detenido minutos después del mediodía durante un allanamiento en las inmediaciones de la Villa Mateotti. Al declarar, negó su participación en el hecho.

Semanas después se dictó la prisión preventiva del imputado, sospechado de haber sido quien efectuó los disparos que terminaron con la vida del chofer. Su familia, tras la detención, fue víctima de reiteradas amenazas y actos de violencia. Su vivienda fue baleada y prendida fuego.

El otro joven sospechado de haber participado era un menor de 15 años que fue aprehendido días después, en la madrugada del 14 de mayo, luego de asaltar junto a dos hombres mayores de edad a un automovilista a punta de pistola. Se negó a declarar y luego fue liberado. El 9 de julio, luego de haber cumplido 16 años y ser punible, volvió a ser detenido tras robar un auto junto a otro delincuente de la misma edad. Finalmente “no hubo pruebas que comprobaran su participación en el crimen de Riera y fue sobreseído”.

Días antes, el 30 de junio, Alan El Mono Luna, un joven de 23 años, también fue detenido por la policía en el marco de la investigación y se negó a declarar. En cuanto a las circunstancias que lo ubican en la escena del crimen, diversos testigos dieron cuenta de la participación del individuo como uno de los autores materiales del hecho, dado que entre los testimonios recibidos se logró determinar que unas horas antes el joven le robó su celular a un remisero y luego realizó la llamada solicitante a la central de taxis, viaje que fue cubierto por la víctima.

También se estableció que momentos después del hecho, uno de los acusados habría llegado corriendo, alterado, y con los ojos irritados producto del gas pimienta arrojado por la víctima a un comedor situado en Benito Lynch entre Mateotti y Rafael del Riego donde habría reconocido su participación en la muerte de Riera. También sobre él se dictó la prisión preventiva.

Balbuena y Luna son los dos imputados que llegan este lunes 24 de octubre a juicio por el homicidio de Mario Riera. Los aportes que harán al declarar los testigos presenciales del hecho serían contundentes para confirmar la participación que cada uno de los imputados tuvo en los segundos que terminaron quitándole la vida al taxista del barrio San Martín.

 “PERPETUA PARA EL AUTOR Y UNA PENA ALTA PARA EL COAUTOR” 

El fiscal Eduardo Amavet se hizo cargo de la investigación desde el primer momento. Llevó adelante todo el proceso e incluso elevó a juicio la causa. Pero meses después, el caso cambió de manos y pasó al fiscal Juan Pablo Lódola, a quien la familia de Riera conoció recién hace unos pocos días. También conocieron hace poco a su abogado, Rubén Legrer, quien los representará durante el juicio que está a punto de comenzar.

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“Queremos que pidan perpetua para el autor y lo máximo posible para el coautor. Hay pruebas directas, hay testigos. Yo tengo confianza. No me queda otra. Yo tengo la esperanza de que tengan una condena de muchos años. Uno de los dos tiene una condena previa de tres años en suspenso por robo a mano armada y otros delitos. Pretendo que haya una condena porque son dos personas que no tienen respeto por la vida. Así como mataron a mi papá y no se arrepintieron, van a matar a otra persona. No es por mí, es por ustedes”, explicó Noelia Riera.

Con lágrimas en los ojos y una valentía que le sale desde adentro para seguir adelante en su relato, la hija del taxista, resumió la destrucción emocional y física que el crimen causó en su familia: “No hay nada que te alivie después de pasar por esto. Caminás a ciegas en la Justicia porque no sabés dónde ir, qué trámites hacer. Mi mamá está destruida. Le quitaron a su compañero. Ellos hacían todo juntos. Le afectó la salud a mi mamá. Mi abuela se enfermó de cáncer, mis tíos dicen que es porque lo extraña. Yo estuve tres meses sin dormir. Tengo un tumor benigno en la cabeza y me creció un montón. Cada uno lleva su pena como puede. Y cuando no alcanzan las palabras ni las lágrimas, el dolor sale por algún lado. A mí todavía me parece verlo arriba de un taxi. Es muy duro. No mataron a mi papá, nos mataron a todos”.

