Viernes 26 de abril | Mar del Plata
23/08/2015

La muerte de un hijo: una escuela de pares para enfrentar el dolor

La Escuela de Vida para Padres con Hijos Fallecidos funciona hace 24 años. Su fundadora, Ana de Bretones, habló con QUÉ desde su experiencia sobre cómo seguir adelante después de la peor de todas las tragedias.

La muerte de un hijo: una escuela de pares para enfrentar el dolor
(Foto: Lucho Gargiulo)

Esos hijos no tenían que morir. Esa madre y ese padre, no tenían que sufrir. Esa vida no debía convertirse en dolor. Ese duelo, no debería tener que existir. Ese sufrimiento no buscado no tendría que haber despertado. Esos hijos, no tenían que morir. Es la cara visible de la injusticia, la incomprensión en su estado más crudo, la vida en absoluto destiempo.

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Solo aquel que experimentó la muerte de un hijo puede comprender lo que se define como la peor de todas las tragedias y la experiencia más lamentable y traumática por la que puede atravesar un ser humano.

Desde hace 24 años la Escuela de Vida para Padres con Hijos Fallecidos de Mar del Plata es el espacio al que muchos van a buscar respuestas, pero lo que en realidad encuentran es un grupo de personas que atravesó el mismo dolor y que comparte una visión: la vida después de la muerte de un hijo, por duro que suene, debe continuar, pero no de cualquier manera.

La pérdida de Ana Laura, su hija de dos días de vida, impulsó hace más de dos décadas a Ana de Bretones y a su marido, Francisco, a canalizar el sufrimiento a través de una entidad que pudiese brindar “ayuda mutua” a otros padres que atravesaran por esa misma desgarradora e inesperada situación.

Se trata de “grupo de pares” abierto -no crea dependencia-, apolítico y aconfesional. En reuniones quincenales que se realizan los lunes en el salón cultural Bernardino Rivadavia, ubicado en avenida Independencia 3082, esta Escuela que Ana sostiene junto un grupo pese a la reciente muerte de su compañero de vida, brinda desde la propia experiencia y dentro del marco teórico de la Logoterapia, una contención sin punto de comparación en la ciudad.

PEDIR AYUDA POR PRIMERA VEZ

Por voluntad propia, por recomendación o bien a través del llamado de personas cercanas, aquellos padres que perdieron a un hijo llegan a la Escuela. Pero a veces, el primer contacto está lejos de ser como se presuponía.

Algunos llegan y no encuentran lo que fueron a buscar. Tal vez esperaban encontrar otras respuestas… pero las respuestas no se las vamos a dar nosotros. En todo caso, hay preguntas que no tienen respuesta. Hablamos desde la experiencia personal”, explicó en primer lugar Ana de Bretones en diálogo con QUÉ.

Cuando un padre llega, no hay consejos válidos, porque lo que en realidad no existen las recetas mágicas. “La historia que yo tenía con mi hija fue única. Entonces yo les digo a los padres que llegan, cómo hice yo. Lo que yo hice. Y como somos pares, algo de eso se va a llevar: eso es lo que va a aplicar en su vida”, continuó.

Las preguntas son el primer disparador. La lógica de la escuela busca cambiar el “¿por qué a mí?” por el “¿y ahora qué?”, algo así como preguntarse cómo seguir adelante y para qué seguir viviendo.

“Los que llegan lo que primero encuentran es una escalera desde la calle. Esa escalera es una herramienta. Es un desafío subirla y arriba podés encontrarte con un ambiente muy distendido que a lo mejor no es lo esperado”, continuó.

Algunos pasan sin encontrar lo que buscaban. Pero para muchos, con el tiempo y la ayuda del grupo, la visión va cambiando. “Los ves llegar, ves sus luchas, su esfuerzo, sus recaídas… y no deja de ser una cantera de vida ver ese cambio y el presenciar cómo asimilan o capitalizan un sufrimiento no buscado”, reconoció Ana, después de 24 años al frente de esta institución.

LOGOTERAPIA: CAPITALIZAR EL SUFRIMIENTO NO BUSCADO

La Logoterapia es, por definición, la tercera escuela de psicoterapia vienesa, fundada por Viktor Frankl (1905-1997), quien fue discípulo de Sigmund Freud y tras la Primera Guerra Mundial participó de grupos de autoayuda para la prevención del suicidio. Fue prisionero en los campos de concentración y vio morir a toda su familia. Descubrir cuál es el sentido de la vida fue su gran motivación. En 1954, visitó Mar del Plata.

