Jueves 25 de abril | Mar del Plata
10/02/2018

Los más chicos, por encima de la pasión y los colores

Ismael Quilez y Jonathan La Rosa, futbolistas de Aldosivi y Alvarado, los domingos juegan por los puntos, y durante la semana enseñan a disfrutar del fútbol a los más chicos más allá de las rivalidades. Los futbolistas y su otra faceta.

Los más chicos, por encima de la pasión y los colores
(Fotos: QUÉ Digital)

Ismael Quilez y Jonathan La Rosa son conocidos por ser futbolistas de Aldosivi y Alvarado. Pero también tienen otra faceta más allá de vestir los colores de los dos clásicos rivales: ambos son profesores de una escuelita de fútbol en la ciudad, en la que además de deporte, les enseñan a los chicos con su ejemplo, el respeto a sus pares y, sobre todo, a disfrutar del fútbol más allá de las diferencias.

La idea de juntar un futbolista identificado con cada club en la cancha del Club Social y Deportivo surgió el año pasado, cuando el responsable del local, Milton Carballo, convocó a Pablo Corti y a Jonathan La Rosa. Con ellos dos abrió la escuelita y al cabo de unos pocos meses ya sumaban más de 60 chicos. Cuando el ídolo del Tiburón tuvo que dar un paso al costado, ahí surgió la idea de traer al lateral derecho del Verde.

“La idea es tener alguien de Alvarado y alguien de Aldosivi para erradicar todo el clima de violencia que hay en el fútbol. Este año Pablo se desvinculó y hablamos con Isma, él estaba de acuerdo le gustó la idea y nos pareció correcto que se sume al proyecto”, relató La Rosa, mediocampista creativo del Torito de Mauricio Giganti.

Para hacer el proyecto todavía más genuino, La Rosa y Quilez no se conocían antes de llegar a la escuelita, pero no tuvieron problemas en trabajar por una causa común: “Nos conocimos ahora. La propuesta me encantó desde el primer momento. Me pareció una idea bárbara, más que nada por los chicos y para salir un poco de lo que es la competencia y la division en el futbol de que ‘yo soy de Aldosivi, él es de Alvarado’. Acá no hay banderas y eso es lo bueno del proyecto. Es lindo, sano, y creo que es una buena idea para que se empiece a hacer en Mar del Plata”, comentó Quilez.

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Este año, la escuelita comenzará a mediados de febrero, tanto para chicos como para chicas de cuatro a doce años, y, si bien es un espacio comercial, no deja de ser una oportunidad para que los más chicos se lleven, además de conocimientos deportivos y amigos, la idea del respeto por el otro más allá de las diferencias, como cada club de fútbol, pero partiendo de la base de que sus profesores son reconocidos futbolistas de los dos clubes más populares y antagónicos de la ciudad, unidos por la causa.

¿Cómo se hace para llevarle ese mensaje de la no violencia a los chicos?

La Rosa: –El semestre pasado acá había chicos de Alvarado y de Aldosivi y nos reíamos, lo tomábamos con gracia. Pocas cargadas y sobre todo el respeto. Porque los chicos son inocentes, se guían de los más grandes. Uno trata de bajar una linea como para que ellos lo tomen con naturalidad. Es una lástima lo que está pasando en todas las categorías del fútbol profesional y en el amateur, sobre todo con los más chicos. Yo soy de Buenos Aires, vengo del baby fútbol y es una competencia que pareciera que los padres se sacan los ojos por nada. Da lástima la presión que le meten a los nenes.

¿Trabajan con los padres ese tema?

–Lo hablamos al principio de la temporada y ahora lo vamos a volver a hacer. Vamos a transmitirle nuestro pensamiento y después estará en ellos tomarlo, porque los nenes salen de acá y ellos son grandes y saben que no termina la educación en la cancha, puertas adentro de la casa también.

Por su parte, para Ismael Quilez será la primera experiencia como profe y mantiene la expectativa a flor de piel: “Si bien he ayudando en colonias de verano en mi barrio de Santa Fe, es la primera vez. Es algo que a mi me gusta. Por el solo hecho de poder mostrarle a los chicos las cosas buenas del deporte, de cómo llevarlo a cabo. Es bueno que entiendan y darnos cuenta de que no somos enemigos, podemos ser rivales. Acá lo que vamos a hacer es divertirnos más que nada, no solo poder enseñarles un poco de lo que hemos aprendido en nuestras carreras. Lo principal es educarlos en el sentido de lo que es el fútbol: un juego, un deporte, y no como la cuna de la violencia“, explicó el capitán del Tiburón.

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Esta otra faceta de los futbolistas los hace tener un trato más cercano con la gente, más allá de las muestras de cariño habituales de los hinchas: “Siempre está bueno acercarse y que lo vean a uno como es, una persona normal. A Jony también le debe pasar, que mucha gente te mira como un jugador de fútbol y no como uno realmente es. Acá la idea es que los chicos se acerquen, que nos vean los padres y que confíen en nosotros, que nos vean que somos personas normales y que queremos transmitirles una idea sana y no hay otra cosa. Si bien los chicos que vienen acá quieren ganar siempre lo que sea, les vamos a enseñar que se puede ganar pero también hay que aprender a perder y ser buen perdedor. y no que haya malestar por la derrota”.

Al fin y al cabo, por momentos, los chicos no se olvidan que quienes son sus profesores, los fines de semanas los ven en las distintas canchas del país. Así, también hay lugar para la curiosidad y el conocimiento de sus ídolos: “Los chicos preguntan cosas de la vida del futbolista, son curiosos. Está bueno, pero ya lo toman con naturalidad: sos “el profe”. Al principio es todo nuevo, pero después sos uno más. Hubo veces que con Pablo nos mezclábamos en los equipos y tanto nosotros como ellos la pasábamos re bien”, explicó La Rosa.

“Está bueno tener ese contacto con los chicos, poder contarles la historia de cada uno, porque obviamente todos los que jugamos al fútbol tenemos una historia detrás y podemos demostrarles que se pueden hacer cosas grandes, importantes, lo que ellos les guste, que lo pueden lograr. Siempre enseñándoles las cosas básicas y más que nada el respeto que se tiene que mantener en este ámbito deportivo”, agregó Quilez.

Por último, no descartaron en alguna oportunidad, poder llevar a los chicos a la cancha para que puedan ver a sus profesores jugando en las principales categorías del país: “En algún momento calculo que, cada uno por su lado, quizás un día Jony pueda llevar a los chicos que quieran ir a ver a Alvarado, yo lo mismo. Eso es cuestión de organizarnos y hacerlo”.

Así, con el sólo ejemplo de unirse para llevar adelante esta actividad con los más chicos, tanto Quilez como La Rosa están marcando el camino, un camino de respeto por el cual la violencia y la intolerancia quedan de lado desde los primeros años, y sobre todo prevalece algo no menos importante: el verdadero disfrute de un deporte tan lindo como el fútbol, en una ciudad separada por rivalidades, pero que debe permanecer unida por la pasión.

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10/02/2018