Ciudad en veda
Editorial QUÉ, en la radio
La veda electoral ofrece uno de los mayores tesoros en este enquilombado siglo XXI, ofrece silencio, paz y da tiempo para pensar. Es como si los spots políticos estuviesen vacíos, nadie puede decir nada en los medios y uno puede pensar, tiene que pensar, no le queda otra que pensar.
La veda electoral es la necesidad de hacer que la gente mire por la ventana una última vez. Vea el paisaje de su barrio, ciudad, provincia y país. Que lo vea bien y por casi única vez vale la pena pensar en qué paisaje vemos, qué paisaje vamos a ver en el futuro, qué paisaje queremos ver y qué paisaje merecemos ver.
Ni la tele, ni la radio, ni los diarios, ni Internet tendrán la respuesta, nunca la tuvieron. Y el silencio cortesía de la veda, ese silencio sin que aparezca ningún candidato en Youtube, ningún candidato llamando por teléfono, tocando la puerta, gritando, ese silencio ya vale un voto. Quien pudiera votar a la veda.
Faltan 48 horas y tenemos un silencio aprovechable hasta el domingo ¿Qué harán los candidatos hasta el domingo? No lo sabemos, no lo queremos saber ¿Qué haremos los demás hasta el domingo? Tal vez no mucho, mirar por la ventana y pensar ¿Esto es lo que queremos?