 #PARAQUENOTEPASE: “FUI A PEDIR POR LOS DEMÁS” 

Noelia Riera es consciente de una triste e irreversible realidad: “Lo que pase con el juicio a mí no me cambia en nada. Que hayan detenido a dos personas no me causó alivio. Y cuando los condenen mi dolor va a ser el mismo que ese 9 de mayo”.

Hace algunos días, en el marco de la reciente convocatoria bajo la consigna #ParaQueNoTePase, la hija del taxista Mario Riera estuvo presente en la concentración realizada en Luro y Mitre: “No fui por mí solamente, fui por los demás. Porque esto te destruye la vida y no quiero que le pase a nadie más”.

PARA QUE NO TE PASE 09

En el largo camino que lleva atravesado en este casi año y medio, a Noelia y su familia les costó encontrar ayuda. Según contó, el Centro de Atención a las víctimas de la Provincia, que depende del Ministerio de Seguridad, les negó la asistencia legal.

“Consideraron que como mi familia tiene recibo de sueldo, no nos asiste el derecho. Mi mamá se jubiló en febrero, con la mínima y con moratoria. Tiene 61 años. Limpiaba por hora y no tenía muchos aportes. Mi hermana tiene un ingreso muy justo. Me llegaron a pedir 150 mil pesos por un abogado, es imposible pagar eso para nosotros”, sostuvo.

Luego la familia encontró el apoyo de la Dirección de Asistencia a la Víctima del Municipio. “Nos orientaron mucho. Si estás perdido, ahí sabés que tenés un teléfono que podés levantar. Nos dieron una mano importante, pero nada te alcanza”, añadió Noelia.

 LOS OJOS VENDADOS DE LA JUSTICIA 

Hoy, a horas de enfrentar el juicio por la muerte de su padre, a Noelia le quedan tantos recuerdos como preguntas. La principal es: “¿Se podría haber evitado la muerte de su padre?” Para ella, la respuesta es afirmativa.

“Si esas personas no hubiesen estado sueltas… si mi viejo no hubiera ido… si no se vendiera y se consumiera droga de tal manera… si Taxicoop hubiera respetado los protocolos y dado aviso al Comando de Prevención Comunitaria…”

NOELIA RIERA CRIMEN MARIO RIERA TAXISTA (2)

Ni Noelia ni la Justicia tendrá respuestas a esos interrogantes. Ella es consciente de que “las leyes están, pero a veces hay una interpretación hasta casi fantasiosa”. Lo que Noelia Riera y su familia piden es justicia. Saben que nada ni nadie les devolverá los brindis, los mates, las risas, las peleas, los viajes, las anécdotas, las fiestas, la infancia; pero también saben que “aquel que busca plata para seguir drogándose no mide el costo y el costo somos nosotros”.

La familia Riera pide que el Poder Judicial “despierte de esa fantasía”. La familia Riera ya está sentenciada a una condena perpetua de dolor. La familia Riera pide Justicia y desde el lunes los jueces tendrán la oportunidad de demostrarle “si despertaron o siguen dormidos”.

 EL PROCESO JUDICIAL 

Desde este lunes 24 de octubre, el Tribunal en los Criminal Nº 3 del Departamento Judicial Mar del Plata juzgará la participación de Luis Balbuena y Alan Luna en el homicidio del taxista Mario Riera.

Dicho Tribunal está integrado por los jueces Eduardo Oscar Alemano, Juan Manuel Sueyro y Fabián Riquert.

Si bien Eduardo Amavet fue desde el primer momento el fiscal del caso, tras elevar la causa a juicio pasó a hacerse cargo de la misma el fiscal Juan Pablo Lódola.

El abogado Rubén Legrer ejercerá la representación legal de la familia Riera.

Las audiencias se llevarán a cabo el sexto piso del edificio de Tribunales, en Brown y Tucumán. Todo indica que la sentencia se comunicará antes de fin de mes o bien en los primeros días de noviembre.

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