Abusos en La Herradura: denuncia, conmoción y violencia
El caso que desde el domingo tiene detenido a Miguel Ángel Cuevas se desató el jueves cuando el padre de dos chicos se enteró de lo ocurrido. Una cronología de los hechos con el relato de testigos.
Marcelo se enteró el jueves de que dos de sus seis hijos fueron abusados. En medio de la conmoción, hizo la denuncia. El viernes supo que el acusado, que era “amigo de la familia” y al que habían conocido en la iglesia evangélica instalada al lado de su casa, todavía estaba en libertad. Con un grupo de vecinos lo fueron a buscar a la casa. Lo encontraron poniendo la pava para el mate y se produjeron incidentes. Llegó la policía y los reprimió con balas de goma. Marcelo terminó refugiado debajo de un auto y una mujer recibió doce impactos en una pierna. Como el acusado seguía en libertad el sábado cortaron la Ruta 226 mientras algunos querían destruir el templo. A partir de allí el trámite judicial se aceleró y el domingo Miguel Ángel Cuevas fue detenido en Sierra de los Padres.
La que sigue es la historia en base al relato de los familiares de las víctimas y vecinos de la zona que desde el jueves se vieron conmocionados por el testimonio de chicos de unos diez años que dieron cuenta haber sido abusados y señalaron como responsable a Miguel Ángel Cuevas, hoy detenido e imputado por abuso sexual reiterado agravado por haberse cometido con acceso carnal, por haberse configurado sometimiento sexual gravemente ultrajante para la víctima y por haber sido cometido por ministro de culto reconocido.
El templo donde Cuevas concurría habitualmente y desde donde comenzó a mantener relación con los vecinos del barrio La Herradura está sobre la avenida Colón al 11800, donde Mar del Plata es más campo que ciudad y donde una de las principales avenidas es una calle de tierra rota y precaria.
La iglesia está justo en una esquina y pegada a ella está la casa de Marcelo y su familia, quienes impulsaron la investigación y quienes una vez hecha la denuncia y al ver que Cuevas seguía en libertad fueron a la casa y luego cortaron la Ruta 226. Enfrente hay un gran descampado con pastos largos y basura. Más alejados hay unos galpones con la inscripción del Hipódromo y unas pocas casas, todas muy precarias.
Marcelo hace unos 15 años que vive en el barrio y recuerda que hace unos 12 que la iglesia funciona ahí. Él concurría al templo seguido junto a sus hijos y ahí conoció a Cuevas.
El jueves, cuenta, se enteró de que dos de sus hijos fueron abusados -luego conocería que el hijo del pastor del templo también- y el relato de los chicos apuntó a Cuevas desde un primer momento. “Los llevaba a este descampado a cazar patos con el aire comprimido”, dice y desea que la Municipalidad algún día ponga en condiciones ese lugar.
Su relato sostiene que en medio de la conmoción que le causó el testimonio de sus hijos hizo la denuncia y que el viernes a la tarde se enteró de que Cuevas permanecía en libertad. Entonces, decidieron ir a la casa a buscarlo.
Los vecinos de la vivienda ubicada en Líbano al 2500 cuentan que Cuevas vivía ahí “desde que nació” y que tras haber salido de la cárcel por una pena anterior volvió a ese lugar, donde vivía sólo.
Los vecinos dicen que primero llegaron unas diez personas, que esperaron que arrivara Cuevas y que en ese momento empezaron a llegar más vecinos de La Herradura. Marcelo dice que lo primero que vio al entrar a la casa fue al acusado poniendo la pava en el fuego para tomar mates.
Tras ello, incidentes, piedras, golpes y la llegada de la policía y de las fuerzas especiales. Los vecinos cuentan que la casa de Cuevas también fue robada en el momento de tensión y estiman que estuvieron unas tres horas en el lugar. “La gente decía que si no lo detenían por lo que había hecho lo iba a matar”, recuerda un vecino que vio todo lo que pasó.
El momento de mayor violencia se dio ante la llega del cuerpo especial de la fuerza que empezó a disparar balas de gomas. Entre la gente que había llegado estaba Marcelo, que como tiene problemas para caminar se tuvo que refugiar debajo de un auto para no ser alcanzado por los impactos, que sí alcanzaron a otros vecinos: una mujer recibió doce impactos en una pierna y un joven estuvo a punto de perder un pie.
“La policía después lo llevó al hospital, lo curaban, mientras a nosotros nos tiraron balas de goma”, dice Marcelo. “Él estaba libre y la Justicia dónde estaba”, se pregunta y de la misma manera afirma: “Este tipo no podía estar suelto”.
El sábado encontró a todos en la misma situación; por eso mientras algunos querían atacar el templo, Marcelo y su familia decidieron cortar la Ruta 226 en busca de que “la Justicia los escuche”. Tras ello, avanzó la investigación y el domingo Cuevas fue detenido mientras se refugiaba en Sierra de los Padres.
LA RELACIÓN
La relación que Cuevas tenía con los vecinos del barrio La Herradura y principalmente con aquellos que acudían a la iglesia era muy buena, con gestos de agradecimiento y ayuda incluidos.
Un vecino recuerda que Cuevas era parquero, que cortaba el pasto y que estaba permanentemente en contacto con el barrio. Incluso, Marcelo cuenta que solía ir a su casa, que había ido al cumpleaños de uno de sus hijos y le había llevado una torta. “Era servicial con todos. Hacía regalos, a una vecina le regaló una heladera”, dice. “Se ganó la confianza de todo el mundo”, resume una joven.
Ante la presencia de QUÉ en el barrio, un hombre que se identificó como presidente de la Misión que llegó de Buenos Aires luego de conocida la noticia se acercó y pidió si era posible no sacar fotos de la iglesia. “Nosotros no tenemos nada que ver, también somos víctimas porque el pastor es uno de los afectados por su hijo, que es una de las víctimas”, sostuvo y sobre Cuevas afirmó: “Él no era pastor, no lo teníamos registrado formalmente”.
