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Estación Chapadmalal

Un pueblo que resiste y lucha por las necesidades básicas

Autora: Celeste Verdicchio. Fotos: Lucho Gargiulo — 29 de julio de 2023

A pesar de formar parte del Registro de Barrios Populares en dos tramos, la falta de acceso al agua, como derecho básico, es una de sus principales problemáticas.

Estación Chapadmalal es, además de un paraje singular en General Pueyrredon, un pueblo surgido al calor de la infraestructura ferroviaria y cargado de historia por su producción agrícola-ganadera y trabajo minero. Pero entre sus canteras y quintas, asoman las distintas realidades de quienes viven su día a día en un pueblo que resiste y lucha ante necesidades tan básicas como el acceso al agua, al transporte o a la salud. 

Hace seis años que Elba llegó a Estación Chapadmalal. A pesar de la distancia, todos los días se levanta a las tres de la mañana para entrar a trabajar en una planta envasadora de langostinos en el Puerto de Mar del Plata. Pero también, relata en una entrevista con Qué digital, fue empleada en una quinta de la zona, es albañil ―construyó parte de su propia casa―, y trabaja desde la organización para la cual es referente ―Somos Barrios de Pie― en cuadrillas de limpieza, huerta y construcción en el pueblo.

Su mamá, en cambio, llegó a Estación Chapadmalal hace 18 años. Filetera de toda la vida según se describe, Alicia trabaja como niñera en Miramar y coordina en Estación Chapadmalal un merendero y roperito, y es, también, una vecina referente a la hora de juntar firmas para exigir los reclamos como lo es el acceso al agua.  

Estación Chapadmalal se ubica a menos de 16 kilómetros de Mar del Plata y se llega por la Ruta 88, camino a Batán. Allí, en 1910, a partir de la construcción de la infraestructura ferroviaria, comenzó la historia de su crecimiento atravesada por la actividad económica  agrícola-ganadera y minera que se utilizó para buena parte de las construcciones de Mar del Plata, como los históricos chalets de piedra o los lobos marinos emplazados en la Rambla.

A pesar de toda su historicidad y de la actividad minera que se sostiene en el presente configurando parte de la identidad de Estación Chapadmalal, convergen allí distintas realidades entre, por un lado, el sector productivo, y, por el otro, un pueblo para el que no está garantizado en su totalidad el acceso al agua, al gas o la red cloacal.

Todo eso, a pesar de que Estación Chapadmalal es uno de los 71 barrios populares que forman parte del Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap) en General Pueyrredon. Es que, más allá del importante crecimiento poblacional que identifican las vecinas en los últimos seis años, solo dos tramos del pueblo están incluidos en ese registro que permite, a partir de un certificado de vivienda, solicitar y acceder a servicios básicos. 

Esa realidad, sumada a las propias características de Estación Chapadmalal en donde predomina el suelo rocoso, en definitiva limitan las posibilidades de acceder a condiciones habitacionales dignas.

EL AGUA, UNA PROBLEMÁTICA HISTÓRICA

El problema por el acceso al agua en Estación Chapadmalal, aseguran, es histórico y tiene su correlato en la actualidad tras los últimos reclamos vecinales impulsados a través de organización y asambleas. Si bien hay conexión de red en el pueblo, solo alcanza a las primeras manzanas que se ubican cerca de la calle principal conocida como la “F”, sostiene Elba.

Para quienes no acceden al agua de red, la realidad, en cambio, se vuelve mucho más compleja. Es que, en Estación Chapadmalal, la posibilidad de obtener agua a través de pozos es prácticamente nula porque “cavan y cavan pero está todo lleno de piedra, no encuentran agua”.

En su lugar, las y los vecinos son abastecidos por un tanque instalado por Obras Sanitarias al lado de la Escuela Primaria N°60 aunque, ante el crecimiento poblacional por el que hay alrededor de dos mil vecinos y vecinas actualmente, resulta insuficiente. “En verano o cuando llegamos a diciembre, olvidate. Cuando se corta la luz, tampoco tenemos una gota de agua. Durante el invierno aunque sea sale el chorrito y así juntamos los bidones y llenamos el dispenser, pero en la otra manzana, por ejemplo, nadie tiene agua”, cuenta Elba.

“Yo me puse un tanque adelante para que el aguatero nos deje agua. Pero con esa misma agua es bañarse, tirar al baño y así. Multiuso”, explica. Es que un aguatero, como “en tiempos de colonia”, reparte tres litros diarios para hidratarse, cocinar y bañarse según expusieron desde la asamblea vecinal junto a la Defensoría del Pueblo. 

