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CORONAVIRUS, EN FOCO

La búsqueda de un
enemigo invisible

La pandemia en Mar del Plata

CORONAVIRUS, EN FOCO

La búsqueda de un
enemigo invisible

La pandemia en Mar del Plata

29/08/2020

El 2020, sin lugar a dudas, será recordado como el año en el que un virus totalmente desconocido sacudió al mundo y puso en jaque absolutamente todo, desde el funcionamiento de los sistemas de salud y la organización socioeconómica hasta la forma de vincularse de la humanidad, más allá del lugar o las condiciones de vida.

Pero, ¿qué impacto tiene una pandemia como la del coronavirus en una ciudad como Mar del Plata? ¿Cómo se preparó para afrontarla y de qué forma trabajaron, y trabajan, profesionales de la salud, científicos y científicas y autoridades sanitarias para mitigar su impacto, ante la ausencia de un tratamiento?

Mientras a nivel mundial la expectativa está puesta en el desarrollo de una vacuna a contrarreloj -cuya eficacia y seguridad estén probadas al 100%-, en Mar del Plata los esfuerzos se centran en entender cómo impacta la enfermedad del coronavirus (covid-19) en la comunidad para prevenir el contagio y también para tratar los casos positivos. Pero además, la ciudad es escenario de distintos ensayos clínicos y tratamientos experimentales, cuya eficacia aún no está comprobada, pero que podrían ser una alternativa a la hora de abordar una enfermedad de la que nada se sabía hasta tan solo unos meses atrás y de la que todavía queda mucho por aprender.

¿QUÉ SON LOS CORONAVIRUS?

Los coronavirus (CoV) son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfrío común hasta enfermedades más graves como el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS).

El coronavirus más reciente es el que causa el covid-19, una enfermedad infecciosa desconocida hasta antes de que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019. La epidemia de covid-19 fue declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una emergencia de salud pública de preocupación internacional el 30 de enero de 2020. Y luego, el 11 de marzo, la nueva enfermedad fue declarada pandemia, lo que implica que la epidemia se extendió por varios países, continentes o el mundo, y que afecta a un gran número de personas.

¿Cómo impactó e impacta la pandemia en Mar del Plata? ¿De qué forma trabajan médicos y médicas para atender pacientes, sin todavía un tratamiento comprobado, y con los casos en ascenso? ¿Qué rol juegan la ciencia, la investigación médica y la epidemiología en este escenario? ¿Es la vacuna la única solución?

Diferentes especialistas y autoridades sanitarias locales hablaron con Qué digital sobre la evolución de la enfermedad en el Partido de General Pueyrredon y ahondaron acerca de su abordaje, detección y tratamiento, en un contexto que, al menos por el momento, acumula más preguntas que respuestas.

GENERAL PUEYRREDON

• HABITANTES: 618.898 (2010)

• MÉDICOS: 4.6 POR CADA 1000 PERSONAS (2018)

CENTROS DE SALUD

• DISPONIBLES PARA INTERNACIÓN: 17

• INTERNACIÓN EXTRAHOSPITALARIA: 2
(VARÍA SEGÚN LA DEMANDA)

INTERNACIÓN

• CAMAS DISPONIBLES: 1623

• TERAPIA INTENSIVA (UTI) ADULTOS: 169

• UTI PEDIATRÍA Y NEONATOLOGÍA: 100

• RESPIRADORES DISPONIBLES: 183

* A LA FECHA NO EXISTE UN RELEVAMIENTO OFICIAL Y UNIFICADO DEL SISTEMA SANITARIO. SE TRATA DE DATOS PARCIALES EN BASE A UN RELEVAMIENTO PROPIO, INFORMACIÓN SUMINISTRADA POR LA SECRETARÍA DE SALUD MUNICIPAL, PAMI Y UN INFORME DEL GRUPO DE INTERVENCIONES ESPECIALES (GIE) DEL SAME VIII ELEVADO AL CONCEJO DELIBERANTE EN JUNIO 2020. NO INCLUYE EL HOSPITAL MODULAR, YA QUE NO SE BRINDARON DATOS.

** INDEC (CENSO 2010) Y RED MAR DEL PLATA ENTRE TODOS

FAMILIA CONOCIDA, ENFERMEDAD NUEVA

Desde iniciada la pandemia, investigadores, investigadoras y organismos internacionales se unieron en la búsqueda de respuestas en torno a las cuestiones más amplias, que fueron cambiando con el correr de los meses, y que van desde el origen de esta enfermedad -aún no está establecido al 100% qué animal posibilitó el salto de especie- hasta sus consecuencias a largo plazo.

Pero, ¿qué pasa cuando hablamos de nuevos virus? Esa es una de las preguntas que se hace la bioquímica, docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Luciana Barbini. Y rápidamente ensaya una respuesta, porque más allá de lo novedoso del coronavirus, lo cierto es que el hecho de que los virus “pasen de infectar animales a humanos es algo que ha sucedido múltiples veces a lo largo de la historia de la humanidad”.

