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25/09/2022

La Conadep, esa “materia prima” para probar el genocidio también en Mar del Plata

Al cumplirse 38 años de la entrega del Informe Nunca Más, cómo fueron las primeras experiencias de reconstrucción del horror a nivel local.

La Conadep, esa “materia prima” para probar el genocidio también en Mar del Plata
El Informe Nunca Más de la Conadep en manos de Fernando Martínez Delfino, uno de los testigos de la historia. (Fotos: Qué digital)
Sebastián Alí

Por: Sebastián Alí

“… En nombre de la seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una categoría tétrica y fantasmal: la de los Desaparecidos. Palabra -¡triste privilegio argentino!- que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo”, (fragmento del prólogo. Informe Nunca Más. 1984).

El 20 de septiembre de 1984, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) entregó su informe final, el “Nunca Más“, al presidente Raúl Alfonsín. Esta semana se cumplieron 38 años de ese hito en la búsqueda de justicia por los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura. Cómo fue en Mar del Plata, en palabras de algunos de sus protagonistas, la recopilación de testimonios y la reconstrucción del terrorismo de Estado, esas miles de páginas de legajos que se convirtieron en “materia prima” para probar el genocidio.

Con más crudeza desde 1966, la Doctrina de Seguridad Nacional mostró su omnipresencia y su peor cara tanto en gobiernos dictatoriales como en los democráticos. Sin embargo, a partir del plan sistemático, clandestino y genocida desplegado desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, se volvieron inocultables los crímenes cometidos por el Estado nacional contra las personas que militaban, e incluso contra quienes no lo hacían pero se atrevían a pensar en la necesidad de un cambio de raíz: como bien relata el prólogo del informe, la categoría de “subversivo” excedía largamente a las expresiones revolucionarias. Por eso, el retorno democrático de 1983 no pudo ignorar las denuncias que ya se habían empezado a realizar en los años previos e incluso durante la última dictadura militar a pulmón y por parte de los primeros organismos de derechos humanos.

Así, como paso previo a denunciar y enjuiciar a los responsables, la Conadep fue creada el 15 de diciembre por decreto del presidente Raúl Alfonsín para realizar un relevamiento de las denuncias de víctimas y familiares (se relevaron cerca de 9 mil casos), y presentar un informe final a los 180 días. Estuvo conformada a nivel nacional por personalidades como su presidente -y encargado de entregar el informe hace 38 años- Ernesto Sábato, el médico René Favaloro -luego renunció en rechazo a la imposibilidad de investigar crímenes previos de la Triple A- y la recientemente fallecida periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, entre otros.

En Mar del Plata y como en otras ciudades donde la represión había sido intensa, funcionó una delegación por decisión de la dirección nacional pero prácticamente sin más recursos que la fuerza voluntad de sus integrantes. Fue encabezada por el abogado e integrante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), Armando Fertitta, su colega y también comprometido con familiares y víctimas, Juan Carlos Wlasic, y referentes de organismos locales como María Luisa Turón de Toledo, expresidenta de la entonces llamada Comisión de Madres, Familiares y Abuelas de Detenidos Desaparecidos, y el presidente del Colegio de Abogados, Oscar Huerta, entre otros.

De esta manera, fragmentos de los miles de testimonios recolectados por la Conadep en distintas ciudades del país fueron los utilizados para concretar la publicación del Informe Nunca Más. En el caso de Mar del Plata, además de ser una materia prima fundamental que se sigue utilizando en los juicios penales, llegó para sistematizar y continuar con una recopilación que ya se estaba llevando adelante desde el retorno al sistema democrático.

La publicación del informe final de la Conadep fue una prueba determinante en el histórico Juicio a las Juntas de 1985. Se trata de una producción que, más allá de ciertas caracterizaciones que todavía son materia de discusión -por ejemplo, las referencias más o menos sutiles en su propio prólogo a la teoría de los “dos demonios”- no dejó de ser un aporte clave y una experiencia inédita que también conllevó un intenso trabajo de reconstrucción en Mar del Plata.

