“Cuchillazo en plena estupidez”, un unipersonal que se basa en la obra de Zitarrosa
La obra protagonizada por Fabio Herrera se lleva a cabo todos los viernes a las 21.30 en la sala El Séptimo Fuego, Bolívar 3675.
En esta temporada regida por la pandemia de coronavirus continúan las presentaciones de “Cuchillazo en plena estupidez”, el unipersonal protagonizado por Fabio Herrera, basado en la obra “Guitarra negra” de Alfredo Zitarrosa. Las funciones se realizan todos los viernes de a las 21.30 en la sala El Séptimo Fuego, Bolivar 3675.
La obra cuenta con la interpretación de Fabio Herrera, la dirección de Adrián Canale y la asistencia de dirección de Paola Belfiore. “Cuchillazo en plena estupidez”, es una pieza que cuenta con la música original de Pedro Carignan. Las localidades son limitadas para cumplir con el protocolo sanitario. Por lo cual se recomienda hacer reservas previas por teléfono comunicándose al 495-9572.
La obra toma como punto de partida el poema de Zitarrosa “Guitarra negra” y a partir de sus imágenes construye una nueva escritura mucho más fragmentada y seca, pero que no pierde su potencia política y poética. El espectáculo se establece como una especie de monólogo-oratorio, un ritual de despedida al universo donde un hombre solo con sus palabras, graba en un vídeo ese instante de cordura y razón que lo atraviesa.
La obra le propone al espectador que entre al cerebro de una persona que no puede parar de pensar en el mundo que lo rodea. Así, sin filtro y sin pausa, deja un legado de su vida y su pensamiento, para que quede flotando en el aire de quienes lo escuchan y lo ven.
Hay quien dice que si se pinta la aldea propia se puede pintar el mundo. En este caso, el espectador al introducirse en el universo poético de este hombre, lo que ocurre es que el público se verá en un espejo muy sincero y claro. En su locuacidad y crudeza está nuestro mundo también. Oscuro, tierno, dolorido y lleno de bronca. Pero también con una gran esperanza de futuro.
Cabe destacar que la puesta es simple, en escena solo hay un sillón pequeño y una mesa. Para dejar en primer plano el universo del hombre. Lo que completa ese austero espacio es el video que el hombre graba, que se irá reproduciendo en vivo mientras se filma. Una lámpara que ilumina el espacio y solo el cuerpo y la voz del actor completan el instante.