“Un nuevo virus encuentra a la población mundial 100% susceptible a ser infectada, porque nunca los humanos estuvimos infectados por un virus parecido y no tenemos nada de protección en nuestro organismo, porque es totalmente diferente”, explica. Entonces, repara en cómo, debido a las características del coronavirus -y también a las de un mundo altamente globalizado e interconectado- su alta eficiencia en la transmisión permitió que la enfermedad se diseminara y llegara entonces a convertirse en pandemia.

“Es un virus de transmisión respiratoria, con una eficiencia en la transmisión muy importante. Se da principalmente al liberar gotitas respiratorias, que no vemos, y que si la persona está infectada van a contener partículas virales infectivas”, detalla respecto al elevado nivel de contagio, lo que permitió la proliferación del virus en todo el mundo, en especial antes de que comenzaran a implementarse las únicas medidas con efectividad comprobada: distanciamiento social, lavado de manos y desinfección de superficies.


Para el médico infectólogo Gonzalo Corral -quien se desempeña en la Clínica 25 de Mayo y el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA)- una de las claves para entender el impacto del coronavirus tiene que ver con el R0, es decir, el número reproductivo básico, un indicador respecto al potencial de transmisión de un virus en término de cuántas personas pueden ser infectadas a partir de un caso positivo.

“El R0 (del coronavirus) es de tres: por cada paciente que se enferma va a haber tres personas más. Si se lo compara con el R0 de otras enfermedades virales, como la influenza, que es menor a 1, vemos que tiene una gran facilidad para transmitirse y por eso se transforma en pandemia”, detalla.

Entonces, ¿qué produce el virus una vez que ingresa al cuerpo a través de la boca, la nariz o los ojos? De acuerdo a lo que explica Barbini, “el virus lo que hace es entrar por la vía respiratoria, encontrar las células (del tracto respiratorio, superior o inferior) que tienen el receptor y pegarse a las mismas”, lo que permite su internalización.

A partir de ese momento, la evolución de la enfermedad dependerá de diversos factores, entre ellos, las condiciones de salud de la persona contagiada -si pertenece o no a los denominados grupos de riesgo- y la interacción entre el virus y el sistema inmunológico, es decir, las defensas con las que cuente.

“El daño está mediado inicialmente por el virus y en una segunda etapa por la inflamación, ya que produce la activación de la cascada inflamatoria del cuerpo, dentro de las células, y esto se transforma en un aumento de la desregulación de las moléculas inflamatorias y eso produce el daño endotelial en los órganos, fundamentalmente el órgano más afectado es el pulmón, pero puede afectar un montón de otros órganos”, destaca Corral, respecto a las consecuencias en la salud.

Hasta el momento, en base a lo sucedido en estos primeros ocho meses desde la aparición de la enfermedad, la experiencia médica da cuenta que entre el 80 y el 90% de los pacientes con coronavirus cursan una infección con cuadros leves, similares a un resfrío, y con síntomas vinculados con tos, odinofagia, dificultad respiratoria, decaimiento, dolores articulares, diarrea o vómitos y fiebre superior a 37.5°C, además de anosmia (alteración en el olfato) y/o disgeusia (alteración en el gusto).

Sin embargo, entre el 10 y el 20 % de los pacientes pueden evolucionar hacia un cuadro más grave, que requiere internación, y en algunos casos -entre el 5 y el 10%- también asistencia respiratoria mecánica. “Estas son cosas que vamos viendo a medida que pasan los meses; conocemos bastante pero no conocemos todo. Sabemos cómo es el mecanismo del daño y de ahí surgen las hipótesis de cómo tratarlo”, admite, con reparos, el especialista Corral.

DE CHINA AL MUNDO: ¿QUÉ PASA EN MAR DEL PLATA?

En Mar del Plata, el primer caso positivo de coronavirus fue informado el 12 de marzo de 2020. A partir de ese momento, con distintas particularidades, la ciudad ha atravesado diversas etapas, algunas caracterizadas por una baja en los contagios y otras por un notable y hasta preocupante ascenso en la curva.

Hasta el momento, el pico de casos positivos se inició en el mes de julio y se profundizó en agosto, período en el que Mar del Plata pasó de acumular 50 casos confirmados a superar los 3000, inicialmente con un brote que tuvo algunos focos delimitados aunque luego, con el correr de las semanas, los contagios terminaron por diseminarse hacia distintos puntos, lo que llevó a que la ciudad ingresara a la etapa de transmisión comunitaria del virus.

