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Nuevo Golf

El empuje vecinal para empezar la urbanización

Autor: Joaquín Lledó. Fotos: Lucho Gargiulo — 29 de julio de 2023

El barrio comenzó a formarse con la crisis de 2001 y desde la organización territorial impulsa la llegada de los servicios esenciales.

Si bien para ese entonces ya había algunas personas instaladas en la zona, la crisis del 2001 empujó a numerosas familias a empezar a conformar un asentamiento hacia la zona sur de Mar del Plata que, de a poco y con empuje vecinal, avanza en su urbanización: 22 años después, el barrio Nuevo Golf está atravesado por necesidades de las más de mil familias que lo integran y también por el trabajo de distintas dependencias oficiales que, en coordinación con las y los vecinos, comienzan a proyectar y ejecutar respuestas.

Nuevo Golf es uno de los 71 espacios de Mar del Plata que forman parte del Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap) con un relevamiento que hasta marzo de 2023 alcanzó a 561 familias y 510 viviendas, aunque hay sectores pendientes de ser incluidos y otros por relevar.

El desembarco del Renabap de la mano del propio impulso vecinal llevó, más allá del relevamiento para el conocimiento de la realidad barrial, al desarrollo de un primer proyecto de construcción de veredas, arbolado y mejoras en las instalaciones eléctricas domiciliarias sobre cuatro manzanas del fondo del barrio que para las y los vecinos significó todo un avance.

Pasados poco más de 20 años del inicio de la formación del asentamiento, y mientras sobre algunas cuadras avanza una primera obra de red cloacal y se licita la construcción de un centro de salud, las y los vecinos valoran esos logros desde el reconocimiento que aún falta mucho y al saber que en los orígenes en la zona “no había nada”.

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El barrio Nuevo Golf, hacia la zona sur de Mar del Plata, está delimitado por la avenida Mario Bravo y las calles Gianelli, Luis Sandrini y Posadas, lindero al inmenso predio del Mar del Plata Golf Club.

El registro del Renabap califica a Nuevo Golf como un asentamiento, definición que comprende a aquellos barrios cuyos conjuntos de viviendas buscan mantener la trama urbana como continuidad del tejido de la ciudad formal y cuyos terrenos se encuentran, en su mayoría, subdivididos en parcelas que conforman manzanas, respetando el trazado de las calles, con una densidad poblacional menor que en las villas.

Los datos publicados hasta marzo de 2023 dieron cuenta del relevamiento de 510 viviendas y 561 familias sobre una superficie de 741.823 m2. De todas maneras, las proyecciones vecinales de la zona dan cuenta de la presencia de unas 1200 familias en el barrio. Y estadísticas proyectadas por el gobierno bonaerense indican que hay unos 4200 habitantes.

Sobre el asentamiento, cuya formación es indicada desde la década de 1990, el relevamiento oficial detectó que una parte cuenta mayoritariamente con conexión irregular a la red eléctrica, con conexión regular a la red de agua pero sin factura, con desagües a pozos ciegos ante la ausencia de cloacas y con la utilización extendida de garrafas a partir de la inexistencia de red de gas natural.

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Mario Peralta fue durante varios años presidente de la sociedad de fomento de barrio, donde llegó, dice, sin saber nada de vecinalismo. Hoy encabeza el centro comunitario La Trinchera, ubicado en José Martí y la 69, en un edificio levantado al lado de su casa y donde tiempo atrás supo funcionar la entidad vecinal.

Fue entre el año 2000 y el 2001 cuando Mario llegó a vivir al barrio en una casilla ubicada en ese mismo terreno donde hoy le cuenta a Qué digital el desarrollo y los proyectos del barrio. Por entonces, con sus hijos chicos, una mujer le cedió ese lugar para que pudiera dejar de pagar un alquiler que ya no podía afrontar.

