Jueves 25 de abril | Mar del Plata
06/02/2022

Plaza Rocha: la organización como base para garantizar la subsistencia

Tras años de trabajo y lucha, unos 400 feriantes parecen haber encontrado más estabilidad. Y aunque aseguran estar más tranquilos, las ventas no aumentan. Sus testimonios en primera persona.

Plaza Rocha: la organización como base para garantizar la subsistencia
Por: Celeste Verdicchio | Fotos: Qué digital

En la feria de Plaza Rocha, ubicada en la manzana de Luro entre 14 de Julio y Dorrego, trabajan actualmente 400 familias. Se trata de un clásico de la economía popular en la ciudad que funciona todos los martes y viernes, siempre que el clima acompañe. Luego de años de proyectos de traslados, inactividad y arduas negociaciones, las y los feriantes parecen haber encontrado cierta estabilidad. Lo atribuyen a un censo realizado en el marco de la pandemia y a los controles regulares que realiza el área Inspección General municipal. 

Pese a estar más organizados, reconocen que las ventas cayeron muchísimo en comparación a temporadas anteriores. Por ello, muchos se las “rebuscan” e incluso consideran otras alternativas de trabajo. Con los gazebos al rayo del sol, y algunos puestos con opción de pago con Cuenta DNI, venden desde ropa y libros hasta plantas y herramientas de trabajo. Y lo reconocen: han sabido adaptarse a las necesidades de consumo de los marplatenses. Muchos de ellos se han quedado sin trabajo en medio de la pandemia y otros se dedican hace años a la venta de objetos usados, pero en todos los casos coinciden que ser feriante es un estilo de vida. 

Después de años de conflictos, con desalojos y violencia institucional incluidos, las y los trabajadores lograron obtener un certificado gracias a un relevamiento que se realizó durante la pandemia. Se trata de un primer paso para poder trabajar de forma más ordenada y regularizada, algo con lo que aseguran estar conformes. 

Fue ante la imposibilidad de asistir a la feria en los meses de aislamiento estricto que los puesteros buscaron otras alternativas para generar ingresos y subsistir. Según cuentan, fueron los meses más difíciles en términos económicos, en los que se buscó de formas “desesperadas” volver a la feria en Plaza Rocha ya que muchos no tenían “ni para un plato de comida”. 

En agosto de 2020 se realizó una reinscripción para quienes querían volver a los puestos. El objetivo principal, impulsado por la Secretaría de Desarrollo Productivo, fue elaborar un registro que les permitiera obtener un certificado a cada uno para así volver a la feria en el marco de una “prueba piloto”, bajo protocolos sanitarios.

Aquel censo permitió generar una base de datos personales que luego se cruzó con información de Inspección General. Esto abrió paso a un nuevo nivel de organización, en el que los inspectores pasan a controlar con listas quiénes están ocupando los puestos e invitan a retirarse a aquellas y aquellos no registrados: “Es una forma de control que nos organiza”, admiten las y los feriantes y resaltan que hay muchas personas en lista de espera en este momento, pero que también muchos de quienes ocupan los puestos hoy lo hacen tras años de lucha.

Quienes trabajan actualmente en la feria aseguran que hay una diferencia sustancial respecto a gestiones anteriores, en términos de diálogo y negociaciones: “Con el gobierno de Arroyo no había diálogo, oportunidad de sentarse y hablar”. En este caso, afirman que la gestión del intendente Guillermo Montenegro apoya su trabajo, “por eso nos censaron y mandaron las inspecciones”. Lejos de hablarse de un posible traslado, las y los feriantes aseguran estar más tranquilos y conformes que en épocas anteriores.

VOLVER A LA FERIA MÁS ORGANIZADOS

Domingo es uno de los feriantes que se ubica sobre la calle Dorrego. Su puesto, amplio y a la vista, está lleno de zapatillas blancas y negras en todos los talles. Después de que su padre y madre enfermaran gravemente, Domingo buscó alternativas laborales: “Arranqué vendiendo con diez pares de zapatillas en el barrio Belgrano, antes de que empezara a funcionar la feria de Plaza Rocha”.

Según el feriante, la historia de la feria de Plaza Rocha se remonta a un trueque que se organizaba a través de Facebook hace muchos años: “En ese momento estábamos en el árbol de navidad frente a Canal 8 y de ahí, en el gobierno de Gustavo Pulti, nos trasladaron acá porque iban a remodelar esa plaza. La remodelaron, pero nunca más volvimos y ya nos quedamos acá”. 

“Fue en ese momento cuando tomó las riendas el Municipio. Creo que hoy se está intentando una organización, pero no creo que sea ‘saludable’, porque siempre hay un tinte político o de interés creado de por medio”, asegura Domingo.

