Caso Tito Arriagada: “Nos sentimos defraudados”
La hija de Tito lamentó el fallo contra Martín Mansilla y aseguró que “ahora no se puede confiar en la Justicia”. Además, expresó que “hay que tener cuidado porque esta persona está suelta”.
La condena por homicidio simple -con penas de entre 8 y 25 años- no llegó. La Justicia consideró que Martín Mansilla no tuvo intención de provocarle la muerte a Francisco Tito Arriagada cuando le pegó un trompada que le quebró el maxilar -tras lo cual cayó y pegó sobre un cantero lo que días después derivó en su fallecimiento- y por eso lo condenó bajo la calificación de “homicidio preterintencional” a la pena de cuatro años y medio de prisión. La decisión no cayó bien en la familia del herrero de Santa Clara Mar y su hija, Mónica, dijo que se sienten “realmente defraudados”.
“La vida de mi papá valía algo y no nos merecíamos esto. Esperábamos una pena mínima, no estábamos pidiendo que se quede de por vida, pero este resultado no lo esperábamos”, dijo Mónica, quien estuvo junto al resto de los hijos de Tito y a su madre en cada audiencia del juicio contra Mansilla. Es que la familia al menos esperaba que el acusado este martes abandonara Tribunales esposado, algo que no ocurrirá hasta que la sentencia quede firme.
“Esto no cambia el resultado de nuestro dolor porque lo vamos a llevar de por vida, pero quiero que sepan que ahora no se puede confiar en la Justicia, que no podés andar en la calle tranquilo pensando que la gente es buena, hay que tener cuidado porque esta persona está suelta y es peligrosa”, expresó la mujer que encabezó el pedido de justicia desde el momento de ocurrido el hecho.
“A partir de ahora lo único que espero es que mi papá descanse en paz, hicimos lo que pudimos y lo demás estaba en manos de la Justicia”, señaló y aseguró: “Nos sentimos realmente defraudados”
En cuanto a lo judicial dijo que comenzarán a pensar en la apelación al fallo y criticó la decisión de los jueces: “Quiero que se entienda que esto no es un capricho, simplemente es un pedido de justicia. Ellos lo ven de otro forma, no sé en qué lugar se ponen, cómo se paran para ver las cosas, no los entiendo”.
Así, destacó: “Simplemente pedimos que estuvieran un minuto en nuestros zapatos o en los zapatos de mi papá y hubieran sentido las cosas de otra manera”.