“FUE UNA MATERIA PRIMA CENTRAL PARA LO QUE VINO DESPUÉS”

Fernando Martínez Delfino es sobreviviente de la última dictadura. Su hermano, Eduardo Martínez Delfino, fue detenido en julio de 1976, visto por testigos en el centro clandestino de detención conocido como La Cueva y desde entonces permanece desaparecido. Desde ese doble lugar de víctima, el exmilitante de la Juventud Peronista y quien desde 1979 forma parte de la asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, fue uno de los que brindó su testimonio frente a la delegación local de la Conadep.

En diálogo con Qué digital, recuerda que tras la desaparición de su hermano, en 1977 tuvo una “pequeña detención” en la cual “comparado con otras, la saqué barata“, recuerda. Estuvo detenido en la Delegación de la Policía Federal, incomunicado y desaparecido hasta que una movilización popular llevó su caso a los diarios y permitió “pararle la mano” a las fuerzas de seguridad para que “no pase a mayores”. Luego, además de organizarse por la búsqueda de su hermano, no dudó en aportar su testimonio también ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en los Juicios por la Verdad y en las distintas causas penales.

Fernando Martínez Delfino (Foto: Qué digital)

“Cuando viene la democracia, y el gobierno de Alfonsín crea la Conadep, en la mayoría de los organismos de derechos humanos nos sorprendió esa movida y creíamos que era importante, pero no todos tuvimos la misma visión de si era progresista o era una cosa claudicante. Quizás había grupos que querían ir más a fondo”, recuerda sobre aquellos años.

En cuanto al funcionamiento de la delegación local, según detalla María Eliana Funes en su artículo Una mirada de abajo hacia arriba. Articulación y trascendencia de la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas (Conadep) delegación Mar del Plata, las denuncias fueron tomadas recién desde el 9 de abril de 1984 y durante cinco meses (hasta que fue entregado a la comisión nacional el 15 de septiembre), en un espacio facilitado por la Municipalidad en San Martín al 3000, a pocos metros del Palacio comunal.

“Allí participaban los dirigentes de la Conadep, nombrados por el Poder Ejecutivo y había un grupo de militantes que entrevistaban a la gente junto con esos dirigentes. Levantaban las actas en las que cada testigo que iba explicaba su drama. Realmente había que estar muy equilibrado para soportar en esos momentos estos testimonios”, rememora.

Además de recibir denuncias, la Conadep tenía facultades para recorrer espacios donde se testimoniaba que habían funcionado centros clandestinos de detención. Por eso, en el Nunca Más aparecen relevamientos de la Escuela de Suboficiales de Infantería de la Marina (ESIM) ubicada en el Faro; la Base Naval de la Marina; de la Brigada de la Fuerza Aérea de Camet; la Comisaría Cuarta y la Comisaría de Batán de la Policía Bonaerense.

“Recuerdo que estuve en algunas de ellas como la de ESIM. Ahí los milicos nos recibieron con cara de orto, como no podía ser de otra manera, y la Conadep entró. Tenía una logística impuesta por el gobierno que eran arquitectos, fotógrafos, topógrafos que iban tomando nota de la visita que se hacía y tomaban fotos y levantaban croquis, eso fue muy importante”, recordó Martínez Delfino como una de las particularidades que también relata Funes en su artículo: muchos de los espacios seguían ocupados por las fuerzas sospechadas de los delitos

“El Polvorín”, uno de los espacios de detención clandestinos relevadas por la Conadep antes de su destrucción en el predio del Faro.

En cuanto a esos relevamientos presenciales, hizo foco en la importancia de la recorrida por el Faro para relevar espacios que luego fueron entregados y destruidos por el Aquarium: “El croquis de ESIM fue muy importante porque la Marina posteriormente tapó el lugar donde estaban las celdas o sea que, cuando recorrieron el lugar, todavía no se le había dado tiempo a los milicos a que sacaran la totalidad de las pruebas. En el caso de la ESIM, gracias a la Conadep pudieron en los juicios finales que hubo, demostrar, documentar y darle fuerza legal a que ahí había habido un lugar donde estaban las cárceles”.