Ello derivó, a lo largo del tiempo, en reclamos concretos dirigidos a OSSE y a las autoridades municipales principalmente para extender la red y así acceder al agua como un “derecho humano” básico: algo que se materializó tras una promesa de la empresa estatal por una distribución de agua a todos los sectores del pueblo a la espera de avances en obras de infraestructura a largo plazo.   

El aguatero te pasa una vez por semana, todos los días o a veces ni pasa. Tenían dos camioncitos pero se le rompió uno a la sociedad de fomento y ese tiene que abastecer el agua de El Frutillar y de Los Hornos (extensiones barriales dentro de Estación Chapadmalal)”, explica Elba como parte de la demanda que supera la capacidad de respuesta y ante promesas que ―lamenta― últimamente no se cumplen. 

“Los que están más para el bajo, para el lado de la (calle) 5, no tienen problema. Pero acá más arriba no tenemos agua. En verano, no tenés ni un vaso de agua para darle a los chicos”, describe Elba y advierte también por la sobrecarga eléctrica que se genera y que complica aún más el acceso a servicios.

Y como parte de esa realidad, relata: “Este año en verano casi nadie tenía agua, hemos estado así hasta dos o tres semanas seguidas. A la noche no dormía esperando que caiga una gota de agua en los bidones”. 

“Nos íbamos a la casa de un amigo para el bajo con un carrito con bidones. A él le caía un hilito de agua y con eso nos traíamos diez botellas y tres bidones de agua y lo echábamos a la cisterna, llegábamos a llenarla por la mitad. Teníamos que hacer unos cuantos viajes hasta las doce y pico de la noche acarreando agua que salía de un hilito”, cuenta.

***

Entre otras de las problemáticas que configuran a Estación Chapadmalal, aparece en el relato de las vecinas la falta de red cloacal aunque, según sostiene Elba, a lo largo de los últimos años la energía vecinal estuvo enfocada directamente en el acceso al agua como la problemática más urgente.

“Es todo pozo. Los residuos van a parar a un desagüe que sale a la Palmar (fábrica de ladrillos en Estación Chapadmalal). Donde está Cañero, pasa un arroyo en donde hicieron desagotes, eso desemboca en el bajo y va a parar todo a Batán”, explica respecto a los desechos cloacales.

Y de manera similar ocurre con la red de gas. Solo una porción del pueblo logra acceder al servicio, mientras que la zona en donde vive Elba se abastece a través de garrafas.

Es que, cabe resaltar, solo dos polígonos de Estación Chapadmalal están incluidos como barrios populares dentro del Renabap (con 33 y 99 familias): eso genera, al igual que en otros barrios con sectores que no están incluidos en el Registro Nacional, que solicitar políticas estatales prioritarias de intervención para acceder a servicios básicos y mejorar las condiciones habitacionales se vuelva más complejo. 

“Yo quería hacer una habitación más pero como esta zona no aparece como barrio popular no puedo”, explica Elba ante la falta de certezas para comenzar a construir sin tener garantizado el acceso a servicios básicos por no estar incluida en el sector de barrio popular.

“Me cansé de pedir para que hagan el censo acá, pero nunca vinieron. Hay dos señoras conocidas del lado de la frutilla que sí están dentro del barrio popular y tienen un número (certificado de vivienda) que te sirve para pedir la luz o servicios. El Renabap te habilita más”, sostiene.

Los datos oficiales del Renabap sobre Estación Chapadmalal, actualizados hasta marzo de 2023, indican el relevamiento de 99 familias y unas 90 viviendas en un primer tramo comprendido entre la calle 14 hasta la 4 uniendo parte del Camino de las Canteras. Se trata de una superficie encuestada de 132.853 m2.

A su vez, está incluido como barrio popular desde la calle 38 hasta la 32 (renombrada como Mujeres de Chapadmalal), entre calle 1 y 9 y un pequeño sector de viviendas que va desde la calle Camino de los Pioneros hasta la 9 entre la 32 y 30. Sobre este segundo tramo del pueblo, fueron relevadas 33 familias en una superficie de 189.736 m2 en un total de 30 viviendas.

Los datos oficiales registran el comienzo de ambos asentamientos en 2010. En la actualidad, según el Observatorio de Barrios Populares, los dos tramos de Estación Chapadmalal cuentan con “conexiones formales” a la red eléctrica con medidor domiciliario con factura. La totalidad de las viviendas poseen conexiones irregulares a la red de agua y predominan los desagües a pozos ciegos ante la ausencia de cloacas. Respecto al gas, predomina el uso de garrafas o de artefactos eléctricos para calefaccionar a partir de la inexistencia de red de gas natural en la zona delimitada como barrio popular.

