Cacerola en mano, bandera argentina en la espalda y un grito al unísono: “No a la reforma previsional”. En Mar del Plata, al igual que en otros puntos del país, un nutrido grupo de vecinos y vecinas decidió salir a la calle nuevamente para demostrarle al gobierno de Mauricio Macri que las manifestaciones de los últimos días, más allá de la violencia, tuvieron y tienen un mensaje claro: el pueblo le dice no al ajuste, no a la quita de beneficios a los sectores más vulnerables.
Con frases y cantos al ritmo de las consignas “El pueblo unido jamás sera vencido” y “Macri, compadre, la cosa está que arde”, los vecinos de Mar del Plata se concentraron en el monumento a San Martín, en Luro y mitre, al igual que sucedió el lunes por la noche -mientras se trataba el proyecto en el Congreso- con el objetivo de exponer el descontento ante la aprobación de la reforma previsional.
Cacerolas como fiel reflejo del reclamo popular; cacerolas como reminiscencia del trágico 2001, ese que todavía le duele a Argentina; cacerolas como muestra de que el pueblo, más allá de rechazar la violencia y la represión, abraza la democracia, pero no está dispuesto a negociar: no los derechos adquiridos y menos aún los de los jubilados y de los sectores más vulnerables.
En lo que fue una convocatoria espontánea, que en tiempo de redes sociales comenzó a viralizarse a través de Twitter, Facebook y Whatsapp, grandes, chicos, jóvenes, adultos y abuelos decidieron salir nuevamente a la calle, en lo que fue una multitudinaria concentración que copó el centro de Mar del Plata.
En paralelo, los cacerolazos se repitieron en otros puntos del país, con una misma consigna: el rechazo a la reforma previsional que fue aprobada por mayoría en el Congreso de la Nación y que impacta directamente sobre las jubilaciones y los beneficios como la Asignación Universal por Hijo (AUH).
Luego de la tensión de los últimos días -y tras las palabras del presidente Mauricio Macri, que poco pudo decir sobre el multitudinario rechazo a la reforma y se limitó a hacer foco en la violencia- los vecinos y vecinas no se quedaron callados y, una vez más, las cacerolas y las banderas argentinas se transformaron en símbolos de lucha.