“A muchos les pasó lo mismo, la crisis misma nos empujó”, recuerda y señala que el barrio arrancó a formarse “con una estafa por parte de una inmobiliaria y eso acarreó la situación de que se empezaran a tomar el resto de las manzanas”. También repara en haberse encontrado “con un barrio que ya estaba diseñado”. Es que grafica que los planos originales datan de 1947. “Ya estaba todo fraccionado pero después se habitó a partir del 2000 en forma de asentamiento”, reconstruye.

El barrio se ubica sobre tierras privadas, que pertenecían a la familia terrateniente Peralta Ramos. De acuerdo a datos del Organismo Provincial de Integración Social y Urbana (Opisu), parte de los terrenos corresponden a la empresa Cabo Corriente y las y los vecinos no poseen dominio de la tierra por lo que su regularización es un reclamo recurrente.

“Cuando empezamos a trabajar con el vecinalismo empezamos a notar que había casas en medio de calles, entonces al tener conocimiento del plano empezamos a que los vecinos que estaban fuera de los lugares se acomodaran lo mejor posible para que no quedaran lugares a los que no pudieran entrar servicios, emergencias. Eso se logró bastante, se fue acomodando bastante a lo que era el plano original”, plantea Mario.

HACIA LA URBANIZACIÓN

La llegada del Renabap -con el relevamiento de las casas realizado en conjunto con el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) con el objetivo de poder alcanzar con el registro a todo el barrio - fue el punto de partida para el inicio de proyectos que tienden a la urbanización.

Según relata Mario Peralta, a fines del año pasado pudieron terminar con un primer Proyecto de Obras Tempranas (POT), dependiente al igual que el Renabap de la Secretaría de Integración Socio Urbana de la Nación, sobre cuatro manzanas del fondo del barrio en las que se construyeron veredas, se avanzó con tareas de arbolado y se realizaron trabajos de regularización de instalaciones eléctricas domiciliarias.

Ahí empezamos a tener contacto con el resto de la población que pedía extenderlo porque la realidad es la misma”, destaca el dirigente vecinal y señala que en el relevamiento se llegó a incluir a buena parte del barrio aunque algunas manzanas quedaron pendientes, entre ellas dos del fondo y las que se encuentran sobre la avenida Mario Bravo, alrededor de diez en total.

En paralelo, en mayo esperaban una inminente aprobación final para llevar adelante un nuevo POT sobre otras once manzanas del barrio, después de un proyecto confeccionado desde la parte técnica a través de arquitectos de la Fundación Soporte.

“La idea es avanzar desde el fondo hasta llegar a la parte de adelante del barrio. Siempre las obras son al revés y el fondo queda relegado, así que esta vez lo arrancamos al revés: del fondo para adelante”, señala.

Ramón vive en el barrio desde los orígenes de la formación del asentamiento, cuando todavía eran unas pocas familias las que habitaban en el lugar. Y el año pasado formó parte de la cuadrilla de construcción de las obras que se llevaron adelante en las primeras cuatro manzanas.

El lugar quedó todo hermoso, faltan las calles que es algo que no pasa por nosotros, pero si estuvieran las calles arregladas….”, plantea y espera que en algún momento esas mismas obras que llegaron a dar trabajo a 30 personas también puedan extenderse hasta la zona de su casa.

Norma, una vecina de ese primer sector al que llegaron las mejoras, considera que el sector “cambió muchísimo”. “El tema de la vereda es fundamental porque salir de allá al fondo hasta la parada (de colectivos) a veces no se puede ni salir por el barro”, destaca. Pequeños avances en un barrio con muchas necesidades.

“Nuestra parte del fondo era olvidada, como que siempre no existíamos y quedamos muy conformes con la obra que se hizo”, remarca.

UN BARRIO QUE NO TENÍA NADA

Ramón recuerda que hace unos 21 años llegó a vivir a este sector de la ciudad e indica que por entonces “recién había alguna que otra familia”.

“Cuando yo vine andaba con un carrito con botellas y me iba hasta abajo a buscar agua con los chicos hasta llenar los tambores de 200 litros”. Ese es uno de los primeros recuerdos que se viene a su mente al recordar los orígenes del asentamiento.