“Por la actividad que tenemos, el primer escenario que pensamos fue el Puerto y erróneamente el virus no ingresó por ese lugar sino a partir de los residentes que estaban de vacaciones en países donde estaban ocurriendo los mayores focos de contagio y que regresaban a Mar del Plata”, resume Viviana Bernabei, secretaria de Salud del Municipio, al ser consultada sobre el impacto de la enfermedad.

Por ese motivo, las autoridades sanitarias locales planificaron los ejes de trabajo en base a dos objetivos: reducir la posibilidad de transmisión comunitaria al mínimo y mitigar el impacto de la enfermedad a través de la articulación con los distintos efectores de salud, tanto del ámbito público como privado.

¿Y de qué forma comenzaron a implementar estas acciones? En palabras de la funcionaria municipal, a través de la puesta en marcha de dispositivos focalizados en brindar una atención “lo más rápida posible”, en lo que refiere al control de la circulación del virus. Para eso se habilitó la línea 107 como centro de consultas, se preparó al Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME) para atender los eventos de mayor urgencia, se articularon acciones con Cruz Roja, Policía Ecológica y la Escuela de Medicina de la UNMdP.

“Se armaron lo que se llama ‘arcas de Noé’; espacios que nos permiten tener a las personas aisladas o a los casos confirmados que con síntomas leves o asintomáticos no pueden aislarse en sus casas sin complicar a su entorno y también a aquellos otros contactos estrechos que no puedan cumplir los 14 días (de aislamiento) en sus hogares”, puntualiza Bernabei, respecto a los tres hoteles -uno de ellos exclusivo para repatriados- dispuestos por el Municipio.

Así, y en base a las definiciones de caso y las disposiciones vigentes a nivel nacional, y luego aplicadas en la provincia de Buenos Aires, el Municipio se encuentra abocado a la atención del tipo ambulatoria, mientras que las instituciones de la salud, tanto del ámbito público como privado, son las encargadas del tratamiento y seguimiento de aquellos pacientes con cuadros más complejos o graves.

¿Qué pasa tras la intervención del 107?

El 107 es un número orientativo, por lo que tras el llamado a la línea de atención, si la persona tiene síntomas y además tiene insuficiencia respiratoria, se activa el protocolo y se envía una ambulancia, que lo traslada a un centro privado o al HIGA, dependiendo de la cobertura médica.

En el caso de que la persona cuente con cobertura, se le pide que llame a su obra social. Caso contrario, y en base a los síntomas o la consulta que realice, se lo contacta con el Centro Integrador Comunitario (CIC) Malvinas Argentinas o el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (CEMA), donde funcionan los denominados centros covid. De todas formas, para quienes no puedan trasladarse sin hacer uso del transporte público, el SAME pone a disposición una ambulancia también.

Una vez que el paciente es trasladado a alguno de los centros de salud, allí es evaluado por el médico clínico: si considera que es un caso sospechoso después del interrogatorio, es decir, si tiene nexo epidemiológico o si cumple con la definición vigente de caso, se le realiza el hisopado y posteriormente se evalúa si puede aislarse en su domicilio o si se lo lleva a un hotel, en el caso de cuadros leves. Si el caso es moderado o grave, necesita internación.

En el caso de los centros de alojamiento extrahospitalario, el paciente trasladado llega al lugar y es alojado en una habitación, de la que no podrá salir por 14 días. Para el seguimiento médico, los pacientes deben bajarse una aplicación en el celular (Testeate MGP) y se trabaja a través de la telemedicina, con profesionales de la Secretaría de Salud, divididos en guardias, que se contactan con la persona, en cuya habitación cuenta con un oxímetro de pulso, un tensiómetro y un termómetro, para autoevaluarse y mostrarle al médico los resultados.

Este protocolo rige tanto para casos confirmados como sospechosos en hoteles. Para aquellas personas que realicen el aislamiento en sus hogares, también hay un seguimiento telefónico a través de un call center instalado en el CEMA donde voluntarios, en su mayoría de la Escuela Superior de Medicina de la UNMdP, se comunican cada 48 o 72 horas para controlar síntomas y hacer una evaluación.

¿Y cómo se adecuó el SAME a la pandemia? En primera instancia, se prepararon ambulancias diferenciadas, denominadas móviles covid -con un chofer y un enfermero-, que son las encargadas de realizar el traslado de sospechosos, tanto de domicilios a centros de evaluación, hospitales u hoteles después de los hisopados. Otros móviles, además, trasladan a los técnicos de laboratorio que realizan los hisopados.

El SAME es el primer eslabón de un mecanismo articulado entre diferentes profesionales y ámbitos. Depende de la Secretaría de Salud y tiene a alrededor de cien personas -entre profesionales de la salud y empleados administrativos- trabajando en la atención primaria de las emergencias, en el marco de la pandemia.

