Viernes 03 de mayo | Mar del Plata
15/03/2015

“El deporte me saca de la locura que hay en la calle”

Juan Alberto Lapalma, más conocido como “Tito”, vende hace 20 años productos en el semáforo de Colón e Yrigoyen. Dice que la silla de ruedas no lo limita para superarse, y que su familia y el básquet son los motores de su vida.

“El deporte me saca de la locura que hay en la calle”
(Fotos: Kito Mendes)

“Tito” tiene la expresión de los que conocen la calle mejor que nadie. Tal vez quienes lean su historia, no conocían su nombre pero seguramente alguna vez lo vieron: Juan Alberto Lapalma recorre en su silla de ruedas desde hace 20 años el asfalto de Hipólito Yrigoyen entre Colón y Brown, junto a la plaza Mitre. Saluda amablemente, vende productos indispensables cuando el semáforo está en rojo y no se ofende si el conductor que frecuenta la zona esa semana no colabora. Pero “Tito” es padre de cuatro hijos, disfruta de tirarse en la “pelopincho” con sus seis nietos, entrena y juega al básquet con fuerza, habilidad y presencia dentro de la cancha que le devuelve vida. Ese es “Tito” y tiene una historia.

Cuando tenía once meses una poliomelitis le dejó secuelas irreversibles. “Yo desde que abrí los ojos ya era rengo. Para mí, soy normal. No hago todo lo que otro puede hacer, pero a lo mejor el otro no puede hacer todo lo que hago yo”, le cuenta a QUÉ mientras los autos y colectivos pasan a toda velocidad a sus espaldas.

Pese a las limitaciones, “Tito” pudo hacer -y hace- una vida normal, si como normal se entiende a lo que hace la mayoría: conoció a una mujer hace 36 años, se enamoró y formó una familia que sigue creciendo (su séptimo nieto está por nacer), con la que vive en su casa del barrio Belisario Roldán, desde donde viene en colectivo con su silla todos los días hasta el cruce céntrico de Yrigoyen y Colón.

A esa esquina la define irónicamente como “su quinta” y hasta “su empresa”, en la que tiene “clientes vip”, aquellos que habitualmente lo ayudan comprándole algo: vende pañuelitos descartables, lapiceras, encendedores, mentas, curitas, pero también -aclara- “paz y amor”. Lo hace con una sonrisa, siempre.

LA CALLE, OTRA CALLE

“Tito” vivió la calle de hoy, la del año 2001, la de las zapatillas con nombres de funcionarios y la del menemismo. Alguna vez le robaron, lo golpearon o el frío lo obligó a ser trasladado en ambulancia con un ataque de asma. “Acá las viví todas”, dice y enseguida aclara que hoy tiene ganas de salir de la calle, porque “la calle de hoy, es otra”.

Conoce los rostros de empresarios, concejales, funcionarios, jueces y todo tipo de profesionales. Los ve, al menos, a través de las ventanillas de sus autos. Muchos, pasan todos los días frente él. “Algunos parece que perdieron la expresión, el gesto de la cara. Se les borró la sonrisa”, asegura.

Si bien hace unos 20 años que trabaja en la calle, hoy, a los 54 años, dice que quiere salir del semáforo y obtener un trabajo digno y con buen sueldo. Primero porque su pensión por invalidez no le alcanza y segundo porque en la calle “se perdió la educación, el respeto y hay mucha violencia. Están todos como locos. Me gustaría tener un trabajo. Yo puedo estar en una mesa de entrada, puedo atender un teléfono, puedo venderte lo que sea con mi simpatía y mi manera de ser”.

Sin embargo “Tito” no se queja. Mejor dicho, no guarda resentimientos. Siempre responde con una sonrisa y de buena manera, aunque por dentro a veces tenga bajones. “Soy de carne y hueso, me pasa como a todos. Pero yo lo que veo es que la gente se queja todo el tiempo. Yo conozco a muchachos a los que les faltan las dos piernas y los dos brazos. Otros que están postrados tomando líquido por un sorbete. El resto de la gente camina, trabaja, tiene un coche, una casa, va para todos lados ¿de qué se quejan?”.

Lo que sí le disgusta, es la indiferencia. Prefiere que alguien no lo ayude a que le den vuelta la cara, le levanten la ventanilla o simulen una conversación por celular. Pero, reconoce que jamás le preguntaron “si necesitaba algo”.

Por suerte, la vida de “Tito” no termina en la esquina de la plaza Mitre. Dobla y cruza al camino que más lo apasiona, el del deporte.

EL BÁSQUET, UN CABLE A TIERRA

Desde hace unos 30 años, “Tito” juega al básquet en silla, compite y viaja. Entrena tres veces por semana (martes, jueves y sábados) en el gimnasio del Círculo Depotivo de Lisiados (Cideli), en el segundo piso del edificio central de PAMI.

Pero está claro que para él el básquet esta lejos de ser un pasatiempo. Es un estilo de vida, un verdadero cable a tierra, una lucha ante cada pelota, una competencia entre pares en la que se impone la solidaridad y otra razón para mantenerse física y anímicamente bien.

“El deporte me sacó la enfermedad de la cabeza. Me saca la locura de la calle, me hace bien”, cuenta ahora en el gimnasio, antes de empezar un partido que su equipo terminó ganando, luego de ver en grupo un video motivador para incorporar estrategias de juego, de un partido entre las selecciones de Argentina y Canadá de básquet en silla que ganó el conjunto nacional.

Luego empieza el entrenamiento. “Tito” pide la pelota y convierte, pero también sabe cuando darle un paso justo al compañero para buscarle el espacio a la defensa. Pica la pelota, la lleva sobre sus piernas, la vuelve a picar, la pasa, la recupera del suelo entre sillas y dedos que se chocan, y suma otro doble para su equipo.

“A mí el deporte es algo que me hace muy bien. Esta es mi vida, el básquet, mi familia, el amor…. estas son las cosas que me llenan“, comenta.

Julián Gáspari, el entrenador de básquet en silla de Cideli, remarca el nivel de juego de “Tito” pero también “la buena onda” que tiene con sus compañeros, con los que entrena los martes y jueves de 19 a 21 (la escuela para los más jóvenes funciona de 17 a 19) y los sábados de 15 a 18.

A lo largo de esas horas en el gimnasio, “Tito” es un hombre muy distinto al que vende en el semáforo de Yrigoyen y Colón. Pero a la vez, es el mismo.

Tal vez quienes lean su historia, no conocían su nombre pero seguramente alguna vez lo vieron, quizás no jugando al básquet pero sí cada mañana y tarde en la calle, en su silla, junto a la plaza. Con un saludo amable, una sonrisa de padre y con esa expresión de los que conocen la calle y luchan por la vida mejor que nadie.

tito foto del dia
Tito
Tito
Tito
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15/03/2015