SALUD, TRANSPORTE Y CALLES

El acceso a la salud en Estación Chapadmalal es la tercera problemática que aparece en el relato de Elba y Alicia al enumerar la falta de guardias para niños y niñas, de profesionales médicos, turnos y horarios reducidos como parte de una realidad en común con otros Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) de General Pueyrredon.

En el CAPS de Estación Chapadmalal, “solo hay un clínico, un pediatra y un enfermero”, lamentó y aseguró que “el dentista va una sola vez por semana”. “Como filtra mucha humedad en donde está el consultorio, te quedás sin atención. Después, porque no tienen insumos. Y así sucesivamente”, agregan.

En consecuencia, ante una emergencia médica con las y los niños por la noche, explican, las y los vecinos tienen que ir “sí o sí” hasta la guardia pediátrica del Hospital Materno Infantil. Pero, ¿cómo llegar hasta allí en caso de una emergencia cuando el acceso al transporte también tiene sus limitaciones?

La única línea de colectivos que ingresa a Estación Chapadmalal es la 715 y combina parte de su recorrido con Batán. Sin embargo, aseguran que el último colectivo ingresa al pueblo a las diez de la noche y luego de ese horario “no tenés más”. Producto de la falta de transporte, ante una emergencia médica “te tenés que tomar un remis y esperar cuarenta minutos que es lo que tarda en llegar”.  

Además, como parte de las problemáticas las vecinas relatan que las calles de Estación Chapadmalal, a partir de la actividad de la zona y de la falta de mantenimiento, “están llenas de pozos”. Fue después de muchos pedidos que ―aseguran―  hace poco tiempo engranzaron algunas de ellas mientras avanza la obra de Circunvalación en el ingreso de la Ruta 88, conectando con la calle 515.

De todas maneras, describen que son pocas las calles asfaltadas y que incluso en esos casos “están hechas bolsa”. Un ejemplo de ello, aseguran, es la transitada calle F que, a pesar de estar asfaltada, se mantiene en mal estado. Después, hacia adentro del pueblo, el resto de las calles son de tierra, aunque esperan que la 13 ―renombrada como Camino de las Canteras― también sea asfaltada “para que pasen todos los camiones por ahí”.

Es que la fuerte actividad económica de distintas empresas del sector abocadas a la explotación de las canteras, hace que “los camiones pasen todo el tiempo” por allí generando un desgaste importante en el estado de las calles a lo que se suma que ante diluvios “todo se hace un pantano”.

“Los camiones salen con piedras, ladrillos de la Palmar que trabaja día y noche, y se rompe todo. Las calles se zanjan todas y ni los remises quieren entrar. La F la hicieron hace cinco años y está toda rota, aunque solo le pusieron un poco de brea, piedra y listo”, describen.

Que la F haya estado buena parte del tiempo en malas condiciones, llevó a que el colectivo de línea, incluso, dejara de pasar en un momento: “El colectivo no quería pasar porque se rompía, pero la gente no tiene la culpa. Pusieron el rondín que pasaba desde la seis de la mañana hasta las seis de la tarde porque claro, la empresa dijo ‘prefiero que se rompa uno a que se me rompan todos por los pozos que hay’. La gente peleaba porque habiendo tantas empresas acá e incluso una calle de asfalto”.

SOLIDARIDAD Y SOSTÉN COMUNITARIO

En Estación Chapadmalal, según dan cuenta las vecinas, funciona un comedor y al menos dos merenderos, uno de ellos en la casa de Alicia los lunes y los viernes impulsado desde Somos Barrios de Pie hace dos años ante la emergencia alimentaria.

“No tenían dónde poner el merendero y les presté mi casa, mis ollas. Porque los chicos pasan hambre. En su momento venían a buscar la leche debajo de la lluvia, con frío, en ojotas o completamente descalzos”, relata.

Esa situación llevó a que Alicia se organizara y comenzara a pedir donaciones de ropa y calzado para conformar un roperito, una alternativa ante la necesidad que surgió desde la solidaridad y el sostén comunitario ante contextos económicos y sociales de crisis en sintonía a la falta de intervención estatal. Una alternativa que incluso a lo largo del tiempo se extendió entre otros vecinos y vecinas.