“La pandemia fue algo inusual y tuvimos que ir planificando un montón de cuestiones operativas”, se sincera Juan Di Matteo, médico especialista en Terapia Intensiva y Emergencia y titular del SAME, quien desde que comenzaron a aparecer los casos está a la cabeza del equipo que se encarga tanto de atender los llamados telefónicos a la línea habilitada para consultas vinculadas con la enfermedad (107) como de trasladar a pacientes, profesionales y muestras.

En promedio, el 107 recibe diariamente unas 800 llamadas, pero al iniciarse la pandemia, las consultas llegaron a las 1200, lo que obligó a las autoridades a incrementar la cantidad de radioperadores, que pasaron de dos a diez por turno. Actualmente, son seis las personas encargadas de atender los llamados y orientar a quienes buscan respuestas respecto a sintomatología y pasos a seguir ante posibles contagios. Debido a la alta demanda, e iniciada la etapa de transmisión comunitaria, los reclamos sobre la falta de respuesta rápida de la línea comenzaron a escucharse cada vez con más frecuencia.


El SAME únicamente participa en el traslado del paciente, mientras que el seguimiento y tratamiento de las personas que no requieren internación queda a cargo del Municipio a través de dos modalidades: el aislamiento domiciliario o la utilización de los hoteles dispuestos específicamente para esta situación.

“Cuando el paciente es positivo tiene dos condiciones: o tiene sintomatología leve o es asintomático, por lo que el tratamiento es ambulatorio, o es un paciente con alguna complicación respiratoria o comorbilidad, y debe permanecer internado”, resume Viviana Bernabei, y explica entonces que cuando la persona está internada “el seguimiento lo hace la institución de salud”, en tanto es el Municipio quien lo hace en los casos de pacientes ambulatorios, en domicilio u hotel.

Avanzada la transmisión comunitaria y el aumento de casos, a fines de agosto, diversos efectores sanitarios del ámbito público y privado comenzaron a alertar sobre la posibilidad de que la capacidad de respuesta del sistema de internación se vea colapsada, fundamentalmente por el impacto que también tiene el virus sobre las y los profesionales de la salud.

CENTROS COVID

En General Pueyrredon son diez los centros covid dispuestos para atender sintomatología respiratoria, aunque hasta agosto solo dos estaban operativos -el CEMA y el CIC Malvinas Argentinas- y además también existe un dispositivo móvil. A estos se suman otros siete, que aún no están en funcionamiento: dos exclusivos -en el Hotel Escuela Utedyc y el Club Talleres- y cinco mixtos en los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) de Batán y los barrios Belgrano, El Martillo, Estación Camet y La Peregrina.

DE LA SOSPECHA A LA CONFIRMACIÓN

“Es muy difícil prepararse para una pandemia”, asegura Osvaldo Uez, jefe de Laboratorio del Instituto Nacional de Epidemiología (INE) "Dr. Juan H. Jara", dependiente de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) “Dr. Carlos G. Malbrán” del Ministerio de Salud de la Nación y uno de los primeros efectores de salud descentralizados habilitados en Argentina para hacer el diagnóstico de covid-19.

Desde que comenzaron a aparecer los casos positivos en el país, allá por marzo, el INE -que cuenta con unas 72 personas trabajando diariamente- lleva procesadas más de cuatro mil muestras, a razón de unas 200 por día en este último tiempo y a partir del incremento en la cantidad de testeos, debido a una mayor circulación del virus. Pero además, la institución encabeza distintos estudios de vigilancia epidemiológica, de notable relevancia en la investigación científica y médica.

¿Cómo se detecta el coronavirus? La técnica que hace al diagnóstico de la enfermedad es la PCR (reacción en cadena de polimerasa, por sus siglas en inglés) en tiempo real, aunque también existen otro tipo de pruebas, las serológicas, que se realizan a partir de muestras de suero o plasma en base a extracciones de sangre y que no se utilizan para diagnóstico sino en el marco de estudios epidemiológicos.

En ese sentido, tanto el INE como el HIGA y algunos laboratorios privados -en Mar del Plata hay once en los que se toman muestras, aunque solo dos procesan los resultados- utilizan la técnica de la PCR, que es “la única prueba aceptada para el diagnóstico”, de acuerdo a lo que explica la directora del INE, Irene Pagano.

“La PCR lo que hace es detectar el genoma del virus, detectamos el ARN (cómo está formado el genoma) del SARS-CoV-2: hay que diseñar la técnica para que no detecte otros coronavirus”, repasa la bioquímica Barbini, en relación a la técnica que requiere de un hisopado nasofaríngeo, a través del que se busca tomar células infectadas del tracto respiratorio superior del paciente, para su posterior análisis.

“Esas células adentro van a tener al virus, que va a tener el ARN que detectamos en el laboratorio. (La PCR) es una técnica muy específica y muy sensible: por más de que haya muy poca cantidad de virus, nosotros en el laboratorio como es una reacción de amplificación podemos detectarlo”, suma y aclara que la PCR, lo que permite es “decir que una persona está o no infectada”.