En agosto de 2017, el Concejo Deliberante había aprobado un proyecto de ordenanza que establecía la creación de la “Feria Popular de Economía e Intercambio” en la zona de la Estación Ferroautomotora, donde las y los feriantes se ubicarían en el playón que está sobre la calle Italia.

Sin embargo, ese traslado no se pudo llevar a cabo ya que el informe que realizó Inspección General no fue alentador: el lugar resultaba estrecho, paraban colectivos frecuentemente y no estaban dadas las condiciones óptimas. “Por la cantidad de gente iba a colapsar”, argumentaba el por entonces titular de Inspección General, Emilio Sucar Grau.

Domingo asegura que “el mismo Municipio fue quien cometió el error porque no calculó la dimensión”. “Cuando hizo el censo se dio cuenta que había más gente de lo que se podía permitir ahí y se mantuvo acá” recuerda, después de muchos intentos de traslado y de cambios de ubicación.

Tras años de lucha, marcados por el reclamo constante de querer trabajar en condiciones dignas y ordenadas, pareciera que por fin se está logrando un acercamiento al objetivo. Según las y los feriantes, mucho de eso se debe al censo realizado en el marco de la “prueba piloto” para que pudiesen regresar a la actividad, luego de 120 días sin actividad al comienzo de la pandemia. 

Para mantener el orden, Inspección General pasa lista todas las mañanas y a quienes no figuran allí “se les dice que se tienen que retirar, porque no están censados”. De esa forma, “cada uno respeta su lugar y no hay peleas”, afirma Nora, feriante de años junto a su marido. 

Vanesa Córdoba, una de las trabajadoras referentes de la feria, explica que esto ayuda a mantener el orden de los puestos y preservar las fuentes de trabajo: “A la gente que no está censada le explicamos que no puede venir a trabajar. A veces, cuando ya vienen con los bolsos, hacemos una excepción por el día y les damos un lugarcito pero saben que no pueden volver porque cada uno ya tiene su lugar acá y no queremos que se desmadre”.

Para Domingo, este sistema de organización tiene que ver con la oportunidad de trabajo: por ejemplo, respecto a quienes se suspende porque se pelearon o no respetaron los códigos, el Municipio toma esa suspensión y le da el puesto de trabajo a otra persona. “Por eso mientras uno se porte bien y haga las cosas bien, tiene la oportunidad de seguir trabajando. Hay mucha gente en lista de espera”, se sincera. 

LA FALTA DE TRABAJO EN MAR DEL PLATA

La lista de espera para recibir una habilitación y comenzar a trabajar en la feria de Plaza Rocha no para de sumar nombres. Aunque hay 400 familias que viven de la feria -un número importante-, la lista sigue creciendo. Para Vanesa, representante de las últimas luchas de los feriantes, se trata de un problema estructural de la falta de trabajo en Mar del Plata, que no se puede solucionar con una plaza. Estima que hay alrededor de 200 personas o más aguardando su lugar. 

“Todo el tiempo viene a anotarse gente a la feria. El tema es que se juzga mucho que no les hacemos lugar, pero hay que entender que acá hay 400 familias que trabajan. No se puede costear la falta de trabajo y la necesidad de Mar del Plata en base a una plaza. Esto funciona, 400 familias trabajan y llevan el pan a su casa. A las otras personas que están en lista de espera se les tendría que brindar otra alternativa como lo que se logró acá”, explica la referente. 

“Vemos mucha gente que viene por primera vez y que quiere trabajar, gente que está sin trabajo, pero los feriantes de acá están hace ocho años. Se trata de una lucha de años con la que se logró esto: una feria en orden, prolija y censada”.

Vanesa propone como alternativa brindarles días de trabajo distintos, como miércoles y jueves. Pero a esto se suma el posible problema del colapso y las pocas ventas: “Ya hoy tenemos una feria inmensa, una manzana entera llena de puestos de cosas usadas. Imaginate si fuese el doble, serían 800 puestos y así nadie vende nada”, explica. 

VENDER Y SUBSISTIR EN UN CONTEXTO DE MENOS VENTAS

En algo coinciden todos los feriantes: la organización de la feria les brindó mejores condiciones y oportunidades de trabajo. Pero esto no fue suficiente para hacer crecer las ventas: “No está siendo lo que esperábamos, bajaron muchísimo”, admiten. Al comparar la actualidad con temporadas anteriores, aseguran que se trata de un enero muy complicado, con un volumen de ventas muy bajo. Y por eso, muchos de ellos salieron a buscar otras alternativas de trabajo, y otros continúan fortaleciendo su clientela y apelando a ofrecer buenos productos. 

“Esta temporada no es lo mismo que la del año pasado. Mi expectativa era, por lo menos, mantener cierta cantidad de ventas, pero no sé si es porque la posibilidad de la gente no está dada hoy o por qué, pero no está el volumen de venta que teníamos”, afirma Domingo. 