“También hay chicas que hacen la copa de leche en la casa. Tenemos mamás que tienen cinco, seis hijos. En el merendero hemos llegado a tener 69 pibes y a medida que se va corriendo la bola del merendero se suman. Las chicas hacen tortas fritas, rosquitas, les cocinan bien a los chicos porque hacerles un arroz con leche los aburre”, cuenta Alicia.

Elba, por su parte, se dedica más de lleno al trabajo territorial desde Somos Barrios de Pie. En Estación Chapadmalal, coordina una cuadrilla de limpieza que funciona los martes y los jueves por la mañana, realiza trabajos de huerta en su casa y en la calle 34 entre la 7 y 9, y coordina una cuadrilla de construcción a partir de la cual “se hicieron varios laburos”.

Como jefa de cuadrilla, cuenta que ayudaron a una de las vecinas a terminar su casa y a hacer la instalación eléctrica con la que cuenta Estación Chapadmalal a partir de un trabajo que fue encabezado años atrás por una cooperativa de Batán: “Nos damos una mano entre nosotros”, asegura como parte de ese sostén comunitario.

Además, desde la cuadrilla de limpieza cuenta que se limpió la Escuela N°509 de Batán en donde “se sacó pasto y se hicieron varios laburos” más allá del día a día en Estación Chapadmalal que consiste en trabajos de limpieza dos veces por semana en la plaza principal, en la cancha de fútbol,y en la antigua zona de la escuela: “También se hizo limpieza de microbasurales y nos llevábamos siete u ocho bolsas grandes de basura porque en algunas zonas no pasaba la recolección”.

HISTORIA, IDENTIDAD Y MEMORIA

¿Por qué Chapadmalal (corral de barro en lengua mapuche)? Existen indicios, según describe Alberto Subiela, docente de Historia en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), en el libro “Estación Chapadmalal: un pueblo minero” (2019), que demostrarían que los pueblos originarios utilizaron las tierras a lo largo del siglo XIX ―hasta su desplazamiento forzado― para el tránsito de ganado vacuno y que, como consecuencia, existían allí corrales en medio de una pampa húmeda

Las primeras hectáreas de tierra en esta zona, en un momento de expansión de la economía agropecuaria y de la frontera con los pueblos originarios, fueron adquiridas por la familia Martínez de Hoz en 1852. Por aquel entonces, su “Estancia Chapadmalal” comenzó a desarrollar el uso de técnicas modernas de producción agropecuaria posicionando a la unidad productiva en lo más alto de la “sensación de la aristocrática sociedad porteña”.

En 1910, se construyó la estación del ferrocarril y fue en 1911, cuando el tren pasó por primera vez, que el pueblo pasó a llamarse Estación Chapadmalal. En aquellos años, el ferrocarril cumplió un rol fundamental para el transporte de productos agrícolas y también de la piedra resultado de la actividad minera que comenzó a desarrollarse en la zona.

Las canteras forman parte de ese proceso de historia e identidad. Fue a principios del siglo XX que comenzó, con el ferrocarril a favor, la explotación de las canteras y la extracción de la piedra en Estación Chapadmalal para la construcción. Desde entonces, la mano de obra para la extracción de roca continúa con el trabajo de picapadreros quienes, en los orígenes de la actividad, muchos de ellos eran inmigrantes.

En 1940, tres décadas después de la llegada del ferrocarril, se generó el primer asentamiento urbano en las inmediaciones que derivó en un primer loteo sobre la zona del Club Social y Deportivo Chapadmalal, la Asociación de Fomento y la Escuela Provincial N°60. 

En la actualidad, con pedidos vecinales por el regreso del tren, la estación conserva sus materiales originales y se transformó en mucho más que un sitio abandonado: el galpón es, además de un signo cargado de historia, sede de fiestas tradicionales como la “Fiesta de las Canteras” y un lugar de encuentro.

Como parte de ese proceso de hacer memoria y fortalecer la identidad del barrio trazada también por el fútbol, el baile y la comida tradicional, fue que la sociedad de fomento en un trabajo en conjunto con la Universidad Nacional de Mar del Plata presentó un proyecto de ordenanza por el cual las calles de la zona pasaron a nombrarse con referencias directas a la historia del barrio.

“Seguramente cada chalet histórico, cada casa, cada escuela, cada hospital, cada estadio, cada calle de Mar del Plata, de Batán y de tantas otras ciudades del sudeste bonaerense y aún más allá en distinta proporción, tiene una roca, ladrillo, un pedregullo que salió de aquí y no de otro lado”, sostienen desde la sociedad de fomento quienes imaginan para los hogares y familias de Estación Chapadmalal nada menos de lo que el “pequeño pueblo ha aportado” a Mar del Plata, Batán y el país.