En el caso del INE, el jefe de Laboratorio repara en la existencia de protocolos que especifican lo que se denomina “la definición de caso” y que rigen a la hora de determinar qué casos son sospechosos, cuáles son testeados y cuáles no. Estos protocolos, dada la dinámica de la enfermedad y su evolución, se van actualizando y modificando constantemente de acuerdo a la situación epidemiológica.


“Las muestras las hace el centro de salud y nosotros las recibimos. A esas muestras primero se las abre, se arma una ficha clínica de recepción y la muestra entra al proceso donde se saca una porción, se hace una extracción del genoma viral que se amplifica con la PCR, (técnica que amplifica más o menos un millón de veces el genoma que tiene esa muestra)”, detalla.

Una vez realizado ese proceso, los especialistas analizan esa muestra con un dispositivo “que lo que hace es que a medida que corre la reacción, se pegue una sonda que emite luz”. “Y lo que nosotros cuantificamos es la luz: leemos esa señal en los equipos, y ahí estaría la muestra confirmada o positiva”, dice Uez, en relación al extenso y complejo proceso que en el caso del INE implica entre cinco o seis horas de trabajo por muestra y la intervención de unas siete personas.

DEFINICIÓN DE CASO

De acuerdo a la última actualización de la definición de caso del Ministerio de Salud de la Nación, de agosto de 2020, se considera caso confirmado tanto a aquel paciente “con resultado detectable para la detección de genoma viral de SARS-CoV-2 por técnicas directas” como a aquel contacto estrecho “conviviente con un caso de covid-19 confirmado por laboratorio, que cumpla con la definición de caso sospechoso vigente, en áreas con transmisión comunitaria”.

En cuanto a los sospechosos, existen tres criterios: aquellas personas con dos o más síntomas; trabajadores de salud o esenciales, residentes de barrios populares o pueblos originarios y contactos estrechos de casos confirmados, que presenten uno o más síntomas dentro de los 14 días posteriores al contacto; y niños, niñas y adolescentes de 0 a 18 años con fiebre mayor a tres días y dos síntomas compatibles con el síndrome inflamatorio multisistémico

Respecto al alta epidemiológica, la misma se otorga “a los 10 días desde el comienzo de la fecha de inicio de los síntomas, siempre que el paciente se encuentre asintomático y tenga evolución favorable, sin necesidad de internación”.

EN BUSCA DE LOS NEXOS EPIDEMIOLÓGICOS

Una vez detectados los casos positivos, uno de los aspectos clave en el marco de la pandemia tiene que ver con la búsqueda de nexos epidemiológicos para poder determinar la forma de contagio y evitar la proliferación de la enfermedad.

En ese marco, el Municipio de General Pueyrredon cumple un rol preponderante, en articulación también con Región Sanitaria VIII -más allá de algunas diferencias surgidas entre autoridades municipales y efectores provinciales en torno a las estrategias a implementar, en especial a partir del brote- y gracias al trabajo de infectólogos y epidemiólogos, quienes hacen la primera entrevista con el denominado caso índice y buscan determinar los contactos estrechos para avanzar con la clasificación de los pacientes.

“Es muy complejo, porque depende mucho de la información que brinde el caso positivo. Y no todas las personas brindan toda la información, por lo que es muy dificultoso”, se sincera Bernabei respecto a la ardua tarea de búsqueda y monitoreo, de forma remota y telefónica.

La presencia o no de nexos epidemiológicos claros es un índice de relevancia a la hora de evaluar la situación sanitaria de una ciudad, provincia o país. A mayor cantidad de nexos epidemiológicos indefinidos, más extendida está la enfermedad y más difícil resulta contener los brotes que, muchas veces, dejan de estar focalizados o centralizados y comienzan a expandirse sin un vínculo aparente. Y justamente eso fue lo que ocurrió en las últimas semanas de agosto en Mar del Plata, cuando la ciudad fue declarada oficialmente como zona de transmisión comunitaria del virus.

“Hay una cuestión epidemiológica que dice que cuando uno no puede determinar el 60% de los nexos de los casos, entonces ahí uno habla de transmisión comunitaria. Pero eso no deja de ser más que una cuestión matemática, porque en realidad la circulación por conglomerados o los brotes son la instancia previa y el paso siguiente es la transmisión comunitaria”, remarca Gastón Vargas, médico sanitarista y titular de Región Sanitaria VIII.

LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA: TODAS LAS MIRADAS EN LA CIENCIA

Que la enfermedad que provoca el coronavirus no tiene una cura específica, no es novedad a esta altura. Que no existe un tratamiento con eficacia garantizada, tampoco. Sin embargo, lo que no deja de generar sorpresas es el avance de la medicina y la ciencia, lo que sin lugar a dudas implica una revalorización del campo de la investigación, con el foco puesto en el aquí y ahora, pero también en todo lo que vendrá.