Incluso, recientemente, muchos de los feriantes agregaron la opción de pago de Cuenta DNI y Mercado Pago, con tarjetas de débito y crédito, luego de que la billetera virtual les ofreciera el sistema de cobro. Una opción que “permite sumar más opciones para lograr más ventas”. 

Norma, a quien le gusta llamar a la feria como la “feria de subsistencia” y no como la “feria de los manteros”, asegura que después de retomar la actividad en pandemia, la venta cayó muchísimo porque la cantidad de gente -compradores- se achicó. Vanesa, por su parte, lo atribuye a los días de playa y a que la gente no suele transitar tanto la zona como sí lo hacía antes.   

Para contrarrestar un poco, señalan como un punto a favor a su público turista. Un público que, dada la proximidad de la Estación Ferroautomotora, conecta a los puesteros con compradores de gente de la zona: Coronel Vidal, Maipú, Pirán, Mar Chiquita, Villa Gesell, Tandil, Necochea, entre otros sitios. 

Verónica, por ejemplo, tiene un puesto que se ubica sobre la calle 14 de Julio, casi en la intersección con la avenida Luro. Empezó hace seis años y medio vendiendo productos de Avon, luego de haber renunciado a su antiguo trabajo: un taller de costura en el que le pagaban muy poco y en el que trabajaba gran cantidad de horas al día.

Sin embargo, la Municipalidad empezó a sacar las cosas en venta que eran nuevas, como en el caso de Verónica. Allí, decidió llevar ropa usada que tenía en su casa y descubrió -siempre atenta a lo que pedían- qué era lo que la gente necesitaba. “Por eso todo lo que trabajo en mi puesto es referente a los hombres”, afirma. 

Con un gazebo grande y a la vista, la trabajadora tiene sus mesas repletas de jeans marca Levi’s, en respuesta a esta necesidad de consumo que supo leer en sus compradores. Según Verónica, tiene un público de todo tipo, una clientela fija que se ganó a lo largo de los años, pero también turistas. Sus clientes de siempre apuntan principalmente a “mujeres que vienen a buscar ropa para sus maridos, trabajadores hombres que no pueden comprar ropa nueva y, en menor medida, gente de altos ingresos que se baja de la camioneta buscando algo puntual”. 

La feriante busca sus jeans, y algunas camisas y corbatas con los estampados más originales, en diferentes ferias de la ciudad. Por ello, el hecho de que la feria de Plaza Rocha sea solo dos días a la semana le permite desarrollar todo un trabajo que está detrás y que no se ve: “Hay que lavar, coser, arreglar. No consigo las cosas como están. A lo que le falta un botón se lo cambio, lo que esté descosido lo coso, lavo casi todas las prendas. Todo tiene algo para hacer”.

SER FERIANTE, UN ESTILO DE VIDA

Muchos de los feriantes sostienen sus puestos como resultado de largos años de trabajo y perseverancia. Algunos hablan de “esfuerzo”, de “subsistir”, de “saber adaptarse”. Por diferentes motivos, han llegado a la feria de Plaza Rocha, un sitio que contiene económicamente a muchas familias, entre las que también se tejen lazos de solidaridad. Para ellos y ellas, ser feriante es un estilo de vida.

“Esto se retroalimenta con la misma gente de la feria, yo busco cosas para mí acá. Hay algo de que los feriantes no ayudamos con los feriantes”, menciona Verónica. 

“Yo espero la feria. Esto es todo para mí. Aunque tenga otro trabajo no quiero dejar la feria. Igual somos realistas: te agarran dos días de lluvia y no tenés ingresos, pero cuando toca la buena racha de ventas estamos contentos”, admite.

Domingo, por su parte, cuenta que se levanta a las cinco de la mañana para llegar a tiempo a la feria. “Hay un esfuerzo detrás, un esfuerzo que la mayoría de los que estamos acá lo hacemos. A veces se nos tilda de que esto es fácil. No. El día es largo. ¿Hay venta? Sí, pero no es mucha”, cuenta. 

“Todos los que estamos acá estuvimos mejor posicionados económicamente de lo que estamos hoy. Podés hablar con cualquiera y te das cuenta de que hay gente con muy buen nivel cultural y una muy buena educación. Gente culta, que tiene buen trato y que conoce de muchas cosas. Esto es una forma de vivir y de subsistir”, afirma. 

Vanesa, la referente, concluye: “Estamos muy conformes con todo lo que se logró porque fuimos muy bastardeados con que éramos lo peor de la sociedad, la resaca. Uno se encuentra con que hay mucha gente que cerró sus locales y vino acá. También hay maestras, gente mayor que está jubilada y no le alcanza la jubilación, gente joven. No somos lo peor de la sociedad. Este es un lugar para que la gente pueda llevarse el mango a su casa”.

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