Lunes 06 de mayo | Mar del Plata
24/12/2015

El Grinch que se robó la Navidad

Editorial QUÉ, en la radio

 

Era diciembre y era un país en el que la Navidad llegaba, como llegaba todos los diciembre en todos los países que tenían con qué celebrarla.

Era un país en el que el presidente era el Grinch, un hombre con el bolsillo muchas veces más grande que su corazón, preocupado por el consumo, por el mercado y por todo lo material que la Navidad significa y significa mucho material. “Llegan las fiestas, llegan las fiestas, disfruten lo que puedan pagar”, repetía el Grinch en su campaña.

El Grinch traía regalos de navidad variados, como balas de goma para los que reclamaban por trabajo y alimentos, darle a un amigo suyo el control de los Servicios de Comunicación, jueces nuevos a la sociedad y liberar moneda extranjera e importaciones para que todos pudieran comprar regalos lujosos. Siempre con una risa burlona, el Grinch miraba al pueblo que le pedía al menos una comida digna y les repetía: “Llegan las fiestas, llegan las fiestas, disfruten lo que puedan pagar”.

El Grinch tenía sus secuaces: una Grinch que, siempre sonriendo, manejaba la Provincia más grande de ese país y le negaba a los habitantes bonos por navidad y ayuda y repetía las palabras del Grinch: “Llegan las fiestas, llegan las fiestas, disfruten lo que puedan pagar”.

Había otro Grinch, un viejo y gris Grinch, que manejaba una ciudad. Este Grinch prácticamente la canceló en una ciudad en la que la gente no cobraba sus sueldos, no recibía lo que les debían, no les daban lo que pedían. 

Era diciembre y era un país en el que la Navidad llegaba y se hacía imposible celebrarla. Una Navidad entre tanto conflicto, que sólo los cínicos podían tener una cuota de felicidad.

Era diciembre y era un país en el que habían votado de presidente a un Grinch. En el país, poco a poco las personas se habían vuelto todas Grinchs, preocupadas solo por lo que se podía comprar, por lo que les podían regalar, por lo que podían currar. Sin mirar a los que la pasaban mal, mal en serio, los pobres. Los que creían que la Navidad era algo más que regalar el último celular, fueron pisoteados y olvidados por el Grinch, pero todos los Grinch de este país lleno de Grinchs.

Un día alguien se preguntó cómo es que el Grinch había llegado a ser presidente, cómo es que el Grinch presidente siempre recibía los mejores regalos ¿Tan bueno es? ¿Tan bien se portó que todo lo mejor es para él? No, lo que pasa es que el Grinch es rico y en la patria del Grinch no hay nada que la plata no pueda comprar.

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24/12/2015