Como testimonio de esas recorridas y su utilización en los juicios posteriores, una serie de notas del diario Página 12, da cuenta de cómo, como parte del funcionamiento de la Conadep, en junio de 1984 se realizaron recorridas y una inspección ocular en otro CCD como la Base Naval, registros que luego sirvieron en una causa que investigaba el cautiverio de personas embarazadas en la base marplatense y los posibles vínculos de ésta con la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

Todos estos registros, para Martínez Delfino “fueron la base”: “A esa documentación se le fue sumando los testimonios que los testigos dieron en los juicios por la verdad. Algunos tipificados en la Conadep y otros no. Fue una materia prima importante para probar el genocidio en Mar del Plata, una cacería de un aparato estatal contra un grupo de militantes armados por un lado, y la gran mayoría de militantes que no usaban armas y no creían en la violencia”, sostuvo.

conadep mar del plata

Croquis de la Comisaría de Batán.

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RETOMAR Y SISTEMATIZAR UN TRABAJO QUE YA SE HABÍA INICIADO

La particularidad de la delegación marplatense de la Conadep es que retomó un trabajo de recopilación de testimonios que ya se venía haciendo y no solo desde los organismos sino también a nivel político, desde el propio Concejo Deliberante: no solo se trataba de recibir nuevas denuncias, sino también un trabajo por ampliar las que ya existían, teniendo en cuenta que la sede local empezó a funcionar meses después del decreto presidencial.

“Acá hubo varias cuestiones previas al funcionamiento de la Conadep, que también fueron muy importantes. Porque en el Concejo Deliberante ya había habido concejales que decidieron comenzar a tomar testimonios a las víctimas o a los familiares. El radical Luis Rech y el presidente del HCD, Pablo Sirochinsky, ellos tomaron mucha información que luego la entregaron a la Conadep”, recuerda Irma Piñero, exmilitante del radicalismo e integrante de la asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos.

“Luego cuando comenzó a trabajar la Conadep, ellos empezaron a trabajar en un principio con las denuncias que se habían hecho ante Familiares, la asociación en aquel momento que se llamaba Familiares Madres y Abuelas, que estábamos nucleados en un solo organismo”, agregó.

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Ya con la conformación de la comisión local de la Conadep y la necesidad de garantizar la recepción de las denuncias a lo largo del día, se sumarían otros voluntarios a la tarea de entrevistar. Al respecto, Martínez Delfino señala algo de esa experiencia previa de los organismo, en contraste con quienes recién se sumaban a colaborar: “Los que veníamos de los organismos, más o menos la teníamos clara porque veníamos de años escuchando y entrevistando, pero hubo mucha gente joven que se acercó a colaborar con la Conadep y al fin del día quedaban destruidos por los testimonios que escuchaban. Fue una cosa muy dura para los actores que participaron, ya sea a nivel dirigencial como a nivel de militante de base que ayudaban a hacer toda la parte administrativa”.

Además, Piñero da cuenta de la dificultad para recolectar los testimonios, con el recuerdo fresco del terrorismo de Estado: “Hubo muchas denuncias que se hicieron y que se tomaron como anónimo, las personas no daban su nombre, sobre todo los sobrevivientes, porque era todo muy reciente y todo el mundo estaba asustado. Uno no sabía si al día de mañana los milicos no volvían“. Además, se trataba de un temor no alcanzaba solo a las víctimas y familiares, sino que de alguna manera también sentían quienes tomaban las entrevistas.

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Ese temor, además, se ve en el número de denuncias recibidas que abarcó menos de mitad de las cerca de 450 personas desaparecidas que se registran en Mar del Plata: a partir del trabajo de la Conadep y, según la base de datos de los organismos, en total se realizaron 262 legajos con denuncias entre los que se incluyen sobrevivientes y siete declaraciones anónimas. De ese total, 121 denuncias corresponden a desapariciones. “Al comenzar con los juicios empezó a haber gente que se empezó a animar a contar lo que le había pasado y a hacer la denuncia pero hay gente que nunca se ha animado a hablar. No es tan simple“, aclaró Piñero.

Esos limitados números, no obstante, no opacan la importancia de ese primer paso, esa primera base para una búsqueda de justicia que luego emergió como ejemplo a nivel mundial: “Es importante que el Estado le haya dado a las víctimas un lugar donde expresar sus dramas. Antes, los familiares de las víctimas podrían hacer el habeas corpus que iban a ser rebotados… y la Justicia bien, gracias. En cambio acá, hubo un momento en que el Estado permitió que haya alguien que escuche a las víctimas y se haga un acta testimonial, que eso fue la materia prima principal para todo lo que vino después. Las víctimas se sintieron contenidas“, cerró Martínez Delfino.

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