Sábado 04 de mayo | Mar del Plata
29/08/2015

Gabriel Novoa: “La mano que me dieron a mí fue la vida”

El nadador radicado en Mar del Plata, representante en los Juegos Mundiales de Trasplantados, habló con QUÉ y contó su historia de vida, superación y renacer. Además, se enorgulleció de su participación y de sus medallas.

Gabriel Novoa: “La mano que me dieron a mí fue la vida”
(Fotos: Lucho Gargiulo)

El gran Ernesto Sábato eternizó: “La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse”. Pero la persona que estuvo al borde del abismo y por obra de un tercero tiene la posibilidad de continuar viviendo, lo entiende antes, en ese preciso instante en el que parecía que se le iba la vida. No hay que aprenderlo antes, ni llegar a estas situaciones para ponerlo en práctica, pero es así lamentablemente.

El trasplantado queda, en algunos casos, limitado para determinadas actividades. Pero para las cosas que realmente importan en la vida, se halla perfecto. Es una suerte de resurrección, pero sin la muerte, aunque a muchos se les apareció de cerca.

En Mar del Plata se está disputando el Mundial de Trasplantados. Una forma de mostrar eso, que semejantes inconvenientes no tienen por qué detener la vida.  Y es también una excusa, camuflada de competencia deportiva, para promover la donación de órganos. Y en este evento hay varios marplatenses, nativos y por adopción, como muchas veces pasa con aquellos que vienen por unos días y se quedan, enamorados, para siempre.

Nació en Buenos Aires, se fue a vivir a Jujuy y hace 5 años reside en Mar del Plata junto a su mujer, Gabriela, y sus dos hijos. “Hoy me siento de acá”, dice sonriente a pesar del cansancio tras disputar la eliminatoria de los 50 metros, estilo pecho. “No es mi fuerte, pero la elegí para meterme un rato más al agua”, confiesa entre risas. Se trata de Gabriel Novoa, quien sumó una medalla de plata (100 metros libres) y otra de bronce (50 metros libres) para la delegación argentina en los Juegos Mundiales de Trasplantados que continúan desarrollándose en nuestra ciudad.

Novoa es uno de los más nuevos. Es decir, el que compite con un trasplante muy reciente. En el año 2013, por análisis de rutina fue al médico y le descubrieron que padecía hepatitis C. Y en los siguientes estudios le encontraron nódulos. “La hepatitis C tiene cura con medicamentos”, cuenta. “Pero después de un tiempo de evolución puede generar una fibrosis, el hígado atrofiado, o cáncer. En mi caso tenía la hepatitis C, la fibrosis y el cáncer. Entonces la única opción era el trasplante”.

Esta noticia fue en el mes de julio y el 13 de agosto ingresó a la lista de espera del INCUCAI. “Por esa fecha ya me instalo en Buenos Aires porque el trasplante era allá y el 17 de octubre me llaman para avisarme que estaba programada la cirugía porque había aparecido un órgano compatible”, dijo el hoy nadador argentino.

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Gabriel Novoa detalló paso a paso sus vivencias y la recuperación: “Fueron 12 horas de cirugía. Tres días después me desperté por una complicación en la intervención. Me operaron un domingo, el martes tuve una hemorragia y el miércoles desperté. Estuve 12 días entre terapia e internación, y 24 días después estaba en Mar del Plata”.

– Fue todo muy rápido, no te dio tiempo a esa espera que resulta interminable.

– Nunca quise averiguar mucho. Dejé que las cosas sucedan y estaba seguro y tranquilo porque sentía que las cosas iban a salir bien. Es más, no tenía medio. De hecho me dormí antes de la anestesia, así que imaginate…

– Hay una política de no dar a conocer la identidad del donante…

– Salvo cuando es un donante vivo, pero normalmente no se sabe. Hay casos en los que se puede saber por la fecha y algunas averiguaciones, pero yo no sé por qué no se sabe.

– ¿Hiciste tus averiguaciones?

– Sí, pero nunca supe. Me hubiera gustado saber, no tanto por mí sino por la familia del donante. Entiendo que tienen que vivir su duelo y asumir que esa persona ya no está lamentablemente, pero saber que hay una parte de ese ser en otra persona puede ser como un consuelo. Yo pienso en ellos, en el donante y sé que está ahí, está presente y estoy muy agradecido. No sé si para los familiares puede servir de algo.

– ¿Cómo siguió tu vida tras el trasplante?

– Volví a casa, pasó el verano y ya me empecé a sentir mejor. Podía hacer actividad física. Comencé con karate (se ríe) algo que está absolutamente prohibido y como en el mismo lugar, en el barrio Alfar, había pileta, empecé a nadar. Poco tiempo después me enteré que existía esta competencia y la persona que me lo comenta no hacía ningún tipo de deporte, y yo dije ¿por qué no? Me anoté en natación, que es competitivo y no es solamente divertirse. Entonces fui a Mendoza, clasifiqué, fui parte de la selección y aquí estoy, con los 120 deportistas que vinieron de todo el país, con la suerte que es acá en Mar del Plata, de local.

– ¿Previo al trasplante hacías algún deporte?

– No. Nunca fui sedentario, andaba en bici, pero nunca hice ningún deporte. A los 12 años, un verano, por única vez me metí a nadar (se ríe).

– ¿Después de un trasplante se recomienda hacer deporte?

– Sí, pero es recomendable para todo el mundo, no solamente para el trasplantado, sobre todo para los que llegan a los 40 o los 50 como yo. Pero sí, claramente debía hacerlo. Además dejé de fumar y tras la operación quedé muy flaquito, había perdido masa muscular y debía reponerme. A partir de haber sido seleccionado para representar al país empecé a venir a entrenar al Emder, bajo la dirección de Gabriel de Cunto, y con el equipo argentino, Los Delfines. Pero fueron tres meses porque no hubo tiempo de entrenar mucho y acá estoy, en un Mundial, nadando con gente de todo el mundo, con una medalla de plata y otra de bronce.

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29/08/2015