En el mientras tanto, médicos e investigadores trabajan en el tratamiento de los pacientes severos o graves, en base a estrictos protocolos de seguridad por parte del personal de salud y en el marco del aislamiento de los sectores abocados al covid-19 en clínicas, sanatorios y hospitales, para evitar mayores contagios.

¿Cómo se trata a un paciente que debe ser hospitalizado debido a la enfermedad? “Al ingresar un paciente sabemos que hay que darle el estándar de cuidado de corticoides a baja dosis en aquellos que requieren oxígeno”, explica el médico Gonzalo Corral, quien repara además en que, más allá de las prácticas médicas estándar que buscan reducir el impacto de la infección en el cuerpo, existen tratamientos de prueba, cuya eficacia aún no está comprobada y forman parte de los denominados ensayos clínicos.

Pero, ¿qué es un ensayo o estudio clínico? En palabras del médico y especialista Ignacio MacKinnon, director del Instituto de Investigaciones Clínicas Mar del Plata, se trata de “la mejor forma de demostrar que un tratamiento es útil”. “Hay un montón, pero la mejor, la que está aceptada y la que permite sacar conclusiones válidas es un ensayo clínico”, agrega.

LAS FASES DE UN ENSAYO CLÍNICO

Un ensayo clínico se lleva adelante con un grupo de voluntarios -elegidos en base a los criterios específicos de la investigación- que en su mayoría son aleatorizados, es decir, que la mitad recibe el fármaco o tratamiento cuya eficacia se busca comprobar y la otra mitad un placebo, una sustancia farmacológicamente inerte que se utiliza para evaluar el real efecto de un fármaco o procedimiento.

Todo ensayo clínico, incluidos los que se llevan a cabo para desarrollar vacunas, deben atravesar distintas fases con el objetivo de demostrar su eficacia y seguridad, tanto en el tratamiento como en la prevención de enfermedades. Y en el proceso participan profesionales de distintas disciplinas -como la ciencia, medicina, enfermería, bioquímica y biología entre otras- coordinados por los responsables del proyecto.

FASE 0

Antes de llegar al ensayo, la medicación o
tratamiento que se quiere demostrar como útil pasa por un
laboratorio, con cultivos celulares o animales.

FASE 1

Pocos voluntarios toman contacto con el nuevo
tratamiento o fármaco durante poco tiempo, para
comenzar a evaluar su seguridad, dosis y tolerancia.

FASE 2

Participa un número mayor de voluntarios
y lo que se busca es probar la seguridad del
nuevo tratamiento o fármaco.

FASE 3

Aumenta el número de voluntarios
y el objetivo es corroborar la eficacia
del nuevo tratamiento o fármaco.

FASE 4

Si se comprueba la eficacia y seguridad, se
avanza con la salida al mercado para obtener mayor
información sobre beneficios y efectos secundarios.

En época de pandemia, la necesidad de respuestas incrementó la tarea de los investigadores, que en todo el mundo comenzaron a trabajar en busca de un tratamiento. Así surgieron distintas experiencias alrededor del globo, algunas en las que participa Argentina, como por ejemplo el ensayo clínico internacional “Solidarity” de la OMS, que busca encontrar un tratamiento eficaz contra el covid-19 y tras descartar algunos fármacos, actualmente está enfocado en la utilización del antiviral remdesivir.

“Sabemos cómo es el mecanismo del daño y de ahí surgen las hipótesis de cómo tratarlo”, remarca el infectólogo Gonzalo Corral, quien junto a su hermano -el médico clínico, investigador y docente Pablo Corral- lleva adelante dos estudios clínicos en Mar del Plata: uno vinculado con la prevención de los contagios en personal de riesgo y otro con el tratamiento de pacientes graves, con el objetivo de reducir la mortalidad.

En lo que respecta al estudio COLCOVID19 ECLA PHRI, consiste en la aplicación de un fármaco denominado colchicina, que es un potente antiinflamatorio de bajo costo, que se utiliza usualmente en pacientes con “gota”, afección que se produce por elevados valores de ácido úrico en sangre. El estudio ya fue aprobado y está listo para empezar a ser aplicado en no menos de 2500 pacientes. “Estamos tratando de probar que la colchicina puede frenar esa cascada inflamatoria y que podremos lograr que esos pacientes se mueran menos, buscamos la disminución de la mortalidad”, detalla el especialista Pablo Corral.

En lo que hace al segundo ensayo clínico (PREPARE-IT), en este caso la hipótesis es que una dosis alta de una vitamina (omega 3) podría aumentar las defensas del personal con alto riesgo de infectarse (personal de salud, médicos, trabajadores de geriátricos) y de esta forma se podría prevenir el contagio, teniendo en cuenta que está demostrado que las dosis altas de ácido eicosapentaenoico (componente del omega 3) son efectivas para reducir los eventos cardiovasculares en pacientes con alto riesgo.

