Jueves 25 de abril | Mar del Plata
11/10/2015

F3 Stand Up Comedy: lo importante es la risa

Federico Cyrulnik se presentará junto a Fernanda Metilli y Diego Fernández en Mar del Plata. “La gente es sincera, si es un buen chiste se va a reír y si se enojan es porque es un mal chiste y sin remate”, asegura el estandapero.

F3 Stand Up Comedy: lo importante es la risa
(Foto Facebook F3)

Un chiste funciona cuando otro se ríe. El chiste puede ser sobre el desayuno, la masturbación, menstruación, judíos, negros o hacer zapping y si la gente se ríe, funciona. En ese sentido F3 Stand Up Comedy va por todo, y esta noche, desde las 21 en Abbey Road –Juan B. Justo 620-, Federico Cyrulnik, Fernanda Metilli y Diego Fernández buscarán que todo funcione.

Federico Cyrulnik es comediente, o estandapero o alguien que hace reír a la gente con sus monólogos llenos de anécdotas de cosas que le pasan, que ve, que inventa. “El  estandapero solo hace stand up y un comediante hace comedia y ficción. No necesariamente hace monólogos escritos por sí mismo”, explica por si a alguien necesitara rotular de dónde proviene la risa.

F3 arrancó más o menos cuando empezó la movida de stand up en Argentina, allá por el 2012. Primero, Federico, Fernando y Diego F., se conocieron gracias al productor de Metro y Medio Pablo Fábregas, para participar de un ciclo de comedia. El ciclo terminó y ellos se agruparon, después Federico anduvo un año por México y, desde 2014, están de manera estable con presentaciones por todas partes.

“Muchas veces lo que más me divierte terminan siendo boludeces y lo que funciona son esas cosas que me costaban decir, que pensaba que era algo mío nada más”, admite Federico en relación a las cosas que después se vuelven chistes en sus shows.

-¿Cuáles son esas cosas que te divierten?

-Cosas de mi vida me divierten, me divierte hacer acentos. No me salen bien, pero me sale como la caricatura del acento y me parece divertido. Hay cosas que no me parecen divertidas, pero suelen ser graciosas para los demás. Qué sé yo, no es que me divierta hablar que me da miedo tal cosa, pero sé que funciona.

-¿Cómo funciona el humor?

-El humor en el stand up es un poco a prueba y error. Algo de confianza y trabajo. Los chistes hay veces que uno cree que son geniales y no lo son, hay veces que no son buenos y lo son. Hay veces que tienen potencial, pero hay que trabajarlos. Hay técnicas para hacer chistes, que se estudian cuando uno estudia stand up.

-¿Qué se estudia para hacer stand up?

-Básicamente a hacer la estructura de un chiste, que más allá que es una ocurrencia, hay que organizarlo para que sea funcional y que tenga un remate y un momento gracioso. Eso es con técnica y con trabajo, que se logra en la casa escribiendo. En cambio, los impulsos de los chistes se dan en cualquier lado.


-¿Hay lugar para la improvisación en tus shows o lo tenés todo preparado?

-Yo improviso bastante, pero tengo la estructura de todo el monólogo. Sobre todo el de F3, que hay que ser más respetuoso porque uno no se puede pasar. En cambio, en un unipersonal, en esos casos organizo el material y voy bailando con la función, me siento más libre para jugar.

-¿Tenés alguna preocupación cuando estás con el micrófono?

-Hoy en día lo que más nos da energía es que la gente venga al teatro. Si vienen al teatro funciona siempre. Sobre todo si te van a ver a vos, no hay chances que te vaya mal.

-Cuando estabas en México ¿cómo era preparar el monólogo para otro público que no sea argentino?

-En México iba a un bar donde iban todos los comediantes a probar materiales. Yo traté de traducir lo que no se iba a entender y lo probaba ahí, como lo que acá sería un open mic. Era algo experimental, pero es bastante parecido. Y me confundí en corregir demasiado y no confiar en que se va a entender. Ellos querían escuchar a un argentino y yo estaba como mejicaneándola en el monólogo.

-En el humor parece que hay un pacto tácito que uno puede hacer chistes del sector que pertenece sin ofender a la gente, en tu caso chistes sobre judíos. ¿Por qué sucede eso?

-Es políticamente correcto, algo que no se explica pero se entiende, si vos ves a un pibe flaco haciendo chistes de gordos le decís “no hablés de los gordos, si no sos gordo”. Pero tienen que ser buenos los chistes, es un poco más difícil. No es que no se puede hacer chistes, pero es que los que lo intentaron lo hicieron mal. Se sabe que el que es negro puede hacer chistes de negros y que el judío puede hacer chistes de judíos.

-¿Cómo se logra hacer chistes de otro grupo sin ofender?

-Hay buenos comediantes, sobre todo en Estados Unidos, que hacen chistes de judíos y no lo son, de negros y no lo son. Pero si te das cuenta que tiene una connotación de otra cosa va a generar rechazo. La gente es sincera, si es un buen chiste se va a reír y si se enojan es porque es un mal chiste y sin remate. No hay que confundir.

Un estandapero cada tanto renueva sus monólogos, sus chistes. En el caso de Federico, todas las semanas escribe y cuando puede, va un martes al centro cultural Matienzo (Capital Federal) y los prueba. La lógica es a prueba de balas: si la gente se ríe, funciona.

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11/10/2015