La culpa es de la droga
Editorial QUÉ, en la radio
Siempre hay un culpable y siempre hay un malo en la película. Hoy, la culpa es de ella. No sabemos de qué tipo, pero ella es la culpable de los males que aquejan al mundo. Los políticos hablan de combatirla y los medios hablan de cómo ella sola afecta a la seguridad de todos. Ella es culpable y debe ser condenada a la hoguera, por más disparatado que suene.
Chano, Los Calamares Blancos, La Morsa, Cristina, el Papa y La Mississipi, todos tienen relación con ella. Convivimos con ella. La respiramos, la aspiramos, la inyectamos o nos la ponemos debajo del párpado. Está, nadie la ve pero todos saben dónde está. Tan fácil como salir a dar una vuelta. Pero es hábil, sabe cómo extorsionar y resguardarse para que nadie la toque. Tiene su faceta legal, y una prohibida.
La droga está, estuvo y estará. No hay frontera que la detenga, ni fuerzas policiales, ni proyectos encajonados que paren el flagelo destructor.
Desde los tiempos monocromáticos hasta el presente binario, ella está, en el tipo que está durmiendo en la calle, en el pintor que colorea su cuadro, en el político que dice pero no hace, en el pibe que sale a un boliche a buscar una mina, en la rocha que te pega un tiro por una docena de sandwiches.
La droga está y sabemos con quién. Pero la culpa siempre la tiene otro.