Este ensayo implica la participación de unas 1500 personas durante 60 días: la mitad recibe el fármaco y la otra un placebo, aunque nadie sabe qué recibe, ni siquiera los investigadores. Al final del estudio se determina quiénes recibieron la droga activa y quiénes no para evaluar así los resultados y la eficacia de la intervención.

“Para poder demostrar que algo es eficaz tenés que tener un poder estadístico suficiente, un número importante de pacientes para decir que no es por azar y que el resultado es significativo”, se explaya Corral respecto a ambos estudios, que se trabajan a nivel nacional desde la Fundación Estudios Clínicos Latinoamérica (ECLA) con sede en Rosario y en el caso del ensayo PREPARE-IT, el mismo cuenta con el aval de la Universidad de Harvard, que realiza el monitoreo desde Estados Unidos.


Pero además, en Mar del Plata existe otro ensayo clínico vinculado con la profilaxis de la exposición del personal de salud: se trata del COVIPREP, del que participa el Instituto de Investigaciones Clínicas (IIC), con el que se busca probar la eficacia de la utilización de medicamentos antirretrovirales -que ya se usan en prevención y tratamiento de HIV, por ejemplo- en relación a la prevención del contagio de coronavirus.

“En el ensayo clínico de profilaxis para personal de salud participan unas 1500 personas y lo que se busca es demostrar que esos anticuerpos medibles son eficaces para prevenir el contagio de la enfermedad”, indica el director del IIC respecto a la estrategia de profilaxis preexposición en base a la combinación de las drogas tenofovir alafenamida y emtricitabina (TAF/FTC) en comparación con un placebo, por un período de 12 semanas.

Y sin lugar a dudas, uno de los tratamientos en investigación con mayor resonancia y difusión es el que busca probar la eficacia del uso de plasma de convalecientes en el tratamiento de pacientes moderados o severos que cumplan con el protocolo establecido.

En el caso de Mar del Plata, el Hospital Privado de Comunidad (HPC) es una de las instituciones que participa de un ensayo clínico multicéntrico que tiene como objetivo evaluar la efectividad del uso de plasma.

“Lo que se busca es obtener plasma de pacientes recuperados (con anticuerpos) para infundirlo a pacientes enfermos. Es un ensayo clínico, significa que no está probada su eficacia, sí su seguridad”, explica Roberto Ferreras, médico especialista y jefe de Hematología y Hemoterapia del HIGA, donde también se realizan procedimientos, pero en el marco del protocolo de acceso extendido elaborado en la provincia de Buenos Aires para que más pacientes con enfermedad aguda puedan recibir este tratamiento en hospitales que no participen inicialmente en algún ensayo clínico, con la idea de que se cree un registro nacional que permita la monitorización de los resultados.

¿CONTAGIO E INMUNIDAD?

¿Está establecida la inmunidad de quienes se recuperaron de la enfermedad del coronavirus? La respuesta a este interrogante, al menos hasta el momento, no es del todo clara, en especial en lo relativo a la duración de la inmunidad y teniendo en cuenta no solo la experiencia con otros coronavirus sino también lo sucedido en el marco de esta pandemia. “Son preguntas que la ciencia aún no ha podido responder”, asegura el médico Gonzalo Corral y en esa misma línea se expresa la bioquímica Luciana Barbini: “Se sabe que la gran mayoría de los pacientes producen anticuerpos, pero no se sabe cuánto tiempo duran esos anticuerpos. Y no sabemos si la infección natural deja protegida a la persona durante toda la vida, si no se puede volver a infectar”.

Según los datos brindados por el especialista, “llevamos más de 35 pacientes transfundidos con esta modalidad en Mar del Plata y en la Provincia más de 1000”. Y lo que se busca con este tratamiento, gracias a la donación por parte de personas recuperadas, “es la inmunidad pasiva, es decir, que los anticuerpos de la persona curada actúen en la persona enferma y que disminuya la cantidad de virus en el cuerpo del paciente enfermo”.

Sin embargo, el uso de plasma por fuera de los ensayos clínicos ha sido cuestionado por algunos profesionales debido a que su eficacia aún no está comprobada. “Hoy en Argentina y en la provincia de Buenos Aires usamos el plasma de forma compasiva. ¿Qué significa esto? Que no está incluido en un ensayo, que yo le voy a dar el plasma al paciente pero va a ser muy difícil de determinar si el paciente se recupera por el plasma o a pesar del plasma”, sostiene en ese sentido el infectólogo Corral.

LA CARRERA POR UNA VACUNA EFICAZ, SEGURA Y UNIVERSAL

De acuerdo a la OMS, una vacuna es “cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos”. Entonces ¿qué genera una vacuna en el cuerpo? En primera instancia, provee de cierta información al organismo, lo que permite que los seres humanos puedan prepararse ante un eventual contagio.

