Viernes 29 de marzo | Mar del Plata
09/06/2015

Un Estado ausente lo condenó a vivir en la extrema pobreza

Su mujer falleció al quemarse su casa y quedó en la calle a cargo de tres hijos. La ayuda de la Dirección de Asistencia a la Víctima para levantar una casilla y tener su DNI es la primera que recibe en sus 36 años de vida.

Un Estado ausente lo condenó a vivir en la extrema pobreza
(Fotos: Lucho Gargiulo) ©

Sebastián muestra con orgullo las paredes de madera y chapa que levantó con sus propias manos para armar una pequeña casilla de no más de tres metros de ancho en la que hoy vive sin agua, baño, calefacción ni muebles junto a sus tres hijos de 4, 9 y 11 años en el barrio San Eduardo del Mar.

Es el mismo orgullo con el que levanta su partida de nacimiento y su DNI, que consiguió hace tan solo unos días. Es que durante 35 años el Estado estuvo literalmente ausente en la vida de Sebastián y hace pocos meses la ayuda se materializó, por primera vez, a través del área de Asistencia a la Víctima. Pero para comprender su orgullo, primero hay que conocer su historia.

Sebastián vivió siempre en la extrema pobreza. Trabajó en la construcción durante un tiempo y también hacía “changas”. Antes de que un incendio destruyera su casa y terminara con la vida de su mujer, “cirujeaba” para sobrevivir y poder darle de comer a su familia. Nunca pudo aprender a leer ni a escribir y no tenía hasta ahora documentación alguna que acreditara ser el padre de sus tres hijos.

Desde hacía un tiempo se había instalado en una casilla en el barrio Belgrano, donde la única manera de cocinar que tenía a su disposición era una pequeña lata con querosén que en agosto del 2014 se incendió y destruyó lo poco que tenía. Pudo rescatar a sus hijos, pero su mujer, que estaba bañándose, no logró sobrevivir a las llamas. La precaria construcción quedó reducida a escombros.

Sin ningún tipo de recurso más que la Asignación Universal por Hijo que cobraba solo por una de sus nenas, Sebastián pasó prácticamente dos meses en el Hospital Materno Infantil junto a su hijo, quien durante ese tiempo recibió atención por las fuertes quemaduras que sufrió en el incendio. Mientras acompañaba al pequeño, le robaron el carro con el que salía a “cirujear”.

UNA LENTA INCLUSIÓN

Sebastián habla rápido. Narra su historia mezclando pasado y presente a una velocidad que dificulta seguir su relato. Tal vez, en este último año todo pasó tan rápido que le resulta imposible contarlo con tranquilidad y en forma ordenada.

Hoy continúa viviendo en la extrema pobreza, pero encontró en la oficina de Asistencia a la Víctima -dependiente de la Secretaría de Seguridad- que conduce Gastón Herrera, la primera señal de apoyo del Estado en sus 36 años de vida.

El primer paso fue asistir a Sebastián para que pudiese tramitar su DNI. Dijo que nunca lo había hecho por haberse criado en el campo, pero primero hubo que sacar su certificado de nacimiento, que llegó hace tan solo días. “A partir de ahora sos el papa de los chicos”, le dijeron en el Registro de las Personas. En ese momento, no pudo contener la emoción.

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Con el tiempo encontró trabajo en Santa Clara y luego nuevas “changas” en Mar del Plata, aunque todavía está lejos de poder cubrir las necesidades básicas de su familia. Hoy siente orgullo de lo poco que tiene, que para muchos es nada y para él, más de lo que creyó poder conseguir.

Entre decenas de bolsas llenas de residuos -que él mismo clasifica-, perros, cerdos, barro y materiales de construcción en el terreno ubicado detrás de una casa de familia en el barrio San Eduardo del Mar, Sebastián comenzó a levantar su casa. Lo hizo con unas pocas maderas y chapas que le donaron.

Un electricista conocido le hizo una conexión eléctrica que le permite tener luz en su pequeño “rancho” -como lo llama- después de meses de una oscuridad literal. Cada uno de los materiales guarda una historia y hasta las bisagras de la puerta que no cierra por completo llegaron gracias a la solidaridad. 

Este lunes el personal de Asistencia a la Víctima le entregó los tres certificados de nacimiento de sus hijos, uno de ellos aún con secuelas de las quemaduras que sufrió casi un año atrás. El próximo paso será tramitar el DNI de los chicos y darles el apellido. Por el momento, van a la escuela gracias a la ayuda que le brindan sus vecinos y también para alimentarse en el comedor.

La difusión de su historia despertó la solidaridad de algunos marplatenses que en las últimas horas le hicieron llegar colchones, frazadas, almohadas y algo de ropa para él y sus hijos.

Pero Sebastián necesita materiales para -al menos- terminar de cerrar su casilla. Dice que quiere “levantar una piecita para los chicos” y tener un baño. Lo dice como si hablara de un lujo. Lo que en realidad necesita, es un Estado presente que deje de ignorar su realidad, porque los medios que por su cuenta tiene para acceder a bienes que permitan garantizarle a su familia una buena calidad de vida, directamente no existen.

De no ser por la cruzada solidaria que abrió recientemente la Dirección de Asistencia a la Víctima, este padre de tres hijos no tendría nada o menos aún. Cuatro chapas, unas maderas y un papel que certifica su identidad pueden ser bienes naturalizados en otras vidas. Pero en la vida de Sebastián, con una historia que es su cruz, esa pequeña ayuda es más de lo que alguna vez el Estado le dio. Y eso, aunque su realidad duela y parezca estar destinado a vivir en la pobreza, para él y su familia es motivo de orgullo.

¿CÓMO AYUDAR A SEBASTIÁN?

Aquellos interesados en ayudar a Sebastián y su familia podrán hacerlo comunicándose con la oficina de Asistencia a la Víctima a través del 495-9835 o bien dirigiéndose a su sede, ubicada en avenida Luro 2633 (entrepiso), de lunes a viernes 8 a 17.

Materiales para la construcción para que pueda terminar su casilla, abrigo, alimentos y muebles son algunos de los bienes más urgentes que necesita.

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09/06/2015