En el relato de Ana de Bretones, las frases de Frankl suenan en reiteradas oportunidades, como también solía predicar “Paco” de Bretones, hombre reconocido en la ciudad por su voluntad de ayuda a la comunidad hasta sus últimos días de vida.

“La Logoterapia capitaliza el sufrimiento no buscado. El hombre es responsabilidad, es conciencia, es amor. Esos son protofenómenos que si los tengo encerrados y no los pongo en práctica, no sirven. El conflicto aparece cuando el ser no se tiene en cuenta. Por eso el lema de la Escuela es ‘sí a la vida, a pesar de todo y en cualquier circunstancia’”.

Estos conceptos se desprenden en parte de la Logoterapia y también a partir de la propia experiencia de haber perdido a su hija.

“Lo que decimos es que nadie puede no hacerse responsable de su propia vida aun cuando la causa lo amerita. Es decir, ninguna situación extrema me puede quitar la responsabilidad de hacerme cargo de mi propia vida”, dice Ana y admite que “aunque suene duro, es así”.

REVALORIZAR EL TIEMPO

Tenía toda la vida por delante… te dicen. ¿Quién te asegura que tenías una vida por delante, si mi hija se murió a los dos días o el de otra persona a los dos años? Acá de lo que hablamos es de la revalorización del tiempo, de convertirlo en vida para que ese tiempo sea ‘el granero de las buenas respuestas’ ya que el valor de un hijo no se puede medir en términos de años”.

-En los casos que trascienden públicamente ¿qué ocurre con aquellas personas que deciden dedicar su tiempo a exigir justicia, a marchar o movilizarse para juzgar a los responsables?

-Mi hijo no va a descansar en paz por más que aprehendan al culpable. Nosotros decimos que pongan el caso en mano de la Justicia con el mejor abogado para lograr condenar al culpable, pero que la vida vaya por el carril paralelo, porque hay que seguir adelante. A tu hijo no te lo devuelve nadie. Algo similar ocurre con la veneración del que se fue. La mejor fidelidad para con quien ya no está, en comprometernos con los que quedan.

-¿En general los padres que recurren a la Escuela logran superar el dolor o al menos enfrentarlo?

-En general salen adelante. Hay gente que se queda y va tomándose su tiempo y procesando lo que se le dice. Hay mamás que no vuelven a hacer las compras al mercado del barrio porque sienten que las miran todos por lo que les pasó. Eso emocionalmente les quita mucha fuerza.  Otras que no pueden pasar por el Materno Infantil y pueden caminar más de diez cuadras más porque ahí murió el hijo. La gente sin embargo recupera la sonrisa, la tranquilidad, el respeto en la pareja y se dejan de echar culpas. Hablamos de aceptar la realidad, que no quiere decir justificarla.

-¿Qué creés entonces que es la muerte?

-La única certeza que tenemos es la muerte. El ser humano es finito y falible. Es imperfecto. La muerte es una compañera de vida. Hablamos de la muerte porque hablamos de la vida. La muerte es un invitado que se sentó a mi mesa. Antes era algo que les pasaba a los demás, mi hija no se podía morir y sin embargo se murió. A la luz de la muerte uno vive para concretizar este tiempo cronológico en mi vida.

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Las palabras de Ana de Bretones dan cuenta del trabajo que se realiza en la Escuela de Vida. O mejor dicho, son una muestra del concepto que desde la institución se promueve para encontrar respuestas a distintas preguntas. En este caso, la voz de Ana de Bretones queda más que autorizada para silenciar, ratificar o refutar cualquier creencia religiosa o teoría social porque en realidad ese sufrimiento no buscando no debería existir, esa vida no debía convertirse en dolor y ese hijo, pese a cualquier explicación, no tenía que morir. La vida, sin embargo, debe continuar, aunque no de cualquier manera.

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CONTACTO

Los lunes, quincenalmente, la Escuela de Vida para Padres con Hijos Fallecidos se reúne a las 20.30 en el salón cultural Bernardino Rivadavia, ubicado en avenida Independencia 3082 (1º piso). Quienes deseen contactarse con la entidad pueden hacerlo a través de su sitio web o por teléfono al 482-0964, 479-9029, 495-3255, 470-0417 y 473-8370. También a través de su perfil en Facebook.

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23/08/2015