“Lo que hace es como una mímica de la infección natural. A la persona que se le da la vacuna, se le da o el virus inactivado o una partecita del virus como para mostrarle al organismo y al sistema inmunológico que hay un agente extraño que se introdujo en el cuerpo. Y entonces se desarrolla una inmunidad o protección, que queda, que es la inmunidad de memoria”, explica la bioquímica Luciana Barbini.

De esta forma, lo que se busca con la aplicación de las vacunas, en general, es que cuando las personas tomen contacto con la enfermedad las células del sistema inmune “recuerden” que alguna vez estuvieron en contacto con ese virus y activen esa inmunidad de memoria, para que el organismo pueda defenderse de una infección.

¿Qué se sabe de las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2, al menos hasta agosto de 2020? A ocho meses de iniciada la pandemia, la carrera avanza y son más de 160 las que se mantienen firmes. Recientemente, Rusia se convirtió en el primer país en registrar y comenzar a producir una vacuna contra el coronavirus (Sputnik V) y aunque el gobierno ruso dice estar convencido de su seguridad y eficacia, el anuncio sorprendió y despertó algunas críticas. En ese mismo camino está China, que algunos días después también patentó su primera vacuna.

En paralelo, se esperan con expectativa los avances de al menos seis vacunas que se encuentran en distintas etapas avanzadas de desarrollo -en fase 3- y Mar del Plata es uno de los lugares elegidos para que voluntarios y voluntarias formen parte de un ensayo clínico que permita probar la efectividad y eficacia de una de ellas, desarrollada por Janssen, la división farmacéutica de la multinacional Johnson & Johnson.

“Van a participar 60 mil voluntarios en todo el mundo en unos 600 centros de investigación. Actualmente hay más de 160 vacunas en desarrollo, de las cuales 24 ya se empezaron a probar en humanos y hay seis que están en la última fase de prueba en humanos, la fase 3. Nosotros vamos a entrar en una de esas, de fase 3”, detalla el director del Instituto de Investigaciones Clínicas de Mar del Plata respecto al ensayo, a la espera de mayores avances para comenzar con las pruebas.

Pero además, y a nivel país, en las últimas semanas comenzó la vacunación de voluntarios en el marco del estudio clínico, en fase 3, que llevan adelante la farmacéutica Pfizer y la empresa BioNTech y también se anunció que Argentina producirá junto a México la vacuna de la Universidad de Oxford, un desarrollo conjunto entre la institución educativa británica y la farmacéutica AstraZeneca, que se encuentra en fase 3 del ensayo clínico. Según se informó, la intención es abastecer a Argentina y a otros países de Latinoamérica de la vacuna a partir del primer semestre de 2021.

De todas formas, y más allá de los esfuerzos en la investigación, el desarrollo y la producción de vacunas, lo cierto es que lo que se necesita, más allá de eficacia y resultados alentadores, es seguridad. Y para probar seguridad, un factor imposible de ignorar o de reducir es el tiempo.

“En una vacuna uno tiene que saber de antemano que es muy segura para poder aplicarla. Pero además, tampoco tenemos que pensar que el día que esté la vacuna todos nos vamos a vacunar y esta enfermedad se va a extinguir, porque eso no va a ocurrir”, aclara el médico Pablo Corral.

Y en esa misma línea, advierte: “La vacuna es un elemento más que se está probando en virtud de la prevención, pero no es una cosa mágica y no quiere decir que el día que esté disponible, la enfermedad se vaya a extinguir. Ojalá eso ocurra lo antes posible, pero nada hace pensar que en el corto o mediano plazo eso vaya a suceder”.

El coronavirus llegó para quedarse. Y su impacto, en términos de la humanidad, recién podrá ser evaluado cuando los académicos y especialistas analicen este momento en retrospectiva y cuando buena parte de la sociedad recuerde los tiempos de pandemia y aislamiento como una anécdota lejana.

En Mar del Plata, desde julio los casos crecen, los contagios se multiplican y las autoridades siguen de cerca la situación sanitaria, con el foco puesto en el nivel de respuesta del sistema de salud y en la necesidad de evitar una saturación de las instituciones, tanto públicas como privadas.

Y mientras los tratamientos y ensayos clínicos avanzan, al igual que el desarrollo de vacunas, surgen interrogantes que abren la puerta a lo que vendrá: ¿se repondrá el mundo de esta pandemia, en términos de salud, pero también de economía? ¿Cómo será realmente la tan anunciada “nueva normalidad”?

“Este virus tal y como se presentó está para quedarse unos cuantos años y va a cambiar la filosofía de vida de los humanos”, asegura el especialista Osvaldo Uez y sus palabras resumen, de alguna forma, lo que por el momento es un capítulo abierto, y todavía incierto, en la historia de la humanidad.