Ostramar: levantaron el acampe luego de “aprietes” de una patota e indemnizaciones
Cuando se cumplían 73 días de permanencia en el frigorífico, los trabajadores sufrieron intimidaciones y recibieron una leve mejora económica para levantar la medida.
Las y los trabajadores que reclamaban ser reconocidos y formalizados por el frigorífico Ostramar del Grupo Caputo decidieron levantar el acampe cuando se cumplían 73 días de permanencia en Guanahani luego de una tensa jornada con aprietes por parte de una patota enviada por la patronal y tras una leve mejora en las indemnizaciones ofrecidas que, de todos modos, aseguran siguen siendo menores a las que les correspondían por los años de trabajo no registrado.
Eran 17 las y los fileteros, envasadores y peones que reclamaban desde el 28 de febrero por ser reconocidos tras haber trabajado sin derechos laborales durante décadas en la cooperativa trucha “Owencoop” que -al igual que la planta de Fleshmar- procesa el pescado que bajan los buques de Ostramar (entre los que se encontraba el Repunte), firma que controla prácticamente toda la cadena productiva desde la captura hasta su procesamiento y venta.
Sin respuestas durante más de dos meses, a pesar del acampe en los ingresos del frigorífico, los cortes de calles y los escraches en la casa de la empresaria Marcela Caputo, el desgaste y la necesidad de empezar a buscar otros ingresos atentaron contra la medida de fuerza y solamente quedaban 6 trabajadores turnándose en el acampe.
Justamente esos seis fueron los que este viernes debieron enfrentar a una patota. Es que un grupo de 16 personas -entre los que aseguran se encontraban barrabravas de Aldosivi- llegó con un camión a las instalaciones de Guanahani al 3100 junto al patrón de la planta Fleshmar, Raúl Ramírez, y bajo el argumento que ahora ellos eran los “dueños del pescado“, obligó a los obreros en lucha a hacerse a un lado para sacar el pescado del lugar.
Así, la violencia volvió a decir presente en el Puerto precarizado de Mar del Plata, ya que no es la primera vez que se producen intimidaciones con patotas en instalaciones vinculadas al grupo Caputo: semanas atrás, el delegado del Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (SOIP) en la planta de Fleshmar denunció a Ramírez ante la Justicia por golpes y amenazas en el marco de una asamblea de trabajadores por falta de pago de contribuciones patronales.
La denuncia, sin embargo, todavía no registró avances y el delegado sigue sin poder trabajar, con el miedo además de haber sufrido amenazas de muerte. Mientras tanto, el gremio negocia la salida del obrero.
En cuanto a lo sucedido este viernes, tras ese primer incidente en el frigorífico, la firma realizó un nuevo ofrecimiento a los trabajadores que, si bien destacaron que fue mejor a la indemnización que habían negociado en primera instancia -aunque no la correspondiente por los años trabajados-, finalmente todos los obreros en conflicto decidieron aceptarla.
De esta manera se cierra un conflicto que se extendió más de lo que suelen extenderse situaciones similares en el Puerto, por la importante resistencia que presentó el grupo de trabajadores, con todo lo que implica poner el cuerpo en un contexto de aguda crisis socioeconómica y pérdida de poder adquisitivo.
Es que el de Ostramar es un caso más de los que habitualmente se dan en el puerto con sus altos índices de precarización. En esos casos se expone reiteradamente el contraste entre la riqueza concentrada por los empresarios del sector y la mano de obra cada vez más ajustada de los trabajadores que procesan el pescado quienes, cuando quieren manifestarse por las condiciones laborales, son despedidos, ninguneados y hasta golpeados y amenazados: y en la capital de la desocupación, siempre hay mano de obra dispuesta a tomar el puesto laboral que dejan quienes no se dejan explotar.