“Creció mucho el barrio”, plantea. Es que con relación al agua la mayoría de las viviendas -aunque en otras todavía falta- pudo acceder a la red oficial después de que hace ya más de una década se iniciaran obras como parte de un programa denominado “Agua más trabajo” en el que los propios vecinos del barrio formados en cooperativas realizaron los trabajos para la extensión y llegada de la red de Obras Sanitarias (OSSE).

La proyección de los servicios básicos como el agua es uno de los puntos sobre los que trabaja el Organismo Provincial de Integración Social y Urbana (Opisu) que tiene como función “promover la integración urbana, social y productiva de las villas, asentamientos y complejos habitacionales de la Provincia de Buenos Aires con el objetivo de garantizar el acceso a un hábitat digno y justo”.

Una de sus coordinaciones territoriales está ubicada en Nuevo Golf y en un diagnóstico elaborado hacia junio de 2020 evaluó la falta de infraestructura en servicios y la ausencia de una red cloacal que complemente a esa red de agua.

También describió la presencia de calles internas de tierra y sin mantenimiento, con gran variedad de topografía y con dificultad de escurrimiento de agua de lluvia. Y, desde el punto de vista habitacional, relevó situaciones de hacinamiento y con fuertes necesidades de mejoras. La ausencia de dispositivos de salud y la existencia de comedores y merenderos en situaciones edilicias precarias complementaron el análisis sobre la realidad barrial.

En lo que hace en la actualidad a los servicios, Mario Peralta cuenta que en el caso de la energía eléctrica se ha avanzado con la regularización de la situación, incluso -remarca- en “casillas muy precarias”. Y con respecto al gas, sin red, la garrafa es el elemento común con la preocupación que generan sus altos precios ante el incumplimiento de los valores máximos de referencia fijados por el gobierno nacional.

Como parte de las deudas pendientes que lentamente empiezan a saldarse, la realización de obras para la llegada de la red cloacal comenzó a hacerse realidad hace un tiempo en un sector del barrio, tras el proceso licitatorio llevado adelante en 2021 a cargo del Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos de la provincia de Buenos Aires y que también comprende a Parque Independencia, barrio lindero. La inversión estimada por entonces fue de 300 millones de pesos.

Mario destaca que la obra permitirá que llegue el barrio -aunque con más de la mitad sin ser alcanzado por el proceso- la red troncal por lo que derivará en una facilidad para su futura expansión.

Actualmente, los desagües a pozos ciegos caracterizan al barrio y el Opisu brinda como servicio el paso de un camión atmosférico gratuito por las viviendas para el desagote, según relatan los vecinos.

Como parte del desarrollo de servicios para el barrio, también se encuentra proyectada la creación de un “polo de salud, educativo y social” en el que se apunta a construir un Centro de Atención Primaria de Salud (CAPS) municipal, un Centro de Atención Barrial del Opisu y un jardín de infantes provincial.

Esas construcciones se prevén realizar sobre un predio ubicado entre las calles Cerrito, 72 y 77, que originalmente estaba destinado a una plaza. El primer paso concreto se dio en diciembre de 2022 cuando el gobierno provincial abrió el proceso licitatorio para la construcción del CAPS con un presupuesto fijado por entonces de $164.943.382 y un plazo de obra, una vez que sea adjudicada, de 270 días corridos.

Tras la presentación de dos empresas oferentes para la construcción, hasta mayo de este año las propuestas seguían en evaluación.

En retrospectiva, y si bien son diversas las problemáticas que advierten que atraviesan al barrio -desde generación permanente de basurales, pasando por una fuerte necesidad alimentaria y hasta una importante deserción escolar en adolescentes-, las y los vecinos recuerdan que en los orígenes, hace 20 años atrás, en el asentamiento “no había nada” y hoy, lentamente, empiezan a ver un proceso de urbanización en marcha.